Conociendo orgasmos

Desde muy pequeña descubrí el placer de los orgasmos.

Tengo 40 años, y les voy a contar como descubrí el sexo siendo muy jovencita, a los 13 años, cuando las hormonas empiezan a efervecer.

Soy la menor de 5 hermanos, con bastante diferencia de edad de mis hermanos y padres casi ancianos, todos trabajaban o estudiaban, por lo tanto estaba casi todo el día sola en una casa muy grande en la que viviamos, solo tenía la eterna compañía de Marta, que era quien ayudaba en las tareas del hogar. Marta era una escultural mujer de 35 años que vivía con nosotros desde hacía 5 años. Siempre era tema de chiste familiar lo extravagante que se vestia Marta, sobre todo los viernes o sábados que salía con sus amigas a algún baile o algo por el estilo. Siempre con ropa muy ajustada, tranparencias o faldas muy cortitas. Mi madre nunca le recriminaba nada, porque decía que era muy responsabe y cumplidora con su trabajo, y lo que hacía en sus horas libres no le importaba. Marta tenía un carácter muy alegre, se había sabido comprar nuestro afecto y era un miembro más de la familia.

Yo con mis 13 años había empezado a sentir cambios en mi, mi cuerpo se estaba desarrollando a pasos agigantados, parecía de mayor edad, y mi cosita comenzaba a sentir cosquilleos ante cualquier estímulo. Había visto una película en la tele en la que una pareja de adolescentes se besaban contra una pared, y dejaban insinuar como el joven le metía una mano debajo del pantalón y la masturbaba, era lo máximo que se podía ver en esa época, los de mi edad coincidirán conmigo. Esa imagen venía una y otra vez a mi cabeza, y en silencio entre mis sábanas me imaginaba esa situación mientras me tocaba suavemente mi conchita hasta terminar en un fuerte espasmo que me permitía dormir relajada.

Una tarde de verano estaba muy aburrida, todavía no comenzaban las clases y como no tenía nada que hacer fui en busca de Marta para charlar un rato. Ella estaba en su cuarto ordenando su placard, y yo que era muy locuaz, inquieta y curiosa, no dejaba de chismotear en cada rincón mientras charlábamos y hacíamos chistes. Abrí un cajón y me sorprendí al ver una revista que en la tapa tenía a una mujer rubia completamente desnuda, tapándose el pubis con una mano, el dedo índice en la boca y con una mirada de puta terrible. Ante mi asombro Marta me gritó – Cerrá ese cajón ya mismo !!!

Yo, obviamente no le hice caso, y riéndome le decía – Martaaaa, ¿qué haces con estas cosas? Si se entera mi mamá te mata

  • Por eso te pido que cierres ese cajón ahora mismo, lo que tengo en mi cuarto no te importa.

  • Dale Marta, nunca vi una revista de estas, dejame verla y no le digo nunca nada a nadie. Mientras veía que no era solo una revista, el cajón estaba lleno de esas revistas.

  • Andrea, estas loca, deja eso y andá a tu cuarto, si tu madre se entera nos mata a las dos.

Si ni vos ni yo decimos nada, nadie se va a enterar, dale dejame ver aunque sea una y no te molesto más.

Esta bien, dijo Marta, llevala a tu cuarto y en una hora la quiero devuelta aquí, antes que lleguen tus padres o tus hermanos.

Me fui volando a mi cuarto, me tumbé sobre la cama y comencé a hojearla, mis ojos no daban abasto, nunca había visto un pene, apenas me imaginaba como eran, había de todo, mujeres que mientras se metían un dedo en la concha tenían un pene en la boca, otras con dos hombres, otras solas tocándose, y hasta una secuencia de dos mujeres haciendo de todo que me dejó helada. Helada es un decir, yo no sabía que existían esas cosas, mi conchita estaba super caliente, no se cuantas veces me masturbe viendo esas imágenes. Cuando ya no pude más, cumplí con lo que le había prometido a Marta, fui corriendo a su cuarto, nos miramos con una sonrisa cómplice y le devolví la revista. No hablamos más del tema por un tiempo, yo me masturbaba todas las noches recordando las imágenes, hasta que un día tome coraje y le pedí a Marta que me prestara otra revista.

Ahhh, picarona ¿te gustó lo que vite?

Yo me puse muy colorada y le dije – Es que nunca había visto eso y me da curiosidad.

Marta me dijo – Bueno, pero con la misma condición que la otra vez, antes que alguien vuelva me la devolvés.

Salí disparada hacía mi cuarto con el corazón que me latía a mil, de nuevo pude disfrutar de ver esas fotos mientras tendida en la cama boca abajo jugaba con mi conchita, estaba hiper mojada, y eso me facilitaba más las cosas. Mis deditos la recorrian de punta a punta mientras los orgasmos se sucedian unos tras otros. Cuando me calmé, fui a devolverle la revista a Marta, cuando se la dí, me agarro de la mano derecha y se la llevó a la nariz para olerla

_ mmm, te diste sin parar con esta mano ¿no?

Marta ¿qué decis? Le dije mientras me ponia super colorada.

Tranquila chiquita, es normal que te hagas una pajita mientras ves estas cosas, es lo que hace todo el mundo, para eso están.

Me sentí más tranquila con ese comentario y le pregunte:

¿y vos también los haces?

Claro, me encanta el sexo en todas su formas, pero hacemelo yo misma es una de las cosas más lindas. Ya te vas a dar cuenta con el tiempo.

Ya había perdido toda la vergüenza con Marta, entonces al otro día volví por otra revista sin ningún pudor. El ritual se repitió y cuando se la devolví Marta me dijo:

¿qué fotos fueron las que más te gustaron?

Me sentí un poco incomoda con la pregunta, pero accedí a reponderla. Le marque una serie de fotos en la que una morocha despampanante se masturbaba, me habían calentado mucho esas imágenes.

Sos puerquita como yo, te gusta ver como otra se pajea, a mi tambián me encanta eso. Es más, cada vez que te llevas una revista, me imagino como te pajeas vos, y no puedo evitar terminar haciendolo yo.

Ese comentario me encantó, inmediatamente se me cruzó la imagen de marta desnuda y una sensación extraña me invadió.

Marta me preguntó si alguna vez había visto una película porno, le dije que no. Entonces me prometió que un día en el estuviéramos seguras de nadie estaría en la casa por un tiempo largo me iba a mostrar una que tenía. Yo no veía la hora de que esto pasara, pero como todavía mis hermanos no habían comenzado sus estudios, siempre había alguien en casa. Pasaron varios meses, pero no me olvidaba de la promesa. Ya habían comenzado las clases y una mañana fijí sentirme mal solo para poder ver ese video. En cuanto se fueron todos fui corriendo a buscar a Marta. Sacó de un cajón el video y nos acomodamos en el living de casa para verlo. No podía despegar ni por un segundo mis ojos de la pantalla. Al principio se veía una rubia con dos hombres en una casa en una playa, la comenzaban a desnudar y ya se imaginaran el resto. Luego la rubia volvía a su casa que compartía con una amiga y le relataba lo sucedido, mientras la amiga escuchaba se iba poniendo cachonda y terminaron teniendo sexo las dos, yo esta altura no daba más de calentura, quería pajearme pero me daba vergüenza con Marta a mi lado. En escena siguiente la rubia iba en su auto, la detiene un policía, y muy obvio el argumento, la hace bajar, la palpa, descubre que no tenía bombacha y no hace falta explicar el resto. Cuando el policía le levanta la falda a la rubia y se la ve desnuda, Marta se para y dice

Me encanta andar así. Se levanta su falda y se quita una tanguita negra que traía. Se volvió a sentar, esta vez más cerca mió y con una voz algo ronca me dijo:

Dale chiquita, sacate vos también la bombachita, vas a ver que lindo se siente, y antes que yo hiciera algún gesto, me levantó la camisa y me saco la bombachita.

A partir de ese momento casi no vimos la tele. Se recosto sobre el apoya brazos del sillón, abrió las piernas y frente a mi quedó su concha depilada, tenía apenas un poco de bello. La cara de Marta estaba transformada por la lujuria, calculo que también la mía.

Mira chiquita, mira bien la paja que me voy a hacer, y después te quiero ver a vos, se frotaba el clítoris muy lentamente y luego introducía un dedo que se perdía en su cuevita. –Ahora vos, me decía. Me recoste sobre el otro apoya brazos, quedendo una enfrente de la otra, mientras me acariciaba imitándola, las dos gemiamos sin parar. Cuando yo estaba a punto de acabar, Marta se incorporó y se abalanzo sobre mis piernas abiertas de par en par, me basaba como loca, mientras frotaba su concha contra la mía. Yo apenas podía respirar de tanta exitación. Marta me decía – te voy a coger chiquita, te voy a coger hasta hacerte tan puta como yo. Quiero escucharte acabar yeguita, dale dale a Marta un polvito, asi no haces más pajitas solita. Tuve un orgasmo como jamás sentí en mi vida, y luego se sucedieron nos se cuantos más, sentía como se mezclaban mis jugos con los suyos. De poco nos fuimos calmando, aunque Marta no paraba de besarme yo sentía que estaba en el paraíso. Cuando yo creia que ya habíamos terminado, Marta deslizó una mano por mi entrepierna.

Mmmmm, mamita, que mojadita estas, que rica debe estar esta conchita ¿me dejas que la coma? De mis labios saló un tímido sí. Y allí fue marta a lamer cada pliegue de mi sexo, metiendo su lengua hasta donde podía, chupando mi culito de niña. Este fue el comienzo, Marta me guió por el camino de sexo, que de a poco les contaré.