Conociendo a mis hijos (23)

Luis se situó detrás de él, colocó su polla bien lubricada con la saliva de su amigo y de un empujón se la introdujo de golpe en su interior.

CONOCIENDO A MIS HIJOS (XXIII)

Ante todo quiero pedir disculpas a todos y cada uno de mis lectores por haber estado tanto tiempo sin publicar. En dos meses han sucedido muchas cosas en mi vida, buenas, regulares y malas. Pero aquí estoy, prometí no fallarles. Espero les guste la continuación de la historia y como siempre son bienvenidos los comentarios y ya saben me tienen en Factbook para poder hablar conmigo de lo que deseen Alex Galvez (Alexgrana). Saludos y GRACIAS.


-¡Los MARICONES tenéis que estar muertos!-esa frase se le repetía una y otra vez a Luis en la cabeza durante el camino del instituto a su casa. La serie de acontecimientos vividos desde la noche anterior en casa de su amigo Marcos hasta ese momento eran una montaña rusa, pasando por el placer, la preocupación, el deseo, el miedo…


-¡Tío venga démonos prisa!-decía Luis a su amigo.

-¡Voy, voy!-sonreía Marcos detrás suya.

Los chicos aceleraban el paso para no entrar tarde a clase, habían perdido mucho tiempo en la ducha esa misma mañana, donde ambos se habían estado besando, pajeando y se habían hecho unas buenas mamadas de buenos días.

-Eres un cabronazo, si no te hubieras metido conmigo en la ducha, ahora no estaríamos llegando tarde a clase-reprochaba Luis con una sonrisa picarona, en el fondo le gustaba ese rollito entre él y su amigo.

-Je,je-reía Marcos-¿Acaso no te ha molado?

-Claro tío, pero podrías haber tardado menos-dijo dándole un golpecito con el codo en el pecho a su amigo-Venga vamos ya que está todo el mundo dentro-le dijo metiéndole prisa.

La mañana pasó sin más, la mente de Luis estaba inundada de los recuerdos de la noche anterior, de todo lo sucedido con su amigo. De la confesión y del buen sexo que habían tenido esa noche y por la mañana en la ducha. Llegó la hora del descanso y los chicos se acercaron al servicio.

Luis se colocó en un urinario y Marcos se situó en el urinario vecino.

-Uff.. no veas las ganas que tenía tío… me lo hacía encima-dijo Luis que parecía quedarse en la gloria mientras orinaba.

-Yo… tengo ganas de otra cosa-le dijo su amigo guiñándole un ojo. El chico se cercioró de que no había nadie en el servicio y agarró la polla de su amigo. Comenzó a pajeársela, notaba como la sangre comenzaba a bombear desde la base y dejando ver su capullo todo rosado. Se la pajeaba lentamente, Luis cerró los ojos y dejó hacer a su amigo.

-Ven…sígueme-le dijo Marcos dejando a su amigo con la polla erecta y sacándolo de aquel estado de excitación.

Marcos se fue hacia el último cubículo del baño, había cinco de ellos, eran un poco viejos, y las paredes estaban llenas de pintadas de los muchachos, típicos en los servicios de un instituto público.

Cuando entro Luis, Marcos cerró la puerta y comenzó a comerle la boca como una fiera. Le desabrochó rápidamente el pantalón y bajó hasta su polla que permanecía atrapada y erecta en el bóxer. Se la agarró con una mano, la contempló por un instante y se la metió en la boca. Comenzó a mamársela metiéndosela toda entera en la boca, lo que provocaba algunas arcadas en Marcos y que unas lágrimas se le salieran por los ojos. De pronto paraba y le pajeaba la polla. Le besaba aquel delicioso glande que comenzaba a echar unas gotitas de précum y las recogía con gusto en su lengua. Luis estaba llegando al éxtasis.

Marcos se puso en pie, se bajó los pantalones y los calzoncillos y dejó ver a su amigo su culo.

-¡Fóllame!-le dijo.

-¿Aquí..tu estás loco?-preguntó Luis.

-¡Hazlo!-le ordenó su amigo.

Luis se situó detrás de él, colocó su polla bien lubricada con la saliva de su amigo y de un empujón se la introdujo de golpe en su interior. Empezó a follarlo bien rápido, la excitación unida con el morbo le recorría todo su cuerpo. Marcos gemía pero cerraba la boca para que no se les escuchara. Luis agarró a su amigo por la cintura y comenzó a acelerar con la follada. Notaba como el culo de su amigo estaba ardiendo, el roce con su polla y la presión que ejercía su esfínter le llevaban a la locura. Marcos se pajeaba  al mismo ritmo que su amigo le metía la polla hasta el fondo…

-¡Me voy a correr..!-dijo Luis susurrándole a su amigo al oído.

-¡Lléname!-Y diciendo esto Luis comenzó a soltar varios trallazos de leche caliente en el interior de su amigo.

En el silencio del cuarto de baño solo se escuchaba las respiraciones aceleradas de los dos muchachos. Marcos se giró y dio un beso a su amigo. No se creía que una amistad como la que tenían podía llevarle a hacer esas cosas. A disfrutar tanto el uno del otro. Los chicos se quedaron mirando fijamente, cada uno podía ver el reflejo de su silueta en los ojos del otro. Eran felices…

-¡Los MARICONES tenéis que estar muertos!-gritaron desde la puerta del baño.

Luis y Marcos se sobresaltaron. Sus corazones se aceleraron de manera instantánea. Alguien los había escuchado. Ese momento de felicidad que estaban viviendo se desvaneció en el mismo instante que escucharon esa palabra… MARICONES. Ambos se miraron a la cara, palidecieron de pronto.

-¡Dios mío Luis…!-dijo Marcos susurrando con una cara de miedo que verdaderamente asustaba.

-Sabía… ¡lo sabía que esto no estaba bien!...-susurró desesperado Luis-¡Este no es sitio para hacer nada de esto y ahora mira!...¡Mira lo que has hecho!-le gritó a Marcos.

Luis dio un empujón a Marcos y lo apartó de su camino. Salió corriendo del baño y se dirigió a clase. El temor y el miedo recorrían todo su cuerpo. Alguien podría haberlos visto o escuchado pero… ¿cómo van a saber que eran ellos?...

Las siguientes horas de clase pasaron lentas, Luis tenía la sensación de que todo el mundo le miraba. Marcos intentó en varias ocasiones hablar con él pero no le hizo el más mínimo caso. Estaba asustado, y la culpa de todo la tenía Marcos por haberlo llevado a  hacer eso en un sitio donde alguien los podría escuchar.

El sonido de la sirena dio comienzo al alboroto de los muchachos en la clase. El ruido de las sillas rastreándose por el suelo, los cuadernos y libros cerrándose. Los muchachos estaban deseosos de salir de clase.

-¡Luis… Luis!-gritaba Marcos que corría tras él para alcanzarlo.

El muchacho frenó en seco…-¿qué quieres?-dijo sin mirarlo a la cara.

-Tan preocupado estás tú como yo sobre lo ocurrido en el baño… Luis…mírame-le ordenó-eres mi amigo, y bueno, con lo ocurrido anoche se podría decir que incluso algo más, y estoy metido en esto tanto como tú, pero no te preocupes, no va a pasar nada porque nadie sabe que somos nosotros los que estábamos en el baño, ¿ok?, así que, por favor, tranquilízate. Te he estado observando todo el rato en clase y se notaba que no estabas bien, aquí estoy, para todo.

-¡Qué fácil lo ves tu todo…!-le gritó-¡no quiero que me hagan nada por hacer lo que me sale de los huevos con mi polla, de follar con quien me dé la gana, de vivir mi vida como quiera! Pero fuiste tú el que me llevó a hacer eso en un sitio público y ahora podemos estar en el punto de mira de muchos y la amenaza… ¿para ti no es nada?

-Sí, claro que lo és, homófobos existen en todas partes, pero te vuelvo a repetir… no nos vieron, nadie nos pilló haciendo nada en público, estábamos en la cabina metidos así que…¡No te preocupes joder!... y ahora…¿nos vamos ya? Estoy un poco cansado de instituto por hoy.

-Sí, mejor nos vamos… no quiero estar más rato aquí.

Y los chicos se fueron caminando juntos para sus casas, llenos de preocupación por lo sucedido, pero en el fondo sabían que se tenían el uno al otro, y su amistad iba a hacer frente a cualquier problema que se presentase.


-¡Hola!-gritó Luis entrando a casa.

-¡Hombre sobrino, por fin llegas!-le dijo su tío Carlos que estaba sentado en el sofá acompañado de un desconocido-Ven, acércate, dijo mientras se ponía en pie-Él es Fernando, es… es mi pareja.

Luis se acercó a ellos y extendió la mano cortésmente a Fernando-¡encantado!-dijo el muchacho boquiabierto. La belleza del que fuera novio o amante de su tío le había dejado realmente asombrado. Era muy guapo y su estatura, su cuerpo tan bien definido, era probablemente uno de los hombres más atractivos que había visto jamás. Tanto es así que su polla dio un salto en el interior de su pantalón.

-Luis, siéntate con nosotros, tenemos que hablar.

Los  tres se sentaron en el sofá, Luis se sentó en el centro entre su tío Carlos y su pareja.

-Dime, ¿qué tienes que contarme?-preguntó el muchacho.

-Verás Luis… Fernando ha venido aquí, para que me vuelva con él a la ciudad…Luis… como ya te conté, había venido aquí para alejarme un poco de tu tía, para aclararme, y para arreglar un asunto que tenía entre manos. Y por fin he dejado zanjado todo. Ya no hay nada que me haga estar aquí por más tiempo, he de volver y retomar mi vida.

En el rostro de Luis se marcó una gran desilusión. El muchacho había empezado a tomarle cariño a su tío, y esperaba pasar más tiempo con él.

-¿Qué pasa Luis?-preguntó Carlos al notarle el cambio en su rostro.

-Pues… que esperaba pasar más tiempo contigo, seguir aprendiendo de ti, de eso que tú y yo sabemos y que tanto nos gusta, pero… ya te marchas, y Fernando…

-Bueno… -le cortó su tío-…poco más de lo que sabes te puedo enseñar, y podemos tener una gran despedida, ¿no crees?-le dijo su tío que comenzó a acariciarle el muslo con una mano acercándose lentamente hasta su paquete.

Carlos guiñó el ojo a su chico, Fernando. Éste comenzó también a acariciar el abdomen de Luis por debajo de la camiseta. Luis, no se esperaba eso, pero, sabía que lo que iba a suceder, iba a ser grande…

Su tío se puso en pie, tomó a Luis de la mano y lo levantó del sofá. Se acercó a él y lo despojó de la camiseta. Comenzó a acariciar su abdomen, marcó con su dedo cada uno de sus abdominales, se acercó a Luis y le besó en los labios. Luis recibió el beso cálido de su tío y le respondió con otro más apasionado. Sus lenguas se entrelazaban húmedas y llenas de pasión.

Fernando los observaba desde el sofá, el ver a su chico besar a su sobrino lo estaba poniendo a mil. Se levantó y se colocó detrás del muchacho. Besó el cuello del chaval y bajó lentamente por su columna. Con las manos bordeó su cintura, y bajó el pantalón de Luis que dejó al aire su culo y su polla que se encontraba totalmente erecta. Siguió besando ese culo tan delicioso que la naturaleza le había proporcionado al sobrino de su chico. Apartó con las manos su glúteos, y introdujo la nariz en la raja de ese culo, con la lengua comenzó a lamerlo con parsimonia lo que provocaba gemidos de placer en el muchacho.

Ambos quedaron desnudos en segundos. Carlos se arrodilló frente a su sobrino y cogiéndole la polla se la introdujo en la boca. Comenzó a lamerla lentamente, subía desde la base hasta el capullo, lo rodeaba con sus labios y se la introducía lentamente hasta tenerla por completo dentro. Luego se la sacaba, y mientras la pajeaba bajaba hasta los huevos donde los lamía, los besaba, y se introducía uno y luego otro. Las bocas de esos dos hombres estaban provocando en el muchacho una ola de placer que le recorría todo el cuerpo. Se dejaba llevar por esos dos expertos amantes.

Carlos se puso en pie, besó de nuevo a su sobrino, lo tomó de la cabeza y le hizo que se pusiera de rodillas. Su polla se alzaba totalmente erecta, y las venas se marcaban desde la base hasta desaparecer en la punta de esa deliciosa polla que Luis no tardó en tomarla con su mano y metérsela por completo en la boca.  Fernando, deseoso de probar la polla de su chico se acercó también y comenzó junto con el muchacho una mamada a dos bocas. Mientras uno se deleitaba mamando y chupando los huevos, el otro se deleitaba chupando el capullo. El placer le estaba llevando al éxtasis, notaba cómo los huevos iban a estallar en breve. Tomó la cabeza de su chico y de su sobrino, las acercó la una a la otra y comenzando una brutal paja empezó a correrse en los rostros y bocas de sus dos amantes.

Fernando tomó la polla de su chico y metiéndosela en la boca la dejó totalmente limpia. Sin rastro de semen. Luego se acercó a Luis y comenzó a recoger con su lengua todos los restos de semen que habían caído por su cara.

-Uff… ¡pedazo mamada!-murmuró Carlos con la voz entrecortada por la respiración mientras se sentaba en el sofá.

-¡Joder qué corrida tito!-exclamó Luis.

-Pues esto es sólo el comienzo… -dijo Fernando que agarrando al chaval por el cuello lo dejó tumbado en el suelo. Se colocó sobre él y empezó a besarle en la boca, mientras sus manos acariciaban todo el cuerpo. Bajó rápidamente hasta su polla y se la introdujo por completo en la boca. Comenzó a mamársela introduciéndosela toda en la boca, hasta que la nariz rozaba con el vello del pubis, lo que le provocaba algunas arcadas. Cuando tenía la polla bien humedecida se colocó encima de él y agarrándole la polla se la colocó a la entrada de su culo y ejerciendo presión se la fue metiendo poco a poco hasta tenerla por completo dentro. Luis en ese momento estaba en la gloria, se estaba follando al novio de su tío, ese hombre que tanto le excitaba desde el momento en que lo vio por primera vez. Carlos observaba sentado en el sofá aquel espectáculo entre su chico y su sobrino, mientras se masturbaba lentamente su polla flácida por la corrida.

Fernando comenzó a cabalgar sobre él sintiendo como la polla entraba por completo dentro y lo hacía llevar al cielo. Su polla estaba totalmente erecta y se la pajeaba lo que le provocaba más placer todavía. Estuvo un rato cabalgando al muchacho que a veces se le volvían los ojos blancos del placer que le recorría todo el cuerpo. Fernando se sacó la polla de su interior y ahora se puso a cuatro patas, se acercó hasta donde estaba su novio y comenzó a chuparle la polla. Luis se colocó detrás de él y comenzó a follárselo fuertemente, notando como sus huevos chocaban con sus nalgas y su polla rozaba con el interior de su culo. Los tres estaban en un estado de éxtasis mutuo. Tras un rato de sexo sin compasión y llevados por la lujuria Luis se corrió en el interior de Fernando y Carlos se corrió de nuevo en la boca de su chico que la recibió con lujuria.

Los tres cuerpos quedaron exhaustos, sin aliento y sudorosos después del rato de sexo que habían tenido…

-Esto… ha sido increíble…-pudo articular Luis.

-¿Te ha gustado sobrino?-preguntó Carlos.

-¡Me ha encantado!-respondió.

-Bueno… ahora va siendo hora de comer algo ¿no?... que son casi las cinco de la tarde y aún no habrás comido nada.

Pasaron algunos minutos, cuando sus cuerpos se repusieron los tres se vistieron y se sentaron en la mesa para comer. Pero la tarde de despedida entre tío, novio y sobrino no había hecho más que empezar.