Conozco a mi amo en un hotel
Casada aburrida decide dejarse dominar en la piscina de un hotel.
Estoy tumbada en la piscina del hotel, reconozco que algo hastiada y aburrida.
Que mi marido tuviera que marcharse en cuanto pisamos el hotel me dejó un humor taciturno.
No era la primera vez que ocurría, siempre anteponía sus negocios a mí, pero esta vez no iba a largarme y dejar la posibilidad de mi semana de vacaciones en Cádiz.
Me coloqué un minúsculo tanga para broncearme bien. Odiaba las marcas, pero en el hotel no estaba permitido ir desnudo a la piscina comunitaria, aunque sí hacer topless.
El sol siempre me había puesto muy cachonda, sería capaz de cualquier cosa bajo sus rayos.
A mi marido no le gustaba nada, ni la playa, ni la piscina. Era más de sombra y de chiringuito.
Me deshago del pareo y me tumbo untándome en crema protectora, me regodeo cuando veo que un par te tipos me observan a mi izquierda. Son atractivos, aunque es lo de menos, me encanta provocar, sea como sea el sujeto en cuestión.
Me recreo en mis generosos pechos, haciendo que los pezones se tensen dispuestos. Les miro de soslayo y veo que algo comentan con la mirada puesta en mi cuerpo.
Me gusta cuidarme y sentirme atractiva bajo loa ojos ajenos. Camino hasta la ducha y dejo caer el agua sobre mi cuerpo, preocupándome de darles una visitón panorámica de toda mi anatomía. Una vez empapada regreso a la hamaca y me tumbo sonriente.
Sus erecciones no me han pasado desapercibidas, lo que mantiene mis pechos tensos y mi entrepierna humedecida.
El calor es sofocante y aun así no tardo en quedarme dormida, el viaje ha sido agotador y anoche no había dormido demasiado.
No sé cuánto tiempo pasa solo que percibo dos manos sobándome los pechos y una voz masculina cerca de mi oreja que murmura:
—Se te estaban quemando.
No abro los ojos, me limito a separar los labios y lanzar un jadeo ante las atenciones. Los dedos pellizcan los tensos brotes y tiran de ellos haciéndome resollar.
—Sabía que eras una zorra nada más te vi llegar a la piscina, de las que a mí me gustan, las que no les importa poner la polla dura a todo el que mira. Aunque yo soy más de tocar y de follar.
Paseo la lengua sobre mis labios, tiene una voz que me gusta y el no verle el rostro añade morbo a la situación.
—Tienes unas tetas gloriosas, ideales para devorarlas, jugar con ellas y llevarte a l límite.
No ha apartado las manos de ellas en ningún momento. Me da igual si alguien me ve, me da morbo. Total conociendo a mi marido no va a aparecer en toda la semana así que tendré que entretenerme. ¿No?
Una de las manos se desplaza hacia abajo y no duda en tirar de la braga lo suficiente como para que se me meta entre los labios.
—He visto la mancha de humedad que ha aflorado en tu tanga en cuanto se ha secado. Eres una perra en celo y yo me voy a ocupar de darte lo que mereces.
Mi deseable desconocido no tardó en colar la mano en el interior de la prenda.
—Separa los muslos, voy a follarte con los dedos.
Seguí la orden y él cumplió con la promesa, ahondando con sus gruesos apéndices en el fondo de mi humedad. Uno, dos, tres dedos encajados en mi coño, empujando y haciéndome jadear.
La otra mano baja y descorre la prenda, cualquiera podría ver qué estaba pasando, cómo aquel tipo me estaba follando con la mano y eso incrementaba mi excitación a un segundo nivel.
—Me gusta que seas tan obediente y que estés tan buena, eres como una gatita sumisa y cachonda por eso te voy a llamar Kitty. Vamos a divertirnos mucho juntos Kitty.
Yo también lo creía.
Tócate las tetas mientras te sigo masturbando voy a hacerme una paja viéndote y excitándote.
Volví a acatar, lo que pareció gustarle. Tiraba de mis pezones los retorcía y el jadeaba ahondando sus acometidas en mi humedad desbordante. El pulgar empezó a frotar el clítoris lanzándome a un segundo nivel, sin dejar de acompasar los tres dedos que seguían enterrados hondo.
Lo notaba sacudirse y me gustaba imaginar cómo sabría su polla en mi boca.
Las primeras contracciones previa al orgasmo apresaron sus dedos.
—No te corras todavía, no hasta que yo te lo diga. Soy tu dueño mientras estés en este hotel gatita y vas a hacer todo lo que te diga.
Esa siempre había sido una de mis fantasías.
—Di miau, si estás de acuerdo.
—Mi-miau —maullé entrecortada.
—Bien. Sabes, esos tíos a los que has calentado antes nos están mirando, se han metido en el agua y están viendo un primer plano de tu coño encharcado.
Sacó los dedos de golpe y palmeó sobre mi sexo, haciéndome gemir fuerte.
—Eso es gatita, gime para ellos, les gusta olerte, les gusta verte e imaginar tu sabor.
Dirige su mano empapada en mis jugos sobre mi boca e introduce los dedos para que me saboree. Lo hago, lamo como una gatita obediente dejando mi sexo expuesto, dilatado e hinchado por sus atenciones.
Cuando se da por satisfecho tantea mi ano, le dejo hacer, me folla con un dedo y cuando me tiene lo suficientemente dilatada con dos. Me gusta todo lo que me hace, si ahora parara creo que le suplicaría.
—Tienes un culo muy apretado, fóllate el coño mientras yo sigo por detrás, no pares de hacerlo hasta que te corras, por lo menos quiero que te metas cuatro dedos, sino tienes prohibido alcanzar el orgasmo.
Dirigí la mano a mi vagina que no podía estar más deseosa, no me costó nada ir metiendo los dedos uno a uno, el último se resistió un poco pero me ponía tanto lo que estaba ocurriendo que lo encajé con un poco de dolor.
—Eso es Kitty, fóllate duro, yo voy a encajarte otro más te quiero bien rellena. ¿Sabes? Tus amigos se la están cascando en el agua, ahora mismo querrían estar en mi lugar, follándote sin parar. ¿Eso te gustaría?
—Me gusta más que lo hagas tú, pero lo haría si fuera lo que tu desearas.
—Buena respuesta, por cierto, me gusta tu voz, aunque ahora limítate a maullar. Un maullido es sí, y dos es no.
—¿Quieres correrte?
—Miau.
—¿Quieres que te quite los dedos del culo?
—Miau, miau.
—¿Quieres que te folle la boca y te de mi leche?
—Miau.
—Así que mi gatita tiene sed. Muy bien separa los labios y descuelga la cabeza.
Lo hice y su miembro no tardó en tocar el fondo de mi garganta. Era grueso y estaba caliente.
—Ahora mama y sácame la leche kitty.
Puse todo mi ahínco en hacerlo, chupé y succioné sin descanso, lo quería todo de él, sentir como lo exprimía y se deshacía en mi garganta. A veces me daban arcadas, me costó acompasar la respiración, pero cuando lo logré y el líquido viscoso me llenó por dentro estallé del gusto alcanzando mi propia liberación.
—Lo has hecho muy bien gatita, muy muy bien —me felicitó sacándola despacio—. Ahora sigue tomando el sol así, no te tapes, quiero que vean lo zorra que eres. Tienes prohibida la palabra no, así que aceptarás toda aquella proposición que se te haga de aquí a dos horas. Que es cuando tendrás permiso para subir a tu curato a darte una ducha.
—¿Te volveré a ver? —Pregunté inquieta con los párpados todavía apretados.
—No lo dudes, aunque no sepas todavía quién soy, voy a estar ahí, ocupándome de mi mascota. Ahora obedece Kitty, sé una buena gatita sumisa y serás premiada. Bienvenida a mi juego.
—Miau —maulle temblorosa.
Los labios masculinos me tocaron con suavidad para desaparecer.
Había sido la experiencia más alucinante de mi vida y no pensaba dejar de jugar con él.
Continuará...
Si te ha gustado espero tus comentarios. Miau.