Conociendo nuevos pueblos

Un plan que no pinta muy bien, en un pueblecito de Soria, hasta que un chico desconocido me demuestra que es fácil pasarlo bien y disfrutar.

Era un sábado de finales de julio y yo iba conduciendo hacia un pueblo de Soria donde una amiga me había invitado a pasar las fiestas. Sólo la conocía a ella por lo que el plan no era gran cosa pero tampoco tenía nada mejor que hacer. La fiesta consistía en una especie de Carnaval en el que grupos de jóvenes se disfrazaban e iban por las calles hasta finalizar el recorrido en un gran parque.

Me reuní con mi amiga y el resto de su grupo en la plaza donde se iniciaba el recorrido, y donde una gran multitud se iba congregando. Miraba los disfraces de la gente cuando me di cuenta que un chico me miraba muy fijamente. Tendría unos 19 años, 2 menos que yo, moreno de piel, no muy alto y guapo de cara, con unos labios carnosos pero sin ser exagerados. Llevaba el pelo negro cortito y unas gafas sin cristales que le quedaban bastante bien, y cuando le devolví la mirada me la sostuvo en vez de apartarse.

Aquel chico me llamó la atención pero se fue con sus amigos y le perdí de vista, por lo que tampoco di importancia al asunto. Empezó el pasacalles y me olvidé por completo del chico ya que no lo volví a ver. Llegamos al parque y allí comimos unos bocadillos y fuimos bebiendo hasta que pusieron música y la gente se fue animando a bailar. Entonces le vi. Se había quitado la camisa, por lo que a parte de poder verle el culazo que le hacía aquel tejano ceñido podía contar perfectamente sus abdominales bien definidos y los pectorales, todo sin un solo pelo. Estaba yo embobado mirándole cuando se gira hacia mi, me mira y me guiña el ojo, sacándome del shock. Se fue a la zona de baile, y cuando me planteaba si seguirle o no veo que se pone a bailar pegado con una chica, por lo que me llevé un chasco.

Al poco rato, yo aun frustrado pero decidido a olvidarlo, fuimos a bailar. Sonaba la tercera canción cuando veo que se me acerca el chico bailando y sonriendo, así que le devuelvo la sonrisa. Se me planta delante, sin dejar de bailar, y acerca su cara a mi para que le escuche.

  • Nunca te había visto por aquí.

  • Porque no lo soy – le respondí.

  • Me llamo David.

Me presenté y nos estrechamos la mano. En ese momento empezó una canción que se había hecho horriblemente famosa y él me dijo que le encantaba, a lo que me agarró de la mano y me separó de mis amigos para llevarme hacia el centro de la zona de baile y ahí me agarro de la cintura y empezó a bailar con su cuerpo muy pegado al mío. Estuvimos bailando con nuestras cinturas muy pegadas, agarrados por las caderas, pero pronto empecé a acariciarle aquel cuerpazo, y él me agarró del culo frotando su paquete contra el mío. Se me estaba empezando a animar la cosa con tanto frote y la sobada que le estaba dando a sus abdominales y pectorales, y su paquete también comenzaba a crecer contra el mío, cuando me dijo que le siguiera a un sitio más tranquilo.

Avancé por el parque detrás de él sin perder de vista su perfecto culo hasta que ya casi no escuchábamos la música. Cuando tampoco veíamos a nadie alrededor, David me empujó contra un árbol y empezó a besarme casi con furia. Nuestras lenguas se movían con frenesí mientras las manos sobaban todo lo que encontraban. Pronto tenía su paquete totalmente duro en la mano, y no era pequeño precisamente. Cambié posiciones con él para ponerlo contra el árbol, y me lancé a por sus pezones mientras le desabrochaba el pantalón. Justo cuando iba a lanzarme a chupársela me paró.

  • Espera, que aquí puede venir cualquiera.

  • ¿Y no hay ningún sitio donde podamos seguir?

  • Hay unos lavabos públicos al lado, ¿vamos?

Como respuesta se llevó un morreo y un mordisco en el labio, y el me agarró del brazo para llevarme a los lavabos. En cuanto entramos nos metimos en un cubículo y él me quitó la camiseta, me desabrochó los pantalones y se dejó caer de rodillas frente a mi paquete bajándome los pantalones hasta el suelo. Me la empezó a chupar por encima del bóxer, ya manchado en la punta de mi polla que babeaba de excitación. Me saqué la polla y le di un par de azotes en la boca, mientras él intentaba pillarla al vuelo. Se la metió en la boca entera y empezó una mamada alternando entre meterla y sacarla del todo a centrarse sólo en la cabeza (cosa que me encanta porque es muy sensible). Pronto empecé a gemir, y le agarré la cabeza para follarle la boca, pero cuando apenas llevaba dos minutos me paró y me dijo que me tocaba a mi. Sin pensármelo me dejé caer mientras él se levantaba y se bajaba los pantalones y los calzoncillos. Me encontré con una polla morena, de unos 19 cm y gorda, y con la cabeza brillante y húmeda. Le pase la lengua desde los huevos hasta la punta, saboreándola, y me la metí todo lo que pude aguantando una arcada, pero no pude con toda así que me concentré en chupársela lo mejor que pude. Él me agarraba la cabeza y de vez en cuando bombeaba y gemía. Mi polla estaba a mil formando un charco en el suelo, pero resistía sin tocarme porque si no me correría al nada. Pensaba que David se correría en mi boca, pero al parecer él tenía otra idea. Me dijo que quería follarme, y yo no dude en levantarme y apoyarme contra el váter para dejar mi culo a merced de su polla. Él se ensalivó los dedos y me metió dos para dilatarme, y pronto había un tercero y finalmente un cuarto. Entonces se echó saliva en la polla, que aun así ya estaba bien lubricada, la colocó en la entrada de mi culo y empezó a hacer presión. Un gemido se me escapó cuando empezó a entrar, y pese a que era algo molesto por el tamaño la excitación podía más y pronto le estaba pidiendo que me follase y me diese más caña, a lo que no se hizo de rogar. Alternaba entre dar estocadas rápidas o salir lentamente para de un golpe seco de cadera meterla entera, arrancándome quejidos de placer.

Estuvo un buen rato follándome duro, con sus huevos chocando contra mis nalgas y mi polla rebotando contra mi estómago y salpicando por todos lados cuando me avisó que iba a correrse, la sacó y me dio el tiempo justo a girarme y agacharme para recibir los 6 trallazos de corrida que me regaló por la cara y todo el cuerpo, y que yo recibí encantado pajeándome. Era mi turno de correrme y el suyo de tragar, así que le hice bajar y cuando estaba a punto de acabar se la metí en la boca y me corrí gimiendo mientras le follaba la garganta, obligándole a tragárselo todo.

Quedamos exhaustos y sudados, y nos refrescamos y lavamos en el lavabo.

  • ¿Cuánto te quedarás por aquí? –me preguntó.

  • Me voy hoy, así que ya no nos volveremos a ver.

  • Una pena, no dudes en avisarme si vuelves por aquí o estás cerca.

Me dio un morreo de despedida, su número de teléfono, y se fue. Ya me gustaba más aquel pueblecito, tal vez sí que me plantease volver.