Conociendome a través de ella (Clara 2)
Mi vida en secundaria no fue para nada gentil, más bien pienso que fue igual de ojete que con todos, y a riesgo de sonar odiosa al respecto, gran parte de la culpa de que la adolescencia sea desastrosa es de las hormonas
Mi vida en secundaria no fue para nada gentil, más bien pienso que fue igual de ojete que con todos, y a riesgo de sonar odiosa al respecto, gran parte de la culpa de que la adolescencia sea desastrosa es de las hormonas, y es que si tan solo se presentaran de tantito en tantito y no tan de golpe y porrazo.
Dicen los que creen que saben al respecto, que es la adolescencia donde definimos nuestra personalidad y yo al menos pienso que fanfarronean, y más bien me atrevería a decir que siempre, desde que tenemos uso de conciencia, sabemos que somos, y como lo somos, y es en la adolescencia no propiamente donde lo definimos, sino donde nos deshacemos de las telarañas que familia y sociedad nos siembran por la fuerza.
Mi caso no es especial, en secundaria cometí errores lloré mucho, y me odié otro tanto, fue por ese entonces cuando me cayó el veinte de que odiaba no haber nacido niña, el haber perdido toda esa etapa de mi vida, odiaba no tener las obligaciones y consecuencias de las mujeres de mi edad, odiaba tener que cumplir con el rol que tenía, para mí en ese entonces no era un tema de ropa, era (como hasta ahora) un tema de paz conmigo misma.
Tan convencida estaba de ello, como convencido está un vendedor callejero de la calidad de las cosas que vende, hasta que un buen día una amiga mía lo preguntó sin tapujos y de manera insistente, ¿qué se siente ser hombre?
Janneth y yo eramos malos estudiantes y nos reúniamos en partes escondidas de la escuela para platicar de cualquier cosa que los chicos malos del colegio pueden platicar, con ella me fume mi primer cigarro, con ella hable por primera vez de alcohol, y esa tarde por primera vez hablamos con nervios de “eso”.
- Tienes bonitas piernas – parecen de mujer me dijo.
Dominante cómo era ella conmigo, y al amparo de la privacidad que nos otorgaba la parte trasera y solitaria de la secundaria acarició mis piernas poco a poco, me miró a los ojos y en una reación hormonal comencé a acariciar las suyas, mi corazón se aceleró, y mi cabeza me decía que algo malo estaba haciendo, pero yo no sabía si era el tocarla, o el hecho de que al hacerlo tiraba por borda la conclusión de querer ser mujer a la que había llegado.
Ella me apartó de mi confusión rozando tímidamente mi entrepierna, pasaba su mano por encima, yo me harté de frotar su cintura mientras deseaba poder presumir de sus formas en mi cuerpo, nos besamos y ella dirigió mi mano a uno de sus pechos, me abrazó muy fuerte y dirigió ya sin ninguna pena su mano a mi entrepierna y apretando muy duro, me preguntó nuevamente ¿qué se siente ser hombre?, la besé para callarle, me dispuse a acariciar sus piernas como queriendo que su piel fuese la mia, me dejé llevar empecé a meter mi mano bajo su falda, alcancé también su entrepierna, comenzando a hacer círculos sobre sus genitales.
Aún recuerdo la sensación de tocar su intimidad, me genera nervios recordar lo húmeda que estaba tenía muchas ansias por lo que estaba haciendo, explorando su vagina por encima de sus pantaletas sonó el timbre nos soltamos nerviosos, y con voz temblorosa me apresuró para que nos fuéramos; no sin antes dejar mi cabeza cómo revuelta por un verdadero huracán, y con un dejo de misstress lolita me dijo:
- Ojalá tu supieras lo maravilloso que se siente ser mujer.
Agradezco sus comentarios, los invito a seguirme en twitter @nenadeplata