Conociendo a mis vecinos IV - Cont. Lonja Juvenil

Nueva entrega de la serie Conociendo a mis Vecinos, que enlaza con la continuación de la serie Lonja Juvenil. Si te apetece charlar MD por Twitter a @ikeradan

Domingo a la tarde. Tras un fin de semana tranquilo de eventos familiares, me encuentro en casa, con un cómodo chándal de una pieza que acostumbro a usar en invierno, tumbado en el sofá, tapado con una manta, disfrutando de una serie.

Un mensaje en el móvil me saca de mi letargo. Es de los chicos que me anuncian que se van a pasar por casa. Quieren consultar algo importante. Al rato suena el timbre de la puerta. Han llegado.

Les abro. Con naturalidad pasan al salón.

-       Mola el buzo que llevas – espeta Julen dicharachero – ¿es un pijama?

-       Más bien es un chándal – le respondo – pero lo he usado para dormir en noches frías.

-       Se ve cómodo – responde curioso – ¿llevas algo debajo?

-       Nada – le confirmo viendo el peto que viste al sacarse por la cabeza la chaqueta– como tú.

-       Bueno – nos corta Aitor enérgico – vamos al grano, que no hemos venido a follar – lo siento Iker, que estoy muy cabreado, pero te queremos consultar algo complicado.

Su tono, y el comentario me preocupa. Tras escuchar lo que vienen a contar, entiendo que la preocupación esta justificada.

-       Ese amigo vuestro tiene que estar pasándolo muy mal – les confirmo tras reflexionar un momento – y aunque no creo que lo haya gestionado bien, por no hablar con sus padres desde el principio y haber aceptado el chantaje, ha demostrado ser fuerte si ha conseguido llevarlo solo todo este tiempo.

-       ¿Crees que podremos ayudarle? – me pregunta un preocupado Aitor, mientras Julen escucha con atención.

-       La mejor ayuda es acompañarle a la policía a poner la denuncia – le respondo con seguridad.

-       Antes de hacer eso y reconocer lo que le ha pasado – argumenta Julen convencido – se quita de en medio. Todo esto es muy fuerte. Tiene pinta de que hay mucho más, y esta a punto de rendirse.

-        ¿Creéis que ha pensado en el suicidio? – les pregunto asustado.

-       No lo se – responde Aitor – pero se le ve muy desesperado.

-       Tenéis que estar cerca de él estos días – les aconsejo – en los ratos libres de clase, a las tardes… y si no, por mensaje, pero no le dejéis solo.

-       Bien – dice Julen mirando a su amigo – cuenta con ello. ¿Qué vamos a hacer con su problema? Algo tendremos que pensar para que esta tortura acabe.

-       Dejar que reflexione un par de días – les comento pensativo recostado en el sofá – tengo que asimilar la situación. Si no podemos contar con sus padres, ni con la policía, el tema es complicado.

Aitor saca su móvil y escribe a Aner. Mientras Julen cambia de canal en la tele hasta encontrar un partido de la NBA.

-       Esta en casa estudiando – relata Aitor mirando la pantalla del móvil – he quedado que mañana pasamos por su casa y vamos juntos a clase.

-       Guay – responde Julen dando el tema por zanjado por el momento – ¿os apetece ver el partido?

Los chicos se acomodan en el sofá. Julen se recuesta sobre un costado medio tumbado, mientras Aitor amolda su espalda al pecho de su amigo, que lo recibe encantado. Desde mi posición observo satisfecho el buen rollo de ambos. Hacen una buena pareja, aunque se nieguen a reconocer algo más que esa amistad forjada con los años.

Terminado el partido, los chicos se disponen a marchar a sus casas. Mientras Julen se enfunda la chaqueta, Aitor se me abraza.

-       Por favor, encuentra una solución – me dice preocupado mientras me da dos cariñosos besos en las mejillas, y se dirige a la puerta de salida.

-       Si por favor – replica Julen mientras me suelta un morreo en la boca. Al mismo tiempo una mano palpa mi sexo, comprobando que efectivamente no hay nada más que la tela del holgado chándal entre ella y mi miembro – me mola mucho – concluye tras soltar su presa, siguiendo a su amigo a la salida.

La noche pasa. He de reconocer que no he dormido mucho. Durante la mañana en el trabajo no he conseguido centrarme. Mi cabeza no deja de dar vueltas a la situación del amigo de los chicos. Por mucho que la analizo, todas las opciones que se me ocurren pasan por denunciar a la policía, pero sin la colaboración de sus padres, eso es imposible.

La tarde avanza sin progresos. Sobre las siete suena el timbre de la puerta. Es Julen, que tras pasar se sienta en el sofá con las manos en los bolsillos de la bomber azul que lleva abierta sobre una camiseta básica blanca.

-       No vengo a presionar – aclara – si no has llamado imagino que aún no has encontrado una solución.

-       Así es – le confirmo.

El muchacho se desprende de la chaqueta que deja a su espalda, cambiando de sofá para sentarse a mi lado.

-       Aitor esta muy afectado – continua – y lo que menos le apetece es que nos enrollemos, y le entiendo, pero a mi me apetece y he pensado…

Sin dejar que termine la frase le planto un beso en los morros que recibe agradecido. Su mano recupera la posición que abandono la tarde anterior, palpando mi entre pierna. Mientras juguetean nuestras lenguas, Julen abre la cremallera de mi chándal por la parte baja, accediendo así a mi verga, que manosea con maestría. Mis manos no están quietas. Por debajo de la camiseta van explorando su atlético cuerpo. En un momento que dejamos el beso para coger aire, aprovecho para dejar su torso al aire. Julen se incorpora, y con agilidad se deshace de las vans, desabrocha el botón del pantalón, que se quita, dejando a la vista el suspensorio azul, a juego con la chaqueta, que lleva, para variar. De la misma, se hinca de rodillas ante mi, para bajando del todo la cremallera de mi chándal, desnudarme de cintura para arriba, pasando a comer todo mi miembro.

El timbre de la puerta corta nuestra tarea. Un acalorado Julen espera mi reacción.

-       Coge la ropa, y metete al baño – le susurro sospechando que pueda ser una visita de la familia.

El muchacho se mueve rápido recogiendo calzado, pantalones y camiseta, cerrando la puerta tras de si. Por mi parte, recompongo el chándal como puedo, mientras me acerco a la puerta. La holgura de la prenda disimula a duras penas la erección del miembro.

-       Hola Aitor- expreso aliviado, a la vez que sorprendido – pasa, anda. ¿Cómo así por aquí?

-       Necesito hablar contigo – responde sentándose en el sofá junto a la chaqueta de Julen.

-       Cuéntame – le animo sentándome enfrente.

-       Ya sabes de que quiero hablar – responde inquieto – llevo todo el día descentrado y no he podido dormir.

-       A mi me pasa lo mismo – le respondo – pero aún no se como abordar el asunto.

-       Lo entiendo – comenta mientras se recuesta en el sofá, sobre la prenda de su amigo.

Aitor se levanta como un resorte al notar la chaqueta. Perspicaz se acerca a mi posición, y sin decir nada, palpa mi entre pierna aún excitada.

-       ¡Estabais follando! – afirma cabreado – yo todo preocupado, y vosotros solamente pensáis en sexo.

-       Aitor, no es eso – le intento explicar, mientras Julen sale del baño vestido.

-       Como que no es eso – recrimina enfurecido – ya me dirás que estabais haciendo entonces vosotros dos… ¿o te has empalmado por la alegría de verme?

-       Un buen polvete ayuda a pensar – intenta arreglar Julen sin mucho exito.

Aitor frustrado se deja caer de nuevo en el sofá, esta vez tapando su rostro con la chaqueta de su amigo. Julen se sienta a su lado expectante.

-       Todos estamos preocupados por vuestro amigo – comento tras un breve momento de reflexión – te prometo que llevo todo el día dándole vueltas. La verdad que me ha venido muy bien desconectar un rato con Julen.

Aitor apartando la prenda de su rostro, nos observa dubitativo.

Julen acaricia la cabeza de su amigo cariñoso. Aitor se deja hacer tranquilo.

-       Lo mejor es que traigáis aquí a vuestro amigo – les indico.

-       No creo que quiera venir – responde Aitor sin abrir los ojos disfrutando de las caricias – si se entera que te lo hemos contado, nos mata.

-       Tenemos que preparar una estrategia – insisto contundente – y necesito hacerle algunas preguntas. Tendrá que asumir que estoy al tanto de la situación, si pretendéis que ayude.

-       Le escribo a ver que anda – comenta Julen mientras trastea en su móvil.

-       Si viene – dice Aitor entendiendo la situación – mejor que no sospeche que nos lo montamos entre los tres. Le decimos que eres un amigo mutuo del basket.

-       Baja a la plaza – informa Julen mientras se incorpora dispuesto a ir en su busca – voy a ver si consigo traerlo – saliendo por la puerta, sin dar opciones.

Ahí estamos los dos. Aitor recostado en la misma posición que le dejo su amigo. Por mi parte, sentado enfrente observando. Pasados unos minutos cambio de sofá, ocupando el espacio dejado por Julen, recuperando la tarea de acariciar el cabello del muchacho. Aitor se deja hacer tranquilo. Su cabeza se acopla a mi regazo. Según acaricio su cabello no puedo resistir la tentación de besar suavemente su cabeza.

En silencio, Aitor juguetea con la pernera de mi chándal, acariciando mi muslo.

-       ¿Es cómodo para casa? – pregunta como sin importancia.

-       Es como estar desnudo – respondo tranquilamente – pero a la vez abrigado.

-       ¿No llevas nada debajo? – pregunta curioso mientras alza la cabeza para ver mi rostro.

-       Nada – le respondo besando su frente.

Aitor vuelve a acurrucar la cabeza observando su mano sobre mi muslo. Por mi parte, recupero las caricias, quedando ambos esperando acontecimientos.

Suena el timbre, al mismo tiempo que se escucha abrir la puerta.

Mientras nos incorporamos, Julen accede al salón seguido de un asustado muchacho.

Entiendo que se trata de su amigo. No me suena haberlo visto antes. El muchacho es mucho más bajo que sus dos compañeros. El flequillo claro tapa su frente y prácticamente los ojos cuando mantiene la mirada en el suelo, como es el caso.

Viste unos mocasines negros, acompañados de unos chinos beige, camisa clara y bomber granate. Para mi gusto, elegante a la vez que cómodo. En resumen, muy guapo.

Julen directamente se sienta en el sofá libre, mientras el muchacho permanece de pie con la mirada fija en el suelo.

-       Anda Aner – le señala Julen – siéntate aquí a mi lado.

El chaval de manera automática se sienta muy pegado a Julen.

-       Hola Aner, – me presento intentando transmitir confianza al asustado muchacho – soy Iker. Aitor y Julen me han pedido que os eche una mano en vuestra búsqueda de una salida a tu situación.

Aner se pega más a Julen mientras escucha. Instintivamente Julen pasa su brazo por los hombros acurrucándolo en su cuerpo.

-       No te preocupes – continúo intentado transmitir confianza – me han puesto al día de lo que has pasado, y lo que te han obligado a hacer, por lo que no vas a tener que volver a contar la historia.

El muchacho parece aliviado al escuchar esto, y por primera vez levanta la mirada hacia nosotros, dejando ver sus bonitos, pero enrojecidos ojos.

-       Vamos a hacer una cosa – les propongo a los tres mientras me acerco a la cocina, donde recojo una libreta que utilizo para apuntar recados y un par de bolígrafos, y regresar al salón, donde los dejo encima de la mesa – como si que vamos a necesitar algo de información, seguro que es más sencillo si se escribe en lugar de contarlo. Será de gran ayuda que anotes en esta libreta los sitios que recuerdes a los que has tenido que ir para las diferentes citas. Pisos particulares, hoteles. Y si recuerdas las fechas, mucho mejor.

Como Aner no toma la iniciativa, el que se mueve es Julen, que, agarrando el cuaderno y los bolígrafos, se incorpora.

-       Vamos a otra habitación, y hacemos una primera lista.

Aner se incorpora agradecido por librarse de nuestra presencia, y sube al piso de arriba tras su amigo sin mediar palabra.

No me parece mal la iniciativa de Julen. Seguro que en confianza le es más sencillo ir recordando detalles. Mientras tanto, Aitor y yo recuperamos la posición en el sofá, acurrucados. Encendiendo la tele, buscamos algo que ver mientras esperamos.

En el piso superior, Julen ha llevado a Aner al escritorio de mi habitación. Mientras Aner se sienta y empieza a rellenar datos en la libreta, Julen le observa hacer de rodillas a su lado.

-       Mas o menos puedo saber cuando fui a cada sitio – comenta Aner – pero no conozco las calles.

-       ¿si las buscamos en google maps reconocerás los sitios? – le pregunta Julen mientras trastea en el ordenador presente en la mesa.

-       Puede ser – asiente su acompañante.

Enfrascados en la tarea, los muchachos van rellenado un interesante listado con fechas y localizaciones, como les he pedido.

-       Ya no puedo más – se rinde Aner tras media hora de trabajo.

-       Por ahora es más que suficiente – reconoce Julen observando el listado.

-       Iker parece buen tío – comenta intrigado el chaval - ¿de que dices que le conocéis?

-       Es amigo del mister del equipo – miente Julen – y nos ha ayudado en algún entreno. Es muy legal. Hemos venido aquí a ver partidos de la NBA.

-       ¿Te lo has follado? – sorprende Aner.

-       Que va – vuelve a mentir Julen moviéndose inquieto por la habitación para terminar sentado a los pies de la cama – no creo ni que le vayan los tíos.

-       No tienes que fingir conmigo – responde afligido sentándose a su lado – no estoy yo para ir contando cosas por ahí. Sabes que soy de confianza.

Julen aparta el flequillo del muchacho de su frente plantando en la misma un suave beso. Aner lo recibe agradecido, y observa a su amigo con admiración. Se siente protegido. Cierra los ojos y con un leve movimiento de labios invita a su acompañante a besarle. Invitación que Julen atiende gustoso, saboreando la boca de su amigo, inicialmente con suavidad, para después pasar a invadir con su lengua el espacio abierto.

Julen comienza a retirar la chaqueta a su acompañante. Consciente de lo que puede suceder, este se revuelve poniéndose de pie.

-       ¿Es seguro liarnos aquí? – susurra nervioso Aner – Aitor e Iker están abajo.

-       Tranquilo – responde Julen mientras tira suavemente de la mano amiga acercándolo – como has acertado, hay confianza.

Con el cuerpo del amigo entre sus piernas y la cintura frente a su rostro, desbrocha los chinos de su amigo bajando pantalón y ropa interior de una, dejando al aire la erecta verga. Los 16 centímetros del muchacho brillan en todo su esplendor. La definida cabeza del glande, descapullado por una apañada intervención de fimosis, humedecida por el precum que brota de la punta piden a gritos ser agasajados con una buena mamada, que Julen esta dispuesto a ejecutar. Sin preámbulos, y mirando a los ojos de su adorado amigo va rodeando con sus labios la cabeza, saboreándola como si de un helado se tratase, provocando un estremecimiento en el agasajado. Tras tres o cuatro succiones suaves, arranca un rítmico movimiento dentro fuera masajeando con la lengua el frenillo, que provoca un sonoro gemido de Aner, que no pasa desapercibido en el piso inferior.

-       Parece que arriba se están relajando – comenta un adormilado Aitor.

-       Eso es buena señal – respondo sin dejar se masajear su nuca – quiere decir que Aner esta cómodo.

-       ¿Cuándo os he cortado al llegar en que estabais? – pregunta Aitor interesado.

-       Pues ya sabes – le confirmo sin prejuicios – Julen estaba currándose la merienda.

-       ¿quieres que termine el trabajo? – pregunta mientras toquetea mi entre pierna – si tenemos que esperar a que acaben, no esta bien que pasemos envidia – concluye mientras sube la cremallera del chándal dejando al aire mi animada herramienta.

Mientras Aitor masajea mi miembro preparándolo para la consiguiente mamada, en el piso de arriba Aner disfruta por primera vez de la que esta recibiendo de Julen. Por muchas experiencias previas, todas obligado, ahora recibe placer de un amigo. De su mejor amigo. Esta gozando de manera increíble. En pleno éxtasis, abandonado al placer, su único deseo es que ese momento no acabe nunca. Ni se le pasa por la cabeza correrse. Pero Julen tiene otros planes. Empujando suavemente a su amante, abandona su falo, incorporándose para volver a comer la boca de Aner, que recibe el morreo con la respiración entre cortada, y descolocado, sin entender muy bien que ha pasado para que Julen decida parar.

Julen por su parte sabe bien que hace. Con agilidad se desprende de la camiseta blanca y los pitillos oscuros. Una vez con el suspensorio azul como única prenda, guía al desnudo Aner a tumbarse boca arriba en la cama, recuperando así la mamada, volviendo a endurecer la polla del muchacho a su máxima potencia. Una vez conseguido, sin muchos miramientos avanza sobre el cuerpo de su amante, mientras besa de nuevo al expectante Aner, meterse la dura verga del amigo en el culo de una, sentándose sobre ella hasta tener toda la herramienta enterrada, lo que provoca un nuevo gemido profundo en el follador.

Tras unos momentos de adaptación para ambos, cuando el perforador ha recuperado el resuello, Julen se incorpora sobre el pecho de Aner, comenzando a cabalgar poco a poco inicialmente, para ir aumentando el ritmo progresivamente, hasta acabar con frenéticos movimientos de cadera que tienen a su amante en trance. Cuando intuye que esta a punto de acabar dentro de él, baja el ritmo hasta casi parar. La expresión desencajada de Aner, con la boca muy abierta, y mirada inquisidora, le invita a iniciar de nuevo el movimiento de caderas, volviendo a aumentar el ritmo, hasta sentir en su interior el calor del fruto de Aner rellenando su esfínter. Un desgarrado grito confirma el orgasmo, pero Julen no quiere que el momento se termine. Mantiene un ritmo suave pero mantenido, intentando que la herramienta de Aner no pierda consistencia, ni abandone su orificio anal… por minutos lo va consiguiendo. Cuando percibe que la herramienta recupera cuerpo, aumenta de nuevo el ritmo. Aner no puede hacer más que disfrutar. A duras penas entra aire en sus pulmones. Abandonado al placer, se deja hacer mientras con una mano destapa la húmeda verga de Julen del forro azul que lo cubre. En la sesión previa de sexo en la lonja le pareció más grande. Según masajea el miembro de Julen esté aumenta de tamaño, alcanzando los 18 centímetros que recordaba. EL movimiento de Julen arriba y abajo, ayudan a que Aner simplemente tenga que rodear la herramienta con una mano para realizar una buena paja a su amigo. Con la otra mano, acaricia el glande, repartiendo el precum que expulsa sin cesar por toda la cabeza. Sin aviso previo, los trallazos de semen salen impactando en Aner. El primero en la sorprendida cara, los tres siguientes en la abierta boca del chaval que ágilmente acierta a recoger, saboreando el fruto recibido. Los otros, menos potentes caen sobre el abdomen del muchacho, que, sin poder evitarlo, ante el morbazo de la situación, vuelve a rellenar el esfínter de Julen del fruto de sus huevos.

Sintiendo de nuevo el calor del semen en su interior, Julen se recuesta sobre el pecho de su amante para recuperar el aliento.

-       Ha sido brutal – afirma a decir Aner.

-       Ahora el que necesita la crema soy yo – responde jocoso Julen aún con la polla dentro.

Sin mediar palabra Aner se come la boca de su amigo.

-       ¿Habías probado la lefa antes? – cuestiona Julen saboreando sus propios jugos.

-       Que va - responde el chaval convencido – se me han corrido en la cara muchas veces, pero nunca he dejado que me entre en la boca. Y por detrás siempre con condón. Nunca nada a pelo. Eso al menos lo han respetado.

-       ¿Y que te ha parecido? – pregunta un morboso Julen.

-       Para repetir – responde el chaval volviendo a comerse la boca de Julen.

La polla de Aner sale del culo de Julen de manera natural. Desacoplados, Julen se dirige al baño de la habitación. Sentado en el baño, vacía su esfínter de los fluidos recibidos.

-       Tío, vaya preñada que me has pegado – le comenta jocoso a su amigo, que le observa hacer divertido – no deja de salir semen del culo.

-       No veas la que me liaste el otro día - le recuerda Aner ahora – cuando llegue a casa tenia los gayumbos hasta arriba. Mache hasta los pantalones. Tuve que tirar todo al contenedor al día siguiente o mi madre me hubiese pillado.

Julen vuelve a la habitación para abriendo el armario, sacar un par de toallas. Tras regresar, de la mano invita a su acompañante a una reparadora ducha.

-       Esos han terminado – comenta Aitor mientras cabalga sobre mi dura polla en el sofá, imitando a Julen – se están duchando.

-       Pues tendremos que darnos prisa, o nos pillaran – le comento al oído mientras le ayudo en el sube y baja de sus caderas.

Apretando el esfínter sobre mi herramienta, provoca que termine sin remedio. Una vez recibido el néctar en su interior, se incorpora y tras recoger su ropa del suelo se dirige al baño contiguo para asearse un poco.

-       Si necesitas usar la ducha, tienes toalla en el armario bajo el lavabo – le comento, mientras observo como de su culito cae un hilillo de mi fruto.

Por mi parte, tras limpiar con una toallita húmeda mi amoratada herramienta, cierro la cremallera del chándal, recostándome de nuevo, esperando el regreso de los chicos.

Tras la ducha, Julen y Aner se comienzan a vestir. El armario abierto llama la atención del nuevo visitante.

-       ¡Vaya! – observa sorprendido mientras juguetea con las prendas– a Iker también le gustan los petos, como a ti.

-       La verdad es que uno le regale yo – responde el otro divertido – ya que le gustan tanto los míos. Después se ha comprado otros, y ahora los usa bastante.

-       El buzo que lleva también es chulo – asevera.

-       Tiene morbazo – confirma – sobre todo si sabes que no lleva nada debajo.

Tras recoger la chaqueta de Aner y la libreta con el listado realizado, los muchachos bajan a reunirse con nosotros, coincidiendo con Aitor en el momento que sale del baño recién duchado.

-       ¿Dónde dejamos las toallas sucias? – pregunta Julen con naturalidad sin más explicaciones.

-       Me encargo – responde Aitor quitándoselas de la mano a su amigo, juntándolas con la suya, y echándolas al cubo de la ropa sucia.

-       Vosotros como en vuestra casa – dice un ahora risueño Aner dejándose caer sobre el sofá libre – no os cortéis.

-       Me alegro de que estés más animado – le comento sincero.

-       Como para no estar – replica Julen – con el polvazo que me ha echado.

Aunque inicialmente Aner se sorprende por el sincero comentario de Julen, mi reacción le transmite la suficiente confianza para acabar uniéndose a la sonora carcajada conjunta.

Tras un rato de conversación, los muchachos vuelven a sus casas, no sin antes despedirse con un par de besos… Aner incluido, quedando con el encargo de analizar el listado.

@ikeradan