Conociendo a mis hijos (8)

Luis no podía más con la excitación. Se agarró con las manos a las sábanas. Empezó con una respiración muy elevada y de pronto noté como mi boca recibía todo el semen de mi hijo.

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CONOCIENDO A MIS HIJOS (VIII)

Cuando Luis y yo terminamos de recoger las cosas nos dirigimos hacia mi cuarto. Luis fue el primero en entrar yo le seguí detrás y me aseguré de poner el seguro en la puerta de la habitación. Me giré y pude observar como mi hijo se empezaba a desnudar. Se quitó la camiseta y pude contemplar ese cuerpo tan bien formado que tenía. Sus pectorales marcados y esos abdominales que acababan en un valle para finalmente llegar a su maravilloso miembro.

-¡Papá, deja de mirarme con esa cara de bobalicón!-dijo Luis mientras reía.

-Ja,ja…-reí-perdón hijo pero es que… no te voy a engañar… tienes muy buen cuerpo-afirmé mientras me quitaba la camiseta.

-Es genética pura y dura… porque tú tienes muy buen cuerpo la verdad-decía mientras contemplaba mi cuerpo semidesnudo-… y dura también es otra cosa que tengo entre las piernas-dijo mientras se sobaba su paquete.

-¡Vaya!... veo que hoy no vamos a necesitar peli porno para calentarnos ¿no?...-pregunte sorprendido.

-¡Qué va!... si llevo con una calentura toda la tarde… estoy deseando descargar. ¡Venga… desnúdate ya ¿no?!-dijo mintiéndome prisa mientras se tumbaba en la cama totalmente desnudo.

Me quité los pantalones y me quedé en bóxer. Mi erección era de campeonato cosa que mi hijo vio con sorpresa.

-Veo que tú también estas ya empalmado ¿no?...-preguntó con esa sonrisa tan picarona que tenía.

-Buff… -resoplaba yo y bajándome los bóxers dejé al aire mi buena verga-Venga vamos al lío…-dije mientras me tumbaba en la cama.

Nos tumbamos los dos uno junto al otro. Nuestros cuerpos estaban en contacto. Notaba como la temperatura del cuerpo de mi hijo era superior a la mía, notaba que la piel le ardía. Mi hijo comenzó a masturbarse la torre de marfil que tenía de polla. ¡Qué delicia! La verdad es que se me hacía la boca agua. No apartaba la vista de su mano y de su polla. Mi hijo, al igual que yo, no dejaba de mirarme. Y con una mano comenzó a acariciarme y a sobarme todos mis abdominales, mi pecho. Subió lentamente hasta mis pezones y los comenzó a acariciar. Mi corazón no podía bombear más sangre de la que le llegaba… Esto era la gloria. De pronto no té como mi hijo dejó de masturbarse. Se incorporó en la cama y me comenzó a besar el pecho. Bajó lentamente hasta uno de mis pezones y comenzó a lamerlo y a mordisquearlo. Yo no podía más con mi excitación. ¡Era mi propio hijo! La única persona que me ha hecho sentir esta sensación de placer tan auténtica que sólo conseguía con su madre.

Cuando dejó de lamerme el pezón bajó lentamente por mis abdominales, comenzó a besarlos y a lamerlos, recorriéndolos poco a poco hasta que posó su boca en mi pelvis. ¡Ay Dios qué delicia!

-Papá… ¿puedo?-me preguntó con esa carita de ángel.

-Sabes que sí hijo-y diciendo esto mi hijo comenzó a lamerme y a besarme mi polla.

Me besaba y me lamía el glande a la vez que me masajeaba mis huevos. Se lo introdujo todo en la boca. Mi hijo succionaba mi polla y con una mano me pajeaba. ¡Qué delicia, qué gloria! Esto era lo máximo. La excitación que recorría mi cuerpo llevaba años sin sentirla. Noté como mi hijo tenía una erección enorme a pesar de su pasividad mamándome la polla. Alargué la mano y comencé a pajearle. Mi hijo paró la mamada y me miró.

-Tú también tendrás que gozar ¿no?-le dije.

-Umm…sí-me dijo mientras seguía con la mamada-¡qué rica está papi!

-¿Te gusta?-pregunté con lascivia.

-Claro… sabes que desde que la probé el otro día no sueño si no es con ella-me dijo mi hijo con una sonrisa.

-¿Sabes una cosa?... a mí también me gustaría probar de nuevo la tuya. También quiero que tú goces hijo.

Luis dejo de mamarme la polla. Se incorporó y mirándome a los ojos me dijo.

-¿En serio papá?...¿quieres?-preguntó asombrado.

-Verás…-dije poniéndome un poco colorado-...la otra vez me gustó hacertelo y aunque no tengo experiencia…

-Vale papi, como desees…-y diciendo esto se tumbó en la cama esperando a que empezara.

Yo me acerqué a mi hijo y al igual que él comencé a besarle el pecho, los pezones y bajé rápidamente hasta su polla. Cuando la tenía a escasos centímetros la agarré con una mano. Pude contemplar esa hermosura de polla que yo había engendrado. Abrí mi boca y me introduje aquel falo tan delicioso en mi boca. Besé en primer lugar el glande, saqué mi lengua y comencé a hacer círculos en la parte superior. Mi hijo comenzó a gemir.

-Umm papá… ¡qué rico!-decía entre gemidos.

Bajé besando por el tronco lentamente hasta sus huevos. Ahí comencé a lamerlos y me introduje uno de ellos en la boca. ¡Joder qué pedazo de huevos tenía mi hijo! De nuevo subí lentamente lamiendo toda aquella maravilla y la comencé a meter lentamente en la boca. No me veía capaz de introducírmela entera pero lo conseguí. Noté como el poco vello púbico de mi hijo rozaba mis labios. Los gemidos de mi hijo empezaban a aumentar…Yo me la saqué de la boca y le pedí que se calmase o nos podrían escuchar. Me volví a meter otra vez la polla de nuevo en la boca. Mi hijo me puso una mano en la cabeza y me empezó a acariciar y me indicó con un leve empujón que comenzara con un movimiento más ligero. Succionaba la polla de mi hijo como si me fuera la vida en ello a la vez que con una mano le pajeaba. Sabía deliciosa por el precum que echaba.

-Umm qué rica…-dije mirándole a la cara.

-¿Te gusta papaíto?...-preguntó.

-Está deliciosa…

-¿Te gustaría probar mi leche? Estoy a punto…-dijo entre gemidos.

-Sí hijo…-le dije mientras seguía con la mamada.

Luis no podía más con la excitación. Se agarró con las manos a las sábanas. Empezó con una respiración muy elevada y de pronto noté como mi boca recibía todo el semen de mi hijo. Fueron varios trallazos la corrida que mi hijo se pegó. Yo la retuve en la boca para saborearla. Aunque era algo raro, ese sabor inexplicable, me gustaba. Y ante tal excitación me lo tragué todo entero.

-¡Joder papá! Esto ha sido increíble…-dijo mi hijo con la voz entrecortada-.. mucho mejor que la otra… ¡has mejorado¡-reía.

-Pues sí, era tal la calentura que tenía que mira lo que me has llevado a hacer.

-¿Y tu qué?... no te has corrido.

-Ya, bueno, mejor me hago una paja y descargo, no quiero que tú que estás ahora atontado te pongas a trabajar. Y dicho esto me empecé a masturbar.

Mi hijo se acercó a mí y comenzó a sobarme todo el cuerpo. Mis piernas, los abdominales, el pecho. Y me comenzó a besar, el hombro, el pecho, subió por el cuello hasta que llegó a mi oreja donde me susurró-… venga papi… suelta todo lo que tienes dentro… disfruta-a mi esas palabras me pusieron mucho más cachondo. Comencé a acelerar la paja. Mi hijo me siguió mordisqueando la oreja, mi corazón bombeaba sangre a no poder más… Luis fue besando me por toda la mejilla hasta que posó sus labios sobre los míos. Yo abrí la boca para recibir ese beso y nuestras lenguas se fundieron en una sola. Estábamos totalmente unidos por nuestras bocas. Mi hijo me tomó la cabeza con las dos manos, para no separarme de mí. Mi polla ardía y mis huevos estaban a punto de descargar. En esto que mi hijo se separó de mí y me dijo….-¡Te quiero papá!...y toda mi leche salió a borbotones de mi polla. Era una fuente. Si antes había echado leche con la mamada de mi hijo ahora me salió tal cantidad que me llené todo mi abdomen mi pecho y hasta mi hijo recibió parte de ella.

-¡Te quiero Luisito!...-dije a mi hijo con cariño.

Y de nuevo nos fundimos en otro apasionado beso. Sentía el calor del cuerpo de mi hijo y su cariño que me demostraba. Pero esto que estaba sucediendo entre mi hijo y yo… ¡No podía ser! ¡No estaba bien! La excitación que sentía cuando estaba cerca de él me llevaba a cometer estas locuras. Pero… soy su padre y esto… ¡No está bien entre un padre y un hijo! Pero… ¡Le quiero!... ¡Es mi peque!...

Di un beso en la frente y contemple como se había quedado dormido en mi pecho. ¡Te quiero hijo! Dije para mis adentros.