Conquistando a mi tia (el desenlace)
LLegamos al final de la historia... Susana nos cuenta como sigue la historia entre su sobrino, ella... y Marina.
Bueno amigos, llegamos al final de esta historia; todo tiene su final e intentaré cerrarlo lo mejor posible (no como los guionistas de Lost). La aventura prosigue contada por Susana que nos contará como continúan los hechos narrados en las 3 primeras partes. Espero que os guste.
Eran ya casi las once de la noche y no tenía noticias de Mario; estaba realmente preocupada, quizás había decidido pasar la noche con Marina... Esa zorra tiene mucha más experiencia en el terreno sexual que yo, porque desde que se divorció no han sido menos de diez hombres los que han pasado por su cama. No hacía nada mas que darle vueltas a la cabeza sobre como había podido llegar a esta situación: colgado por mi sobrino de 22 años y esperándolo nerviosa, para que me follara después de saber que había estado con otra mujer. Y a todo esto, mi marido llegaba al día siguiente. Entonces sonó el teléfono móvil, sacándome de mis divagaciones:
- Sí, ¿dígame?
- Hola, Susana- me sorprendió Marina- ¿estabas dormida?
- No, no, Marina. Veía la televisión- mentí mientras estaba tumbada aún en la cama de matrimonio con mis "juguetes" sobre las sábanas.
- Ah, vale, me alegro... Es que creía que debía llamarte para decirte como fue todo con Mario.
- La madre que te parió, jaja... ¿Me llamas a las once de la noche para decirte como te has tirado a mi sobrino?- reí a la vez que sentía un morbo increíble porque me contará.
- Bueno, solo creí que debía decirte que tienes un semental por sobrino, Dios Santo.
Eso ya lo se, llevo follándomelo desde antes que tú pensé en contestarle pero la cordura me sujetó
- Bueno ya lo sé... Digoooo, que ya se que debe ser un semental, tiene 22 años, por dios, si a su edad no lo es, no se cuando lo va a ser, jeje- traté de suavizar la frase como buenamente pude.
- Bueno, he salido a tomar algo y me preguntaba si te apetecía que charlásemos un rato.- me dijo Marina.
- Marina, estoy ya en pijama y ya es tarde... ¿No podemos hablar mañana en el gym?- traté de disuadir, pensando aún en la posible visita de Mario, a pesar de que no había contestado a mi mensaje.
- Vale, pues me llego por tu casa, venga porfaaaa...- Cuando Marina se ponía así, me recordaba a cuando íbamos juntas la universidad de Relaciones Laborales; conseguía todo lo que quería de nosotras poniendo morritos, y de ellos también usando los morritos... y la lengua.
- Creo que es muy tarde y...- de repente sin terminar la frase, sonó el timbre. Me asusté pensando que podía ser Mario.
- Vamos, no me digas que vas a dejar a tu mejor amiga en la puerta sin abrirle la puerta.- sonrió por el teléfono.
- ¿Eres tú la que está llamando al timbre?- le pregunté sorprendida... Rápido, recogí todos los "juguetes" debajo de la almohada del dormitorio y sin quitarme el teléfono de la oreja, me abroche la bata de estar en casa y bajé las escaleras.
Abrí la puerta como una tonta con el teléfono aún en la oreja, y me quedé mirándola. Iba vestida con una blusa blanca y una falda corta por encima de los muslos de color azul. Sus ojos brillaban, síntoma inequívoco de la tarde que le había hecho pasar Mario, pues tenía la misma cara de tonta que yo el día de antes. Pero había algo extraño en su mirada; me miraba como retándome a algo; supongo que a que le preguntará como fue todo.
- ¿Puedo pasar? Ya puedes colgar el teléfono, nena...- bromeó ya que yo estaba paralizada en medio del umbral de la puerta.
- Si, claro pasa, pasa... Es que no te esperaba, pero como siempre vienes a presumir de tu nuevo trofeo, ¿no?- le espeté entre sarcástica y ofendida.
- No cariño... Solo vengo a verte; si no quieres no hablamos de él... ¿No puedo querer pasar una nochecita con mi amiga?- exclamó mientras onreía y palpaba mi rodilla para ganarse mi confianza.
Yo sabía que ella quería contármelo todo y, lo peor, es que yo quería escucharlo todo. Quería saber como Mario la había hecho correrse, como la había penetrado, como la había saciado completamente... Recordaba las escenas de la película, y lo que mi imaginación había creado; recordaba como mi mente había sustituido a la protagonista, por Marina siendo penetrada por el culo por Mario. Sentí un escalofrío, mientras ella mantenía su mano sobre mi rodilla.
- Cuéntamelo, Marina, quiero saberlo todo, jaja- le sonreí de forma pícara, mientras me acercaba a ella tocando también su rodilla.
- Esa es mi niñaaaa!. Pues tu sobrino me ha follado como un animal... Dios mío, creo que hemos follado cinco veces en el salón de mi casa; se ha corrido en mi boca ,en mi coño, en mis pechos.
Cinco veces musité para mi misma. Mario se la había follado cinco veces en una tarde; como sospechaba, ella tenía mucho más aguante que yo y, quizás, me habría ganado la batalla por las atenciones de mi sobrino. A todo esto se añadía la excitación que despertaba en mí el lenguaje grosero y soez con el que describía todo Marina. Era el mimo lenguaje que usaba Mario; en verdad, estaban hechos tal para cual.
- Susana, ¿me estás escuchando?- me preguntó Marina, sacándome de mi pensamientos que me habían dejado absorta.
- Si, perdona... Solo pensaba en lo que me cuentas. Estoy un poco sorprendida por la situación, nada más- mentí tratando de desviar la atención de las razones de mi despiste.
- Pues no deberías... Susana, tengo que decirte una cosa...- su cara se puso seria, se acercó más a mí, entrando nuestros muslos en contacto... Nuevo escalofrío.
- ¿El qué? No me asustes, nena... ¿Ha pasado algo?- reaccioné realmente alertaba por la expresión de su rostro.
- Mira nena... Después de la sesión de esta tarde, Mario entró en la ducha y recibió un mensaje... Tu mensaje... Y creyendo que era otra cosa, lo leí.
El mundo se derrumbó en un instante; parecía que la habitación se estrechaba por momentos. Un dolor punzante en el estomago y la falta de aire en mis pulmones hizo que Marina se asustara incluso ante la palidez de mi rostro.
- Cariño, tranquila...- me dijo abrazándome y acariciando mi cara.- No voy a decir nada... Por favor, Susana, nos conocemos desde hace 30 años, ¿No me creerás capaz de usar esto en contra tuya?
- Pero... Pero, ¿Cómo pudiste leerlo? Marina, por dios...- traté de enfadarme aguantando las lagrimas que brotaban de mis ojos.
- Lo siento, creí que era para saber donde estaba... Y te iba a contestar yo de broma; ¿cómo me iba a imaginar que le pedías que te follara en ese mensaje?- se excusó ella sin soltar mi cara, y bajando la voz a un susurro para tranquilizarme.- Ademas, guapa, no creo fuera una buenísima idea mandarle un mensaje diciéndole eso... ¿Y si lo llega a leer alguien que no sea yo?. Sus amigos, sus padres... Tu hermano, ¡Por dios!
Touché... En eso tenia toda la razón del mundo, me había comportado como una idiota, mandando ese mensaje de texto. No pude aguantar el llanto mas tiempo... Me derrumbe en el hombro de mi amiga, llorando desconsoladamente.
- No se porque lo hice, Marina, de verdad... Pero nos acostamos ayer y no había sentido nada igual desde hace muchos años... Me volví loca aceptando que me hiciera las cosas que me hizo; pero, es verdad lo que dijiste, me hizo sentir mujer otra vez... Es atento, cariñoso, fuerte...
- No tienes que arrepentirte, nena... Te merecías esto; tu marido esta más de viaje que en casa y, cuando viene, te hace poco caso... Quizás, hasta esté follando fuera lo que no folla en casa.
Me sorprendió el hecho de que las palabras que mi amiga decía sobre mi marido no me afectaban lo más mínimo; las sospechas infundadas de Marina hacia Jóse, para intentar sosegarme, no tuvieron en mi, nada más, que un efecto conciliador. Era como si las supuestas infidelidades de mi marido no hicieran mella en mí; aunque, como me iba asentir ofendida, si yo era la que con toda seguridad le había hecho cornudo.
- No hables así de él, Marina... No hace falta desconfiar de otra persona para justificarse una misma de sus hechos.- le dije mirándola a los ojos, secando mis lagrimas.
- Vaaale, tienes razón, nena... Pero recuerda lo "ejemplar" que era mi marido y llevaba tres años con una de las comerciales de su empresa.- trató de justificarse, mientras pellizcaba mi mejilla.- Solo trataba de hacerte sentir mejor, cariño. Esto es solo sexo; quieres mucho a Mario, porque es tu sobrino y ese amor se ha desbordado hasta hacerte sentir cosas que llevas tiempo sin experimentar.
- Pero niña...
- Niña nada...- me calló poniendo un dedo en mi boca, para proseguir- No hay nada malo en esto, tú vas seguir con tu marido si quieres... Si tu matrimonio iba mal, no eches de ello la culpa a Mario. Por que si todo fuera perfecto con tu marido, si te sintieras realizada a su lado, no habría pasado nada. ¡Por dios!, ¡si eras una de las más notas brillantes de la facultad y no te permitió trabajar fuera de casa cuando te casaste!.
- Sí, Marina pero eso no lo justifica... No debí empezar una cosa que no puedo acabar, porque no voy a dejar a mi marido por Mario. Es un chico super cariñoso, pero al fin y al cabo se acuesta contigo, y ¡es el hijo de mi hermano!
- ¿Quien te ha dicho que dejes a tu marido como condición indispensable para disfrutar de Mario?.- preguntó arqueando sus bonitas cejas.- Solo debes disfrutar tu sexualidad, no es nada malo, no hablamos de sentimientos hablamos de... No se... ¿masajes?, ¿caricias?, entre dos personas que se quieren mucho desde antes.
Su defensa de la situación se me hacía, poco menos, que inaceptable por mis convicciones morales. Pero veía verdad en las palabras que decía. La abracé de nuevo y ella me besó de en la mejilla. Me agarró la barbilla con ambas manos y, acercándose a mi, me besó en los labios. El contacto de su boca en la mío provocó una especie de descarga eléctrica, pero sin impedir el contacto, cerré los ojos en señal de aprobación. Ella volvió a besarme, esta vez rozando mi labio inferior con su lengua. ¿Cómo había llegado a esto?. Marina era mi amiga pero, ahora mismo, solo deseaba que me besará, que me diera todo el placer que pudiera darme. En un arrebato, abrí mi boca y nuestras lenguas entraron en contacto; fue un beso pasional, si bien muy lento y morboso. Abrí los ojos y vi su sonrisa de "niña mala", esa que como había dicho nada le hacía conseguir lo que quería en la universidad.
Se levantó del sofá y, estirando su brazo, me cogió de la mano y me hizo incorporarme. Así en silencio, sin una sola palabra entre nosotras, subimos a mi habitación... Cerró la puerta detrás de mí, mientras yo la esperaba, mirándola, de pie al lado de la cama. Se acercó a mi, despacio, y volvió a besarme. Por primera vez reaccioné, acariciando su espalda, como respuesta a la lengua que invadía mi boca. Nos dejamos caer en la cama; ella desabrochó el nudo de mi bata y abriéndola dejó al aire mis pechos y el pequeñísimo tanga que llevaba puesto para recibir a mi sobrino.
- Vaya, ¿esperabas a alguien?- sonrió divertida; su mano acarició una de mis "tetazas" como las llamaba Mario, y yo no pude aguantar un suave gemido de placer.- tienes unas tetas preciosas, nena, con razón Mario está loco por ellas.
- Esperaba... Umm... A nuestro semental... Esta noche iba a venir...
- Ya lo sé, cariño, recuerda que leí el mensaje- me susurró al oído. Su mano se había metido en mi tanga y me acariciaba mi coñito que a estas alturas estaba mojadísimo.
- Uffff, Marinaaaa...- jadeé al sentir su contacto; la besé de nuevo esta vez, ya totalmente, desbocada... Nuestras lenguas lucharan en el interior de nuestras bocas. Mis manos la sobaban entera, mientras sus dedos seguían masturbándome y haciendo alcanzar un placer increíble.
Nuestros cuerpos se rozaron, se tocaron, se estrecharon en una contacto continuo que me provocaba oleadas de gusto. Cuando comenzó a bajar con su boca por mi ombligo, sabía lo que iba a ocurrir, y como respuesta abrí mis piernas.
- ¿Quieres que tu amiga te coma el coñito...?- me decía escondida entre mis piernas
- Si, cariño, comeme lo por dios...- le contesté, habiendo perdido ya toda vergüenza en este particular descenso a la lujuria.
- Así me gusta, Susana...- dijo empezando a hacerme el mejor sexo oral que me habían hecho nunca; nada muy difícil por otra parte, pues mi marido no lo hacía casi nunca. Pero me gustó que fuera mucho mejor que el que me hizo Mario.
- Joooder, Marina... Que buenooo.- empecé a gritar, mientras mordía uno de mis dedos y arqueaba la espalda ante la llegada del primer orgasmo de la noche.
Sin pensármelo mucho, me incorporé y levantándola a ella empecé a desabrochar el corchete de su falda, que cayó al suelo dejando al aire un tanga precioso de color rosa; se lo bajé lentamente descubriendo un coñito totalmente depilado y la invité a tumbarse en la cama. Ella se quitó la blusa dejando un sujetador que casi no le cubría unos preciosos senos, si bien más pequeños que los míos, de un tamaño perfecto con un pezoncito pequeño y una aureola oscura. Nos recostamos las dos en la cama, entregándonos al placer de las caricias mutuas; nuestros cuerpos se rozaban... Mi lengua lamió sus pechos mientras ella introducía dos dedos en mi sexo que rezumaba fluidos.
- Espera un momento, amor...- le dije mientras le comía la boca y ella me follaba con dos dedos; metí mi mano bajo la almohada y saqué uno de los consoladores que había comprado en mi visita al sex shop. Le sonreí.
- ¿Y esto?- preguntó ella entusiasmada, manteniendo en sus manos el vibrador que alcanzaba los 18 cm- ¡Menuda zorra estas hecha!, Y te hacías la estrecha.
- Quiero follarte con él...- dijé con hilo de voz apenas audible, venciendo los pocos miedos que me quedaban.
- Por supuesto que me vas a follar con él...- afirmó mientras se abría de piernas coocandose delante mía.
Yo, dispuesta ya a todo, me coloqué entre su piernas y comencé a jugar con el vibrador en su encharcado coño... Me encantaba su olor, no me era desagradable en absoluto. El consolador desapareció, casi por completo, dentro de su sexo y empecé un mete-saca a un, muy buen, ritmo. Sus gemidos, llenaban la habitación, proporcionándome un morbo terrible... Y casi perdiendo la cordura y, por supuesto, la vergüenza metí mi cabeza ahí y se lo comí... El consolador entrando en su coño mientras yo le chupaba el clítoris con fuertes succiones.
- Hija de putaaaaaaaaa...- gimió sacando todo el aire de su pulmones, a la vez que me llenaba la cara de fluidos.- Me corro en tu caraaaaa, Susanaaaaaa.
Yo había perdido hace un rato el control de la situación y me amorraba a su coño y seguía lamiendo; el consolador la follaba de una manera brutal y sus piernas abiertas dejaban hacer el trabajo "sucio". Me encantaba esto; se podría decir que, Mario y Marina, me habían abierto a entender una sexualidad de un modo mucho más abierto. Me encantaba follar; sentir como una mujer me comía el coño. Había descubierto un mundo de juguetes sexuales que me ayudan a superar la frustración que sufría en las escasas relaciones con mi marido.
- Vaya, están aquí mis dos amores...- escuché una voz a mis espaldas, donde debía estar la puerta del dormitorio, que identifiqué rápidamente con Mario.
Giré mi cabeza, sin sacar el consolador del coño de Marina. Mi cara debía ser un poema; llena de los flujos de Marina, con mis pechos al aire y sin el tanga que había sido arrancado hace un rato por el zorrón de mi amante. No llegué a preguntarme siquiera como había entrado allí Mario, sólo me importaba que estaba allí... Y me encantaba que nos hubiera pillado.
- Hola, cariñooo... Llegaaas taaaarde...- saludaba entre jadeos Marina, que por supuesto sabía que mi sobrino iba a venir.
- Lo siento, amores, pero he decidido esperar un poco, para que vosotras solitas os pusierais al día.- sonrió maliciosamente a la vez que desabrochaba su pantalón y se despojaba de su camiseta.
Dios mio, que bueno está el cabrón pensé para mis adentros, viendo el torso desnudo de Mario. Se me acercó por detrás, me hizo levantar el culo un poco, mientras yo no dejaba de masturbar a Marina; sin abrir la boca un instante y sin perderlo de vista; sonriendo como una cara de furcia que debería de venir en un manual para actrices porno. Así con el culazo en pompa empezó a comerme el coño desde atrás. Yo me concentré en seguir comiéndoselo a Marina, pero todo estalló en mil pedazos, en menos de dos minutos, con la llegada a mis ovarios de un atronador orgasmo.
- Aaaaaaaah, me corrooooo, cariñoooooo... Te amoooooo.- gritaba fuera de mí, restregando mi culazo por la cara de mi sobrino que no dejaba de lamer, provocando una encadenada serie de replicas de mi orgasmo.
- Así mi vida, córreteeee... Con tu sobrinoooo...- acompañaba Marina que seguía recibiendo los pollazos del vibrador de látex en su coño.
Mario se levantó me arrimó al borde de la cama, con el culo aún expuesto y me la metió de un solo golpe. Puse los ojos en blanco dejando escapar algo parecido a un quejido sordo... Esa polla me mataba de gusto. Plof plof plof plof plof... El ritmo de follada era increíble, sus huevos rebotaban en mi culo y sacaba su polla, casi por completo, para volver a ensartármela hasta el fondo.
Pasamos la noche haciendo mil posturas... Marina lo cabalgó un buen rato mientras yo me sentaba en su cara para que me comiera el coño. Cumplí mi sueño de comerle el coño a Marina a la vez que Mario la sodomizaba brutalmente; no sé cuantas veces nos corrimos esa noche nosotras, si me acuerdo la primera de las veces que lo hizo él. Las dos nos pusimos de rodillas sus pies chupando su polla a dos bocas, como sus dos fulanas:
- Así, así... Me corroooooo...- gritó Mario, mientras los chorrazos de leche salían de su polla hacía nuestras bocas abiertas... Después del primer chorro, Marina dirigió la polla a mi boca y me tragué una gran cantidad de lefa de mi sobrino; ella bromeaba diciendo que había sido mi "bautismo de leche".
La noche acabó casi al amanecer cuando, mis dos amados visitantes, se marcharon a casa de Marina, para que mi marido, que estaba al llegar no nos sorprendiera. Yo me dí una ducha y aún tuve tiempo de masturbarme furiosamente recordando lo excitante de la primera de muchas noches.
Ya han pasado tres años desde que empezó todo esto. Mario fue destinado a la Base aérea de Rota, en Cádiz, pero eso no quita que en sus días de permiso nos visite a las dos. Marina y yo seguimos con nuestra particular amistad y, casi todos los días después del gym, vamos a su casa a "tomar café".
Ante el estupor de toda la familia, Marina y Mario han anunciado que piensan casarse dentro de un año, cosa de la que yo estaba al corriente por supuesto, lo que nos facilita mucha más las cosas en nuestras relaciones, pues no se ve tan raro que yo visite casi todas las tardes ami amiga y mi queridisimo sobrino.
Lo ultimo ha sido en la boda de mi hijo, donde mi marido se acercó a Mario y le dijo con aires de macho iberico:
- Nene, no veas si te lo tenías callado, ¿eh?- sonriendo y dando una palmada en la espalda de mi sobrino, teniendo que ponerse de puntillas para alcanzar los fornidos hombros de mi sobrino.- Que te gustan maduritas, cabroncete... No veas lo buena que está Marina, con esas faldas que se pone dan ganas de follársela.
- Cuando quieras, te la cambio una noche por la tita Susana- lanzó Mario a modo de broma , haciendo reir a mi marido.
- Será cabrón el niño... ¿Has oído, Susi? Que hasta tú le gustan a tu sobrino, jaja...- rió más aún mi marido mientras apuraba de un sorbo lo que le quedaba de copa y iba a por otra.
Mario me guiñó un ojo, a la vez que se dirigió a otro salón que estaba solo donde lo seguí... Con el traje de madrina arremangado en la cintura, me folló por atrás, de forma salvaje, hasta que se corrió abundantemente en mi coño. Mi marido mientras bailaba en el salón de baile con Marina que se dejaba tocar el culo por él, para distraerlo mientras yo era de nuevo conquistada por mi sobrino
Aquí acaba la historia de Marina, Susana y Mario... Espero que haya cumplido todas las expectativas creadas y que, en próximos relatos, consiga también la complicidad del público. Muchas gracias por todos los comentarios...