Conociendo a Mónica
Conocí a Mónica en el tren. Mi relación con ella me hizo llegar a realizar cosas que jamás pense podría llegar a creer.
Hola a todos, esta historia es una historia como muchas otras de las que cuentan ustedes y transcurrió no hace mucho tal y como les narro a continuación.
Soy un hombre de mediana edad (46 años), mido 1,75cm y mi constitución es atlética aunque los kilos se están dejando notar. En definitiva, no soy ningún adonis y no tengo unas medidas en ninguna parte de mi cuerpo que se puedan considerar espectaculares.
Todo empezó una tarde de verano cuando regresaba a casa en el tren. Mi jornada de trabajo empieza pronto como la gran mayoría de las personas y como vivo en las afueras de la capital madrugo bastante, y si a eso le sumas al cansancio de la jornada y el calor, la mayoría de los días voy medio adormilado en el asiento del tren.
Un día en una de las paradas alguien se sentó a mi lado. Yo no presté mayor atención y seguí con los ojos cerrados, el tren iba deprisa y unas de las veces el comboy en un vaivén del traqueteo que llevaba hizo que nuestros cuerpos se tocasen bruscamente. Abrí los ojos y miré a la persona con la que me había topado. Era una mujer más joven que yo, calculo tendría unos 35 años, pelo corto, algo más alta que yo, delgada y sin grandes curvas con un vestido de tirantes. Su pecho no podía decirse que fuese voluminoso aunque invitaban a ser mirados sobre todo porque el vestido que llevaba era algo escotado y se dejaba entrever sus formas. En un rápido vistazo disimulado (o eso creía yo) pude apreciar que no llevaba sujetador.
Nos pedimos disculpas por el breve contacto físico e intercambiamos sonrisas. A partir de ese momento es como si un cierto "feeling" hubiese surgido entre ambos y seguimos charlando el resto del viaje.
Para mi sorpresa ella se bajaba en la misma estación que yo y cuando llegamos al destino, ella se inclinó hacia delante para recoger una bolsa que había dejado a su lado. Mis sospechas se confirmaron ya que el vestido se le ahuecó y por su abertura pude observar con sumo placer esos senos que le colgaban. Creo que ella se sintió observada, pero no hizo ningún ademán por taparse o incorporarse rápidamente. Dentro de mi, noté como la calentura empezaba a subirme y una parte de mis pantalones empezó a cambiar de forma. Mónica que así la llamaré de ahora en adelante, lo observó y al incorporarse me miró con una sonrisa picara y me dijo: "veo que me has estado observando", "creo que tú también" la contesté. Empezó a reírse de una forma tan natural y cálida que me dejo prendido a partir de entonces.
"No tengo prisa, te apetecería tomar un helado conmigo, me gustaría que nos conociésemos mejor si no te parece mal" la dije, "bueno, pero antes tengo que ir a casa buscar a Lucas, y luego si te parece, nos vamos los tres" me contestó. Sentí como si un jarro de agua fría me hubiesen derramado por la espalda. La erección cayó en picado y me sentí como un grandísimo tonto intentando ligar con alguien que ya tiene pareja.
"Vale" contesté sin saber que otra cosa decir. Mónica me miraba de reojo y pude apreciar una sonrisa maliciosa. "Parece que te ha dejado trastornado el comentario que te hice".
Jorge (este soy yo): "Sí, la verdad es que no me lo esperaba".
Mónica:"Bueno, acabas de conocerme y no sabes si tengo pareja, o estoy casada o no".
Jorge: "Tienes razón, discúlpame".
Mónica: "Disculpado".
Seguimos charlando de camino a su casa en una urbanización cercana. Al llegar a su portal, abrió la puerta y la sujeto para que yo también pasase. Me quedé parado pues no sabía que hacer.
Mónica: "¿Qué pasa?, ¿ya no quieres subir?".
Jorge: "perdóname, estoy algo confuso, no me esperaba esto".
Mónica: "¿No querías que nos conociésemos mejor?, bueno, pues quiero presentarte a Lucas, seguro que le caes bien. No creo que te muerda".
Subimos las escaleras hasta el último piso, menos mal que sólo es un tercero. Abrió la puerta y un inmenso pastor alemán le salió al encuentro. Detrás de él un doberman también de dimensiones generosas. Instintivamente di un paso atrás.
Los animales se mostraron muy cariñosos con Mónica y la llenaban de lenguetazos por todas partes mientras ella agachada les acariciaba y les hablaba.
Mónica: "Te presento a Lucas", mientras con sus brazos rodeaban el cuello del pastor aleman. "y este otro es Jaime".
Jorge: "qué sorpresa, así que Lucas es tu perro. Lo has hecho deliberadamente. Eres mala, por un momento llegué a creer que era tu pareja".
Mónica: "En cierto modo es así, tanto Lucas como Jaime me dan compañía y mucho cariño. Ya has podido observar el recibimiento".
Jorge: "Ciertamente, de eso no tengo la menor duda, pero no las tengo todas conmigo en lo que se refiere a mi persona. Estos animales me imponen".
Mónica: "no te asustes, acércate y acaríciales mientras yo los sujeto. Deja que te reconozcan y se familiaricen con tu presencia".
Así lo hice, y al poco rato ambos animales me ignoraron y fueron a tumbarse en un rincón del salón donde parecía que hacía algo más de fresco pues hacía un calor sofocante ya que se trataba de un ático y el sol aún daba de lleno en la casa.
Mónica: "acomódate, voy a cambiarme, si te apetece beber algo hay refrescos en la nevera, sírvete".
Cuando regresó, ambos nos acomodamos en un sofá de dos plazas que tenía enfrente de un mueble tradicional con televisor y diversos objetos propios de una casa. Se había puesto un vestido muy gaseoso pero nada que pudiese escaparse a la imaginación. La tarde transcurrió entre charla, risas y un paseo con los perros.
Varios días le siguieron de la misma forma, nos considerábamos ya como viejos amigos, me contó que había sufrido un desengaño amoroso y que al quedarse sola, su hermana le regalo a Lucas para que no se sintiese tan sola y desprotegida. Después llego Jaime a través de una amiga que al marcharse fuera del país no podía llevárselo.
Quedamos en pasar un fin de semana juntos. Y llegado el día pasé a recogerla el sábado por la mañana para ir al campo y que tanto Lucas como Jaime hiciesen un poco de ejercicio mientras nosotros paseabamos por el camino. Era temprano y el monte estaba desierto, ningún veraneante nos molestaba.
El calor empezaba a apretar y con el paseo que nos estábamos dando, a ambos se nos veía la sudoración. A los perros después de unas cuantas carreras también se les veía cansados así que decidimos volver y refrescarnos.
Cuando llegamos a su casa, Mónica me preguntó si no me importaba ayudarla a refrescar a los animales. Yo la contesté que estaría encantado. A fin de cuentas ya me conocían y se dejaban tocar.
Mónica: "Vamos a la terraza y con la manguera les refrescaremos primero y después los enjabonamos".
Jorge: "De acuerdo, pero tengo un problema."
Mónica: "¿De qué se trata?.
Jorge: "Pues que no me he traído nada para ponerme y no quiero mojarme la ropa".
Mónica: "Ya veo, eso si que es un problema. No tengo nada para dejarte así que lo único que se me ocurre si no te da vergüenza es que te quites la ropa. Refrescarte un poco te sentará bien".
Jorge: "Uuuuhhhhmmmm, no me parece mala idea siempre que tu te pongas igual que yo si no te da vergüenza a ti también".
Mónica: "Es que yo ya tengo qué ponerme".
Jorge: "Sí, pero eso es jugar con ventaja, y no vale". Protesté.
Mónica: "Entonces quédate en el salón pasando calor. Yo voy a cambiarme".
Cuando salió de su habitación yo ya me había desnudado quedándome solo con el slip puesto. Me sentía ridículo. Me quedé mirándola cuando salió a la terraza que era una especie de solarium a cubierto de miradas indiscretas.
Mónica: "Al final te has animado. Con esa pinta no estás muy atractivo que digamos". Y empezó a reírse.
Después del mosqueo inicial, hicimos unos cuantos comentarios y ambos terminamos riéndonos. Mónica llamó varias veces a Lucas y este al final acudió cansino y con la lengua fuera respirando pesadamente. La verdad es que hacía bastante calor y el suelo estaba algo más que caliente.
Mónica agarro la manguera, la puso en forma de lluvia y empezó a mojar a Lucas que empezó a agradecerlo quedándose muy quieto. A continuación cogió una esponja y me paso la manguera. Vertió un poco de jabón y empezó a enjabonarlo. Estaba en cuclillas y sus mulos aparecían apetitosos. En un momento que desvié la atención hacia lo que estaba haciendo vi que estaba enjabonando la barriga del animal y que también llevaba su mano hacia la funda de su miembro. Lucas no tardo en responder al estímulo y empezó a asomar la punta de su pene. Ella sin inmutarse siguió masajeando aquella zona y poco a poco, toda la virilidad del animal empezó a asomar. Me quedé estupefacto, tendría como poco unos 25cm de largo y era más gruesa que la mía. Entonces se me vino a la cabeza la mala idea de mojarla. Así que ni corto ni perezoso aproveché el momento y dirigí el chorro del agua hacia ella mojándola completamente.
Mónica: "¿Qué haces?, ¿porqué me mojas?, ¿eres tonto?, mira como me estás poniendo. Me has dejado el vestido completamente empapado. Ahora me tendré que volver a cambiar".
Jorge: "Vaya, ¿y porqué no te lo quitas simplemente y seguimos con la tarea?".
Mónica: "Eres un cabrón". Y se sacó por la cabeza el vestido de verano de tirantes que llevaba puesto.
Debajo sólo llevaba un tanga y sus pechos botaron al terminarse de quitar el vestido. La verdad es que vista así estaba realmente buena. Era delgada pero su contorno estaba equilibrado. Sus pezones oscuros apuntaban al cielo y lo que estaba debajo del tanga prometía ser muy apetitoso. El moreno que tenía la sentaba bien y se notaba que había tomado el sol desnuda pues no tenía las típicas marcas blancas en la piel cuando tomas el sol en bañador. Mi pene empezó a crecer rápidamente y quería escapar de su encarcelamiento. Mónica se quedo mirando como crecía mientras que la de Lucas para entonces ya se había ocultado. Entonces me dijo: "Dame esa manguera y sigue enjabonando a Lucas".
Obedecí sin rechistar como un corderillo que lo llevan al matadero. Cogí la esponja y empecé a hacerlo.
En esos momentos y devolviéndome la jugada, me enchufó en el único sitio que tenía seco y caliente. Sobresaltado me incorporé por la impresión del agua fría volviéndome hacia ella. Mónica seguía duchándome agregando el comentario "parece que el agua fría no te afecta, bueno, pues quítate esa prenda y deja que respire". Obedecí dócilmente y eché el slip a un lado de la terraza. Me encontraba delante de ella totalmente en pelotas.
Mónica: "No la tienes tan grande como la de Lucas y Jaime, se la has visto ¿verdad?".
Jorge: "Sí, la verdad es que está bien dotado. Oye, si no quieres que te moje nuevamente deshazte de ese tanga que yo también quiero disfrutar".
Me paso la manguera y de una forma sensual se lo bajo primero hasta las rodillas, incorporándose para dejarme ver lo que se escondía. Estaba depilada y sus labios aparecían morenos y carnosos con una raja que me estaba empezando a poner malo. Mi pene estaba a reventar. Terminó de quitarse el tanga y al hacerlo abrió ligeramente sus piernas finas y estilizadas.
Jorge: "Guau, sí que estás buena. Me encanta todo lo que veo".
Mónica: "¿sí?, pues terminemos la faena que esto no ha hecho más que empezar?, ven! Acércate y enjabonemos juntos a Lucas".
Yo con la esponja iba enjabonándolo mientras ella de rodillas iba echándole agua. Cuando llegue cerca de su miembro lo rodee sin tocarlo. Ella se percató del detalle y me dijo: "venga, vamos, no seas tiquismiquis y sóbasela igual que sobas la tuya, hazlo como yo lo he hecho". Me dejo un poco paralizado pero al final volví a obedecer. Poco a poco nuevamente el miembro de Lucas empezó a emerger. Retiré mi mano y fue la de ella la que tomó el relevo. Era un pene con muchas venas y terminado en punta. Ella le pajeaba con auténtica maestría y su miembro no paraba de crecer. En un momento dado ordenó al animal que se tumbase, este como sabiendo ya lo que quería su ama, obedeció fielmente poniéndose boca arriba con las patas y su miembro mirando al cielo.
Mónica: "quiero enseñarte algo y así me es más cómodo".
Sin mediar más palabras siguió pajeando a Lucas. Enderezando su miembro se inclinó y se le acercó a su boca, chupándo suavemente primero la punta y poco a poco en sucesivos movimientos de sube-baja y absorción, fue tragándose aquel trozo de carne. Lucas jadeaba de una forma muy significativa. La bola le había aparecido y parecía que estaba a punto de correrse. Ella paró su trabajo y se quedó mirándome diciendo: "que cara de estupor, ¿no te gusta lo que ves?.
Jorge: "Sí, pero no lo esperaba. Esto es muy fuerte.".
Mónica: "pues aún hay más". Y poniéndose en cuclillas encima del miembro de Lucas, empezó a introducírselo.
Vi como desaparecía dentro de su coño. La visión era espectacular ya que al estar rasurada pude disfrutar de la penetración con toda claridad. Ver como los labios de su vagina se separaban para aceptar semejante tamaño me ponía cada vez más cachondo y mi pene estaba a punto de reventar. Palpitaba sólo en deseos de tomar el relevo. Una vez dentro se puso de rodillas y poniéndose a cuatro patas empezó a moverse. Se estaba follando a Lucas.
Jorge: "no puedo resistirlo más. Mucho me temo que vas a tener trabajo extra". Y poniéndome de pie delante de ella, puse mi miembro a la altura de su cara.
Ella sabiendo lo que quería, empezó a chupar delicadamente mi punta igual que había hecho con Lucas para a continuación en movimientos de adelante-atrás y absorción continuar con la mamada. Esta forma de hacerlo la permitía también ser penetrada y que el miembro de Lucas cada vez llegase más adentro.
En un momento dado de puro placer se paro y puso cara de dolor. Preocupado le saqué el miembro de su boca y la pregunté "¿te ocurre algo? He visto que has puesto cara de dolor"
Mónica: "No, es que con la excitación no me he dado cuenta y me he introducido la bola Lucas, joder, ahora me quedaré abotonada".
Jorge: "¿cómo que te quedarás abotonada?".
Mónica: "sí, es como si sellara la salida y actuase como una ventosa hasta que después de haberse corrido y pasado un rato no se le desinche y la pueda sacar. Bueno, ya no importa, sigamos". Y nuevamente se puso a mamármela y recuperar el ritmo perdido.
Me sentía en la gloria. Esta mujer sabía como se hacían las cosas. Estábamos los dos en plena faena y no nos percatamos de la presencia de Jaime. Mónica estaba teniendo orgasmo tras orgasmo, parecía una maquina de moverse y jadear mientras tragaba y se atragantaba pues se estaba introduciendo completamente todo mi miembro mientras absorbía.
Sentí como sus espamos crecían y al abrir los ojos vi que Jaime se había acercado y estaba lamiéndola lo que podía de la vagina y el culo.
Rápidamente el miembro de Jaime empezó a asomar y crecer y puedo asegurar que era tan grande como el de Lucas.
De un salto con las patas delanteras agarró a Mónica por las cadenas y acerco si miembro al culo intentaba penetrarla en rápidos movimientos sin éxito. Mónica paro en su mamada y con una mano y mirando hacia abajo, agarró el miembro de Jaime y lo dirigió hacía la apertura de su ano diciendo: "tranquilo cariño, para ti también hay un hueco".
Jaime seguía moviéndose con rapidez pero Mónica no le soltaba, cuando la punta estuvo en su apertura le soltó un poco para que la fuese penetrando sin hacerla mucho daño, las gotas que soltaba el miembro de Jaime la servían de lubricante. Poco a poco fue entrando y al principio la cara de Mónica era de dolor hasta que al final estuvo toda dentro. Entonces lo soltó y Jaime siguió con sus envestidas cada vez más rápidas. Los pechos de Mónica vencidos por el peso de la gravedad se movían al mismo ritmo, mientras que ella volviéndose a apoyar en las dos manos, volvió a dedicarme su atención. Ahora tenía todos sus agujeros llenos. Las envestidas de Jaime hacia que mi miembro entrase hasta el final de su garganta. Notaba como ella volvía a empezar a correrse y tener nuevos orgasmos. Ya no pude aguantarme más y sin previo aviso empecé a descargar en su garganta. Se atraganto, se la sacó un poco para poder respirar y sin sacarla totalmente de la boca siguió chupándome y tragando todo lo que mis espasmos de placer me hacían soltar.
La saque limpia y me agaché para besarla y acariciarla los pechos, ya que no lo había hecho hasta entonces. Ella empezó a besarme y pasó a mi boca parte del semen que no se había terminado de tragar. Ambos en un frenético beso jugamos a pasarnos el líquido de boca a boca hasta que al final los dos nos quedamos con parte que tragamos con satisfacción. Yo nunca había probado el semen y la verdad es que no me desagrado.
Mi pene se había quedado flácido, y Jaime ya había terminado con sus envestidas, aunque aún permanecía con su miembro metido dentro del culo de Mónica. Como no había introducido su bulbo, al girarse paso una pata por encima de sus caderas y cuando salió plenamente sonó como cuando descorchas una botella. ¡Plof!. Me quedé mirándolo, no me quería perder el espectáculo. Jaime se retiró un poco y se tumbó en el piso para poner a lamerse el pito y aséarselo.
De su culo totalmente dilatado (podría meter cuatro dedos juntos) empezó a salir el líquido que Jaime le había soltado escurriéndose por sus muslos y depositándose sobre la piel de Lucas.
"Aún no quiero que esto termine, quiero hacerlo también contigo, pero se te ha quedado muy pequeña y así no podemos continuar. Déjame que me despegue de Lucas y prometo que te voy a hacer disfrutar más de lo que lo estás haciendolo ahora. Ven, túmbate aquí a mi lado con la cabeza al lado de mi pierna".
Como no sabía lo que se proponía la dejé hacer. Empezó a incorporarse y desde esa posición privilegiada en la que estaba podía ver como los labios exteriores de su vagina cuando ella estiraba para sacarse el miembro formaba una especie de O para volver a replegarse cuando la introducía. Volvió en un nuevo intento a tirar y esta vez el bulbo salió sin mayores problemas y tras él, el resto del miembro con el ya acostumbrado sonido. Tras sacar el aún gigantesco miembro de Lucas, sin mediar palabra y con un rápido y ágil movimiento de piernas, mi cabeza quedó justo debajo de su coño chorreante que empezaba a gotear ahora sobre mi nariz y mi boca.
Mónica: "Cariño, hazme gozar ahora tu, cómete mi almeja".
Me quedé parado por un momento pensando en que me tenía que tragar el semen y nada menos que el de un perro. Pero no tenía ya otra opción ya que los labios de su vagina estaban a escasos centímetros de mi boca. Cerré los ojos, abrí la boca y empecé a chupar, mordisquear y absorber todo lo que salía del coño de Mónica. Los flujos y el semen de Lucas entraban en mi boca mezclándose con mi propia saliva. El olor y el sabor era fuerte, distinto. Al principio me causo repugnancia pero al final lo acepté y poco a poco dejo de resultar desagradable. Lucas le había soltado una buena cantidad con lo cual parecía que no iba a terminar nunca de vaciarse. Al final fui tragando todo lo que llegaba a mi boca y no contento con eso, también iba limpiando todo lo que escurría por sus mulos procedente de todo lo que Jaime le había dado producto de mi creciente excitación.
Mientras tanto, ella se afanaba en volver a ponérmela nuevamente tiesa, cosa que no tardo mucho en conseguir ya que la forma que tiene de hacerlo me excitaba muchísimo. Sentía como la piel de mi glande tocaba en el cielo de su boca y posteriormente entraba en su garganta como si una segunda vagina se tratase.
Cuando sintió que ya estaba a punto casi de volver a correrme paró. Se dio media vuelta y sentándose encima de mi, se la clavó hasta la empuñadura empezando a moverse en círculos, con los ojos cerrados, erguida y la cabeza hacia atrás. Se movía cada vez más rápido. Jadeaba y jadeaba cada vez más alto. Era una auténtica máquina de producir orgasmos. Yo intentaba seguir con mi cuerpo su ritmo, pero no podía, se comportaba igual que Jaime cuando la estaba penetrando. Con gritos, explotó en un orgasmo continuado. Continuó moviéndose y gritando, su cabeza giraba de un lado a otro experimentando el placer que le estaba produciendo y podía percibir como el siguiente le sustituía. Sus tetas no paraban de moverse en movimientos anárquicos y descontrolados.
Jaime atraído por el olor del sexo se acerco hasta nosotros con su miembro fuera. Me paso por encima dejando sus cuartos traseros a la altura de mis hombros, y agachando su cabeza empezó a lamer el clítoris que aparecía y desaparecía en el frotis que Mónica se hacia contra mí en sus movimientos.
Los lengüetazos del animal la produjo aún mayor placer si cabe que por un momento recobrando la cordura y viendo la posición nuestra y del perro, articuló a duras penas las palabras "cómesala" mientras ella le cogía la cabeza para llevar su hocico y lengua hacia el comienzo de su raja.
Después de haberme tragado todo el semen de Lucas y Jaime, ya solo me quedaba probar cómo sería mamársela a un perro. Así que nuevamente cerré los ojos para salvar el rechazo inicial que me producía el hacerlo, cogí su miembro y me lo acerque a los labios. Por su punta empezaban a salir liquido. Con mi lengua hice una rápida pasada y lo saboree. Sabía igual que lo que me había estado tragando unos minutos antes por lo que me dije "de perdidos al río", y empecé a chuparle la verga. Era gorda y me costaba que entrase, las arcadas iban y venían pero poco a poco me fui haciendo a ello y al cabo de un rato de mete-saca, mi boca, lengua y garganta ya se habían acostumbrado y ahora entraba con más facilidad. Estaba aprendiendo a respirar por la nariz mientras ese trozo de carne llegaba hasta el fondo de mi garganta.
Mónica seguía gimiendo y teniendo orgasmos. Yo estaba a punto de caramelo y en poco tiempo tuve una gran descarga que me produjo convulsiones de placer mientras seguía chupando el miembro de Jaime que no tardo en venirse.
Como no lo esperaba, me dieron arcadas y tuve que sacarla para poder tragar mientras el seguía corriéndose en mi cara. Como no quería desperdiciar la oportunidad de saber que se siente cuando se están corriendo en tu boca, rápidamente me volví a introducir su miembro y a absorver mientras el seguía soltando su semen. Yo tragaba como podía y saboreaba aquel líquido.
Después de un tiempo que me pareció interminable, pues no hacía más que soltar y soltar, Jaime decidió que ya no quería más y se volvió para irse nuevamente al rincón de donde vino sacando de un golpe su miembro de mi boca.
Mónica parecía ahora más relajada pero muy cansada por todo el ajetreo que habíamos tenido.
Me miró, se inclinó hacia mi y con ternura, saco su lengua y empezó a lamer y chupar todo el semen que Jaime había derramado por mi cara. Antes de incorporarse me dijo casi en un hilo de voz: "cariño, no quiero manchar el suelo".
Ya sabía a lo que se refería, y como ahora ya todo me daba igual, estaba decido a disfrutar sin tapujos ni tabús. Asentí con la cabeza.
Ella sacó mi miembro de su interior y volviéndome a poner su sexo delante de mi boca me dijo "límpiamelo".
Empecé nuevamente a chupar, lamer y tragar en este caso todo lo que yo la había dejado, mientras ella se afanaba en limpiar mi miembro consiguiendo de mi una nueva erección. Seguimos así durante unos minutos más hasta que una vez más me vine en su boca y ella tragó todo lo que la di a la vez que nuevamente llegaba ella también a un orgasmos.
Cuando terminamos, nos levantamos, nos dimos un profundo beso saboreando los restos de semen que aún quedaban en nuestras bocas y desnudos nos tumbamos abrazos en la cama y antes de caer en un profundo sueño me dijo: "Todavía te tengo reservada alguna sorpresa más". Pero esto ya es otra historia que les contaré más adelante.
Les invito a que se pongan en contacto conmigo y me cuenten que les pareció y si tuvieron alguna experiencia.