Consecuencias Inesperadas

Una vieja ley permitía encrrar jovencitas en una cárcel especial.

Consecuencias Inesperadas

Aclaración:

Este relato es una modificación de otro de mi autoría titulado "La Venganza" publicado en otro foro hace unos años.

Introducción.

Todos los nombres de los personajes de esta historia han sido cambiados exprofeso. Cabe consignar que el lugar en que se desarrolla la acción no es un país de habla hispana. Por supuesto es una fantasía

Amparados en una vieja ley que databa de 1643 y que había caído en desuso, pero que estaba vigente, tres ex estudiantes de medicina fundaron "Las Olvidadas", lugar de reclusión para mujeres, ubicado a unos diez kilómetros de una importante ciudad. Contaba sólo con diez celdas para alojar otras tantas reclusas. Las celdas estaban dispuestas de manera tal que estaban cinco enfrentadas con otras cinco, con un pasillo entre ellas. Excepto las paredes exteriores, las divisorias y las puertas eran de rejas, por lo podía verse en su interior desde todos los ángulos, lo mismo que ellas mismas podían verse entre sí.

La población del lugar estaba constituida por mujeres capturadas por cuestiones políticas, religiosas o económicas. Sus familiares habían tenido que cederlas al oponente para evitar males mayores. Otras habían sido secuestradas por venganza o por despecho de algún príncipe que pretendiendo a la joven para su diversión, ésta no había correspondido adecuadamente. Quienes tomaban estas mujeres las enviaban a Las Olvidadas, pagando una cuota mensual pera ser alojadas en el mismo. Si no se abonaban las cuotas por tres meses, el establecimiento se reservaba el derecho de disponer de la reclusa de la manera y en las condiciones que le resultara más conveniente, incluyendo su venta como puta o esclava.

Pero volviendo a la construcción, al final del pasillo que pasaba entre las celdas se encontraba la "Sala de Padecimientos" que no necesita mucha explicación. En la misma todos los días tres de las reclusas recibían, simultáneamente, diversos castigos, torturas y vejaciones que cada uno de los titulares se encargaba de hacerlo cada mañana.

Las celdas eran espaciosas, equipada con una ducha para la higiene diaria, un lavabo y un inodoro. Todo, por supuesto, era a la vista de todos. Sólo una pequeña colchoneta en el piso completaba el mobiliario. Las reclusas permanecían desnudas todo el día y sólo podían ponerse un pijama entre la medianoche y las seis de la mañana. Quién recibiría el castigo cada mañana, se determinaba por sorteo.

Las reclusas sólo dejaban las celdas para ser llevadas a la Sala de Padecimientos o paseos por los terrenos aledaños al edificio principal. Esos paseos lo hacían o apenas cubiertas por alguna prenda o totalmente desnudas, pero siempre encadenadas como una manera de humillación adicional.

Los miércoles y domingos por la tarde se admitían recorridos por el establecimiento. Gran cantidad de público visitaba el lugar. Dos de las nueve jóvenes alojadas eran esposadas a la reja de sus respectivas celdas de manera que quedaban paradas de frente a los visitantes, completamente desnudas y con las piernas separadas, exponiendo sus cuerpos. Las demás quedarían en el interior de sus celdas, también desnudas pero sin cadenas y en las posiciones que ellas determinaran.

Como habían implementado un sistema de sorteos para ver quién quedaba expuesta, los visitantes tenían oportunidad de ver sólo a dos de manera completa. Las demás, generalmente se ubicaban en un rincón con la mirada perdida, esperando que concluyera el tiempo de las visitas. Por ese motivo muchas personas, especialmente los jóvenes, concurrían asiduamente en busca de ver expuesta alguna pieza nueva o su preferida.

Capítulo I

Maribel era la hija del rey Bonadeo que acababa de ser desalojado del poder por su enemigo de toda la vida, Francisco Asdrúbal. Éste había entrado al palacio y pudo capturar a la hija de Bonadeo de 21 años. Encadenada fue llevada a Las Olvidadas para ser castigada como era costumbre en el lugar. Fu recibida por Mariana que la condujo al interior.

-Maribel, debes tranquilizarte. Será lo mejor para ti. Tú conoces este lugar y las cosas que se les hacen a las jóvenes como tú. Acepta todas las órdenes que recibas o la pasarás peor. Ahora quítate la ropa que debo presentarte ante el Director.-

-No conozco este lugar. ¿Qué les hacen a las jóvenes como yo? ¿Por qué debo desnudarme para ser presentada al Director?-

-Pues si no lo sabes, aquí las jóvenes son violadas y torturadas. ¿Eres virgen?-

-¿Violadas? ¡Soy Virgen y no permitiré que me violen!-

-Puedes no permitirlo pero te violarán lo mismo. Debo informar que eres virgen para que se preparen para desvirgarte cuando lo crean conveniente. Por otra parte ahora ya perteneces a este lugar y sus dueños harán contigo lo que quieran.-

Mientras se desnudaba, Maribel lloraba en silencio. Una vez que se quitó la última prenda, Mariana revisó su pubis y la concha.

-Deberé depilarte toda esa zona. Hacemos depilación electrolítica, que es lenta pero definitiva. Dedicaremos una hora por las tardes hasta que no quede ni un pelo que moleste.-

Cuando terminó de decirlo, procedió a colocarle un collar metálico, esposas con las manos en la espalda y grilletes en los tobillos con una cadena de 25 centímetros.

-Ahora te presentaré a Teodoro. Pórtate como una reclusa sumisa. Te evitarás castigos adicionales. Vamos, andando.-

Se encaminaron al despacho de Teodoro. La marcha era lenta por las restricciones en los tobillos de Maribel y su nula experiencia en caminar así. Golpearon en la puerta del despacho y entraron al mismo.

-Gracias Mariana, Puedes retirarte. Me haré cargo de esta reclusa yo mismo.-

Teodoro acercó a la joven a una cadena pendiente del techo y la fijó a su collar.

Primero te escribiré tu número de reclusa en la nalga y debajo de las tetas. Así te identificaremos mejor. Llevarás el número 156. De inmediato apoyó una chapa con el número arriba del ombligo y con un rodillo impregnado en una tinta especial estampó en número en la parte delantera de la joven. Luego hizo lo mismo en su nalga derecha.

-Veo que tienes una lindas tetitas. Bien firmes y de tamaño regular, como a mí me gustan. A ver tu conchita. Tiene mucho vello por lo cual habrá que depilarte. Mariana se encargará. ¿Cuántos años tienes?-

-21, señor. Es la primera vez que un hombre me ve desnuda.-

-No te preocupes, ya te acostumbrarás a presentarte desnuda y ofreciendo tu concha para que te cojan.-

Mientras Teodoro revisaba su cuerpo y no quedó parte sin ser tocada, la joven lloraba en silencio..

-Vamos a gozar mucho teniéndote aquí. ¿Te gusta estar denuda y que te toque las partes más íntimas de tu cuerpo?-

-No señor. No soy una puta para estar desnuda delante de los hombres y que pongas las manos sobre mi cuerpo.-

-¡Por supuesto que no eres una puta! ¡No admitimos putas aquí! Sólo eres una reclusa que te han traído aquí para ser torturada, violada y expuesta los visitantes. Es mejor que te acostumbres rápido a estar desnuda porque sólo por la noche permitimos que se cubran. Ahora te llevaré a tu celda.-

La condujo a la celda 4, que estaba desocupada. Fijó su collar mediante una cadena a la pared, le retiró las esposas y los grilletes. Cerró la puerta reja con llave. En ese momento Maribel miró a su alrededor. En las demás celdas estaban las otras reclusas, desnudas y algunas esposadas.

También observó que varias tenían numerosas marcas que cruzaban sus cuerpos. Recordó entonces las palabras de Teodoro: "...te han traído aquí para ser torturada, violada y expuesta los visitantes". Eran las marcas de los latigazos que habían caído sobre sus cuerpos. Se estremeció pensando en ser azotada, especialmente en sus partes sensibles.

Todas la miraban con curiosidad. Llegaba la noche cuando pasaron repartiendo la comida. Maribel observó a las otras reclusas y procedió como ellas a comer en el suelo.

Tenía ganas de orinar. Se acercó todo lo que daba la cadena de su cuello a la reja que la separaba de su vecina y le preguntó cómo lo hacían.

-Allí tienes el inodoro. Pues meas como estás acostumbrada a hacerlo. A las diez en punto debemos bañarnos. Para mear te alcanza la cadena. Para bañarte, seguramente te la quitarán.-

A la hora indicada le quitaron la cadena y tomó una ducha en la celda. Aguardó hasta medianoche para ponerse el pijama, sin ropa interior. A la seis de la mañana fueron despertadas. Las 109, 123 y 135 fueron retiradas de sus celdas y se encaminaron al fondo del pasillo. Eran las seleccionadas para el castigo de ese día martes. Alrededor de las once eran traídas nuevamente a las celdas. La 109 caminaba con dificultad separando mucho las piernas. Había sido torturada en la concha. La 123 lucía nuevas marcas del látigo que había castigado su cuerpo y la 135 muchos puntos rojos en las tetas. Le había clavado innumerables agujas. Las tres tenían claros signos de sus lágrimas secas sobre sus rostros.

Maribel comenzó a tomar conciencia de lo que le esperaba. Poco después Mariana la fue a buscar a su celda y la llevó al despacho del Director nuevamente. La hizo acostar en el suelo y le ató las extremidades a sendas argollas embutidas en el piso. Maribel quedaba con las piernas muy separadas, sus brazos por encima de su cabeza y completamente inmovilizada. Poco después entró Teodoro.

-Te voy a vendar los ojos. No quiero que me observes cuando te vaya a violar.-

Maribel quiso gritar pero no pudo. Una fuerza interior le decía que era mejor dejar hacer. Una cinta negra cubrió sus ojos y una cinta de embalar selló sus labios. Poco después sintió el cuerpo de Teodoro sobre el suyo y el pene que, inquisidoramente, se introducía en la vagina. Así perdía su tan cuidada virginidad.

Teodoro jadeaba mientras la metía y la sacaba mientras Maribel sentía el dolor propio de la rotura del himen y la impotencia ante lo que estaba ocurriendo. Poco después sintió el chorro de semen que corría por su vagina aunque en esta situación no llegó al orgasmo como lo había hecho otras veces con sus dedos acariciando el clítoris.

Luego sintió el cuerpo de otro hombre y nuevamente un pene que la penetraba. Ahora era violada por Joaquín. Luego se repitió con Raúl. Una vez que los tres vaciaron la leche en su interior, le quitaron la venda en los ojos. Así pudo conocer a los otros dos que habían abusado de su cuerpo.

-Ahora que has sido desvirgada podremos comenzar con los castigos. Veremos si mañana sales sorteada.-

Le desataron las manos y los tobillos y se encaminaron a la celda. En medio del pasillo, en voz alta anunciaron a las demás reclusas que la joven virgen que había ingresado el día anterior, acababa de ser violada. Maribel no pudo contener el llanto mientras era encerrada en la celda.

Tuvo la suerte de no ser sorteada para los castigos de la mañana, pero sí ser expuesta en las visitas de la tarde. Así a las 13:45 Mariana procedió a esposar a la reja del frente de la celda las muñecas de Maribel. Debería permanecer parada frente a los visitantes hasta las seis de la tarde, hora de finalización del evento. Por el momento desconocía el motivo de ser encadenada de esa forma.

Cuando escuchó las voces que avanzaban por el pasillo y vio varios jóvenes que avanzaban observando las reclusas y haciendo comentarios soeces, quiso librarse de las esposas y cubrir su cuerpo, lo que fue totalmente imposible. Los tres primeros hombres que llegaron dónde ella estaba eran asiduos visitantes, por los comentarios que hicieron:

Visitante 1: ¡Mira! ¡Una reclusa nueva! ¡Y qué lindas tetas tiene! ¡Cómo me gustaría cogerla hasta que grite!

Visitante 2: Pues a mí me gustaría azotarle ese culito redondo. Llenarlo de marcas de látigo.

Visitante 3: ¡Pobre putita! Tiene los ojos con lágrimas. Se nota que es nueva aquí. ¿De dónde habrá salido? ¿Alguien conoce su nombre? La número 156 no estaba la semana pasada.

Visitante 1: Me parece que es Maribel Bonadeo, la hija del Rey Bonadeo. Siempre tenía a su hija bien guardada. Estoy seguro que cuando llegó aquí era virgencita.

Visitante 3: Me parece que tienes razón, que es Maribel. Dime reclusa ¿Ya te han violado? ¿Te cogieron como corresponde a las reclusas de aquí?

Maribel, entre sollozos respondió que sí, que la habían desvirgado y violado.

Visitante 3: ¿Nunca te la habían clavado antes?

Maribel: Nooo. Era virgen.

Visitante 1: ¿Eres o no Maribel Bonadeo?

Maribel: Si

Visitante 2 ¿Te han castigado en esa conchita de princesa? Maribel no contestó

Visitante 2: ¿Se imaginan darle unos buenos azotes en el culo y luego metérsela por el agujero de atrás?

Visitante 1: Déjale el culo tranquilo. Me gustaría cogerla por adelante.

Visitante 2: Sin embargo yo gozaría aplicándole unos buenos azotes en el culo

Visitante 3: Vamos a ver qué otra está en exposición. Luego venimos de vuelta a ver este ejemplar.

Visitante 2: Sí, vamos.

Así estuvo 4 horas expuesta. Por la novedad, era la reclusa que más interés suscitaba. Al final de las visitas apenas podía contener las ganas de orinar. Debió esperar unos minutos hasta que finalmente le quitaron las esposas y pudo llegar hasta el inodoro.

En el sorteo de las reclusas a ser castigadas el día jueves resultaron elegidas las que llevaban los números 112, 140 y 156. Maribel experimentaría por primera vez los castigos en Las Olvidadas. Teodoro sería el encargado.

Las tres mujeres fueron conducidas a la Sala de Padecimientos. El corazón de Maribel latía con fuerza.

La 112 fue montada en un caballete luego que un grueso consolador se hundiera en su concha y una cadena Que pasara entre sus piernas. Al montarse sobre el caballete, la cadena se incrustaba dolorosamente en la concha hundiendo hasta el fondo el consolador. Una vibración del travesaño superior adicionaba un castigo más. Sus muñecas estaban atadas por encima de su cabeza. Muy pronto su raja sentiría el castigo que se le imponía. Las vibraciones del travesaño y su concha apoyando en la cadena eran una combinación terrible. No demoró mucho en comenzar a gemir de dolor mientras sus lágrimas rodaban por las mejillas.

La 140 fue suspendida cabeza abajo con las piernas separadas. Por la concha abierta le vertieron líquidos irritantes que hacía que su cuerpo se moviera en una inútil esperanza de calmar la molestia. Mientras tanto Joaquín clavaba algunas agujas en las tetas de la reclusa.

Teodoro ató las muñecas de Maribel por encima de su cabeza, mientras que sus tobillos fueron atados a sendas argollas fijas al piso. Sus piernas quedaban extremadamente separadas. Miraba con angustia a las otras reclusas que comenzaban a ser torturadas y no pudo contener las lágrimas que humedecían sus mejillas.

-No temas reclusa 156. No seré muy duro contigo ya que esta será la primera vez que te torturamos. Tendré que decirle a Mariana que apure la depilación del pubis. Esos pelos negros no me gustan.-

Mientras comentaba la indicación de depilarla, le tocaba la vulva e introducía un dedo en la vagina. Luego exploró el culo. Fue en busca de una fusta. Cuando regresó al lado de Maribel observó con detenimiento los pezones. Eran de un rojo intenso, duros y sobresalían de la areola un centímetro. Allí estarían dirigidos los primeros azotes.

Se ubicó en el costado derecho de la joven y mientras con la mano izquierda le tocaba el culo, con la derecha descargó un sonoro golpe en las tetas. Más por la sorpresa que por el dolor que sintió en ese momento, dejó escapar un grito. A ese primer azote se sucedieron varios más todos dirigidos a las tetas. Maribel se retorcía en un desesperado esfuerzo de escapar del castigo. Esa visión calentó enormemente a Teodoro que dejó caer la fusta y bajándose los pantalones penetró a Maribel. Notó que su vagina estaba muy húmeda.

Terminado el polvo fue en busca de otro látigo, con una cola de cuero de más de un metro. Ahora los azotes iban dirigidos al culo, lugar donde quedaban sucesivas marcas. Luego de más de treinta azotes en sus carnosas nalgas, le colocó un consolador fino en el culo con una correa que pasaba entre sus piernas, terminando en un cinturón también de cuero. De esta manera evitaba la expulsión del aparato.

Se paró frente a la joven y observó nuevamente sus pezones. Ahora estaban más hinchados por los azotes de la fusta que habían dado de lleno en los mismos. Los tomó entre los dedos índice y pulgar y los retorció. El dolor se expresaba en el rostro de la mujer. Luego bajó su mano derecha hasta el pubis. Ese vello le molestaba pero era un buen lugar para tomar los pelos con su mano y tirar de ellos sin piedad. Tan fuerte eran los tirones que parte de los mismos eran arrancados y quedaban entre los dedos de Teodoro.

Algunos azotes más, ahora en la espalda, terminaba el primer castigo de Maribel en Las Olvidadas. Las tres fueron desatadas y se encaminaron a sus respectivas celdas donde quedaron encerradas.

Maribel hizo un rápido recuento del estado de su cuerpo. El agujero del culo le dolía por el rato que tuvo colocado el consolador, a pesar de ser de muy pequeño diámetro, las nalgas estaban con marcas, tan hinchadas que podía apreciarlas al pasar su mano. Apenas alcanzaba a tocarse su espalda pero también el látigo había dejado sus huellas y finalmente sus azotadas tetas le dolían como nunca hubiera imaginado. Era consciente que esto recién comenzaba. Se acercó a la reja divisoria con la celda contigua para hablar con la 138.

138 era una joven de 28 años que hacía seis años que estaba recluida en este lugar. Desde que estaba allí no había tenido noticia alguna de familiares y amigos. Recibía castigos regularmente y si bien en el comienzo se había rebelado al encierro, a fuerza castigos, penitencias y vejámenes se había acostumbrado y aceptaba sumisamente lo que se le imponía. Había sido violada innumerables veces.

-138, ¿Aceptas estar encerrada en estas celdas? ¿A ti también te han violado? ¿Qué castigos te han impuesto?-

-Mira, no es cuestión de aceptar o no aceptar estar encerrada. Es mejor aceptarlo porque de lo contrario los castigos son más duros. Por supuesto que he sido violada y lo soy frecuentemente. Los tres jefes, Raúl, Teodoro y Joaquín nos cogen cuando quieren y es mejor ser dóciles. Les gusta usar el látigo, por lo que te recomiendo aceptes lo que quieran hacerte. En cuanto a los castigos todos los que te puedas imaginar. El látigo visita con frecuencia nuestros cuerpos en especial las partes más sensibles.-

-También deberás soportar ser perforada en la vulva, el clítoris, los pezones, la lengua, el ombligo. Recibirás en tu interior todo tipo y tamaño de consolador o vibrador. Permanecerás colgada de las muñecas o los tobillos. Puesta en potros, cepos, atada a cruces o ruedas, etc. es decir abusarán de tu cuerpo de la manera que les ocurra.-

-Es terrible lo que me cuentas. Voy a ser torturada y violada mientras permanezca en este lugar. ¿Cuándo nos dejarán libres?-

-Nunca. No estamos aquí para que nos dejen libres alguna vez. Mientras nuestros captores paguen la mensualidad estaremos aquí.-

-¿Y si no pagan?-

-Entonces nos venden como putas o esclavas quién sabe a dónde o a quién.-

-Entonces, ¿no tenemos salida?-

-No. Seremos torturadas cuanto ellos quieran. Será mejor que te acostumbres lo más rápido posible.-

Así finalizaba la charla entre ambas reclusas. Maribel se acostó en el suelo poniéndose de costado, que era el sector menos castigado.

Dos días después conoció lo que es ser cogida por el culo. Hasta ese momento no imaginaba que podía ser sometida a semejante humillación. Cuando Raúl le obligó a reclinarse sobre el caballete, muy lejos de su conocimiento estaba lo que sucedería poco después. Primero sintió que le pasaba un líquido oleoso en la entrada y luego sintió el rollizo de carne que pugnaba por entrar.

Maribel intentó cerrar el esfínter. Raúl, molesto, Le tomó ambos pezones con los dedos y comenzó a retorcerlos y apretarlos.

-¡Abre el culo, puta! ¿No de das cuenta que quiero penetrarte por allí?-

Casi de inmediato relajó el agujero para permitir la penetración. Lo siguiente que sintió fue un fuerte dolor por la dilatación que debía soportar su esfínter. Luego la inundación del semen caliente de Raúl, completó su sensación de impotencia. Varias veces más fue cogida por el culo en el curso de las semanas siguientes. También los tres hombres dejaron el semen en la boca de 156.

Capítulo II

Habían pasado seis meses desde el ingreso de Maribel a Las Olvidadas. No solamente había sido abundantemente violada por la vagina sino también por el culo (que era una de las cosas que más le disgustaba) y había tenido que chupar varias veces los penes de los hombres de la casa y tragado gran cantidad de semen. Su cuerpo estaba marcado por los sucesivos castigos. Su pubis ahora estaba complemente depilado y lucía argollas en los pezones y el ombligo. Tenía perforaciones en los labios de la vulva y el clítoris, lo mismo que el cartílago de su nariz que con frecuencia era ocupado por una argolla.

A pesar de una poderosa picana eléctrica que había en el lugar, raramente era usada. Sólo en aquellos casos de muy mal comportamiento de la reclusa. Por ese motivo sólo una vez Maribel había sido torturada con semejante instrumento.

Afortunadamente la sesión de picana no fue excesivamente larga ni fue castigada en la concha. Sólo le pasaron la picana por las tetas, el vientre y las piernas. Fue suficiente para que cada vez que quería rebelarse, recordara esa sesión con electricidad.

Cada vez que le tocaba ser humillada en público, debiendo permanecer esposada a los barrotes de su celda, la concurrencia era mucho mayor que a otras celdas. Su bien formado cuerpo y el hecho de ser la hija del depuesto rey concertaban la atención de los visitantes.

A sugerencia de uno de los visitantes se implementó un sistema de tomas de fotografías con las reclusas. El servicio tenía un costo adicional. Teodoro no perdía oportunidad de lograr un beneficio extra. Así la figura de Maribel desnuda, encadenada detrás de las rejas y en las formas más caprichosas que pedían los clientes, adornaban muchos de los guardarropas de los clubes, habitaciones de varones y baños de colegios. Sin duda Maribel ahora era muy popular.

Con frecuencia algún varón se masturbaba mirando alguna de las tantas fotos de Maribel desnuda y con marcas de castigos.

Otras de las novedades que se habían implementado poco antes, era que el Director y los dos Subdirectores todas las noches, antes que las reclusas pudieran ponerse los pijamas, visitaban cada uno de ellos una celda. Las mujeres ya sabían qué debían hacer. Apenas entraba alguno de los hombres a la celda, se arrodillan frente a él y le solicitaban permiso para ponerse el pene en la boca y succionarlo hasta que un abundante chorro pasara por sus gargantas. Una vez finalizada la mamada limpiaban todo lo posible el miembro acomodándolo nuevamente dentro del pantalón.

De esta manera los hombres tenían casi a diario tres polvos. Uno por la mañana con la reclusa a la cual debían castigar, otro por la tarde con alguna que eligieran y por la noche la mamada.

Unos días después que le tocó a Maribel ser expuesta a los visitantes, se anunció que en vista que hacía tres meses que no se abonaba la cuota de la reclusa 129, se procedería a su venta. Se buscaría un amo que la torturara sin piedad. Tanto 129 como las demás sintieron un nudo en la garganta. La vida en Las Olvidadas no era fácil pero no querían ni imaginar lo que podía ser en manos de un amo "que la torturara sin piedad".

Los siguientes miércoles y domingos de visitas, 129 permanecía esposada en la reja con un cartel que decía:

Reclusa en venta. Se aceptan ofertas para ser usada como puta o esclava. Disponemos de una sala para las pruebas que se quieran realizar sobre la reclusa.

Dos semanas luego de salida a la venta Pedro Villar hizo una oferta. 50.000 dólares por la compra.

-50.000 es muy poco. Por otra parte queremos saber sus antecedentes como amo.-

-Antecedentes tengo de sobra. He torturado y violado a más de treinta jovencitas traídas por sus madres por diversos motivos, pero generalmente por su mal comportamiento. Muchas de ellas han tenido que refugiarse en el campo ya que el estado en que quedaron no podían presentarse en público. En cuanto al precio, teniendo en cuenta que es una esclava que ya ha sido torturada y violada es suficiente. Las madres de las jovencitas que he torturado me pagaban por el trabajo y me entregaban mujeres que si bien muchas de ellas no eran vírgenes, habían cogido poco.-

-Justamente. A una jovencita virgen no se la puede torturar mucho porque no resisten. Sin embargo esta esclava resiste castigos muy duros, por lo que su valor aumenta. 80.000 y se la lleva.-

-Partamos la diferencia. 65.000 y comienzo con las torturas esta noche misma.-

-Está bien. Deje el cheque por 65.000 y se la puede llevar.-

Quedaban ahora 8 reclusas. Teodoro estaba preocupado porque tenía dos celdas vacías. Quería aumentar el número de mujeres en Las Olvidadas. Meditaría cómo hacerlo.

La suerte estaba de su lado. Menos de diez días después de la venta de 129 llegaron las hermanitas Laura y Natalia Pinzón de 18 y 19 años respectivamente. Eran traídas por un exsocio del padre de las jovencitas que ahora ejecutaba la venganza sobre sus hijas. Había sido estafado por el progenitor de las jovencitas, y lo mismo les había ocurrido a otros empleados de la estancia. Uno de los socios había tomado a las jóvenes como revancha de lo sucedido. Las jóvenes no eran responsables de la conducta de su progenitor, pero ahora eran enviadas a Las Olvidadas.

Por algún extraño motivo en esta oportunidad Teodoro apuró los trámites del ingreso de Laura (160) y Natalia (166). Ordenó a Mariana que las desnudara de inmediato, las esposara, engrillara sus tobillos y les colocara un collar metálico en sus cuellos, que debía fijar a argollas embutidas en la pared. Poco después ambas jóvenes estaban como había sido ordenado.

-Deben permanecer aquí hasta que sean inspeccionadas. No se muevan y manténgase calladas.- Dijo Mariana.

Momentos después entró Teodoro en la habitación. Ambas jóvenes intentaron cubrir sus desnudeces ante la presencia del hombre, pero los brazos esposados en sus espaldas se lo impidieron.

-Han sido traídas aquí como castigo. Deberán obedecernos en todo o serán cruelmente castigadas. Primero les colocaré estas pinzas cocodrilo en los pezones.-

Al apretarse las pinzas en sus pezones ambas jóvenes dejaron escapar un grito de dolor.

-¿Ambas son vírgenes o ya han cogido?-

-¡Somos vírgenes!- Respondió Natalia, la mayor.

-Yo no soy virgen.- comentó Laura.

Natalia. -¿Cómo que no eres virgen? ¿Con quién y cuándo has cogido? Eres muy chica para esas cosas.-

Laura.

-Hace unos meses cogí varias veces con un amigo. No quiero mentirle al señor Director porque me puede castigar.-

Teodoro. –Silencio. Entonces la mayor es virgen pero a la menor ya le rompieron el himen. 160, me desilusionas. Deberé castigarte en la concha por llegar aquí tan joven y sin ser virgen. Primero les vendaré los ojos a las dos porque no quiero que vean cuando desvirgamos a 166. Luego me ocuparé de 160.-

Luego de vendar los ojos de ambas jóvenes. Teodoro le sacó los grilletes de los tobillos a Natalia y procedió a violarla. La joven, a pesar del dolor físico y moral de ser penetrada no pronunció palabra alguna. Poco después entraron en el recinto Raúl y Joaquín y procedieron también a violar a Natalia.

-Ahora debemos proceder sobre Laura. Tan joven y llega aquí desvirgada. Merece un buen castigo en la raja. Por favor Raúl y Joaquín, ayúdenme a fijar los tobillos a estas cadenas y a amordazarla.-

Le quitaron las esposas para fijarle las muñecas a cadenas pendientes del techo. Luego hicieron lo mismo con los grilletes de los tobillos, fijándoselos a otras cadenas pendientes también del techo, dejándola entonces colgada de sus muñecas y sus tobillos con las piernas separadas y la concha bien accesible. Continuaban ambas con los ojos vendados y a Laura le sellaron la boca con una cinta de embalar. Teodoro fue en busca de unas disciplinas con tientos de cuero y se ubicó delante de Laura.

Primero pasó el dedo índice por los labios de la vulva y lo introdujo apenas en la vagina. Estaba muy húmeda. El primer azote fue directamente al centro de la vulva. Un grito desgarrador partió de la garganta de Laura pero ahogado por la cinta. Por su parte Natalia preguntaba desesperadamente qué le estaban haciendo a su hermanita. Sin preocuparse demasiado ni de los gritos apagados de una ni de las preguntas de la otra, continuó azotándola hasta aplicarle un total de 25.

Natalia continuaba preguntando por su hermana por lo que Teodoro le colocó una mordaza para que de esa manera guardara silencio. La soltó de la cadena que la retenía a la pared y llevó a una de las celdas vacías, donde nuevamente la encadenó a la pared. Así quedó desnuda, acostada en el suelo, con los cocodrilos en los pezones, amordazada y con los ojos vendados. Teodoro regresó al lugar donde estaba 160.

Le soltó los tobillos con lo cual quedó con sus brazos en alto pero los pies apoyados en el piso. Acercó su pene a la entrada de la vagina, que se introdujo sin dificultad aunque fue doloroso para Laura por el castigo que acababa de recibir. Volcó su leche en el interior de la joven. Tuvo que permanecer más de una hora antes que la condujera a la otra celda vacía donde fue encadenada. Gemía de dolor pero no sabía en qué lugar se encontraba ni dónde estaba su hermana. Ambas pasaron la noche en esa forma. Recién en la mañana siguiente les fueron quitadas todas las restricciones. Entonces vieron a las otras reclusas. Las hermanas estaban ubicadas en celdas a uno y otro lado del pasillo central y alejadas entre sí. Apenas podían verse una a otra.

Luego de desayunar pasaron el resto de la mañana en sus respectivas celdas. Se inquietaron cuando las tres reclusas elegidas para el castigo de la mañana regresaban de la Sala de Padecimientos. Una había permanecido montada en un caballete en V invertida sufriendo enormemente su conchita. Otra había tenido sus tetas aplastadas entre dos maderas y la tercera había permanecido en un cepo con su culo expuesto recibiendo más de 100 azotes.

En la mañana siguiente fue el turno de padecer el castigo a 166, junto con otras dos reclusas. Fue llevada a la Sala de Padecimientos. Se estremeció al ver los instrumentos de tortura que allí había. Fue conducida a una cruz de San Andrés a la cual ataron sus muñecas, sus tobillos y apretaron con una correa su cintura. Ella todavía no sabía que esa cruz era giratoria y podían ponerla cabeza abajo. De ello se enteraría poco después.

De ella se encargaría Raúl. Tomó un látigo y le aplicó 20 azotes repartidos entres las tetas, el vientre y las piernas. 166 gemía con cada azote pero aun le faltaban otros castigos. Raúl tomando algunas agujas muy gruesas le atravesó lentamente los pezones. Todas las súplicas y gemidos, por supuesto, no eran escuchadas mientras continuaba castigándola. Luego giró la cruz. Ahora 166 quedaba cabeza abajo, con su concha abierta y as disposición de su amo.

Primero dejó caer unas gotas de un líquido irritante que se deslizaron por la vagina y luego comenzó a atravesar los labios exteriores e interiores con agujas. 166 debió permanecer así más de media hora, al cabo de la cual Raúl giró nuevamente la cruz para dejarla con su cabeza para arriba. Tomó el látigo nuevamente en sus manos.

-Señor, no me azote más, Por favor no me azo.. Aaahhh!-

No pudo concluir la súplica. El tiento de cuero del látigo había impactado en su vientre con mayor rudeza que los azotes anteriores. Una gruesa marca morada apareció casi de inmediato. Se sucedieron más de diez latigazos en la misma zona. Abundantes lágrimas corrían por las mejillas de la reclusa.

Mientras se desarrollaban estos hechos 109 y 138 eran torturadas en otros sectores de la sala. Los gemidos de las tres se entremezclaban, excitando más a los tres hombres. 166 fue desatada de la cruz de San Andrés para tener que inclinarse sobre una mesa provista de un cepo que fijaba su cuello y sus muñecas. Ahora el culo esta posición de recibir los azotes, que no se hicieron esperar.

En esta oportunidad una fina caña revestida en cuero era la encargada de marcar el blanco trasero de la joven. Se sucedían lenta pero inexorablemente sobre la reclusa que nuevamente gemía y pedía clemencia. Luego del último azote (era el número 25 en el culo) Raúl tomó las nalgas entre sus manos y observó el ano. Se observaba que nunca había sido penetrado. Estaba intacto. Sería un gusto penetrarla por allí, pero sería en otra oportunidad. Ahora prefería hacerlo por la vagina. Le separó las piernas y acomodó la glande en la vulva. Poco después acababa en el conducto de la joven.

Por algún motivo en particular las dos hermanas (160 y 166) eran las más castigadas. Apenas un mes luego de su ingreso en Las Olvidadas tenían gran cantidad de marcas en todo sus cuerpos, sus pezones perforados e incluso a 160 le habían hecho un agujero tan grande en la vulva que a veces debía permanecer largo tiempo con un candado que tomaba ambos labios cerrando el paso a la vagina. Teodoro también pudo enterarse que los días de visita, por lo menos uno o dos empleados de la estancia, o algún ex socio del padre, visitaba el establecimiento para ver sufrir y humillar a las hermanas.

Capítulo III

Luego que se logró la ocupación total de Las Olvidadas con la llegada de Laura y Natalia Pinzón tuvieron muchos requerimientos para que recibieran en el lugar nuevas jóvenes. Sin embargo el lugar estaba completo. Esto llevó a los socios a pensar en la ampliación del mismo para alojar más reclusas. La idea fue finalmente desechada. Tener diez reclusas para los tres hombres era suficiente. Si se ampliaba no podría darse la atención necesaria a cada una y no querían incorporar personal extraño. Así debieron rechazar muchos pedidos.

Teodoro observó que una mujer de unos 45 años concurría todos los días de visita desde hacía un mes. No era frecuente que una mujer visitara el lugar y mucho menos con semejante frecuencia. También observó que hacía gran cantidad de preguntas a Mariana, que era la encargada de vigilar el lugar durante las visitas. Unos días después se presentó la mujer, pidiendo hablar con Teodoro.

-Buenas tardes señora. ¿A qué debo el honor?-

-Quiero que ingrese aquí una joven para que reciba la educación que imparten.-

-El lugar está completo y no podemos recibir más mujeres.-

-Necesito que la admitan. Es Consuelo Lafond, mi sobrina que acaba de cumplir los 18 años.-

-¿Consuelo? ¿La joven rubia que permanece largas horas en la confitería "El Café Juguetón"?-

-La misma. Necesito que Uds. La admitan.-

-Como le dije no tenemos lugar, pero déjeme ver qué podemos hacer. Sospecho que tiene un cuerpo delicioso para abusar de ella. Será un placer cogerla no solamente por la concha sino también por el culo. Venga la semana que viene.-

La mujer se retiró y Teodoro llamó a Mariana.

-Veo que tienes mucho trabajo con todas las mujeres. ¿Crees que sería conveniente que tengas alguna ayuda?-

-Me sería de mucha utilidad. Realmente no tengo descanso.-

-¿Qué te parece que la 109, que ya lleva nueve años aquí, la pasemos como ayudante tuya?-

-Es una buena idea. Es una de las más sumisas, quizás por todo el tiempo que ha sido castigada.-

-Bien, en ese caso le haremos mañana la prueba final y luego estará a tus órdenes.-

La 109 fue una de las elegidas para el castigo de la mañana siguiente. Durante las cuatro horas que permaneció en la Sala de Padecimientos fue torturada sin piedad. Sin embargo lo peor vendría por la tarde. Luego del almuerzo, que fue suministrado a todas menos a la 109, fue llevada nuevamente a la Sala. Allí fue atada a una camilla ginecológica. Su concha estaba bien expuesta para recibir el castigo que seguidamente se le aplicaría.

Primero fue amordazada. Se preveía que sus gemidos serían más fuertes que de costumbre. Comenzaron refregando hojas de ortiga en la vulva y en especial en el clítoris. Los gemidos que escapaban a la mordaza eran apenas audibles pero era claro el sufrimiento a que estaba sometida.

No había pasado el ardor y la irritación de las hojas cuando con unas disciplinas comenzaron a azotarla entre las piernas. Los tientos anudados golpeaban sin piedad las partes más sensibles. Cuando la vulva estaba bastante hinchada por el castigo recibido, comenzó la sesión con la picana. Unas bandas metálicas rodearon sus muñecas y tobillos. El otro extremo del aparato comenzó a recorrer el cuerpo de la joven.

Sus axilas, brazos, tetas, vientre, piernas y especialmente la concha, vagina y ano fueron tocadas una y otra vez por la punta electrificada. Durante la prolongada sesión no pudo contener la orina, motivo por el cual y a modo de castigo adicional, la punta se apoyó largo rato en el extremo de la uretra.

Como buenos conocedores de anatomía por sus estudios en la Universidad y la lectura de textos especializados luego, los tres conocían qué partes podían ser castigadas con más intensidad. No escatimaron tortura alguna.

Eran casi las seis de la tarde cuando comenzaron a desatarla de la mesa ginecológica. La ubicaron en el suelo, de espalda y los tres procedieron a cogerla. Luego le esposaron los brazos en la espalda, con dos juegos de esposas. Uno ubicados en sus muñecas y otro en los antebrazos arriba de los codos. Sus tobillos fueron rodeados de cinta adhesiva lo mismo que sus pantorrillas y sus muslos.

Joaquín y Raúl la tomaron de los hombros y las piernas y la llevaron de vuelta a la celda. Permanecía amordazada y así quedó toda la noche, sin posibilidades de alimentarse o cubrir su cuerpo siquiera con el pijama. A la mañana siguiente la despertaron muy temprano y la llevaron a la Sala de Padecimientos. Allí le quitaron todas las restricciones y se le comunicó oficialmente que a partir de ese momento sería la ayudante de Mariana y podría dormir en una habitación con todas las comodidades.

De la emoción 109 no pudo contener las lágrimas y puso una vez más sus agujeros a disposición de las autoridades de Las Olvidadas. Antes de cogerla le hicieron una marca a fuego en el culo indicando su condición de ayudante del establecimiento.

Unos días más tarde volvió la tía de Consuelo Lafond.

Señora, tenemos solucionado el problema. Disponemos de una celda para alojar a su sobrina. ¿Ud conoce bien cómo tratamos aquí a las mujeres que ingresan?-

-Perfectamente, por eso quiero que esté aquí. Estoy seguro que ustedes van a aprovechar la calidad de ese cuerpo.-

-¿Ud. la acompañará hasta aquí? ¿Ella sabe que la internará aquí?-

-Ella no sabe nada de todo esto. Recién cumplió los 18 y necesita una corrección. Creo que será mejor que en lugar que yo la acompañe, Uds. la secuestren. Yo podré facilitar todo. Consuelo suele estar en el "El Café Juguetón" hasta cerca de medianoche. Desde allí se vuelve caminando sola a mi casa. Es el momento ideal para que la capturen y traigan aquí. Yo les puedo firmar todos los papeles de mi consentimiento ahora mismo.-

-¿Sabe si ha tenido relaciones sexuales?-

-No. Justamente le hace falta que la castiguen y la violen. Creo que ni siquiera se ha satisfecho con los dedos.-

-Por lo que me dice tampoco ha chupado ninguna pija ni se la metieron por el culo.-

-De eso puede estar absolutamente seguro. Creo que ni siquiera ha visto en foto un pene.-

-¿Cuándo quiere que la secuestremos?-

-Puede ser esta noche misma. Dentro de algunas semanas me gustaría verla cuando está en exposición y ya luce una buena cantidad de marcas.-

-Le avisaremos de todo. Esta noche una vez que esté aquí le avisamos del éxito de la operación. Si todo sale como pensamos mañana mismo será violada por sus tres agujeros.-

-Veo que Ud. entiende mis deseos. No escatimen nada para con ella. Si debo abonar una cuota extra, déjemelo saber.-

-Muy bien, adiós y esta noche la llamamos.-

Los tres hombres prepararon una capucha, esposas y cinta adhesiva. Era primera vez que concretarían una operación de este tipo. Los tres hombres, a bordo de una camioneta vigilaban la entrada de "El Café Juguetón". A las 11:45 Consuelo salió del lugar. A las cinco cuadras la camioneta frenó al lado de ella y bajaron dos hombres. Le colocaron la capucha, la esposaron y rodearon los tobillos con la cinta adhesiva.

Antes que pudiese reaccionar ya estaba a bordo del vehículo rumbo a Las Olvidadas. Cuando llegaron estaban esperando Mariana y su nueva ayudante Florencia, (ex 109). Mientras las dos mujeres se ocupaban de desnudar a Consuelo, amordazarla, vendarle los ojos y encadenarla, Teodoro llamó a la tía de la secuestrada para darle la buena noticia.

-Ya la tenemos aquí. Ahora la están desnudando y encadenando. Mañana por la mañana será violada por sus tres agujeros para luego comenzar a castigarla.-

-Bien, han hecho un buen trabajo. Quiero que Consuelo no tenga consuelo y pase largo tiempo allí.-

Fue dejada en una celda especial, alejada de las demás. A la mañana siguiente Teodoro le desató las piernas para poder penetrarla. Por su virginidad y falta de lubricación de la vagina fue muy dolorosa la penetración. Luego Raúl se la metió por el culo. Ahora debía mamar el pene de Joaquín. Le indicaron qué debía hacer y le quitaron la mordaza. En un comienzo se negó a chupar la pija de Joaquín pero unos buenos pellizcones en los pezones le hicieron comprender que debía someterse.

Poco después Consuelo había tragado el semen de uno, mientras parte del semen de otro que le salía del culo y algo del semen del tercero abandonaba su vulva. Fue numerada, como de costumbre, con el 170 y conducida a una de las celdas comunes. Le quitaron la venda de los ojos y la trasladaron a una de las diez celdas comunes.

Tan aterrorizada estaba que ni siquiera se animó a preguntar dónde estaba, quienes eran sus captores ni que pasaba con las otras mujeres que estaban en las celdas, luciendo marcas en su cuerpo. Un rato más tarde vio pasar tres de ellas por el pasillo y luego de unos minutos a escuchar sus quejidos.

La visión de las tres mujeres que regresaban de su sesión de castigos la estremeció. Notó que habían sido torturadas y violadas (Una de ellas tenía semen en sus muslos). Se animó a hacer preguntas a su vecina de celda, la 138, quién le informó en detalle todos los aspectos del cautiverio. Los castigos, las violaciones, las visitas, las fotografías, etc.

138: -A ti, ¿Quién te trajo?-

170: -No sé. Fui secuestrada anoche por los hombres de este lugar. Esta mañana me violaron. Yo era virgen pero ahora... cómo me presentaré delante de mi familia.-

138: -Ellos no secuestran a nadie si no hay alguien que lo indica y tiene cierta autoridad para hacerlo. Seguramente alguien les indicó que te secuestraran y te trajeran acá. ¿No sabes quién puede ser?-

170: -No tengo idea alguna. ¿Quién puede querer que fuera violada? ¿Hay posibilidades de escaparse?-

138: -Ninguna. Deberás soportar las torturas mientras paguen la cuota.-

170: -¿Y si no la pagan más?-

138: -Entonces te venden como esclava a algún amo cruel que te castigará más que aquí. También pueden venderte como puta, pero siempre prefieren que continúes como esclava-

Pasaron quince días y 170 ya tenía un considerable número de marcas en su cuerpo. Decidieron que al día siguiente sería expuesta, como siempre, esposada y de frente a los visitantes. Por ello esa mañana recibió gran cantidad de azotes en las tetas y el vientre. Llamaron a su tía.

-Mañana será expuesta su sobrina. Creemos que Ud. quedará muy conforme. Ha sido un poco rebelde por lo cual ha recibido algunas torturas extras.-

-¡Magnífico! Mañana iré por allí para no perder detalle.-

Consuelo había presenciado visitas pero en lo que a ella tocaba siempre había estado en un rincón de la celda cubriendo sus desnudeces. Ahora sería expuesta de manera que todos los visitantes pudieran observar su cuerpo con marcas de látigo.

Ese día de visitas fue muy concurrido. Gran cantidad de público recorrió los pasillos. Esto permitió a la tía que pudiera observar con detenimiento el cuerpo de su sobrina sin ser vista por ésta. Al salir felicitó a Teodoro.

Capítulo IV

Quienes habían traído a las hermanitas Laura y Natalia Pinzón, las querían ahora para sí. Así uno de los ex socios del padre (Luciano) visitó a Teodoro.

-Tengo entendido que si no se paga la cuota mensual, se procede a la venta de la reclusa. ¿Es así? –

-Efectivamente. Nuestro reglamento dice que luego de tres meses sin pagar las mujeres pasan a nuestra propiedad para hacer con ellas lo que dispongamos.-

  • Bien. Nosotros estamos al día y queremos a las hermanitas para nuestro uso personal. Queremos tenerlas con nosotros como esclavas. ¿Cómo debemos proceder?-

-Muy sencillo. Siendo usted quién las trajo, paga la cuota de tres meses por adelantado y se las lleva. Yo mismo le hago la inscripción en el Registro de Esclavas y podrán disfrutar de ellas a su gusto. ¿Ellas lo conoce a usted?-

-Sí, por supuesto y saben que fui yo el promotor de traerlas a este lugar. ¡Las voy a violar hasta por las orejas!-

-No sea exagerado. Tienen solamente tres agujeros que se pueden usar y le aseguro que han aprendido a hacer gozar. Son unas expertas también en el sexo anal.-

-Entonces la semana que viene traeré el dinero y me llevo a las hermanitas. ¿Ustedes venden instrumentos de tortura, látigos, caballetes, potros, etc.?-

-No, nosotros no vendemos esos instrumentos pero le puedo indicar quién los comercializa. Tienen un modelo de potro que ha salido a la venta hace poco que es una maravilla, que va en conjunto con una tabla de agujas para las tetas.-

-Bien, entonces volveré para llevarme a estas esclavas. ¿Sabe una cosa? He comprado varias de las fotos que les tomaron a las hermanitas Pinzón estando encadenadas y desnudas, otras con marcas del látigo y algunas más mientras las torturaba en el potro.-

-¿Para qué las fotos si ahora las tendrá en persona?-

-Para enviárselas al padre. Me imagino la cara cuando vio a sus hijas siendo sometidas de esa manera.-

-Eso es muy cruel. Pero en fin… lo espero la semana que viene para llevárselas.-

La semana transcurrió demasiado calma para las hermanas. Eso le presagiaba que algo malo iba a ocurrir, pero no sabían qué.

El martes siguiente (Natalia cumplía 20 años) sería el día de traslado de Natalia y Laura a su nuevo destino.

De acuerdo con el pedido del comprador, ambas fueros bañadas y depiladas para luego de ser encadenadas ubicadas en sendas jaulas de madera. Alrededor de las 11 de la mañana arribó Luciano con una camioneta en la cual cargaría la mercadería. Ambas fueron ubicadas en la cajuela, pagó lo acordado y partieron rumbo a la casa de Luciano, una espaciosa residencia que compartía con sus dos hijos.

Al llegar a la casa sus hijos ayudaron a bajar las jaulas, sacarlas de las mismas dejarlas solamente esposadas.

-Ustedes me conocen bien. Éstos son mis hijos Nacho y Pepe. Ahora nos pertenecen a nosotros que seremos los dueños absolutos de sus cuerpos. Ya saben que podremos hacer con ustedes todo aquello que queramos, incluyendo algunos castigos que serán filmados, puestos en Internet y enviados sus familiares para que vean a las hermanitas Pinzón cuando son castigas y violadas reiteradamente.-

Ambas jóvenes no supieron qué decir. Una verdadera angustia las invadía mientras lloraban desconsoladamente presintiendo lo que sobrevendría. Antes eran tres hombres para coger y castigar a 10 reclusas, ahora eran tres para ellas dos.

-Tanto Nacho como Pepe están ansiosos por cogerlas y teniendo en cuenta que hoy es el cumpleaños de Natalia, le permitiremos que nos haga una buena mamada para que brinde y beba la leche que dejaremos en sus bocas. Luego las ubicaremos en sus respectivas celdas.-

Nacho se lanzó sobre Laura mientras que Pepe lo hizo sobre Natalia. Ambas mujeres, esposadas en la espalda, no podían defenderse de manera alguna. Sus tetas fueron magreadas lo mismos que sus culos. Nacho metió sus dedos en la vagina para comprobar su lubricación y casi de inmediato sacó su miembro para clavarlo en el agujero que estaba a su disposición. Se la metió casi sin detenerse, bien al fondo y comenzó el movimiento de meta y saca. Sus huevos golpeaban en los cachetes de la joven que no lograba siquiera excitarse para por lo menos disfrutar de la cogida a la que era sometida

Algo similar ocurrió con Pepe, que poco después se estaba cogiendo a Natalia. Ninguna de las dos mujeres lo sentían como una violación, ya se habían acostumbrado a ser penetradas en el momento que otro decidiera hacerlo. Cuando amos jóvenes dejaros su corrida dentro de las conchas de las muchachas.

Fue Luciano quién le indicó a Natalia que chupara las pijas de Pepe y Nacho, mientras él se la daba por el culo a Laura.

-Tú, Laura, arrodíllate, con la cabeza apoyada en el piso y con las manos te separas los cachetes para exponer el orificio que voy a penetrarte.-

En silencio Laura obedeció dispuesta a ser sodomizada. Ya la habían clavada muchas veces por el culo y en todas había sido bastante doloroso porque nunca le lubricaban la entrada. Sin embargo en esta oportunidad Luciano untó la entrada con vaselina. Apoyó la glande y comenzó a empujar hasta que la tuvo toda adentro.

La joven notó que se estaba calentando y hasta gozaba de la cogida, cosa que nunca hubiera pensado que le ocurriera. ¡Gozar que se la cogieran por el culo por un desconocido, esposada y delante de su hermana y otros hombres!

Mientras tanto Natalia lamía como verdadera experta el miembro de Pepe para luego ponérselo completamente en la boca y chupar como si esa fuera la única función de su boca. Era evidente que los meses que había pasado en Las Olvidadas le habían enseñado muy bien cómo hacerlo.

Luciano quería gozar usando a la hija de su exsocio. Quería imaginarse su cara si se enteraba de la forma en que Laurita era sometida. Se prometió a sí mismo que tomaría un video de esas escenas. Sería una venganza extrema.

Sin apuros siguió sodomizando a Laura. Ya Pepe se había corrido en la boca de de Natalia y ahora había sido reemplazado por su hermano.

No era frecuente que Luciano tuviera relaciones sexuales por el culo, siempre prefirió la vagina, pero éste era un caso especial. Mientras la metía y la sacaba, sus manos pellizcaban los pezones y fregaban las tetas como si nunca antes hubiera tenido una mujer en sus brazos. No era poca cosa cogerse de esa manara a una jovencita cuando él ya pasaba los cuarenta.

Finalmente se corrió en el recto de Laura, que, aunque el mismo Luciano no lo advirtió, ella también se había corrido. Las últimas gotas de semen de Nacho pasaban por la garganta de Natalia., quién debió entonces continuar con la pija que minutos antes había estado en el culo de su hermana.

Finalizadas las cogidas y mamadas, los tres se dispusieron a continuar con el festejo del cumpleaños de Natalia y decidieron hacerlo sobre las tetas.

Así luego de encadenar a Laura a un pesado mueble,, Pepe tomó a Natalia desde atrás, sosteniéndole los brazos esposados mientras Nacho se ubicó delante de ella y cerrando el su puño, golpeó con fuerza la teta izquierda de la joven.

Tal fue la sorpresa y el dolor que apenas pudo respirar sin lograr siquiera gemir. Un segundo golpe fue dirigido a la teta derecha. Natalia quiso zafarse pero los brazos de Pepe eran lo suficientemente fuertes como para impedirle escapar. Luciano se acercó y le propinó otros puñetazos sobre las tetas. Natalia lloraba y gemía de dolor, pero dejó escapar un grito cuando Nacho le aplicó un fuerte golpe justo debajo del ombligo.

La pobre muchacha estaba recibiendo una golpiza como no había imaginado. Quizás eran preferibles los azotes en el culo con una vara que recibir los puños de los hombres.

Natalia quedó al final tan dolorida que apenas podía moverse, aunque las descargas de una picana la hizo caminar hasta su celda.

De regreso a la sala allí quedaba Laura, llorando por lo que su hermana había soportado. No fue impedimento para que cada uno sucesivamente volviera a cogérsela antes de trasladarla a ella también a una celda.

Finalizaba así el recibimiento que tuvieron las hermanas Pinzón.

Nota: De acuerdo con el resultado de las valoraciones, podré continuar narrando lo sucedido a las hermanas Pinzón.

FIN