Conociendo a Papi

El pecado de su caricia me enloquecía.

Mi nombre es Shahrazad. Tengo 18 años de edad, soy estudiante universitaria, y por mis estudios vivo lejos de casa, sola, en un lindo apartamento propiedad de mi papá.

Soy una mujer muy caliente, tal vez por naturaleza o por la infancia que viví junto a mi padre – algo de lo que les comentaré en otro momento. En la actualidad, mis estudios me ocupan mucho tiempo y me han dificultado mantener una relación estable, algo terrible para mi ya que necesito de mucho sexo.

A mi padre le encantan los espejos, por eso este apartamento, que desde siempre ha sido su nidito de amor, esta cubierto en ellos. Le gustan tanto que tiene hasta en el techo.

Con él aprendí a incrementar mi excitación al masturbarme, viendo mi imágen reflejada mientras me acarico – cosa que por falta de hombre hago con frecuencia, a cualquier hora y en cualquier lugar de su apartamento. Y cuando estoy haciendo el amor, me enloquece verme en los espejos de papá con mis piernas muy abiertas y el reflejo de la cabeza del hombre con quien en ese momento me encuentro, paseandose por mi sexo brindarndome placer, o el movimiento de sus nalgas al empujarse hacia mi cuando se encuentra gozandome al hacernos el amor.

Tenía días sin disfrutar de otra caricia que no fuera la mia. Me moría por sentir el placer de un largo e intenso orgasmo. Quería quedar completamente extenuada por la magnitud del placer recibido, pero por mas que busqué con quien saciar mis ansias, ninguno de los hombres que me pretendían causaban en mi el menor pensamiento impúdico.

Al fín, un día hace poco, por accidente descubrí que desde hacía tiempo vivía conmigo el macho que tanto he necesitado – el que desde nuestra primera vez juntos me lleva al cielo cada vez que nos amamos y me ha hecho ver estrellas cuando acabo.

Desde siempre he tenido mascotas y, de todos los animales mis preferidos siempre han sido los perros por lo que actualmente vivo con Papi, un enorme y hermoso Mastiff negro.

Por costumbre, al ducharme, Papi me acompaña al baño y se echa en la alfrombra a esperar mi salida. En cuanto oye que comienzo a cerrar las llaves del agua se sienta a batir su cola emocionado, ansioso de verme para pasarme su lengua carrasposa a todo lo largo de mis piernas y beber las gotitas de agua en mi piel. Una vez saciada su sed, vamos a mi cuarto, Papi se echa a descansar en su almohadón en el piso y yo estiro mi toalla sobre mi colcha. Me gusta recostarme empapada y dejar que la tibieza de mi cuerpo evapore la humedad de mi piel.

Y suceció que un día – hace poco, al finalizar nuestro acostumbrado ritual diario, me recosté en mi cama como siempre, con mi cuerpo muy mojado, a dormitar mi cansancio. Coloqué ambos brazos sobre mi cabeza escondiendo mi cara en mi hombro mientras me dejaba poseer por el sueño. En medio de mi somnolencia, sentí el acostumbrado estremecer que produce en mi cama el enorme peso de Papi cuando se sube para recostarse junto a mi a hacerme compañía.

Pero esta vez fué diferente. Papi se subió y no fué a echarse al lado de mi pierna sino que vino directo a mi seno - aún sediento, buscando las gotas de agua que en mi pechito persistían. De pronto, inesperadamente, sentí un largo, humedo y caliente roce en mi pezón. Que sorprendente y deliciosa fué la sensación de su primera lamida.

No pude evitar un, "Papi… que riiicooo…" que me brotó del alma.

Su segundo lenguetazo se reflejó en mi sexo, haciéndolo mojar de inmediato. "Oohh… mi niño… que perrito tan bueno…" Pasé mi brazo alrededor de su cuello, tratando de evitar que se retirara.

Y la tercera… Mmmm… me dejó ardiendo y viendo a mi perrito de un modo completamente diferente... No pude evitar gemir un "Ohhh, Paaapiii… que sabrooosooo…", esperanzada de que al oirme, mi perrito hubiera comprendido el placer que me había brindado y a la vez se sintiera alentado de prolongar mi gozo. Me sentía muy caliente - deseosa de más. Pero Papi solo quería el agua en mi teta, y así como de pronto me brindó su caricia, giró y se fué como todo un perro, a echar a mi lado.

Jamás imaginé el placer que podía brindar la lengua de un perro. Estaba maravillada. Comencé a llamarlo - melosa. Quería sentir una vez mas su lamida. "Ven, Papi… Ven…. Mami quiere que le pases otra vez tu lengüita sabrosa…" Giró en la cama, se me acercó - arrastrandose, batiendo su cola - solicitándome una caricia.

Por más que le ofrecí mi otro seno mojado, Papi lo ignoró.

Estaba determinada: yo deseaba su lengua en mi teta, así que fuí a la cocina por miel. Como era su costumbre, Papi vino tras de mi siguiéndome los pasos.

Me senté en una de las sillas de la cocina y llamé a Papi. Unté mis dedos con miel y la regué por mis senos. Mientras me cubría en melado, hablaba a Papi. "Quién es el perrito lindo que le va a dar una chupadita rica a su mami?" Papi movia sus enormes patas delanteras lleno de emoción. "Siii, mi niño… tú… tú me vas a hacer unos cariñitos ricos…". Papi estaba desesperado por acercar su carita a mi pecho. "Que perrito tan lindo! Esto es lo que quiere Papi?" Tomé mis pechos con mis manos y se los pasé por su enorme trompa, tentándolo. "Papi quiere el dulcito de su mami?" Y, muriendome de ganas de sentir su lengua, le ofrecí mis tetas para que me las relamiera con gusto.

Papi me pegó su trompa y comenzó a lamer. "Ohhhh, Papi… que lengüetazos tan riiicos … Mmmmm…." Pero la lengua de Papi cubría mucha superficie y por su aspereza lamió rápido mi miel. "Ayy, Papi, pero que pronto me comiste el dulcito…" Me cubrí en miel nuevamente. "Ven, mi machito sabroso… chupame otro poquito…" Papi reinició su lengüeteo y en cuanto comencé a disfrutar viendo su lengua pasearse por mis tetas y la sensación de su aspero roce en mi pezón, Papi ya había terminado con el melado y nuevamente se había sentado a esperar otro poco de dulcito.

Por coincidencia, ese día no había escuela así que tenía todo el día y noche por delante para pensar cómo hacer para que Papi me brindara placer con su enorme lengua. Tenía curiosidad por saber lo que era ser lamida y lamida por una lengua tan grande e inagotable. Al ver el tarro de azúcar, me acordé de los caramelitos que hacía mi abuelita y fué entonces que se me ocurrió… prepararía un delicioso dulce erotico para los dos, algo que nos hiciera gozar por largo rato – a Papi con el sabor y a mi con sus caricias.

En una ollita eché dos cucharadas de azucar y unas goticas de agua, y puse la mezcla a fuego lento. Mientras se derretía el azúcar, yo acariciaba a Papi quien este día se sentía especial por tanta atención y tanto cariño que su mami le estaba brindando… "Tu mami te esta haciendo un caramelito delicioso…" Papi jadeaba al sentir la emoción en mi voz. "Mientras te lo comes, me vas a dar unas chupaditas muy ricas…"

Vi burbujitas formarse en el caramelo derretido y retiré la mezcla del fuego. Puse la ollita en agua al clima y comencé a batir el dulce hasta tener una consistencia espesa. Aunque la mezcla aún estaba algo caliente, lo apliqué a las afueras de las aureolas de cada pezón, formando en cada seno un delicioso anillo de ducle. El azúcar derretido se pegó con fuerza a mi piel. Invité a Papi a que me acompañara a la sala. "Ven, Papi… mami ya esta lista para ti. Te preparó un hermoso par de caramelitos…"

Papi me siguió contento, de vuelta a la sala. Es un perro grande, alto, poderoso, y al sentarse su cabeza queda un poco mas alto que mis pechos. Para facilitarle el acceso, me senté muy al borde del sofá y le hice fiesta. Acerqué mi cara a la suya hablandole consentido, "Quién es el perrito lindo de mamá?" Y Papi me lengueteó la cara. "Ayyy, siiii, así, Papito, así quiero sentir tu lengua en mis tetas… Mojadita y que me la pases muchito y rapidito…"

Papi me dió un profundo ladrido, "Wuf!" emocionado por mi tono de voz.

Mientras le hablaba como si en vez de ser un perro fuera en realidad un bebito, me pellizqué ambos pezones preparandolos para disfrutar de su lengua. Rocé con ellos su trompa cubierta en babas. De dije bajito, "Hazme rico, Papi… chupame sabroso…"

Papi batía su cola, deseoso de complacerme. Alcé mis brazos sobre mi cabeza y ofrecí a mi macho mis pechos ansiosos de caricias. "Ven, Papito… toma este caramelito que te tengo…" y miré en dirección al espejo. Que imágen tan excitante: estaba con mis piernas muy abiertas, y en medio estaba el enorme cuerpo negro de Papi, sentado, quieto. Solo su cola se movía de lado a lado. Por mi posición, veía uno de mis senos reflejados. "Ven, Papi… ven… chupame sabroso…"

Al principio, Papi se acercó a mi pecho inseguro de qué hacer. Acerqué mi pezón a su boca, olió el caramelo, y temeroso me dió una suave lamida con la puntita de su lengua. Su intención había sido tocar el dulce, mas rozó muy suavemente mi pezonsito. Oohhh… que delicia… que lengua tan grande y excitante. Yo estaba desesperada por, de una vez por todas, sentirlo.

Bajito para no asustarlo, lo alenté. "Eso, Papito… eso quiere mami… chupame otro poquito" y lancé besitos al aire, tratando de atraerlo.

Nuevamente me dió otro lengüetazo. Esta vez rozó el dulce y le quedó gustando… "Mmmm… mmmm… siiii, sigue mi niño… sigue que mami quiere mas…Mmmm…. " Se pegó a relamer el dulce alrededor de mi aureola y comenzó a brindarme una deliciosa constante fricción con su lengua – exactamente lo que yo quería. "Ohhh, siii… asiii… Papiiitoooo… come tu dulcito y has feliz a tu mami… Oooohhh… Mmmmm…."

En el espejo lo vi sentado. Solo su cabeza giraba de lado a lado. Su enorme lengua rosada de vez en cuando se reflejaba al pasearse por los lados de mi seno. Poco a poco, Papi se fué sintiendo con mas confianza y comenzó un desenfrenado lengüeteo, deseoso de no parar de saborear su caramelito con centro de carne. Aunque cambiaba el ángulo de su lamida para saborear mejor el dulce, todos sus movimientos de lengua rozaban mi pezón. "Si, Papito, así le gusta a tu mami… Oohh.. siii… asiiiii… sigue que esta sabroso… Ooohhh…."

Al alejarle mi pecho y girar en dirección al otro, Papi automáticamente cambió de seno brindandole el mismo frote rápido y constante que le había dado a mi otro pezón. "Uuufff, siii, mi vida… que machito tan sabroso eres… Mmmm… que buen perrito tiene mami… Que lengua tan deliciosa…."

Mientras más lo alentaba, con mas fuerza me frotaba su lengua y mas prolongado sentía su roce. Mis pechos bamboleabas al recibir sus caricias.

El pecado de su caricia me enloquecía.

"Ooohh.. Papi… Mami no sabía las cosas tan maravillosas que sabe hacer su perrito! Mmmm… Lo bien que de ahora en adelante lo vamos a pasaaaaar…"

Bajé mis manos y tomé su cabeza entre ellas intentando controlarlo así yo poder mover mi pecho y obligarlo a lamer donde yo quería, siempre cerca de su caramelito. En el espejo, mis manos blancas se deslizaban por su cabeza y resaltaban blancas en su pelaje oscuro.

Que lengua tan incansable la de un perro. Había descubierto en Papi a una maquinita de placer

Me rendí. No pude controlar el movimiento de su cabeza así que lo solté y dejé hacer a su gusto, que me chupeteara donde quisiera… que me gozara a su complacencia. Le decía melosa, "Que rico chupa Papi a su ama…" Papi me relamía y batía su cola orgulloso sintiendo en mi voz felicidad.

Me alejé un poco para hablarle. Aunque puse distancia entre mi pecho y su boca, la lengua de Papi salia buscando rozar mi seno. "Papi quiere seguir haciendo feliz a mamá?" Mi perrito sentía el aumento de la emoción en mi voz. Acariciando su lomo le pregunté, "Será que Papi le pasa esa enorme lengua jugosa a mami en su cuquita?" Mi perrito me dió un ladrido, "Wuf…", contento por tanto amor que hoy le estaba brindando su ama.

Le pasé la mano por su lomo… "Mami está muy mojadita en la cuquita y quiere que Papi se tome su juguito…" Mi perrito jadeaba, y se estremecía contento porque en mi voz sentía intensa mi alegría. "Será que Papi se toma el juguito de cuca que mami le tiene? Ven, mi machito… chupa aquí… hundeme hondo tu lengua… Quiero sentirla muy adentro…"

Me recosté, abrí muy amplias mis piernas. Me vi reflejada en el espejo del techo. Que excitante verme a la merced de Papi, y mi a mi macho enfocado en mi cuca, muy cerquita, relamiéndose. Me di unas palmaditas a todo lo ancho de mi sexo, las yema de mis dedos chasqueando al palmotear contra mis jugos, llamando la atención de Papi al sitio donde deseaba que fuera. Por el espejo lo vi acercarse de a poquito con ganas de olerme, dudoso de estar haciendo lo que su ama quería

"Si, Papito… acercate… chupame mi machito… mami quiere sentir tu lengüita aqui…" Y en espera de su lengua, yo me acariciaba. "Aquí, Papito… ven… un ratito…" Y le ofrecí mi mano mojada, queriendo que conociera mi sabor, esperanzada que mi jugo de cuca lograría atraerlo a mi sexo. Papi me olió y dió una ligera lamida pero permaneció lejos.

Nuevamente me di palmaditas sobre mi cuca caliente, lo que a su vez me calentaba más. Que angustiosa la lentitud con que Papi se me iba acercando… Le susurraba, "Ven, Papito lindo… ven…" tratando de brindarle confianza y hacer que llegara a mi sexo con mayor rapidez.

Me derretía por sentir su lengua, y luego de lo que pareció una eternindad, Papi al fin se acercó lo suficiente como para, con mucha suavidad, rozar la entrada a mi vagina, donde más acumulado estaban mis jugos. "Ohhhh… Paaapiiii… eso es lo que quiero… que me pases tu lengua…."

Cómo describir el placer multiplicado que produce una caricia prohibida

Sin querer, por el afan de mantener mi sexo cerca de su trompa, moví mi cadera hacia él asustando a mi perrito, y se retiro evitando mi mirada, pensando haber hecho mal lo que su ama le pedía.

Quejumbrosa le dije, "Papiii… nooo… no te vayas… mami quiere lengüita…" y yo seguía desesperada palmoteando mi sexo.

Mi perro me miraba con carita confundida

Intengé obligarlo a que me lamiera. Lo agarré por las orejas y obligué a acerqué a mi sexo. Lo retuve ahí un momento esperando a que él sólo comenzara a lamerme. No hizo nada y al soltarlo, se alejó. Le ordené, "Quieto!" y Papi quedó petrificado. Con tono autoritario le espeté, "Chupame… chupame la cuca… Pasame tu lengua… " Me tenía desesperada. Moví mis caderas, paseandole mi sexo por su cara, intentando que mi bamboleo llemara su atención. No se acercaba. Que frustración!

Tomé su enorme cabeza entre mis manos y froté su trompa contra mi cuca, acariciandome con ella y a la vez empapándolo con mi humedad. Papi me rechazó, retrocediendo. Se sentó a mirarme con sus orejas gachas, sintiendo que había hecho algo malo. Se relamía su trompa – secandose mis jugos.

Me moría por sentir su lengua, pensando en cómo motivarlo a que me la diera, y fué cuando se me ocurrió - las salchichas! Sabía en lo más profundo que mi plan iba a funcionar.

Regresé a la cocina, emocionada. Saqué de la nevera un par de salchichas que a Papi tanto gustaba comer, y las metí en agua caliente para quitarles el frio y ponerlas jugosas. Aún estando las salchichas en el agua, tomé un tenedor y les hice agujeritos para ponerlas más jugosas. Las saqué del agua en cuanto las sentí al clima. Papi sintió su aroma y comenzó a brincar y a ladrar emocionado, presintiendo que pronto iba a comer sabroso. "Esto es lo que quiere mi Papito?" Le mostré una de las salchichas y Papi me ladró contento. "Wuff… Wuff…" La pasé muy cerca a su trompa sin dejar que la lamiera. "Tu boquita quiere disfrutar de un pedacito?" Papi me respondió, "Wuff… Wuff…" dejando su boca abierta, su lengua colgando y chorreando babas. "Pues mami quiere disfrutar de tu lengua, mi macho." Apreté la salchicha para mojar mi mano con su jugo, solté la salchicha y llevé mi mano a su boca para que la limpiara, incrementandole el hambre. "Te voy a obligar a que te las ganes, Papito…" Emocionada, pensando en lo sabroso que yo lo iba a pasar, luego de sacar mi mano de su boca la llevé, cubierta en sus babas, hacia mi cuca caliente, y me acaricie suavesito mientras le seguía hablando. "Mami te las va a servir, una por una, en un platico de carne muy especial, y tú, con tu lengua, se las vas a tener que sacar…" Papi alzó una de sus patas delanteras y me dió con ella en el muslo, apurandome a que le diera un pedazo de carnita.

"Ya te tengo tu comidita lista, Papito… Ahora vamos a ponernos comodos porque me vas a comer sabroso…" Fuimos de regreso a la sala. Me recosté comodamente, al frente y bajo el espejo de papá, dejando los talones de mis pies muy al borde del sofá. Me vi abrir nuevamente mis piernas y sin invitar a Papi, lo vi venir y colocarse muy cerca de mi sexo, su atención enfocado en mi mano, esperando recibir una de sus salchichas.

Tomé una del plato, la pasé por su trompa y la partí por la mitad. Cayó una gota de jugo en mi ingle y Papi se acercó y con su lengua me limpió. "Oohh.. Papi… que rico… como me muero por sentirte en mi cuca…" Y le mostré el trozo de carne, "Esto es lo que quiere mi macho?" le pregunté mientras que con ella acariciaba mi clítoris, como si fuera un dedo. Papi temblaba frenético, pasaba su lengua por su trompa con desesperación, su mirada fija en mi mano, deseoso de saborear su salchicha.

Introduje la puntita en mi vagina y la empapé de mi, "Oohhh, Papi… tienes mucha hambresita?" Me saqué la salchicha y le ofrecí el lado mojado con mis jugos. Solo permití a Papi lengüetearla - le sintiera su gusto – negandole comerla. Nuevamente acaricié la entrada a mi vagina con su trozo de carne… "Si Papi me hace rico y me hunde sabroso su lengua, yo lo dejo comer su salchichita…" y mi perrito gimoteó pidiendo un trocito de su carne

Comencé a frotarme con ella como si fuera una verguita deseosa de meterse en mi vagina, con un ligero un suave mete y saca, mete y saca, acariciándome deliciosamente y sin apuro. Tenía todo el día para que Papi me comiera.

Mi macho no perdía de vista su salchicha. Me la fuí introduciendo por el lado ovalado, dejando el lado que había partido hacia afuera, apuntando en dirección a Papi. Por ahí emanaba el aroma a carne y supuraba libremente su jugo, exacerbando las ganas de comer que tenían loco a mi macho. Suplicante, le confesé… "Quiero tu lengua, Papito…" y ante sus ojos, lentamente hundí por completo, hasta desaparecer dentro de mi, el trozo de carne que Papi tanto ansiaba. Retiré mis manos y le ofrecí mi cuca.

"Aqui tienes, mi macho… toma mi cuca y sácame con tu lengua tu salchicha…" Papi se abalanzó hacia mi, con su lengua afuera cubierta en babas, chorreante, llegando directo a la entrada de mi vagina. El hambre lo tenía desesperado. "Oooohhh…. Siiiiii… Eso, Papito… Cómeme sabroso… Hazme acabar rico y te premio con esta carnita que te estoy guardando adentro…" Buscando llegar a su salchicha, comenzó a refregarme su lengua. Con la primera pasada, saboreó mi jugo de cuca mezclado con el jugo que brotaba de su salchicha, y su lengüeteo se volvió frenetico

Slrp… slrp… slrp… slrp… era lo único sonido que se oía en el ambiente… "Eso, Papi… así quiere mami… SSssssss…. Siiiiii… siiii…. que buen perrito… SSsss… siiiiii… comeme…"

En su afan por llegarle a la carne que se encontraba profunda en mi vagina, me enterraba su lengua. Al salir cubría tanta superficie que frotaba mi clítoris. Me enloquecía la imagen en el espejo – yo desnuda, con mi perro entre mis piernas y su constante slrp… slrp… slrp….

"Siiii, que rico! Que buen perrito! Ooohhh… Así le gusta a mami!" y a Papi ya no le importó que yo mesiera mis caderas buscando sentir sus caricias por todo mi sexo. "SSssss… Oohhh… que rica lengua la de mi machito…"

Papi sabía que si le llegaba a la salchicha, su ama se la iba a dejar comer

Las contracciones de mi vagina y el movimiento de mis caderas hicieron asomar la puntita de la salchicha. Papi se desesperó aún más viendo eso que tanto ansiaba y comenzó a pasarme su lengua con más fuerza, afanado por llegarle con sus dientes al trozo de carne. Sin querer frotaba la salchicha con tanta fuerza que la hundia nuevamente deslizandola hacia el interior de mi vagina, multiplicando mi placer. Sentía que me cogian y chupaban a la vez.

"Oohhh… Paaaapiiii… que buen perriiiitooooh… Comete bien mi cuquita mi macho… comemeee…."

Apoyé mis talones en el sofá y alcé mis caderas ofreciendole por completo a Papi mi vagina. Me vi en el espejo y la cabeza de Papi se movía enloquecida en mi cuca, lengüeteando y lengüeteando, enfocado en chupar el juguito que me chorreaba hasta el ano. Me urgaba incesante, buscando la forma de llegar a su salchicha. Y mientras más me chupaba y más placer me producía, más contraía mi vagina exprimiendo ese jugo que lo enloquecía, haciendo que Papi acelerara su lengueteo en mi sexo. Me fué llevando a la locura… hasta que no pude más con tanto gozo y estalle de placer. "Ooohhh, Papi… me vengo… me vengo, Papito… ME VENGOOOOO… !" Mi cuerpo se tensó y llegué al mas largo, intenso y delicioso orgasmo de mi vida. Mis gemidos se convirtieron en gritos, producto del placer sin fin que me producía estar a la merced de la indetenible lengua de Papi… Me seguía frotando y frotando, sin importarle ni mis gritos, ni mis gemidos, ni los espasmos de mi cuerpo vibrando de gozo… ignorante de cuanto placer me estaba brindando… él solo quería la salchicha que mi cuca caliente guardaba.

Que experiencia tan inolvidable! Que placer el que brinda la lengua de un perro.

Su lengüeteo no tenía fin. Necesité entrecerrar mis piernas para poder alejar a Papi de mi sexo. Los ojos de mi perrito permanecían fijos en mi entrepierna. Mi respiración seguía erratica al incorporarme. "Papito… que macho tan delicioso eres… que manera de comerme tan rica… "

Acerqué su cabeza a mi pecho y le di un abrazo. "Que sabroso me has hecho acabar…" Bajé mi mano a mi sexo y saqué de mi vagina la salchicha que Papi tanto ansiaba, completamente empapada en mis jugos. "Toma, Papito… Te has ganado tu salchicha…", y se la di de a trozos – su premio por haber hecho tan feliz a su ama. "Ayyy, Papito… todavía es tan temprano y este fué solo nuestro primero encuentro… Que bien la vamos a pasar juntitos el resto del día…"

El día aún era joven y yo estaba emocionada por la novedad y caliente por experimentar mas y conocer mejor los atributos de mi Papito. Así que, mientras mi cuca se refrescaba un poco, me fuí al computador a averiguar sobre el sexo entre mujeres y animales – algo que, por increíble que parezca, núnca se me había ocurrido.

Cuanta información! Conseguí un lugar donde mostraban fotos de perros montando a mujeres, y mientras mas fotos veía, más me iba calentando. "Paaapiiii! Cuantas cositas deliciosas podemos hacer los dos!!!" Las mujeres se veían hermosas, echadas en el piso a 4, despatarradas, con el culo al aire y con perros montándolas, disfrutando mientras eran clavadas con las vergas mojadas, gruesas y enormes de perros de gran tamaño. Miré a Papi y se me hizo agua la boca… Melosa le dije, "Mi vida… me conformo con que me entierres la puntita…"

Seguí informandome. En un site explicaba cómo inducir al perro a realizar la monta. Yo leía, me frotaba la cuca, y miraba a Papi bajo la mesa planificando nuestro próximo encuentro

"Uuufff, Papi… que delicia lo que le vas a hacer a mami dentro de un ratito…" Me acariciaba y lo veía... "Que bueno que eres jovensito y con experiencia…" Papi ya se había montado a un par de perras en celo.

Mi macho interpretó mi conversación como un llamado y se acercó a mi entrepierna. Me abrí ofreciéndosela. Aún sentía el olor de la salchicha y comenzó a pasarme su lengua. "Oohhh… Papito, como me gusta tu lengua…" Me tenía nuevamente a millón mi perrito. "Si, Papito… mi cuca es para ti. Sientes cómo otra vez me la tienes caliente?" Papi me lengüeteaba, tal vez pensando que si lo hacía, recibiría otro premio. "Ven, Papito… a trabajar … Hazme rico de nuevo y te doy otra salchichita…"

Regresabamos a nuestro sofá. Le hablaba melosa. "Papi le va a meter su verguita a mami en su cuquita… Y mami va a sentir muy sabroso…" Papi, inocente, quería pasarme su lengua por mi cara. "Tu mami esta muy calientita otra vez… y esta vez quiere gozar de tu verga…" Fuí bajando mi mano para darle cariñitos en su barriguita, deseosa de tantearle su tranca.

Que excitante jugar con mi perro. Papi era solo mío para disfrutarlo como quisiera y lo iba a entrenar para complacerme, para que me cogiera cuando yo quisiera y a mi gusto. Mmmm… Que delicia… Mi cuca nuevamente estaba empapada. "Ven, Papito… chupame otro poquito…" Tomé otra salchicha y nuevamente la pasé por su trompa para que mi machote la oliera y lo dejé ver como su carnita se perdía en mi cuca. Papi no esperó a que lo llamara… trajo su trompa a mi mi sexo y comenzó su lengüeteo. Ohhh… que maravillosa es la lengua de un perro… Fuerte… Incansable… Lame y lame y lame por el puro placer de disfrutar de un sabor… Si no han vivido esa experiencia, tienen que probarla… al menos una vez. Es inigualable. Inolvidable.

"Eso, Papito… eso… chupame rico… hooooondo… Hazle rico a mami con tu lengua… Oohhh… Ohhh…"

Me tenía loca el sonido de su lengua en mi cuca mojada y caliente – slrp… slrp… slrp… , y su respirar desesperado, ansioso por su salchicha, aumentaban mi excitación.

"Uuuuffff… si… si… eso, Papito… chupame mucho… ponme bien caliente para ti… Ooohhh… ohhh… ohhh"

Sentía tan deliciosa su lengua que me vinieron unas ganas terribles de acabar, asi que lo retiré obligandolo a detener su caricia. Deseaba gozar de su verga. Me incorporé, me saqué la salchicha de mi cuca arciente y se la di a comer, "Toma, mi machito rico… comete tu salchichita con sabor a tu ama y preparate que lo que quiero es sentir tu verga muy adentro…"

Papi batía su cola contento al devorar la carne. Regresó a mi cuca por más, teniendo que consolarse con limpiarme los restos de ese sabor que tanto le gustaba. Aproveché que él estaba ocupado lamiendo mi sexo y comencé a acariciarle su lomo para de a poco ir bajando mi mano hasta su verga.

Había leído que debía frotarlo con suavidad, con mucha delicadeza, así que le pasé mi mano con cariñito por sobre el forro que protegía su tranca, deseosa de calentarlo. Papi no se movía. Me miraba extrañado… quieto… sintiendo el roce de mi mano. "A Papi le gusta el cariñito que le esta dando su mami?" Papi no se movía.

Al momento, por el espejo ví que se le asomó la puntita de su verga: muy roja y brillante por la humedad. Mis cariñitos estaban surtiendo efecto. "Ayyy, Papiiii… que linda tu verguita! Mami quiere con su cuca conocerla todita… que se la metas muy hondo, mi macho…"

Yo no podía esperar mas. Quería sentir lo que era ser cogida por este animal. Estabamos frente a frente. Fluía tanta adrenalina por mi cuerpo que logré alzarlo y hacerlo colocar sus patas delanteras – una a cada lado de mi cadera. Al deslizarme hacia el borde del sofá lo mantuve agarrado por sus patas, evitando que se bajara. Estaba desesperada por acercar mi cuca a su verga.

Me recosté de espaldas. Por el lado vi que al menos 3 dedos de verga le asomaban. Mi esperanza era que cuando su sexo hiciera contacto con la entrada a mi vagina, la sensación de mi huequito humedo y caliente lo hiciera por instinto comenzar a bombearme... Me froté contra su palo… "Ven, mi machito… sienteme como me tienes mojada… hundete en mi huequito.. cogeme… cogeme Papito… metemelo como si fuera otra de tus perras…"

Yo movía mi cuca en circulos, buscando desesperada la forma de acoplarnos. "Dale, Papi… yo sé que puedes… metemelo rico…" De pronto sentí que comenzó a afianzarse a mi usando sus patas delanteras y a tantear mi cuca con la punta de su verga… Me dió un toque en el interior del labio mayor – tan cerca a mi cuevita… Me giré un poco, esperando que el proximo toque fuera a la entrada de mi vagina, pero no… el siguiente fué cerca de mi ano. Papi me tenía desesperada. Y al fin, al tercer intento, la puntica de su verga se empapó en mi jugo y gracias al impulso que traía se deslizó entrandome de golpe en mi vagina. "Ooohhh… Oohhh… siiiii… siiiii mi macho… ahiiii… ahiiii…. Metemela… METEMELA… "

Miré hacia el espejo del techo. Me llené de lujuria al ver como Papi me trataba como a una perra cualquiera, forzandome a recibirlo, martillandome velozmente - como todo un animal, su cuerpo curvandose al pujar para hundirse hondo dentro de mi, y enderezandose al salir hasta la puertica de mi vagina. "Eso, Papito… gozame rico que yo también te estoy gozando… goza… " Con cada metida yo pensaba que había llegado hasta lo más hondo, pero siempre que se hundía me llenaba más y más.

Me excitaba que hiciera conmigo a su gusto. Su verga me hacía sentir completa, su punta golpeando mi vientre. Que velocidad con la que me entraba y salía. Y ver nuestra imágen en el espejo me eloquecía – yo quieta, con mis piernas abiertas y mi cuca a su merced – recibiendo sus embestidas, y él tan grande, dominante y poderoso, enterrándose y disfrutándo de su perra.

Que placer… que placer!!! "Eso, papito… gozame… metemelo todo". El frotar de Papi era constante e indetenible. Me excitaba ver su baba caer en mi barriga. "Siiii… sigue mi macho… meteme tu barrita hondo que la siento bien sabroso…"

De pronto sentí su bola golpear mi clítoris. Lo tomé por su cuello, agarrándome de su pelaje, y comencé a mecer mis caderas y a gemir… y gemir hasta que mi gemido se volvió un grito de placer, "Paaaapiiii… ooohhh… paaaapiiiii…Ohh…ohh…ohhh". Y cuando pensé que ya no podía disfrutar más, Papi me embistió una última vez, su daga resbalando con facilidad por su humedad y la mía, hundiéndose en mi de un solo empujón, llenándome por completo al enterrar en mi hasta la bola en la base de su verga, y por mas que me moría por prolongar mi placer, no pude. Me vine en un largo, profundo e intenso orgasmo.

"AAAAhhhhh…. Aaahhhh… Ohh.. ohh… Papi… que bien lo has hecho… te tengo todito dentro… Ohhhh… oooohhhh…" Mi cuca pulsaba de gusto aún en pleno climax, a la vez que la bola de Papi latía. Y su leche… que sensación tan enloquecedora… comenzó a fluir caliente dentro de mi… "Mi macho… Ooohhh… que sabroooosooooo…."

Intentó pasarme por encima su pata y girarse, pero lo obligué a quedarse en la misma posición – viendonos cara a cara, su verga y bola profundas dentro de mi, llenandome de leche caliente, y latiendo al supurar. "Que buen perrito… que rico es tenerte así pegado… Te voy a preparar una carnita rica como premio por haber hecho tan feliz a mamá…" Y su bola seguía pulsandome por dentro. Su leché comenzó a chorrear por mi sofá y a empozarse en el piso, y Papi aún seguía hundido en mi – latiendo.

Luego de un largo rato, su bola se fué desinflamando y Papi fué intentando separarse de mi hasta que luego de un sonoro "plop" logró liberarse de mi cuca. Mi macho se me quitó de encima, y se echó en la alfombra a lamerse su enorme y deliciosa verga. Yo quedé en mi sofá, con mi piernas abiertas, disfrutando de una sensación de gozo absoluto en lo más profundo de mi vientre, y de la visión de mi cuerpo desnudo frente al espejo de techo de mi papá. Un hilo de leche brotaba de mi vagina, acrescentando el charco que se había formado bajo el sofá.

De pronto, por el rabito del ojo noté que algo se movía y giré mi cabeza. Al incorporarme encontré a mi papá, comodamente sentado en su butaca favorita, su pantalón abierto, su verga ancha, larga y dura al aire, y él sobandosela como tantas veces lo había visto hacerlo en el pasado – con gusto, sin apuro, preparandose para mi. Lo miré sorprendida – muda. Viéndome a los ojos con esa mirada lujuriosa que desde hacía tantos años conocía, tan solo me dijo… "Hola, hija… me alegra haber llegado en tan buen momento…"