Conociendo a mis hijos (6)
Mientras su amigo se pajeaba y le mamaba con lujuria ese trozo de carne que la naturaleza le había dado. ¡Cómo disfrutaba!
CONOCIENDO A MIS HIJOS (VI)
Pasó casi una hora y seguíamos abrazados en la cama después de haber dejado nuestros cuerpos sin fuerzas para movernos. Luis se levantó y se dispuso a salir del cuarto desnudo.
-¿Dónde vas hijo?-le pregunté.
-A darme una ducha, la necesito-me decía mientras abría la puerta del cuarto.
-¿Quieres que nos duchemos juntos como hacíamos cuando eras pequeño?-le propuse.
-Pues, estaría de puta madre-contestó.
Yo enseguida estaba saliendo también totalmente desnudo del cuarto tras él. En un segundo ya estábamos los dos en la ducha metidos. El agua corría por nuestros cuerpos que se rozaban continuamente. Me situé detrás de mi hijo y mi verga tocó en ocasiones su culo suave, lo que provocó que comenzara a ponerse un poco erecta. Me enjaboné todo mi cuerpo mientras mi hijo me observaba. De repente me cogió de la mano, me colocó la esponja y me hizo que le enjabonara su pecho, sus espaldas, sus glúteos, abrió un poco las piernas para que pudiera alcanzar su ano. Bajé por sus piernas por la parte de atrás, y subí hasta la polla donde solté la esponja y con mi propia mano comencé a hacerle una paja con el jabón. Mi hijo gemía y mi polla tardó un segundo en volverse a poner dura como la piedra. Totalmente erecta.
-Papá ¿te estás poniendo cachondo?-me preguntó mientras se giraba y me miraba la polla.
-Sí hijo, sí-contesté sin ningún pudor-. Es que tenerte aquí me pone muy excitado.
-¿Ah sí? Bueno, te voy a quitar la excitación-me dijo mientras se ponía de rodillas y sin más se metía toda mi polla en su boca.
-¿Qué haces Luis?... ¿te gusta mi polla?-le pregunté.
-Sí papá, sí, me gusta mucho. No sé porqué pero me gusta mamártela…-me dijo sin reparo.
-Bueno hijo, pues come, come… si a ti te gusta, yo te doy. Je, je-reía.
Luis se reía mientras seguía lamiendo toda mi polla. ¡Qué placer! Me temblaban las piernas al estar de pie en la ducha. Perdía las fuerzas y me tuve que apoyar con las dos manos en la pared. El agua corría por nuestros cuerpos y Luis seguía comiéndome la polla como todo un experto.
-Hijo, me voy a correr-le dije.
-Sí papá, sí, dame otra vez leche calentita-me dijo mi hijo sobreexcitado.
-¿Siii, quieres?-pregunté con gran excitación.
-Ummm sí papá, dámela toda…-me decía con voz muy sensual, estaba irreconocible.
Mi hijo me comía la polla como nadie me la había comido jamás. Era la tercera vez, o al menos eso creo según me dijo él, que le comía la polla a alguien y lo hacía como un gran experto. De repente mis fuerzas se me escaparon todas por la polla y otro chorro de semen llenó la boca de mi hijo, quien se encargó de atrapar bien mi glande y tragárselo todo entero sin dejar escapar ni una sola gota. No podía más, era la segunda corrida en menos de una hora y me había matado de este golpe. Mi hijo se puso en pie, se me acercó, me agarró la cabeza y me dio un beso en la boca. ¡Mi hijo me dio un beso en la boca, un beso alucinante, que jamás olvidaré! Nuestras lenguas se juntaron y pude saborear restos de mi propio semen que quedaban en su boca. Cuando se separó me dijo:
-Deliciosa papá, tu leche me encanta. Me gustaría tener un poco de ella todos los días… ¿vale?-me preguntó con cara de deseo.
-Muy bien, hijo, todos los días tendré un biberón de leche calentita para que mi niño crezca sanote…-le dije excitado.
Salimos de la ducha y nos secamos. ¡Qué día tan bueno estábamos pasando! Mi hijo Luis salió del baño y se fue para su cuarto, yo me sequé y me encerré en el mío. Me puse a leer tumbado en la cama pero en mi mente no aparecían nada más que recuerdos de los dos últimos días: la paja que nos hicimos el día anterior, las mamadas de esta tarde… ¡Eso no está bien! ¿Qué estoy haciendo? Pero estos recuerdos hacían que me pusiera todo cachondo y olvidara cualquier cuestión que me hiciera sobre ese tema. Intentaba dejar la mente en blanco para poder concentrarme en leer el libro, pero nada… imposible. Ya por fin llegué a la conclusión, mi hijo Luis es gay, porque no es normal que a un chiquillo de su edad le guste masturbarse con su padre y que le guste mamarle la polla como lo acababa de hacer. O tal vez, es tal el amor fraternal que siente hacia mí que se siente otra persona cuando estamos juntos, por eso le gusta disfrutar tanto conmigo y con las cosas que hacíamos. Pero para salir de dudas no tenía más remedio que preguntárselo, pero lo dejaría para otro momento en el que estuviésemos solos.
No llevaba dos páginas leídas cuando llamaron a la puerta. Salí a abrir, eran mi hijo y su amigo que llegaban del partido.
-¡Hola papá!
-Hola-contesté-¿Qué tal ha ido?
-Mal, mi equipo ha perdido, pero el de Quique ha ganado-me contestó.
-¡Vaya!-dije con sorpresa-no siempre gana el equipo de uno.
-Bueno, pero era entre amigos, nada importante. Al final hemos jugado con uno menos en cada equipo porque no se han presentado todos. Ahora me voy a dar una ducha porque he sudado mucho.
-Vale hijo.
-Ah papá, que Quique también se va a quedar esta noche a dormir porque sus padres vuelven mañana. Le tendré que dejar algo de ropa para que se ponga.
-Muy bien hijo, haced lo que queráis.
A mi hijo le dio alegría que aceptara para que se quedara Andrés en casa. La verdad es que aunque tiene 19 años el muchacho siempre me pide permiso para cualquier cosa que hiciera. Está muy bien educado mi hijo, pensé enorgullecido.
Ambos se dirigieron hacia la habitación de Andrés que la cerró cuando entró.
En la habitación:
-Bien, esta noche…-le dijo Andrés a su amigo mientras se agarraba el paquete con la mano.
-¿Esta noche qué?-preguntó Quique haciéndose el despistado.
-¿Qué…?¿acaso no te acuerdas en lo que quedamos en el manantial?
-No-contestó Quique.
-Joder tío, no te hagas el tonto.-dijo Andrés que comenzaba a mosquearse.
-Ni tonto ni nada, yo haré lo que me dé la gana. Y en el manantial estaba cachondo perdido de verte desnudo y por eso te dije aquello, pero nada más. Así que no te esperes nada. Que el que sea tu amigo gay no quiere decir que me tengas de puta para cuando te salga de los huevos, ¿entiendes?
-Bueno, ok, lo que quieras. Me voy a dar una ducha, si quieres ve al salón a ver la tele o algo.
Andrés salió del cuarto y se metió en el baño para darse una ducha. Estaba cabreado porque se sentía engañado por su amigo. Le había prometido que esta noche le iba a hacer una mamada mejor que la de la charca y finalmente no sería así. ¡Con las ganas que tengo!, pensó. Andrés estaba delante del espejo, se quitó la camiseta y observó con detenimiento sus pectorales, sus abdominales. Dejó caer el agua y cuando notó que salía caliente se desnudó. Se metió debajo de la ducha. El agua recorría todo su cuerpo. Recorriendo cada milímetro de piel. Andrés se comenzó a masajear los pectorales, los abdominales, bajó lentamente hasta llegar a su polla. Cerró los ojos y comenzó a masturbarse. Quique apareció en su mente. Imaginó que estaba delante de él, de rodillas, y agarraba su falo para introducírselo en la boca. Mientras su amigo se pajeaba y le mamaba con lujuria ese trozo de carne que la naturaleza le había dado. ¡Cómo disfrutaba! Andrés aumentó el ritmo de la paja imaginando como su amigo le mamaba la polla aún más rápido. Llegó el momento y se vacío. El semen salió disparado hasta la pared de la ducha. Andrés notaba que se le habían ido las fuerzas, no podía mantenerse en pie. Se apoyó contra la pared y cuando se recuperó se enjabonó todo el cuerpo y pensó en la mamada que le había hecho su amigo, en su imaginación, ¡ojalá fuera verdad! Dijo susurrando. Pero tampoco podía obligar a su amigo a que hiciera tal cosa. Salió de la ducha totalmente relajado y se secó con la toalla. Mientras entraba a su cuarto a ducharse avisó de que ya estaba libre el baño.
Quique entró al baño, se despojó de su ropa y pudo contemplar su cuerpo desnudo. Se puso de perfil y observo con detenimiento ese culo que tanto le gustaba, redondo, respingón. Y su polla… Se metió en la ducha, el agua recorría todo su cuerpo, imaginaba que su amigo Andrés, ese chico que tanto le gustaba, al que le había confesado su homosexualidad, se había estado duchando hacía escasos minutos. ¡Cómo me gustaría ducharme con él! Susurró. Y sin pensarlo comenzó a acariciarse su cuerpo. Bajó lentamente con una mano hasta llegar a su polla, la cual comenzó a masturbar. ¡Qué placer! Con la otra mano se comenzó a acariciar la espalda, bajó por sus glúteos, surcó la raja de su culo y posó un dedo a la entrada de su ano. Lo comenzó a acariciar, y con ayuda de la lubricación del agua introdujo un dedo en el culo. ¡Qué sensación! ¡Cómo me gustaría sentir un trozo de carne apoderándose de mi cuerpo! ¡Cómo me gustaría sentir la polla de Andrés dentro de mi! Quique aumentó la velocidad de su paja. Y cuando ya no pudo más se corrió llenando la pared de la ducha. ¡Ojalá fuera verdad! Dijo susurrando. Una vez que terminó de ducharse se secó y salió del cuarto con la toalla en la cintura.
En el cuarto:
Andrés permanecía tumbado en la cama haciendo tiempo mientras Quique se duchaba. Durante el tiempo que su amigo se estuvo duchando Andrés había planeado un plan un tanto maléfico, en el buen sentido de la palabra, para conseguir lo que quería de su amigo.
-¿Me dejas algo de ropa?-le preguntó Quique.
-No-contestó Andrés.
-Venga tío, no seas así.
-Si quieres ropa, vas a tener que hacer lo que yo quiera.-dijo Andrés con tono autoritario-.
-¿Ah sí? ¿y qué quieres que haga?-preguntó.
-Pues lo único que quiero es que esta noche…me hagas la mamada que me prometiste.
-¡Joder tío, mira que eres pesado eh¡…-dijo Quique un poco cabreado.
-¡Venga vah¡ no te cabrees tío... solo me gustaría que me la hicieras, porque eres mi colega y la verdad… me da mucho morbo.
-Bueno… de acuerdo-dijo Quique resignado- pero no te acostumbres a esto, que yo no soy puta de nadie.
-Ok… toma-le dijo Andrés mientras le daba un pantalón de pijama y una camiseta.
-¿No me vas a dejar unos calzoncillos?-preguntó Quique-es que los míos sucios no es plan que me los ponga otra vez.
-¿Quieres unos míos?
-Vale, la verdad es que me molaría llevar unos tuyos.
Andrés sacó del cajón unos bóxers negros y se los dio a Quique. El muchacho se quitó la toalla y se colocó los bóxers.
-¡Joder cabrón! ¡Te quedan mejor que a mí!-dijo Andrés sorprendido.
-Ja, ja-reía.
-Con ese pedazo rabo que tienes te hacen un paquetón tremendo.
-La verdad es que sí, ¿me los regalas?
-Pues… venga vale, te los doy. Pero ya sabes… esta noche…-dijo insinuante.
-Que sí pesado, que sí…
Los chicos salieron de sus cuartos y se fueron para el salón. La noche iba a ser larga...