Conociendo a ratona el comienzo de una vida sumisa

Iba caminando por la calle cuando a lo lejos vi a una chica que parecía ser sumisa

La historia que les relato puede ser real o ficticia, todo depende del gusto del lector.

Soy una persona  a la que gusta tener grandes grupos de chicas a sus pies, y el relato a continuación, es  acerca de uno de esos grupos que tengo bajo mi control absoluto.

La historia comienza en España,  caminando por la calle y ya que soy muy observadora, vi a lo lejos a una chica  adolescente  caminando tímidamente, una de esas chicas que van mirada baja, manos atrás,  nunca te ve a los ojos  por creer que te faltan al respeto por ser ellas inferiores.

Me acerque a ella solo para comprobar que efectivamente era sumisa, después de eso aclaré a la chica  que desde eses momento se considerase a mis pies, y que debía llevarme a su casa para poder tomar posesión de ella, y desde ahí considerarlo centro de operaciones. La chica obedientemente y como buena sumisa, agacho la mirada y sin pronunciar palabra me condujo hasta su departamento, en el estaban su madre, hermana, y unas amigas que la visitaba, y dado el carácter de esa chica, era bastante obvio que también eran sumisas todas ellas.

Me dije a mi misma que esa era mi oportunidad de comenzar un imperio de sumisas a mis pies, y de manera sencilla, ya que al ser de carácter débil, bastaba con un chasquido para tenerlas a todas de rodillas;  entonces decidí tomar en ese instante el control de la situación, primero dije a voz en cuello, haber todas ustedes, “al suelo y mirada baja, solo hablaran cuando se les pregunte”, ellas obedecieron.

Ya teniendo  a todas de rodillas y a mis pies, me presente y les dije “ desde hoy soy su ama y señora y deben dirigirse a mi como “ ALTEZA”, yo controlaré su vida y no podrán ni siquiera respirar antes de pedirme permiso,” ellas aun arrodilladas y viendo al suelo asintieron con la cabeza, ya que todavía no tenían permitido hablar,  fue entonces que le dije a la chica de la calle, tú serás la que me rinda cuentas de toda tu familia, serás tú la que me digas si cumplen o no las ordenes dispuestas  que yo deje establecidas para cada día, ella asintió, le deje muy claro que desde ese momento sin importarme su verdadero nombre, se haría llamar  “ ratona”.

La ratona viendo la decisión y autoridad que tenía su nueva ama, no tuvo más que aceptar su nueva vida, y agradecida por eso, se arrodilló a los pies de su ama  y  se los beso diciéndole “gracias alteza por darme esta oportunidad de ser útil”, acto seguido bajo la cabeza esperando órdenes.

Su alteza, ósea yo, me dirigí hacia la ratona y con voz  de mando y mirada penetrante, de esas que provocan inseguridad a todo sumiso le ordene me fuera presentando a cada una de las estúpidas que permanecían de rodillas. Ratona acató la orden diciendo tímidamente “si alteza”.  Fue entonces que señaló a la primera, y me dijo, esa que está ahí derrotada a sus pies  su alteza, es mi madre, y tenga por seguro que yo haré que usted este orgullosa de mi, al  estarle  entregando a este grupito  de zorras tan patético.

Me referí a la madre de mi ahora ratona ordenándole humillarse a mis pies, y que cada vez que fuera solicitada, estaría ante su alteza de rodillas, mirada baja, y callada esperando las tareas que buenamente le tuviera listas su ama para  cada día.  Ella asintió,  le dije  “a partir de mañana, a tu ama le vas a despertar  lamiéndole los pies con suma delicadeza, si llegas a molestar o a espantar a tu ama al despertarme, recibirás  semejante patadón en la boca que te quedará sangrante, eso te recordará que a tu ama se le sirve con la suavidad y delicadeza  de una rosa.

Habiendo aclarado eso, añadí,  cuando estés lamiéndome los pies, será porque ya me traes preparado el desayuno en una mesita de servicio adornada con una rosa roja fresca, la esclava asintió y respondió "mi vida desde hoy está a sus pies y enteramente a su disposición”.  La madre no podía creer lo que había hecho su hija “la ratona”, como después de haber tenido una vida plena con sus hijas, una de ellas, ósea la ratona, había entregado de manera tan fácil a su familia a una vida esclava de por vida.

Inmediatamente le ordene regresa a tu lugar, ella se arrodillo, bajó la cabeza y mantuvo silencio; fue entonces que señale a la hermana de la tal ratona” y le  ordene dejándole muy claro haber tú, la que no ha dejado de temblar de miedo, ella respondió, “y… yo alteza”, le respondí, si tú la que tiembla como gelatina,  tú serás  mi cocinera,  y tus obligaciones serán tener listos mis alimentos para la hora en que tu ama tenga hambre, ella temerosa respondió  “ si alteza”,  le dije ah se me olvidaba, no solo cocinaras, sino mantendrás mi cocina como un espejo, y mantendrás el suelo de ella libre de polvo, mismo que limpiaras con la lengua. Ella asintió y fue entonces que me pidió permiso de regresar a su sitió del cual tenía que estar de rodillas.

su alteza, ósea yo  me sentía toda poderosa de ver que desde que vi a la tal ahora llamada “ratona” en la calle, había pasado escasamente 1 hora, y prácticamente su familia estaba rendida a mis pies sin tener  escapatoria alguna.

Continuará…..