Consecuencias de un faje en coche

Unos policías judiciales nos sorprenden a mi novio y a mí, haciendo travesuras en el coche y me obligan na negcociar con ellos para no ir a la delegación.

Consecuencias de un faje en el coche.

En una ocasión, durante mi segundo año de la preparatoria, fui con mi novio a una fiesta de unos amigos de la escuela. En esos años mi coquetería se disparó. Debido a que mi cuerpo ya estaba mucho más definido y mis escarceos eran cada vez más ardientes y frecuentes, me vestía muy provocativa. Me encantaban las minifaldas y los escotes, esa noche por supuesto no fue la excepción. Llevaba una mini negra ajustada –stretch- y una blusa roja sin mangas, con un ligero escote y una chamarra negra. Llevaba un bra que me paraba un poco las tetas y una pequeña panty; ambos rojos.

De regreso, ya algo tomados mi novio (Javier) y yo, Javier me agarró la pierna y la acariciaba subiendo lentamente desde la rodilla hasta el muslo y un poco.

-Qué rico

-Me encanta tu piel, preciosa. –yo abrí un poco las piernas, invitándole a seguir las caricias-.

-Mmmmmmmm…-llegó a mi entrepierna-

-Estás mojadita…-acariciaba mi conchita sobre la panty y me mojaba cada vez más. Entonces puse mi mano izquierda en su paquete, que ya estaba bien duro.

-Mmmmmmm, qué rico. –en ese momento Javi hizo mi panty a un lado y me dedeó un poco. Ay, amor, así. –yo seguía acariciando su paquete.

-Sácala.

Sabía lo que quería, así que me senté de lado, le desabroché el pantalón, le desabotoné después el boxer y su rica verga salió disparada, enorme; siempre me ha encantado el olor a sexo, me excita. Me recosté, se la olí y lamí desde abajo –desde donde se podía- hasta la punta y antes de mamársela le dije: No cierres los ojos, eh? Entonces se la mamé.

-Mmmmmmmmmmmm

-Ay, qué rico la mamas, Tere. Mm, síguele mi amor que me quiero venir en tu boquita. –él me acariciaba las nalgas mientras yo se la mamaba. Me enrolló la falda en la cintura y me acariciaba las nalgas directamente y alcanzaba a dedearme la conchita. Qué culo tan rico tienes; paradito. Cómo me calientas, amor. ¿Te gusta mamármela?

-M-hm –asentí.

-Quiero cogerte, Tere. Vamos a coger. Síguele, síguele. Ya casi me vengo.

-Sí. Amor, vente…mmmmmmmmm…mmmmmmmmmmmm –yo aceleraba el ritmo de mis mamadas. Ya quería saborear su lechita y quería que me cogiera ahí mismo. En pocos segundos sentí cómo me inundaba la boca con su semen. Siempre me ha gustado sentir cómo me llenan la boca con su lechita.

-Ahhhhhhhhhh, qué rico, amor. Me fascina cómo

-Jetta blanco, oríllese-oríllese, Jetta blanco. –veíamos luces rojas y azules; nos estaba deteniendo una patrulla.

-Puta madre, una patrulla.

-¿Nos habrá visto, Javi?

-Ojalá que no, carajo. –estábamos muy asustados porque precisamente para que no nos vieran, Javier se había metido por una zona muy desolada, de fábricas, principalmente. Y ahora nos había detenido una patrulla y al menos en mi país, los policías no tienen muy buena fama. El policía caminó hacia nosotros echándonos la luz de su linterna para que no lo viéramos y él vernos mejor.

-Baja del auto. –le dijo a Javier. Al verlo de cerca, me di cuenta que no era un policía, sino un judicial, que son peores. Entonces sí me asusté de verdad.

-Qué pasó, oficial? –en ese momento vi una luz que me alumbraba de mi lado y abrían la puerta. Era otra judicial.

-¿Qué estaban haciendo?

-Nada, oficial.

-Nada. Si los vimos desde hace rato. A ver, voltéate, pon las manos en el cofre y abre las piernas. Paco, revisa a este, cabrón, yo reviso a la chavita esa. –cambiaron de lugar los judiciales. Tenía miedo de lo que nos hicieran y de lo que me dirían mis papás si tenían que sacarme de la delegación por estar haciéndole una mamada a mi novio en vía pública.

-A ver, guapa, pon las manos en el techo y abre las piernas.

-No traigo nada, señor.

-Que te voltees y abras las piernas, ándale. –le obedecí. Él más que registrarme me acarició las piernas desde los tobillos hasta la cadera, por fuera y por la parte interna de mis piernas. Pasó sus manos por mis nalgas y luego tocó la parte interna de mis muslos y llegó hasta la entrepierna. Estas calientita…mojadita. ¿Seguros que no estaban haciendo nada?

-No trae nada, Tony. Nada más el pantalón desabrochado. Pendejos, ni disimular saben. Ni modo, a la delegación, chavos. Se hubieran ido a un hotel.

-No, por favor, señor. Me van a matar mis papás. No lo volveremos a hacer, de veras. –le dije al judicial que estaba conmigo.

-Llévatelo a la patrulla.

-Ya se los chingaron por calientes. Vente.

-Dennos chance, en serio. Ya no lo vamos a hacer. O bueno vamos a arreglarlo, ¿no? –le decía Javier al policía que lo llevaba a la patrulla.

-¿Cómo que arreglarlo, joven?

-Traigo una lana, vamos a ver qué onda, no?

-¿Y tu no quieres negociar, preciosa? –se acercó a mi y comenzó a acariciarme las piernas, subiendo la mano lentamente por mi muslo y me subía la falda. ¿O prefieres ir a la delegación y le hablamos a tus papis para decirles que se la estabas mamando a tu novio en la calle, eh? ¿Crees que les va a gustar? No te hagas, si se ve que te gusta la verga. ¿O te vistes como putita nada más para calentar? ¿Eres de esas viejas que nomás calienta vergas?

-No. Suélteme, por favor. –en ese momento tocó bruscamente mi entrepierna.

-¿Cómo que “suélteme”? Si estás mojada, cabrona. Tan chica y tan puta.

-El chavo dice que trae una lana. ¿Cómo ves, Tony? ¿Que se vayan? No, si ya estás negociando, cabrón.

-Pídele la lana al güey, en lo que yo la convenzo de negociar.

-Convéncela, está bien rica la chamaca.

Estaba muy asustada y asqueada. Los dos estaban grandes –entre 35 y 40 años- y panzones. Mal encarados. Uno, Tony, barbón muy barbón, el otro, con bigote. Los dos eran altos. Me empecé a imaginar lo que me esperaba. Hasta la borrachera se me empezaba a bajar. Él me acarició las tetas sobre la blusa y bajaba mi escote para ver mejor mis tetas.

-Súbete. –nos subimos al coche en la parte de atrás. Estás bien buena. ¿Entonces qué dices? ¿A la delegación y le hablamos a tus papis o nos divertimos un poco? Quiero que con esa boquita de mamadora me hagas lo mismo que estabas haciendo a tu novio. –Entonces se sacó la verga del pantalón y se la jaló un poco. Ándale, pendeja, o les ponemos coca en su pinche coche y entonces sí se los chingan. –Me tomó fuerte del cabello y guió mi cabeza hacia su dura verga. Yo me recosté y se la mamé inmediatamente. Quería que se viniera rápido para nos dejaran en paz, pero estaba muy equivocada.

-Mmmmmmmmmmmm…mmmmmmmmmmmmm

-Con razón tu novio estaba tan distraído. La mamas delicioso, se ve que mamas muchas vergas. –me agarraba el cabello y me cogía la boca. Mámamela, putita. Así, así. A ver tu culo…-me levantó la falda hasta destapar completamente mis nalgas y dejar a la vista mi pequeña panty-. Qué buen culo te cargas –me dio una nalgada. Hasta calzones de puta traes; rojos y chiquitos. Se ve que eres bien puta. ¿Y tu papá no sabe que a su hijita le gusta que se la cojan? ¿Qué se me hace que hasta tu papá te la mete, verdad? –Yo estaba furiosa, pero tenía miedo de lo que podrían hacerme o hacernos, así que seguí mamándosela.

-Mmmmmmmmmm…mmmmmmmmmmm...mmmmmmmmm. –él me acariciaba las nalgas y llegó hasta mi conchita y empezó a masturbarme, yo intenté moverme para que no lo hiciera.

-Quieta, quieta, preciosa, ¿crees que con una mamada ya está? Ni lo creas. –siguió masturbándome y ya no me resistí. Ja-ja-ja, ya hasta te estás mojando, zorrita. Si sí quieres verga, te encanta. –llegó el otro judicial y abrió la puerta a la cual daban mis nalgas.

-Uy, qué culito tan rico.

-Y la mama delicioso, la cabrona.

-Mmmmmmmmmm…mmmmmmmmmm…mmmmmmmm.

-Hasta para allá, güey, que yo también quiero.

-No cabemos, cabrón.

-Entonces préstamela. Vente, preciosa.

El judicial que acababa de llegar (Paco), me jaló del brazo, me sacó del coche y me llevó hacia el cofre frente al coche. Me acostó en el cofre mientras yo le pedía que no lo hiciera, me levantó las piernas, me subió la falda, hizo a un lado mi panty y me la metió de un empujón.

-¡No por favor, no!

-Cómo no, si estás bien buena.

-Ahhhhhh…-empezó a bombear muy rápido.

-Qué rico mono tiene la vieja esta, cabrón. Mira, suavecito. –me hacía  aun lado la panty y me acariciaba mi conchita. Estorba esta mierda –me rompió la panty.

-Aaayyyyyyyyyyyyy

-Te gusta, ¿eh? Te gusta la verga?

-Sí…me gusta!!!!!

-A ver las tetas. –dijo Tony; Paco, me agarró las tetas y luego me rompió la blusa y me bajó el bra, dejando mis tetas al aire. ¡Qué ricas! Está re buena, esta cabrona. Me toca. –Tony quitó a Paco, y luego de algunos bombeos, me bajó del cofre, me volteó y se turnaron para metérmela por atrás.

-Qué culazo tiene esta vieja.

-Tiene el culo bien apretadito, mira. ¿Se lo rompemos?

-¡¡No-no, por favor¡¡ -tenía que impedirles que me loa metieran por mi virgen culito- Qué rica verga tienen, métanmela hasta adentro. Así, así.

-Ya le gustó, Paquito. Te dije que era bien puta la chamaca.

-A ver, mientras te coje mi cuate mámame la reata. –me movieron para que quedara en diagonal sobre el cofre; así mientras Tony me cogía, se la mamaba al pendejo de Paco.

-Has de ser de las putas de la escuela, verdad? Qué ricas tetas, pinche chamaca. Te voy a llenar la boca de mecos, cabroncita.

-Mmmmmmmmmm…mmmmmmmmmmmm…mmmmmmm

-Ahí va por el culo, chiquita. –quise evitarlo, pero Paco me agarró con mucha fuerza por el cabello y evitó que pudiera moverme-. No te hagas, pendeja, te va a encantar.

-A ver si así aprendes a no andar de puta en la calle. –Tony empezó a meterme la cabeza de su pinche verga, el dolor era enorme y mi culito se cerró impidiendo que entrara más.

-Me la sacó la cabrona. Ahí te va…hay aprieta delicioso –lo volví a sacar. Después de un nuevo intento se vino y me llenó las nalgas y el culo con su leche-. Ya me calentaste, pinche chamaca…aaaaaaaaaahhhhhhhhhhh, te voy a llenar el culo de mecos…aaaaaaaaahhhhhhhhhhh –esto excitó a Paco y se vino en mi boca.

-Tómatelos, preciosa…aaaaaaaaahhhhhh, te gusta tomártelos, verdad, chiquita? –me dio muchísimo asco, pero hubiera sido peor vomitar. Pero no me los tragué, con ellos mismos le seguí chupando su asquerosa reata hasta que perdió la erección. Muy bien, muy bien. Ya ves, ahora ya se van a poder ir. Así, si se pueden arreglar las cosas. Ándale, vístete y métete al coche, orita viene tu novio.

-Se me hace que no es la última que nos vamos a divertir, chiquita. Me debes ese culito.

Me vestí con lo quedaba de mi blusa y me acomodé la falda. Cuando se fueron a su patrulla, vomité sin hacer ruido. Me subí al coche, minutos después llegó Javier y en completo silencio me llevó a casa. Pocos días después terminamos nuestra relación y lamentablemente no fue la última vez que vi a esos judiciales. Sin embargo debo confesar que aunque me asqueaban algunas cosas, también hubo cierto disfruta en todo aquello.