Consecuencias Inesperadas (3)
Ingresan a Las Olvidadas Julieta y Sofía. Allí cambiará el carácter Julieta y Sofía encontrará un nuevo destino.
Consecuencias Inesperadas III
Volvamos nuevamente a lo que ocurría en "Las Olvidadas". La salida de las hermanitas Pinzón había dejado dos lugares libres que debían ser ocupadas lo antes posible para mantener los ingresos del negocio. Revisaron la "Lista de Espera" y decidieron ponerse en contacto con quienes habían solicitado la internación en el instituto de Julieta Rosales y Sofía Magreb.
A Julieta quería dejarla en Las Olvidadas un tío lejano de la joven que se había hecho cargo de ella cuando tenía 15 años. Había intentado manejarla y someterla totalmente pero sólo había conseguido cogerla con regularidad a partir de los 18 años y ahora que ya tenía 21 pero aun se resistía a entregarle dócilmente su cuerpo. Por ese motivo su tío había decidido que por lo menos por un tiempo sería conveniente que estuviera en Las Olvidadas.
Solamente había logrado sodomizarla tres o cuatro veces y eso a fuerza de rudeza y castigos previos. Era una pequeña fiera difícil de domar, pero confiaba en que Teodoro, experto en estas tareas, lograría doblegarla y si no, se desprendería de ella vendiéndola.
En cuanto a Sofía Magreb, la situación era algo distinta. Había sido descubierta robando pertenencias de Rosendo Lapadula. Éste la tomó "in fraganti" y decidió que permaneciera encerrada en una de las habitaciones de su enorme mansión a la espera del destino que le daría. Fue así que llamó a Teodoro, pero en ese momento no había lugar en Las Olvidadas.
El primero en llegar esa tarde fue el tío de Julieta, acompañado por ésta. La joven creía que visitaría un lugar de descanso, pero una vez dentro del establecimiento, Joaquín y Raúl se hicieron cargo de la joven.
Lo primero que hicieron fue comenzar a quitarle la ropa del torso. En minutos quedaba cubierta solamente con el pantalón y las bragas. Sus tetas, ahora desnudas, se mostraban firmes y turgentes. Sus pezones, de color rojo intenso, sobresalían de la areola, invitando a ser apretados, cosa que Raúl hizo, mientras Joaquín mantenía sujetos los brazos de Julieta, que gritaba e intentaba zafarse.
Mientras tanto su tío finalizaba los arreglos para dejar a su díscola sobrina en manos de Las Olvidadas, recomendando que debía ser castigada ante la menor oposición de ser cogida en cualquiera de sus agujeros.
-No se preocupe señor Ricardo Rosales. Su sobrina será sodomizada todas las veces que sea necesario y castigada adecuadamente para que obedezca sin reparos. Puede estar seguro de eso.-
-Así espero. Julieta ha sido un dolor de cabeza desde que me hice cargo de ella. ¡Imagínese! Cada vez que quería cogerla, se oponía férreamente. Ni hablar de sodomizarla. ¿Para qué la quiero si no puedo cogerla a mi gusto? Por eso la traje aquí,-
-Usted quedará complacido de lo que habrá aprendido. Dentro de un año Julieta será la más dócil de las mujeres y podrá disponer de ella a su gusto. Nos encargaremos de eso.-
Momentos después el tío de la joven se retiraba satisfecho de Las Olvidadas.
Mientras tanto Raúl y Joaquín habían atado las muñecas de Julieta a una viga en el techo y procedían a quitarle el pantalón y las bragas. La joven gritaba y trataba de defenderse sin entender por qué le estaba ocurriendo eso cuando pensaba visitar un lugar de descanso.
Dos minutos más tarde estaba completamente desnuda mientras ambos hombres palpaban sus partes íntimas sin pudor alguno. Raúl comentó:
-¿Has visto que tiene la conchita algo húmeda? Me parece que deberemos cogerla rápido.-
-Creo que sí aunque este culito se merece algunas azotes para dejarlo rojo.-
-Primero la penetramos y luego buscamos una vara para calentarle los cachetes.-
Mientras desde atrás Joaquín le agarraba ambas tetas y con los pies le separaba las piernas, Raúl se disponía a clavársela hasta el fondo. Julieta entendió rápidamente que toda resistencia sería superada por la fuerza de ambos hombres y que la penetración era inminente.
Raúl no quería apurar la cogida. Si bien la tenía dura con solo pensar en que se cogería a una nueva pupila, quería que la incertidumbre mellara la voluntad de la joven. Debía acostumbrarse a hacer lo que ellos quisieran, en el momento y la forma en que decidieran. Mientras tanto Joaquín comenzó a apretarle y retorcerle los pezones con fuerza.
Estaban en esta situación cuando se agregó Teodoro, que ya había despedido al tío de Julieta.
-Veo que ya está lista para comenzar el entrenamiento. Apúrate Raúl a cogerla que quisiera hacerle algunas cositas.-
Raúl la penetró. Julieta dio un grito más de sorpresa que de dolor. Joaquín apretó las tetas con más fuerza mientras Teodoro fue en busca de una vara de mimbre. Julieta se movía como un muñeco, empujada por Raúl y por Joaquín que continuaba jugando con sus tetas.
Apenas Raúl se corrió, sacó su pija para dejar a Teodoro "hacerle algunas cositas". No demoró en descargar con fuerza la vara de mimbre sobre el vientre de la joven que no pudo contener un prolongado gemido mientras una gruesa marca roja aparecía sobre su piel y gruesas lágrimas corrían por su rostro..
-Dime Julieta ¿estás dispuesta a obedecer y poner a nuestra disposición tu cuerpo todas las veces que lo solicitemos?-
Julieta dudó pero un certero y fuerte puñetazo de Teodoro sobre el ombligo la dejó casi sin respiración. Apenas se repuso y viendo el cariz que tomaba la situación, se apuró a responder afirmativamente.
-Bien, ahora Joaquín te la va a meter por el culo. Nada de quejarse o impedir ser sodomizada. Abre y relaja el esfínter para penetrarte.-
Julieta nunca había sido tratada de semejante manera. De pronto sintió que le separaban los glúteos y la pija de Joaquín pugnaba por penetrar. Se relajó todo lo posible para facilitar la entrada. Ella misma se sorprendía de dejarse coger por el culo de esa manera. Recordaba que alguna oportunidad su tío la había forzado por allí y le había dolido mucho.
Joaquín debió empujar con fuerza para meterla completamente adentro, pero tenía amplia experiencia en como hacerlo. Poco después comenzaba el movimiento de meterla y sacarla. La joven estaba tan obsesionada por la sodomización a que era sometida, que no advirtió cuando Joaquín se corrió y descargó leche en su recto.
Fue entonces cuando Teodoro se ubicó frente a la joven y obligándola a separar las piernas. Él acercó la glande a la entrada de la vagina y comenzó a empujar. Con sus manos tomó el culo de Julieta para manejar mejor su cuerpo mientras la cogía. Siempre era excitante para Teodoro gozar de una pupila nueva.
Terminado el polvo, Teodoro quería continuar castigándola. Le miró las tetas y decidió que hacia allí se dirigirían algunos azotes con la vara. Cuando levantó el mimbre y Julieta advirtió que estaría dirigido a sus tetas imploró que no lo hiciera, que se sometería a su voluntad, pero que no le pegara con la vara en las tetas. Antes que terminara su imploración la vara hacía impacto sobre ambos pezones.
Diez veces la vara fue descargada en las tetas. Las marcas se ponían rojo cereza mientras Julieta continuaba gimiendo, llorando e implorando no ser castigada más.
-Sabes que tu tío te ha traído aquí para que te enseñemos a obedecer, a ceder tu cuerpo para satisfacción de quien se hizo cargo tuyo. Hasta que no estés dispuesta a ofrecer tus agujeros sin reparos deberemos continuar con tu educación. Ya tienes 21 años y no es posible que no quieras coger cuando tu tío lo desea. Aquí aprenderás a ceder tu cuerpo a cualquiera de nosotros sin oponerte.-
Julieta quedó desolada. Sería "educada" hasta convertirse en una puta, no solamente de su tío sino quién sabe de cuantos más. Ahora le dolía el culo, la concha, las tetas, todo su cuerpo y la perspectiva era que continuarían castigándola.
La condujeron a una de las celdas y los tres socios se reunieron para analizar los acontecimientos. Los tres coincidieron en que sería una pupila estupenda para coger y castigar, pero no debían demorarse en preparar la estrategia a seguir para cuando, al día siguiente, llegara Sofía.
Efectivamente muy temprano llegó Rosendo con la joven. Para sorpresa de todos venía esposada y con grilletes en los tobillos, de manera análoga a cómo se transportan reclusas.
Teodoro, Rosendo y Sofía se dirigieron al despacho del director. Mientras ambos hombres se sentaron, Sofía permaneció de pie.
-Tal como le adelanté ésta es Sofía y la he traído aquí para que sea castigada. Por supuesto ustedes tienen libertad para hacer con ella lo que quieran.-
-Quisiera verla desnuda para evaluar el trato que le daremos. Por supuesto será violada y torturada como acostumbramos en Las Olvidadas, pero dependiendo de los cuerpos, son las torturas a las que las sometemos.-
De inmediato Rosendo le quitó las cadenas y le ordenó que se desnudara completamente. Mientras obedecía la orden y se quitaba la ropa, Sofía lloraba en silencio. Una vez completamente desnuda, Rosendo volvió a ponerle las cadenas.
-¿Cuántos años tienes?-
-19 señor.-
-19 y ya teniendo que ser castigada. Te advierto que será mejor que aceptes todo lo que se te pide y si tenemos alguna excusa para torturarte, lo disfrutamos más. Supongo que no eres virgen.-
-No señor, El señor Rosendo me desvirgó el primer día que debí permanecer en su casa.-
-¿También te han desvirgado el culo?-
-No señor. Mi ano no ha sido penetrado.-
-Señor Rosendo, creo que es un buen ejemplar. Nos encargaremos de ella. ¿Cuánto tiempo piensa que deberá permanecer aquí?-
-Eso lo sabrán ustedes. Quiero que sea convertida en una esclava sumisa y obediente, para que luego la vendan con eso, preferentemente al exterior. Será gratificante saber que deba someterse a los caprichos de un amo.-
-Bien, en ese caso déjela en nuestras manos. Cuando esté preparada la vendemos.-
Sofía no podía creer lo que escuchaba. Esto era mucho más serio de lo que originalmente había pensado.
Para comenzar fue atada con los brazos en alto y las piernas ligeramente separadas. Teodoro no demoró en bajarse los pantalones y acercar la glande a la entrada de la vagina.. Mientras ponía sus manos en el culo de la joven para evitar que se moviera, comenzó a penetrarla. Sofía estaba en silencio. Ésta era la quinta vez que la cogían desde que había sido desflorada.
-Espero que te portes como lo que vas a comenzar a ser de ahora en adelante, una esclava que pone su cuerpo s nuestra disposición.-
Sofía no supo qué contestar. Mientras tanto Teodoro la estaba cogiendo como algo natural, sin considerar en absoluto si a ella le gustaba o no. Para eso era una esclava. Simplemente era un cuerpo para ser usado.
Terminado el polvo la llevó la celda asignada con una advertencia.
-Mañana comenzará tu verdadero entrenamiento como esclava y serás tratada como mereces. Descansa que mañana tenemos varias cosas para educarte.-
Al día siguiente Raúl se encargaría de Julieta y Joaquín de Sofía. Ambas fueron conducidas a las temidas salas de castigos aunque a sectores separados.
Julieta fue ubicada sobre una mesa provista de suficientes ganchos y ojales para poderla amarrar convenientemente. No solamente un collar metálico se cerró sobre su cuello sino que fue atada con los brazos por debajo de la mesa, las piernas separadas y convenientemente amordazada por una cinta sellando su boca.
-Sabes que debemos enseñarte a prestar tu cuerpo a tu tío. Le has negado reiteradamente ofrecerle tu concha. Comenzaremos por allí.-
Raúl tomo una picana y la acercó a los labios húmedos de la concha. Apenas los tocó, el cuerpo de la joven se estremeció y lanzó un grito que quedó ahogado por la mordaza.
-¿Ves lo que le ocurre a una joven que no cede su concha a su tío? Probemos nuevamente.-
Otra vez descargas eléctricas en la concha de Julieta que se movía con desesperación para escapar, sin éxito, de las descargas. Luego de varios minutos de este castigo, decidió cambiar de lugar.
-Veamos qué sientes si te toco con la barra en las plantas de los pies.-
Dicho esto pasó la picana por los pies de Julieta. Nunca hubiera imaginado que serían tan feroces las descargas en los pies. Raúl se deleitaba viendo los esfuerzos por zafarse de las ligaduras y su desesperación por gritar.
En tanto Joaquín condujo a Sofía junto a un caballito de madera (wooden horse), preguntándole:
-¿Sabes para qué sirve tu conchita?-
-Para que ustedes me cojan.-
-¿Para qué más sirve?-
-No sé.-
-Para ser castigada. Primero te ataré los brazos en la espalda, un collar en tu cuello y montarás el este caballito.-
-Pero esa madera me hará daño en la concha.-
-Sufrirás un poco pero nada que no puedas resistir. Pon los brazos en la espalda para atarlos.-
Sofía obedeció. Una cuerda primero unió sus muñecas y luego otra juntó sus codos. Un collar metálico, cerrado con un candado se ciñó a su cuello.-
-Móntate allí con los labios de la concha a cada lado del filo de la madera.-
Una vez ubicada procedió a atarle los tobillos a las patas del caballito y unir la cuerda de sus muñecas a una cada pendiente del techo. Ahora Sofía descargaba todo su peso sobre la concha. En un primer momento hizo fuerza con sus piernas para aliviar la carga sobre su sensible intimidad. Mientras estaba concentrada en aliviar su concha, no observó que Joaquín fue en busca de un látigo, y poco después descargaba un azote sobre su espalda, alcanzando la punta del instrumento también sus tetas.
Sofía no pudo contener el gemido que por un momento le hizo olvidar el dolor en la concha. Debido justamente al azote hizo un movimiento rápido e involuntario que acrecentó aun más el dolor en su concha.
Luego se sucedieron algunos azotes tanto con el látigo como con una vara en sus tetas. Había marcas en varias partes del cuerpo de Sofía. En esas condiciones, Joaquín dejó a la joven por espacio de una hora.
Al regresar, Sofía lloraba desconsoladamente. El dolor en la concha se le hacía insoportable y con cada cambio de posición que intentaba, el resultado era peor al anterior. Fue entonces cuando Joaquín la desató y le permitió regresar a la celda.
Así continuaron los días para ambas por unas dos semanas. Tanto Julieta como Sofía, además de ser castigadas, eran por supuesto violadas tanto por la vagina como por el ano, sin consideración si esas partes habían o no sufrido castigas duros. Fue entonces que decidieron que ambas serían expuestas el próximo día de visita a Las Olvidadas. Teodoro llamó al tío de Julieta y a Rosendo, que había traído a Sofía, comunicándoles que serían expuestas.
Apenas se abrieron las puertas de Las Olvidadas, ambos entraron para verlas. El señor Rosales se dirigió a la celda de su sobrina. Ésta estaba esposada contra la reja de la celda. Podían observarse marcas de los distintos castigos en todo su cuerpo, producto del duro tratamiento a que fue sometida. Apenas divisó a su tío, imploró:
-Tío, sácame de aquí. Me torturan y violan a diario, no puedo soportarlo más.-
-Sabes que te lo mereces por haberte negado a coger conmigo. Es un justo castigo y cuando estés completamente domada y me ofrezcas tu cuerpo sin resistencia, entonces te llevaré de vuelta a casa.-
-Tío, ofrezco mi cuerpo, cójame todas las veces que quiera, de la manera que quiera, pero sáqueme de aquí.-
-No creo que estés preparada todavía. Hablaré con Teodoro pasa saber si aceptas con agradecimiento el trato que recibes aquí.-
Justamente Teodoro se acerba a la celda.
-Teodoro, ¿cómo se porta mi sobrina?¿Acepta de buen grado las órdenes de ustedes?-
-Va aceptando pero todavía necesita más castigos. Debe obedecer más rápidamente. No ofrece su cuerpo con la alegría que deberiera.-
-¿Ves Julieta? No obedeces como debes hacerlo?-
-Señor Rosales, le propongo que pruebe usted mismo a su sobrina. Cuando termine la hora de visita la podemos llevar a la sala de castigos y allí usted podrá hacer uso del cuerpo de Julieta.-
-Me parece una magnífica idea. Primero algún castigo en esas tetas y luego cogerla por adelante y por atrás.-
Julieta quedó muda. ¿Qué podía decir? Más tarde su propio tío se encargaría de castigarla ¡y nada menos que en las tetas! Para luego cogerla y sodomizarla. Su tío se alejó para observar a las otras mujeres encerradas mientras Julieta continuaba encadenada a las rejas de la celda escuchando la variedad de comentarios de los visitantes sobre su cuerpo, su condición de sumisión y degradación y ser tocada en varias partes de su cuerpo.
Por otro lado Rosendo estaba frente a Sofía. Miraba complacido los ojos llorosos de la joven y su cuerpo marcado por el látigo y otros castigos que había sufrido. Ya imaginaba cuando fuera vendida como esclava. Entonces sí tendría su merecido por robarle.
Finalizó la hora de visita y llevaron a Julieta a la sala. Allí la ataron con los brazos en alto. Su tío Ricardo se acercó y le tomó los dos pezones con sus dedos y los apretó con fuerza. Julieta hizo una mueca de dolor pero permaneció en silencio. Luego tomó una vara y le asestó ocho golpes en las tetas, todos muy cerca de los pezones.
-¿Estás dispuesta a separar las piernas para que te la meta bien adentro?-
-Sí tío, use mi concha como quiera, no me resistiré más.-
Ricardo la penetró. La vagina estaba bastante húmeda y la metió sin dificultad. Antes de correrse, sacó la pija de la concha.
-Ahora me darás ese culito para penetrarte.-
Aflojaron las cuerdas que mantenían erguida a Julieta que pudo inclinarse para dejar su culo accesible.
-Tío, ahí tiene mi agujero chiquito. Métala como a usted le gusta.-
Ricardo separó los glúteos y apareció el ano, cerrado, pero su dueña estaba dispuesta a relajarlo para que se la clavara por allí. En las últimas dos semanas se la habían cogido muchas veces por allí
Ricardo, con alguna dificultad, logró metérsela hasta el fondo. Era la primera vez que su sobrina no trataba de evitar ser sodomizada. Sus manos iban sucesivamente de las tetas a la concha de la joven. No se demoró mucho en descargar el semen en el recto de Julieta, que permanecía inmóvil, dejando que su tío hiciera lo que quisiera, sin oponerse.
-Vio tío que ya estoy domada, como usted dice. Me dejé hacer todo sin siquiera decir una palabra. Sáqueme de aquí. Me portaré bien y me dejaré coger todas las veces que quiera.-
-Todavía no. Debes permanecer más tiempo para que te acostumbres también a recibir castigos. Estoy acondicionando una habitación de la casa para que oficie de sala de castigos y allí te llevaré cada vez que no me obedezcas como yo quiera.-
Así finalizaba la primera visita de Ricardo a su sobrina desde que estaba en Las Olvidadas.
Transcurrieron casi ocho meses desde el ingreso de Julieta y Sofía al lugar. Desde azotes con látigos y varas a golpes de puño, desde suspensiones de sus tobillos o de las tetas hasta ataduras a postes y árboles, ambas jóvenes habían recibido el peor trato de todas las reclusas del lugar. Habían visto jóvenes que eran sacadas quién sabe con qué destino a otras que ingresaban para ser castigadas. Se habían resignado a todo.
Dado que había varios pedidos para ingresar mujeres a Las Olvidadas, todas ellas muy jóvenes, es que los socios decidieron dar destino a alguna de ellas para ingresar a las nuevas. Siempre era bueno tener unas conchas nuevas para usar, unas tetas para magrear o unos culos para azotar. Así fue que llamaron a Rosendo Lapadula para comunicarles que Sofía sería vendida como esclava. Los buenos contactos con el norte de África les permitían exportarla a esos lugares. Eran bastante requeridas las esclavas blancas y generalmente pagaban buenos precios. Rosendo dio su conformidad y pocos días más tarde Sofía salía encadenada y en una jaula, a su destino final. Le esperaban días difíciles.
En cuanto a Julieta, el destino sería volver a la casa de su tío. Tenía perfectamente en claro que aunque no sería una esclava formal, sí lo sería en la práctica.
Efectivamente Ricardo había acondicionado una habitación para castigarla. Por otra parte la muchacha había perdido completamente su altivez y estaba dispuesta a obedecer cualquier orden de su tío. Después de lo que había pasado en Las Olvidadas, cualquier castigo sería suave.
Cuando Julieta llegó nuevamente a la casa de su tío y entró en la habitación destinada a su castigo, no pudo menos que estremecerse. Varios de esos instrumentos ya los había probado en Las Olvidadas y recordaba perfectamente lo que había tenido que soportar. Algunas lágrimas se deslizaron por su mejilla.
-Julieta, espero que ahora obedezcas como corresponde. Quisiera que te desnudaras, primero me hicieras una mamada y luego quiero sodomizarte. No es que te vaya a coger siempre por el culo pero como antes te negabas, quiero ver cómo te comportas.-
-Tío, mi cuerpo está a tu disposición y obedeceré todo lo que me pidas. Los instrumentos que tienes en esa habitación me estremecen. Si quieres sodomizarme, mi culito estará siempre a tu disposición.-
-Me gusta escucharte así. Espero que esas marcas que tienes sobre tu cuerpo poco a poco desaparezcan y que no haya nuevas. Varios de los instrumentos que has visto, son dolorosos, pero no dejan marcas. Vamos, desnúdate y comienza a chuparla.-
Rápidamente Julieta se quitó la ropa se arrodilló y comenzó con la mamada. Cuando ya Ricardo la tenía bien dura, se incorporó, se volteó y flexionando su cintura con sus manos separó los cachetes para dejar vía libre a la penetración. Poco después el líquido caliente invadía las tripas de Julieta.
-Quedas muy bien desnuda, por lo cual prefiero que permanezcas así bastante tiempo. Yo te in dicaré cuándo puedes vestirte, con qué ropa y cuándo permanecer desnuda.-
-Sí tío, como tú me indiques. No deseo otra cosa que complacerte. Sabes que siempre estaré a tu disposición para que me cojas cuando quieras.-
-Ahora sí que eres obediente, como debe ser. Veo que ha sido efectiva la enseñanza en Las Olvidadas.-
-Sí y no quiero volver allá. No sabes todas las cosas que me hicieron para enseñarme obediencia y ofrecer mi cuerpo.-
Así finaliza esta parte de la historia de Julieta y Sofía. No cabe duda que la sobrina había aprendido la lección.
FIN