Conociendo a mis Vecinos (III)

Tercera parte de una historia cotidiana en la que las vidas se cruzan en el momento adecuado para satisfacción de cuerpo y alma.

La semana avanza sin novedad. Aitor tiene exámenes, así que no hay visita a la vista. El jueves, a la vuelta del trabajo, en el paso de cebra habitual, Julen hace aparición. Hoy luce unos vaqueros claros, que, aunque no son tan apretados como los pitillos, si que permiten disfrutar de una silueta bien marcada en piernas y glúteos. En la parte superior lleva una bomber como la que Aitor lució en mi casa. Sospecho que estos chicos se intercambian las prendas, idea, que no voy a negar me resulta muy morbosa de solo pensarla. El conjunto lo completan unas botas altas negras. La verdad que el chico esta terriblemente bueno. Al pasar por delante del coche nuestras miradas se cruzan, provocando un saludo efusivo con su mano y una sonrisa espontanea en su cara. Sin pensarlo se acerca a la ventanilla del coche.

-       Hola Iker, ¿Cómo así por aquí? – me interroga tras abrir la ventanilla.

-       Del curro – le respondo – con ganas de llegar a casa - ¿tu que tal? ¿La semana bien?

-       Bien, ya he terminado exámenes y he pasado a ver si Aitor estaba en casa, pero me ha dicho su madre que esta en la biblio de la uni, así que me iba a echar unas plays a casa.

Si no me equivoco este chico iba a por su ración de sexo después de unos cuantos días, por lo que seguro que va algo quemado. Creo que no debo dejar pasar la ocasión.

-       ¿A que juegas? – le incito – A mi se me da bastante bien. Si quieres echamos unos vicios en la mía.

El chico vuelve a sonreír, y sin pensárselo dos veces da la vuelta al coche montándose en el asiento del copiloto.

Para no perder tiempo, llevo el coche directamente a casa sin pasar por el garaje. Cuando entramos en el salón directamente se quita la bomber tirándola sobre uno de los sofás laterales, dejando a la vista el peto vaquero que luce de nuevo, esta vez, sobre una camiseta de manga larga de finas rayas horizontales blancas y azules, algo más oscuras que el pantalón.

-       En este pedazo tele las partidas tiene que ser impresionantes – exclama exultante.

-       En ese cajón están los mandos y los juegos – acierto a responder saliendo del trance que la visión del chico me ha provocado. – voy a ponerme ropa cómoda.

Lo más rápido que soy capaz, me pongo un chándal ajustado que me queda bastante bien, y tras asearme un poco, regreso al salón con mi invitado.

-       Has elegido futbol – le comento al ver la pantalla.

-       ¿Te va? – responde – para empezar, he pensado que podemos echar unos retos.

-       Por mi bien – le confirmo satisfecho, ya que posiblemente es el juego que mejor se me da, después de tantas horas jugando contra los sobrinos.

La primera partida la gana Julen por poca diferencia. La cosa, aunque reñida se decanta de su lado en los minutos finales. La siguiente es claramente mía. Dos goles de ventaja desde el inicio y mi táctica defensiva provocan que empatemos en el resultado global a uno. Tras esta partida me acerco a la cocina a por un par de refrescos y algo que picar, que, con el cambio de planes, no he comido nada más que un sándwich a media mañana en el trabajo.

Julen da cuenta de su refresco mientras prepara la siguiente partida.

-       Veo que tienes buen nivel – comenta risueño – esto puede ser interesante. ¿Te apetece que nos juguemos algo en las siguientes partidas?

-       ¿Qué propones? – le respondo curioso.

-       No se – duda ahora indeciso– era solo por darle algo más de chispa a las partidas.

-       Me parece genial – le animo – pero no se muy bien que podemos jugarnos. No quiero quitarte la paga, así que dinero no, y el típico juego de las prendas es tentador, pero creo que puede alargarse demasiado.

-       Pues hagámoslo más corto – propone risueño – Nos lo jugamos al mejor de tres partidas, y el que gane decide que hace el otro el resto de la tarde. Pero el que pierda debe obedecer.

Con el pacto cerrado, comenzamos a jugar. La primera de las partidas cae de mi lado con facilidad. Julen se derrama sobre el sofá, pero no desespera, y se preparar para afrontar el segundo juego. Este cae de su lado demasiado fácil. Un penalti y la consiguiente expulsión de mi jugador desequilibra el partido. Tras el empate el chaval esta eufórico confiando en su suerte final, me regala unos movimientos alegres por toda la estancia de celebración que me permiten disfrutar de su magnifica presencia. La verdad que esta mereciendo la pena la tarde.

El desempate definitivo es muy emocionante. Con ocasiones para ambos bandos los goles se resisten llegando al final en empate. La suerte se va a decidir en los penaltis de desempate, donde se que estoy acabado, ya que se me dan muy mal. Efectivamente Julen consigue hacerse con la victoria final. Todo esta decidido. Bueno, todo no, ahora debo de obedecer a Julen el resto de la tarde, y no tengo ni idea por donde saldrá.

El chaval me observa satisfecho desde su posición. Aunque se le ve feliz, parece que no se decide.

-       Bueno, has ganado – le confirmo – ya me dirás que quieres que hagamos ahora.

-       ¿Me enseñas el resto de la casa? – responde

-       Claro, vamos allá. – respondo levantándome y dirigiendo a mi invitado hacia el piso superior, donde entiendo quiere ir.

Llegados a mi habitación Julen se queda ensimismado.

-       Vaya pedazo de cuarto – exclama mientras se sienta en la cama con las manos sobre la cabeza asombrado.

-       Me alegro de que te guste – respondo – la verdad que es muy cómodo.

-       Aquí tienes que triunfar con tus ligues – asevera mientras se reclina coqueto ya superado el asombro inicial.

-       La verdad que no traigo aquí a cualquiera – le respondo sincero.

-       ¿A Aitor te lo has follado aquí? – pregunta pícaro.

-       Si así fuera – respondo - ¿sería importante?

-       Bueno – comenta pausadamente – tendré que empezar a cobrarme el reto. Vas a empezar dedicándome un bonito estreptease.

-       ¡¡¡Uhm!!! – le respondo con voz sugerente mientras busco en el móvil una canción adecuada para la ocasión que arranca a sonar en el hilo de la habitación – veo que vas directo al grano. ¿Te gusta algo en particular, o me voy desnudando así sin más?

-       Sorpréndeme – responde – pero que sepas que soy bastante exigente.

Complacido comienzo el baile sensual de cortejo de mi acompañante. Tras varios momentos de contoneo, voy desprendiéndome una a una de las prendas que llevo… primero la sudadera, después la camiseta… el pantalón del chándal, dejando ver el sugerente tanga que me puse al “ponerme cómodo” al llegar a casa en previsión de que algo así se diese… en estas me voy acercando sugerentemente por encima de la cama hasta colocarme sobre mi acompañante que espera paciente y aparentemente complacido con el espectáculo. Con delicadeza paso mi mano sobre la bragueta del pantalón notando un bulto considerablemente crecido. Acerco mis labios a los de Julen, que reciben un suave beso, mientras mi mano masaje su abultamiento sobre la ropa.

Mientras mi lengua perfora sus labios, mi mano desabrocha uno a uno los botones del pantalón, pudiendo acceder al interior, donde se encuentra el pedazo de carne buscado palpitante.

-       ¿No llevas gayumbos? – le susurro complacido.

-       Cuando llevo peto siempre voy de comando – responde confirmando mi pregunta.

La idea de que como ahora el día que vino a casa a ver el partido tampoco llevase ropa interior me calienta más si cabe, teniendo en cuenta el morbazo, que como comenté, me produce ese tipo de prendas en los chicos de la edad de Julen y Aitor.

Mi mano libera la dura polla de Julen por la bragueta del pantalón dejando al aire todo su mástil, y sus depilados huevos. Sin pensármelo, me deslizo hasta colocar su glande al alcance de mi boca, para, sin muchos preámbulos, lamer toda la carne que asoma fuera de la ropa. Primero ambas bolas por turnos. Después todo el talle de la herramienta, hasta acabar engullendo el falo desde la cabeza hasta el tallo.

-       Si sigues mamando así – comenta entre jadeos – me voy a correr en seguida.

-       ¿No es lo que quieres? – interrogo tras liberar mi boca relamiéndome con gula.

-       No tío – replica más calmado – esto ya lo hago con Aitor. ¿No se te ocurre algo más cañero?

Entiendo a que se refiere Julen. Para echar polvos ya tiene a Aitor o gente de su edad. Comprendo que, al querer hacerlo con alguien más mayor, como yo, quiera buscar nuevas experiencias. Vuelvo a guardar el trozo de carne dentro de la prenda. Sin decir nada, me sitúo a horcajadas con las piernas alrededor del cuerpo de Julen, para, desde esa posición ir retirando la ropa al muchacho. Primero suelto los botones laterales de la cintura. Después, las hebillas de los tirantes del peto. Tras echar hacia la cintura la tela del peto, levanto la camiseta. Julen intuyendo mi intención se incorpora un poco, facilitando que la prenda salga por su cabeza y brazos sin problema. Echándome hacia los pies de la cama tiro de las perneras del pantalón para dejar a mi acompañante completamente desnudo sobre la cama.

No lo he comentado antes. Julen es un chico alto, unos centímetros más que yo incluso, y con un buen cuerpo, que aunque no esta especialmente definido, si que se ve trabajado en el gimnasio. No tiene mucho pelo en el cuerpo. Las piernas parecen depiladas, pero el resto esta al natural. Su entrepierna presenta una mata encima de su pene, pero poco más. La verdad, que su visión, desnudo sobre la cama, expectante por lo que pueda pasar, es todo un espectáculo que merece ser disfrutado.

Me acerco a uno de los cajones de la ropa, donde guardo algunos juguetes. Creo que en esta ocasión probaremos un kit que compre hace tiempo por curiosidad, pero que nunca había llegado a utilizar con nadie.

Acerco la bolsa a la cama. Julen, con su pene aun duro, contempla divertido los acontecimientos.

De la bolsa salen unos arneses para muñecas y tobillos, que uno a uno coloco a mi complacido amante.

De vuelta a la bolsa, saco uno mas grande, que con cuidado enseguida está amarrado al cuello de Julen. Después aparece una correa, que, tras atarla a la argolla del collar, utilizo para sin decir nada, tirar de ella y obligarle a incorporarse sobre la cama a cuatro patas.

Ahora es el turno de la cola de goma. Es un dildo, que en un extremo tiene una bola y después del tope anal, tiene en forma de cola de perro.

Julen muestra cara de sorpresa. Sin decir nada, le acerco el dildo a la boca y entendiendo mis intenciones lo comienza a lamer y chupar, ensalivando la parte que intuye pienso introducir en su culito.

Una vez bien lubricado, efectivamente, llevo el dildo a la parte trasera, en donde, tras unos pocos movimientos de adaptación queda ensartado sin mayores problemas.

La imagen de Julen a cuatro patas sobre la cama con la cola asomando de sus nalgas es inmejorable.

-       Pilla mi móvil del pantalón – me dice excitado – y sácame una foto, que quiero ver como me queda.

Antes de obedecer sus ordenes, busco de nuevo en la bolsa, y tras encontrar la bola para la boca, se la coloco amarrando su correo alrededor de la cabeza. Una vez con el atuendo completo, me acerco a los pantalones del chico para buscar su móvil, y como me ha pedido, hacerle un par de fotos desde varios ángulos, que voy enseñándole para su disfrute.

Terminada la revisión y con su visto bueno, queda la siguiente parte. Me acerco al trastero que hay tras el cabecero de la cama de donde saco el soporte que venia con los arneses, y que como he comentado, aún no he probado con nadie, aunque si que lo tenia medio montado.

Coloco la base en la zona del despacho tras hacer sitio retirando la silla fuera.

A Julen ahora se le ve intrigado, ya que mueve nerviosamente su nuevo apéndice mientras observa mis movimientos.

Del mismo sitio de donde he sacado la base, saco el brazo que completa el soporte, y lo coloco en su sitio fijándolo fuertemente.

Una vez montada la pequeña estructura, y regulada la altura, dirijo a Julen con la correa hasta la misma. El chico me sigue el juego, y se deja llevar siempre a cuatro patas. El soporte consta de una base alargada, donde Julen puede apoyar el pecho, y donde hay un gancho donde atar en arnés del cuello del chico. Además, consta de cuatro brazos a nivel del suelo, donde amarrar las argollas de muñecas y tobillos, de manera, que con el culo en pompa, Julen queda completamente sujeto, y a mi entera disposición.

Con la bola en la boca, el chico no puede hablar, pero deduzco que la situación le agrada, no solo por el movimiento constante de la cola que lleva colocada en el culo, si no también por el chorreo de precum que desliza desde la punta de su glande al suelo.

En esas estamos, cuando suena el timbre de la puerta. Julen inquieto emite un gruñido.

-       No te preocupes. – le intento tranquilizar – no se quien será, pero me deshago de el enseguida.

Por la hora, tengo la sospecha que se quien puede ser el inoportuno visitante. Si estoy en lo cierto, puede ser hasta divertido.

Busco en la bolsa, y saco una cosa más, que no pensaba utilizar, pero que creo que ahora será interesante. Un antifaz, que le coloco a Julen, dejándole a ciegas.

Antes de bajar a abrir, decido ponerme algo de ropa, por si no estoy en lo cierto, y la visita no es quien yo pienso… cuando voy a por mi ropa, lo primero que me encuentro son los pantalones de Julen. Como he dicho, el chico es más alto que yo, por tanto, no puedo resistirme a colocarme su prenda para bajar a abrir. De la misma me calzo el pantalón en mis piernas, amarrando los tirantes al peto lo coloco en su sitio, para posteriormente abrochar los cierres laterales. No es posible abrochar los últimos, ya que tengo algo más de cintura que Julen, pero la prenda me queda suficientemente bien para poder bajar a abrir la puerta. Ni que decir tiene, que la situación es para mi super morbosa. Dejo a Julen amarrado al arnes esperando mis atenciones, mientras que, enfundado en sus pantalones, que me ponen mucho, bajo a abrir la puerta, si no estoy equivocado a Aitor.

Cuando abro la puerta, veo que la figura conocida de Aitor y su mochila se alejan de mi casa. Al escuchar que la puerta se abre, el chico se detiene y vuelve sobre sus pasos alegremente.

-       Pensaba que no estabas – comenta risueño entrando en casa.

-       ¿Qué tal en la biblioteca? – le pregunto educado - ¿has aprovechado el tiempo?

-       Estoy harto de estudiar – replica dejando la mochila en el suelo y sentándose en el sofá como de costumbre – menos mal que mañana acabo el último examen.

Aitor de repente cambia su expresión de cansado a sorprendido.

-       ¡¡Vaya!! – no puede evitar exclamar – que outfit más moderno te has buscado. ¿Has ido de compras? Te queda bien, aunque quizás te iría mejor una talla más.

-       Me gusta – le respondo divertido – y si, creo que iré a cambiarlo por una talla más.

-       Espera – dice bajando la voz entre sorprendido y escandalizado mientras se levanta para acercarse a comprobar algo – esos pantalones me suenen. Son de Julen.

Con mi mano le hago un gesto para que se calle.

-       Julen esta arriba – le susurro – si subes en sin hacer ningún ruido, te enseño algo que te va a gustar.

De la misma, y haciendo lo que le he indicado, subimos los dos hasta mi cuarto.

-       Julen – comento al entrar a la estancia, señalando a Aitor donde se encuentra el chico, y con levando un dedo a mi boca, pidiéndole silencio – era un repartidor. Ya podemos continuar con lo que estábamos.

Acercándome a la posición de Julen, le acaricio suavemente la espalda, para acabar masajeando su ahora flácido miembro, intentando que recupere cuerpo. El chico agradecido por las caricias emite un ligero gruñido y menea sus caderas haciendo que la cola se mueva a su vez, como si de un perro se tratase, para transmitir alegría.

Aitor esta entre flipado y expectante por la situación, y continua sin delatar su presencia en silencio.

Mis masajes dan sus frutos, y la verga de Julen vuelve a su máximo esplendor. Abandono la herramienta, y sin dejar de acariciar su piel, me coloco de cuclillas delante de su cara. Por la bragueta del peto, saco mi miembro duro y mis bolas. Tras liberar la bola de la boca de Julen, rozo mi glande con sus labios. El chico agradecido succiona el liquido que emana de la cabeza de mi pene, para posteriormente intentar adelantarse para chupar. El arnés amarrado a su cuello le impide progresar, por lo que soy yo, quien, avanzando mis caderas, le voy acercando mi miembro para que el goloso muchacho la vaya saboreando poco a poco, hasta tenerla toda dentro.

Aitor observa la escena desde el otro lado de la habitación inquieto. Mientras mi miembro recibe las atenciones de la boca de Julen, le hago señas a Aitor para que se desnude y se acerque, lo que hace sin perder detalle de la situación en la que su amigo se encuentra mientras succiona mi polla.

Aitor se acerca con el rabo ya tieso por el espectáculo. Por señas le pido que se coloque a mi lado. De la misma, le masajeo un par de veces su tranca, para después pasar a llevármela a la boca y empezar una ligera mamada. El chico, sin dejar de mirar a su amigo, emite un ligero gemido al meter su glande en mi boca. Julen ajeno a lo que esta sucediendo a su alrededor, continúa trabajando mi pene gustoso. Con cuidado de no hacer ruido, me saco la polla de Aitor de la boca, y le dirijo a ponerse en cuclillas a mi lado. Con cuidado me retiro de la boca de Julen, y me aparto para dejar mi sitio a Aitor, que se coloca delante de su amigo, indeciso.

-       Buff tio – dice Julen a ciegas – me tienes burrisimo. Necesito que me la chupes un rato o reviento.

-       Lo intento – respondo a su propuesta – a ver si puedo hacerlo y que tu sigas también con lo mio.

-       Eso es muy difícil – suspira al recibir mis atenciones en su miembro – no vas a poder.

Con la herramienta de Julen en la mano, tras varios lametones, le hago señas a Aitor para que acerque su glande a los labios de Julen, que, sorprendido, acepta gustoso la invitación disfrutando por partida doble.

Tras varios minutos en esas, quiero ir un poco más allá.

Abandono la mi posición bajo el muchacho y sigilosamente, para que no sospeche, me sitúo detrás de él. Con cuidado retiro el dildo de su ano, que queda abierto y dispuesto. Aitor, a mi indicación, se retira de nuevo de la boca de Julen.

-       Métemela entera – gime Julen totalmente excitado.

Sin decir nada se la clavo de una para empezar a bombear al ritmo de sus gemidos. La verga del chaval es un chorro constante de liquido preseminal. Aitor por su parte se toca sin complejos ya, ciego por la excitación que siente.

-       Buuuf – exclama el penetrado desde su sumisa posición – Esto solo mejoraría con otra polla en la boca. Me corro solo de pensarlo.

Aitor deseoso, con mirada de perrito herido, espera mi aprobación para actuar con su amigo. Un leve gesto de mi rostro le sirve como indicación para enterrar su verga en la abierta boca de Julen, que la recibe entre sorprendido y agradecido. En ese momento aprovecho para quitar el antifaz a Julen, que tras adaptar la vista a la claridad, pero sin dejar de mamar gustoso, comprueba que la polla que tiene enterrada en la boca es de Aitor, momento en el que como advirtió, de su miembro comienzan a brotar chorros de semen. La corrida del chico no provoca que se retraiga.

-       Cambiaros de posición – comenta en un momento que Aitor deja libre la boca del chico.

Sin pensarlo mucho, nos cambiamos de sitio. Ahora es Aitor quien desnudo trabaja en culo de Julen, mientras por mi parte, ofrezco mi estilete que asoma por la bragueta del peto vaquero del muchacho en su boca.

-       ¡¡¡Vaya!!! – exclama sorprendido Julen - ¿Tanto te gustan mis pantalones?

-       Me pone mucho llevarlos mientras me la comes – le respondo excitado mientras le planto un beso con lengua que recibe gustoso.

Tras el beso mutuo, me incorporo de nuevo ofreciéndole continuar la mamada. Tras varios lametones se la entierro entera en la boca. La posición de su cuerpo facilita que la polla dura supere una y otro vez su úvula sin problemas, sin provocarle arcadas. Mientras a buen ritmo me voy follando su boca, Aitor no se queda a la zaga. Sus embestidas en las posaderas de Julen son cada vez mas rápidas y profundas. Julen gime continuamente sin perder en ningún momento la rigidez de su miembro que vuelve a chorrear precum.

Tras varios minutos de frenética actividad, Aitor anuncia que terminara en breve. También estoy a punto, por lo que le propongo hacerlo a la vez y así lo hacemos. Mientras mis jugos entran directamente en la traquea del mamador recibe gustoso, Aitor llena el interior trasero del chaval con los suyos.

Aitor cae extenuado al suelo, mientras Julen se relame con los últimos lametones que dejan bien limpia mi herramienta.

Incorporándome, me acerco a la posición donde descansa Aitor. Le ofrezco la mano ayudando a levantarse y le guio hasta la cama, donde nos recostamos entre caricias mutuas y besos cariñosos.

-       ¿Que hacemos con ese?  - susurra mientras señala con la vista a su amigo que nos observa aún atado al soporte.

-       Esta muy guapo ahí – le respondo sugerente – mejor le dejamos un ratito más.

-       No seáis cabrones – replica desde su posición – dejadme ir con vosotros, que tengo las piernas entumecidas.

Aitor se levanta ágilmente de la cama, y se dirige a liberar a su amigo, sin evitar palmear varias veces  las expuestas nalgas de Julen mientras desata cada uno de los amarres que sujetan al chico al soporte.

Aitor regresa a mi lado tan ágil como se ha levantado. Julen por su parte, se quita los arneses de mulecas, tobillos y cuello, y se mete a la ducha a limpiarse.

Aitor y yo continuamos con nuestras caricias y besos mutuos mientras el chico se asea, y sale secándose con una toalla limpia. Tras colocarse su camiseta de rayas se queda mirando nuestra escena.

-       Siento ser un aguafiestas – comenta cariñosamente – pero es tarde, y voy a necesitar mis pantalones para ir a casa.

A desgana me dispongo a incorporarme para desprenderme de la ropa del chico, pero Aitor me obliga a tumbarme de nuevo, siendo el quien comienza a desabrochar los botones del pantalón, para, tras soltar las hebillas de los tirantes del peto, ir sacando la prenda por mis piernas con delicadeza. Una vez me deja desnudo en la cama, coloca la prenda a los pies de Julen, que divertido introduce primero una pierna, para después, tras meter la segunda observar como Aitor va colocando en su sitio primero un tirante que amarra en el botón del peto, para después hacer lo propio con los botones laterales.

-       Si no le cierras la bragueta se le enfriara el pájaro – le indico sugerente mientras manoseo mi pene que vuelve a estar juguetón tras el morboso espectáculo que he podido disfrutar.

Aitor introduce su mano dentro de la bragueta abierta de Julen, colocando su morcillona polla en una posición más natural, para posteriormente atar lo botones uno a uno. Satisfecho por el trabajo realizado, se vuelve a mi lado.

-       Tíos, ha sido una pasada – comenta Julen, mientras se dispone a abandonar la estancia – pero me tengo que ir a casa. Mañana hablamos. No hace falta que me acompañéis a la salida.

Cuando el chico, sin esperar respuesta, abandona nuestra compañía, Aitor que se entretiene manoseando mi alegre verga, comienza a mordisquear el lóbulo de mi oreja.

-       Te quedan ganas para un último polvete – susurra sugerente en mi oreja – todo esto me tiene con ganas de sentirte dentro.

-       Vale – le respondo mientras busco sus labios con los míos – pero quiero poder besarte mientras te clavas.

Sin pensárselo dos veces, Aitor pasa sus piernas por encima de mi cintura, y sin muchas dificultades se perfora con mi duro miembro, comenzando a cabalgar poco a poco. Cuando ya se encuentra bien empalado, se agacha hacia mi boca, donde compartimos besos a la vez que mueve sus caderas ligeramente.

Así acabamos la intensa tarde. Tras asearnos juntos en la ducha entre caricias, Aitor vuelve a su casa bien relajado para sin duda sacar una gran nota en su examen del dia siguiente.


FIN de esta tercera parte. ¿Considerais que debe continuar? Si es así hacedmelo saber a través de los comentarios o del correo electronico. También se aceptan sugerencias  de como os gustaría que siguiese la historia. Feliz año nuevo a todos los lectores y amigos.