Conociendo a mis hijos (4)

Andrés sintió cómo un escalofrío de placer le recorrió todo el cuerpo cuando su amigo se metió toda la polla en su boca.

Aunque ya lo he puesto en uno de los comentarios de nuevo me repito por aquí. Daros las gracias a todos por vuestros comentarios y valoraciones. Os animo a que me deis opiniones y directrices sobre el relato. Dar las gracias también a Camilo Andrés, eres uno de mis maestros y a Rocafale y Roxxane. Gracias porque me habéis hecho estas navidades mucho mas llevaderas. Y sin más rollos os dejo con el relato...

CONOCIENDO A MIS HIJOS (IV)

La mañana de ese sábado se levantó con sol y un cielo espléndidos. Abrí la ventana de la habitación para que entrara aire fresco y en aquel momento se me ocurrió una idea. Salí del cuarto y me dirigí al cuarto de los chicos, primero llamé a la puerta del cuarto de Luis y después en la de Andrés, los llamé para que se levantaran.

Los muchachos abrieron las puertas de sus cuartos casi a la vez y salieron con la cara aún de sueño, les dije:

-Venga chicos, preparaos que hoy nos vamos de picnic-les dije todo entusiasmado.

-¿Qué papá?-dijo Andrés.

-Tú estás chalao-contestó Luis mientras me hacía un gesto queriendo decir que estaba loco.

-Yo creo que lo pasaríamos bien-dijo Quique-.Ya sé que me he autoinvitado pero es que como mis padres aún no han llegado…, ¿podría ir con ustedes?

-Vale-contestamos Andrés y yo a la vez.

-Venga chicos que vamos a ir al lugar donde tanto os gustaba ir de pequeños-les dije con efusión.

Mis hijos se miraron entre ellos y su rostro se llenó de alegría. El lugar donde quería ir con ellos es un manantial que hay a las afueras de la ciudad cerca de una aldea. Está entre unas montañas y es un sitio estupendo para pasar el día. En el manantial se forma una charca gigante donde los chicos y yo nos solíamos bañar cuando íbamos, pero eso hace ya bastantes años que no ocurre porque siempre íbamos con su madre y desde que falleció el ir allí nos recordaba tanto a ella, es por eso por lo que no hemos ido en mucho tiempo.

-Bueno chicos, vamos a desayunar para tomar fuerzas porque sabéis que tenemos que andar un poco antes de llegar al lugar-les dije.

Nos sentamos en la mesa y los cuatro nos pusimos a desayunar como lobos porque estábamos deseando partir para el manantial.

-Oye, y ¿ese lugar que es?-preguntó Quique a Andrés con la boca llena.

-Es un manantial muy bonito donde íbamos de pequeños, te gustará-le contestó-.

-Yo tendría que acercarme a mi casa para ponerme algo de ropa más cómoda-comentó Quique.

-No te preocupes-contestó enseguida Andrés-. Yo te puedo dejar ropa porque tenemos más o menos la misma talla ¿no?

-Vale-dijo Quique.

-Bueno chicos, mientras os ponéis la ropa adecuada yo voy a preparar las cosas para el picnic.

-Vale papá-contestaron mis hijos.

A los pocos minutos se presentaron los chicos ya preparados, los tres coincidieron en ponerse pantalón corto, zapatillas de deporte y una camiseta de manga corta, a excepción de Andrés, que llevaba una camiseta negra de tirantes lo que permitía observar sus bíceps y pectorales con total claridad.

Salimos de la casa y nos montamos en el coche. Lo conduje hasta la aldea que había cercana al manantial y no tuve más remedio que dejarlo allí aparcado ya que al manantial no se podía acceder sino andando.

-Bueno chicos, hemos llegado-les dije con entusiasmo.

Bajamos del coche, sacamos los macutos del maletero y partimos hacia el manantial.

Entre la aldea y el manantial puede haber unos cinco kilómetros aproximadamente pero el camino es bastante bueno por lo que no se hace muy cansado al andar. De vez en cuando íbamos haciendo alguna parada para contemplar el paisaje. Era fantástico, poder contemplar aquella maravilla después de tantos años hizo que me emocionara. Todos permanecíamos callados observando aquel tesoro que la naturaleza nos regalaba.

-Venga chicos, ya queda poco-les dije para que prosiguieran la marcha.

-Tengo ganas de llegar-dijo Andrés.

Anduvimos un poco rato más hasta que pudimos contemplar los árboles que servían de pórtico para llegar al manantial. Entre los árboles aparecían rocas que jugaban con el agua al discurrir entre ellas con una claridad y un sonido embellecedor.

-Por fin hemos llegado-dijo Luis-.¡Está tan bonito como antes!

Nos situamos en una zona llana donde la hierba era verde y blanda y hacía un poco de sol y sombra. Cuando llegamos todos estábamos hambrientos pero aún quedaba un rato para que llegara la hora de almorzar.

-Oye papá, ¿qué te parece si nos bañamos en la charca?-preguntó Luis.

-Por mí bien, pero bañaros vosotros porque yo no tengo bañador ni tengo pantalón corto para bañarme como vosotros-le dije porque yo llevaba pantalón de chándal en lugar de corto como ellos.

-Buena idea-dijo Andrés.

-Pero…-se quedó callado Luis mientras miraba hacia todas partes-. ¿Y si nos bañamos desnudos?, tampoco va a venir nadie por aquí y bañarse con los pantalones cortos es un poco incómodo ¿no?

-Vale-contestaron a la vez Andrés y su amigo mientras se empezaban a quitar las camisetas.

Se acercaron al filo de la charca que tendría una profundidad de menos de dos metros y Luis fue el primero en quitarse toda la ropa y darse un chapuzón en la charca. Andrés fue el siguiente en despojarse de su ropa. Yo, a la vez que se desnudaba, fijé mis ojos en él por si podía ver aquel cuerpo que yo mismo había creado pero por lástima Andrés estaba de espaldas a mí y no pude admirar su herramienta.

Por último fue Quique quien se quitó los pantalones y quedó en bóxers haciéndose de esperar.

-¡Venga Quique!, ¡Métete ya!-dijo Andrés con entusiasmo.

Quique se bajó los bóxers y quedó durante unos segundos al filo de la charca lo que me permitió ver el cuerpo tan perfecto que tenía aquel chico. La verdad es que el chico era gay y con un cuerpo bastante bonito. El chaval se giró un momento para colocar la ropa en un sitio donde no se mojara por el agua y fue entonces cuando pude contemplar su verga. Era una de las vergas más grandes que había visto en mi vida, le podía medir casi diez centímetros estando flácida. El chico se metió en la charca junto con mis hijos y mi polla ya estaba completamente erecta al ver aquellos tres cuerpos bañándose juntos. Mi cuerpo estaba ardiendo por dentro, necesitaba desahogarme pero con los chicos allí presentes no tenía más remedio que ocultar mi erección como fuera.

-¡Papá ven a bañarte tú también!-gritó mi hijo Luis el muy picarón.

Yo con aquella erección no podía desnudarme delante de los chicos porque ¿qué iban pensar de mí?

-Después hijo-le contesté.

-¡Venga ya, que está el agua de maravilla!-me gritó ahora mi hijo Andrés.

Mientras hablaba con mi hijo mi erección se fue durante un segundo pero aún así mi verga seguía estando morcillona aunque no erecta como se ponía en todo su esplendor.

-Vale, ya voy.

Me acerqué al filo de la charca y noté cómo Quique no despegaba los ojos de mí. Me quité la camiseta, las zapatillas y los calcetines, me remangué los pantalones del chándal y me senté en el borde metiendo los pies en el agua.

-Venga papá, eso no es meterse-dijo Luis-.Quítate ya la ropa de una vez y te metes con nosotros, o ¿no tendrás vergüenza de que veamos tu pitito?-me preguntó el muy cabroncete de mi hijo.

Yo me puse en pie y me bajé los pantalones del chándal y los bóxers sin pensármelo dos veces dejando mi verga al aire y totalmente desnuda lo cual permitió a los tres chavales contemplar mi cuerpo fibrado y con aquella verga que en aquel momento estaba gorda y hambrienta.

Observé la cara de alegría de Quique, el cual no sabía que yo sí sabía que era gay, al verme desnudo. Di un salto y me metí en la charca con los chicos salpicándoles el agua al momento.

-Somos unos putos maricones-les dije-. Como venga alguien y nos pille nos vamos a enterar, la vergüenza que vamos a pasar va a ser poca, jaja-reía.

Todos los chicos comenzaron a reír y yo también con ellos. Luis fue el primer en empezar una guerra de agua y comenzó a salpicar con sus manos a su hermano y a Andrés, yo como niño chico también le seguí y también le echaba agua a su hermano. Pasamos un rato de lujo dentro del agua. Yo fui el primero en salir.

-Bueno chicos, me voy a salir ya y voy a ir preparando las cosas para comer-les dije.

Cuando estaba fuera del agua me di cuenta de que no habíamos traído toallas para secarnos.

-¡Caramba!-dije.

-¿Qué pasa papi?-preguntó Andrés.

-Pues resulta que no me he acordado de meter ninguna toalla en el macuto, así que no hay más remedio que secarse al Sol.

Coloqué la ropa lo más extendida posible y me tumbé en un lugar donde daba el sol para secarme pronto. Noté que alguno de los chicos también salió de la charca y se acercaba a mí.

-Hola papá-me dijo Luis.

-¿Qué tal hijo?

-Muy bien papá, me ha gustado mucho volver a este lugar. La verdad es que podíamos repetirlo más a menudo-me dijo.

-Estoy de acuerdo-le dije mientras reía.

Mi hijo y yo nos tumbamos uno junto al otro como el día anterior salvo que la situación era totalmente distinta. En la charca quedaron Andrés y Quique. A Andrés no tuve la oportunidad de poder ver ni por un mínimo su polla porque como el rato que estuve en la charca estuvimos jugando con el agua no me permitía ver por lo que me quedé con las ganas.

En la charca:

-Venga vamos a jugar a algo tio-le propuso Quique a Andrés.

-¿A qué?-preguntó Andrés.

-Pues… a ver quién logra meterle la cabeza al otro bajo agua-le propuso Quique.

-Vale, pero Quique, sin mariconadas ¿vale?-le dijo-.Que aunque sea tu amigo y acepte tu condición no quiere decir nada ¿eh?

-De acuerdo amigo, no te preocupes-le dijo mientras se abalanzaba hacia él para agarrarlo de la cabeza para intentarlo ahogar.

Los chicos sin darse cuenta estaban agarrados el uno al otro, sus cuerpos estaban en contacto íntimo. Sus vergas se comenzaban a despertar por el continuo roce con el cuerpo del otro. Andrés al parecer tenía un poco más de fuerza o quizás maña por lo que siempre conseguía meter la cabeza de su amigo bajo agua. Una de las veces lo agarró con tal fuerza que metió la cabeza de Quique más profundo llegando casi al suelo. Éste con toda la intención al ascender hacia la superficie pasó su cara rozando la verga de su amigo.

Andrés notó aquel roce entre su pene y la cara de su amigo lo cual hizo que un espasmo de excitación recorriera su cuerpo. Quique mientras, salía a la superficie y respiraba profundo para tomar aire ya que esperaba que Andrés lo agarrara de nuevo para ahogarlo, pero no fue así.

Andrés se le quedó mirando fijamente.

-Quique, te dije que sin mariconadas-le dijo en tono de seriedad.

-Yo… no he hecho nada Andrés-se excusó el otro.

-¿Ah, no? ¿Y por qué diablos me has pasado la cara por mi polla?-le preguntó Andrés.

-Perdona tío… yo no quería-le dijo Quique-.Mi intención no…

En esto que Andrés le agarró de nuevo la cabeza con la intención de meterlo bajo agua, pero esta vez su deseo era otro. Quique se dejó sumergir mientras su amigo le agarraba la cabeza pero esta vez no con la fuerza con que lo había ahogado las otras veces, hasta que llegó su cara a la altura de la verga de Andrés. Quique tomó la polla de su amigo con una mano y se la introdujo en la boca. Era la primera vez que Quique se introducía la polla de alguien en su boca. Andrés sintió cómo un escalofrío de placer le recorrió todo el cuerpo cuando su amigo se metió toda la polla en su boca. Quique continuó durante unos segundos lamiendo toda la polla de su amigo desde la base hasta la cabeza, a la vez que aguantaba el aire dentro del agua para poder seguir lamiendo esa maravilla. Pasaron unos segundos y a Andrés les parecieron los segundos más alucinantes de su vida, Quique salió del agua y esta vez tuvo que respirar bastante más profundo porque había agotado casi la última gota de oxígeno de sus pulmones.

-¿Te gustó?-le preguntó Quique cuando se repuso.

-¿Quieres que te diga la verdad?

-Sí, claro-le contestó.

-Me ha resultado fabuloso, aunque podía haber durado más-le dijo Andrés como habiéndose quedado con ganas.

-Si quieres lo podemos repetir-propuso.

-Claro, pero no aquí ni ahora que pueden vernos mi padre o mi hermano.

-Está bien, ¿quieres que esta noche…?-preguntó Quique-.Mis padres no vuelven hasta mañana.

-Sí-le contestó Andrés-.Quédate en mi casa también esta noche.

Pero Andrés no sabía lo que deparaba esa noche junto a su amigo...