Conociendo a mis hijos (5)
Y nos quedamos tumbados los dos en la cama durante un buen rato abrazándonos, sintiendo nuestros cuerpos, padre e hijo.
Por ser tan buenos los Reyes os han traido otro relato más... Gracias de nuevo por los comentarios.
CONOCIENDO A MIS HIJOS (V)
Los chicos salieron al rato del agua muy contentos porque ambos habían vivido un momento nuevo en sus vidas.
-Chicos secaros que vamos a comer ya mismo-les dije.
Cuando los llamé me quedé observando fijamente a los chicos. Era el momento en que podía observar a mi hijo Andrés que ya es todo un hombre desnudo. Quería ver la verga de mi hijo si era como la mía y la de su hermano. Primero salió de la charca Quique el cual me volvió a maravillar con aquella polla tan grande como tenía el chaval, detrás suya salió mi hijo. A mi hijo en alguna ocasión lo había visto sin camiseta y tenía un cuerpo muy marcado por los músculos, sus piernas eran fuertes pero en aquel momento lo que me asombró fue su polla. Era un poco más corta que la de su amigo Quique, pero sin duda más gorda y larga que la mía, al menos estando flácida.
-¡Caramba con tu hermano!, ¡Pedazo de polla tiene también el cabroncete!-le dije a Luis.
-Ja, ja, papá-reía-. Es que hemos salido a ti. A mí no me sorprende, yo ya se la he visto en alguna ocasión-me reveló mi hijo-.
Ambos se acercaron a nuestro lado y se tumbaron también. Ahí estábamos los cuatro completamente desnudos tomando el sol con nuestras pollas al aire sin el más mínimo pudor. La verdad es que pensaba que tanto a Quique como a mí nos iba a dar un poco de corte el desnudarnos delante del otro por el hecho de que yo era el padre de su mejor amigo, pero al parecer al chico no le dio ninguna importancia, algo que a mí me alegró porque así pude ver ese cuerpo tan perfecto.
Pasó un rato, me coloqué los bóxers y me puse a preparar la comida para que los chicos y yo comiéramos en breve. Luis se me acercó a ayudarme.
-Papá, déjame que te ayude-me dijo.
Luis también se había quedado solamente en bóxers al igual que yo. Su hermano mientras seguía tomando el sol con Quique.
-Oye papá-me dijo con un tono de voz muy bajo como queriendo que no se enteraran los demás.
-Dime.
-¿Quieres esta noche repetir lo de ayer?-me preguntó a la vez que comenzó a reír con un tono picarón-. Porque yo tengo los huevos que me van a explotar, y como lo pasamos tan bien, anoche.
-Ja, ja-reí-. Qué pillín que eres. ¿Acaso quieres volverme a sobar la polla? ¿O qué? ¿No serás marica no?-le pregunté.
-¡Venga papá!, que tú lo pasaste tan bien como yo o más.
-Vale, esta noche ¿de acuerdo?-le dije.
-Ok, cuando Andrés se acueste me voy para tu cuarto y nos hacemos una paja-me dijo mi hijo todo ilusionado.
Mientras preparaba la comida no hacía más que pensar lo que me acababa de proponer mi hijo. Quería volverse a masturbar conmigo. La verdad es que hacerse una paja es algo común en un muchacho de su edad pero ¿tanto le habrá gustado que quiera repetir? Aunque sinceramente, para mí fue también una de las mejores pajas desde hacía tiempo.
Ahora ya no pensaba en que si mi hijo Andrés fuera o no gay, el que me preocupaba era ahora mi hijo Luis. Porque no era normal que quisiera repetir algo que no está bien que ocurra entre un padre y un hijo. Pero como ambos disfrutamos de lo lindo anoche, yo estaba deseando volver a descargar los litros de semen junto a mi hijo, y el verlo desnudo junto con su hermano y Quique, estaba más caliente aún.
Llamé a mi hijo y a su amigo para que vinieran a comer, ambos se pusieron los bóxers y vinieron hacia donde estaba. Nos sentamos todos en el suelo y pasamos un buen rato comiendo juntos y hablando de diferentes temas.
Cuando terminamos de comer llamaron al móvil a mi hijo Andrés. Quien quiera que lo llamase quería que jugara un partido de baloncesto esa misma tarde, así que Quique y él tenían que estar para las 6 de nuevo en la ciudad, por lo que al terminar de comer recogimos las cosas, nos vestimos y partimos para la aldea donde teníamos que coger el coche. La verdad es que aunque habíamos estado unas cuantas horas en el manantial, habíamos pasado un buen rato juntos.
Llegamos a casa sobre las 5.30 de la tarde. Mi hijo Andrés y Quique se fueron enseguida a jugar con la misma ropa que habían llevado puesta al manantial porque era un partido entre amigos y no era necesario que llevaran la equipación del equipo puesta. Luis y yo nos quedamos solos en casa.
-Bueno hijo, ¿tú tienes algún plan para esta tarde?-le pregunté.
-No papá, pero si quieres podemos adelantar lo de esta noche-me propuso.
-¿Sabes qué?... que tienes razón. Ahora que se ha ido tu hermano y su amigo podemos pasarlo de lujo.
-Muy bien papá.
-Ven, vayamos a mi cuarto-le dije.
Entramos los dos en mi cuarto y cerré la puerta. Esta vez me aseguré de que quedara cerrada con el pestillo por si volvía Andrés e intentaba abrirla que no pudiera porque quería disfrutar de aquel momento con mi hijo.
-Oye papá ¿tienes alguna peli porno?-me preguntó-. Es porque así, en frío, no me pongo cachondo.
A mí me sorprendió que mi hijo me preguntara eso cuando no me imaginaba que él ya veía esas películas.
-¿Es que has visto ya alguna película de esas?-pregunté.
-Pues claro.
Me dirigí al cajón del armario donde tenía guardados los dvds y saqué uno de ellos. Lo coloqué en el reproductor y comenzó la función. Mientras mi hijo y yo nos tumbamos bien en la cama y nos quitamos las zapatillas. En la primera escena aparecía una chica rubia, tetona, y un tío musculitos con un rabazo que tanto a mi hijo como a mí nos llamó la atención su tamaño.
-Joder qué polla-dijo mi hijo que se empezaba a masturbar por debajo del pantalón.
Yo aún me estaba sobando la polla por encima del pantalón del chándal pero la tenía toda morcillona. En la película el tío comenzó a follarse a la tía de diferentes posturas.
-Venga papá, sácatela-me dijo mi hijo.
-Vamos-le decía mientras me quitaba la camiseta, seguido de los pantalones.
Mi hijo se quitó toda la ropa y quedamos ambos totalmente desnudos en la cama. Pasaron unos segundos cuando sus manos ya estaban acariciando mi cuerpo nuevamente. Yo esta vez comencé acariciando su pecho, pellizqué sus tetillas, notaba como su corazón latía a mil por hora mientras su mano no dejaba de masturbar su polla. Él ya me estaba agarrando la mía y se masturbaba y me masturbaba a mí a la vez. ¡Dios mío qué placer! Aquello era increíble. Entonces comencé a tocar todo el cuerpo de mi hijo que se acercó más a mí, y comencé a masturbarlo con gran fuerza. Luis gimió de placer.
-Papá, si sigues así me voy a correr-me dijo.
Yo aminoré la velocidad con lo que mi hijo se calmó un poco. Sin pensarlo le propuse a mi hijo.
-Oye, ¿quieres hacer un juego?, pero sin tonterías-le dije.
-Dime papá-me dijo dispuesto.
-Yo te chupo la polla y después tú a mí-le dije.
Luis se sorprendió cuando le hice esa propuesta.
-Sí papá, nos va a gustar mucho-me dijo con alegría.
-Pero si vas a correrte me avisas ¿de acuerdo?
-Sí papá-me contestó mientras se colocaba para recibir mi boca en su verga.
Yo me incliné sobre él y comencé a besar su vientre. Bajé por su pubis hasta los huevos y comencé a lamerlos. Mi hijo ya daba gemidos de placer y aún no me la había metido en la boca. Subí desde la base de su polla, lamiéndola, besándola, y llegué a la cabeza. La lamía, la besaba, le daba bocaditos, mi hijo estaba fuera de sí. Cuando me la metí en la boca dio un gemido de placer tremendo. Con una mano agarraba la polla y con la otra le acariciaba la entrepierna, y me acerqué a su ano. Acaricié aquella zona tan erógena para el hombre mientras le daba a mi hijo aquella mamada que, aunque sin tener mucha experiencia, estaba resultando alucinante. Mi hijo no aguantó más y me avisó.
-Papá, me… corro.
Saqué de mi boca la verga de mi hijo y estalló como una bomba. ¡Qué cantidad de leche expulsó el cabrón! No me había dado tiempo de quitarme y una ráfaga llenó mi cara de semen. Yo tomé un poco en un dedo y lo chupé. Estaba dulce y a la vez fuerte. Pero me gustaba.
Mi hijo calló rendido. No tenía fuerzas para moverse.
-¿Qué hijo? ¿te ha gustado?-le pregunté.
-Ha sido alucinante, mejor que la…-no terminó la frase mi hijo.
-¿Mejor que cuál gachón? No me digas que ya te han comido la polla una vez-le dije sorprendido.
-Je,je-reía-. Sí papá. Ya… ya me habían hecho algo así.
-¿Qué… una de tus novias?-pregunté intrigado.
-No papá… verás. ¿Te puedo contar un secreto?-me dijo
-Sí claro, sabes que puedes confiar en mí-le dije con sinceridad.
-Verás… es que… un día que tú trabajabas, Andrés y yo vimos una película porno y también nos hicimos una paja juntos. Fue la primera vez que yo me he hecho una paja con alguien. La verdad es que estuvo bastante bien, pero la tuya ha sido mejor. Y Andrés me propuso también que él me comía la polla y yo se la comía a él. Es por eso por lo que ya me la han comido una vez.
-¿Así que tú y tu hermano…?-pregunté alucinando de lo que estaba escuchando.
-Sí papá. ¿Te vas a enfadar?-me dijo el pobre asustado.
-No hijo no, no te preocupes…
- Y ahora me toca comerte la polla-me dijo mientras se abalanzaba hacia mi verga.
Con la conversación que habíamos tenido ya se habían aclarado muchas cosas en mi mente. Así que mis hijos habían descubierto algo ellos solitos. Por fin se me han quitado las dudas de que mis hijos fueran gays, bueno… al menos mi hijo Andrés, porque el que hayan hecho algo así entre ellos no es razón para serlo. Mientras pensé esto Luis estaba concentrado en lamer mi polla que estaba volviendo en sí. Notaba cómo se ponía cada vez más dura, como el acero. Mi hijo lamía toda entera y la agarraba con las dos manos. Casi no le cabía en la boca porque la mía era bastante gorda. Luis sabía mejor que yo como hacerlo ya que había practicado antes con su hermano el cual tiene también un arma bien grande.
-¿Te gusta papá?-me preguntó sacándose la polla de la boca.
-Me encanta hijo, sigue, sigue así-le dije agarrándolo de la cabeza para que se metiera la verga en la boca.
Fue entonces cuando mi hijo comenzó a hacerme la mamada más grande de mi vida. Se metía los huevos en la boca a la vez que me la pajeaba. ¡Esto era mil veces mejor que la paja del día anterior! Estaba en la gloria. Mi corazón de un momento a otro se iba a parar porque no podía bombear más sangre. Noté como el semen iba a salir a litros de mi polla y avisé a mi hijo.
-Luis me corro.
Luis no hizo caso y siguió mamándome la verga con todas sus fuerzas. Yo hice intención de apartarlo pero el muy cabrón se había agarrado a la polla de una forma que en aquel momento lo único que supe fue que quería biberón de su papaíto.
-¡Ahhh,… sí!-exclamé mientras soltaba una inmensa cantidad de semen.
Mi hijo la recibió en su boca, pero una gran cantidad salía por los lados porque no se podía beber todo el semen. Fue tal la cantidad que nos llenamos los dos por completo. Mi hijo se acercó a mi cara y me dio a probar mi semen de su boca. Lo recogí con la lengua, estaba delicioso. Luis me dio un abrazo y se quedó en mi pecho.
-Papá, ha sido alucinante-me dijo-. Tenemos que repetirlo más a menudo.
-Ja, ja, sí hijo, sí.
Y nos quedamos tumbados los dos en la cama durante un buen rato abrazándonos, sintiendo nuestros cuerpos, padre e hijo.