Conociendo a mis hijos (22)
Jorge.
Perdonenme mis queridos lectores. Este relato necesitaba ser algo más largo y no quería hacerlo mal. Espero que les guste. Un abrazo a todos.
CONOCIENDO A MIS HIJOS (XXII)
Andrés caminaba a paso ligero hacia la casa de su novio Quique. Deseaba llegar, quería verle…necesitaba verle. Necesitaba sentir sus abrazos, sentirle cerca. Había conseguido, sin quererlo, que el gigante de sus temores se doblegara ante él, pidiéndole perdón. Y lo que creía que nunca sería capaz de hacer, lo había hecho. Había perdonado a su tío, pero ¿lo había hecho por él, o por su tío… o por su padre? Simplemente no quería seguir con ese tormento, él en ese momento era feliz con su chico… Quique, Quique, Quique… se repetía una y otra vez en la mente. Se acercó a la puerta y llamó al portero, sin esperar pregunta la puerta se abrió. Tomó corriendo el ascensor, quería que esas puertas se abrieran de una vez. Por fin salió de él, la puerta de la casa de su chico estaba abierta.
-Llegué-gritó.
-Estoy en el baño-dijo Quique.
Andrés dejó la mochila en la entrada de la casa, y se acercó a la puerta del baño, tocó con los nudillos…
-Entra-dijo desde dentro su novio.
Quique estaba terminando de afeitarse y Andrés se acercó a él, le abrazó por la espalda mientras contemplaba la cara de su novio en el reflejo del espejo con algunos restos de espuma de afeitar.
-¿Qué tal…?-preguntó Quique-…tardaste más de lo que creía.
-Ya…sucedió algo-dijo Andrés. Quique al escuchar esa frase con el tono de voz que la dijo su chico se giró para mirarle a los ojos.
-¿Qué pasó… te tocó ese cabrón otra vez?-dijo Quique preocupado.
-No… no te preocupes…ahora sólo quiero que me abraces-dijo Andrés abrazando a su novio.
Quique abrazó muy fuerte a su chico, quería que sintiera el calor de su cuerpo.
-Pero…¿estás bien?-volvió a preguntar preocupado.
-Sí, sí…, luego te cuento…ahora sólo quiero esto…-dijo besando a su chico en los labios. A ese primer beso le siguió otro, y otro, y otro… mientras sus labios se besaban sus manos iban desnudando su cuerpo.
-Démonos una ducha…-propuso Quique.
Los chicos totalmente desnudos se metieron bajo el agua, los besos no paraban. Sus labios desprendían fuego. Andrés acariciaba la textura de la piel de su chico y Quique le abrazaba con fuerza atrayéndole hacia él.
-¡Te quiero!-dijo Andrés.
-Ya sabes…-le dijo Quique que volvió a besar a su chico, a su amigo, con todo el amor que podía. Quería que se sintiera bien, quería que en aquel momento cualquier cosa que se le pasara por la cabeza se desvaneciera de su mente. Solos Quique y Andrés y el agua recorriendo esos cuerpos unidos por la piel.
Quique comenzó a besar el cuello de su novio, se recreaba en hacerlo porque sabía que era un punto que volvía loco a Andrés. Un escalofrío de placer recorrió el cuerpo de Andrés que hizo que su vello se erizara. Su chico fue bajando lentamente, tomó el pezón que lamió y besó y por último fue bajando como el agua que recorría su cuerpo desde su cabeza hasta los pies, hasta llegar a la polla de su amigo. La tomó con una mano y la comenzó a besar, con delicadeza, con cariño, quería sentir esa textura tan rica que tenía la polla de su chico, esa piel tersa la quería sentir en sus labios cada vez que estos se posaban para dar un beso.
Con cada beso y cada lamida a Andrés se le escapaba un gemido desde lo más profundo de su ser. ¡Cómo le gustaba lo que le hacía su chico! Se dejaría llevar por él en ese momento a donde él quisiera.
Quique miraba a su chico y este contemplaba como su polla se enterraba por completo en la boca de su novio y tras unos segundos volvía a salir erecta de su interior. Cogió a su chico de la barbilla y le indicó que se levantara. Ahora fue Andrés el que se puso de rodillas y tomando directamente la polla de su novio se la metió de golpe en la boca y comenzó con una mamada salvaje, una mamada que a Quique le hacía perder las fuerzas y no podía más que apoyarse en la pared de la ducha para poder permanecer en pie. La polla de Quique estaba totalmente erecta, la sangre se bombeaba desde la base y hacía que se marcaran algunas venas por el tronco de ese maravilloso falo.
Andrés se puso en pie, miró a su chico a los ojos, le dio un beso, se giró y se apoyó en la pared.
-¡Hazme tuyo Quique!-le rogó.
Quique se asombró ante la petición de su chico. El había sido el que en las pocas veces que lo habían hecho le había penetrado y ahora…¡ahora quería que le penetrase él!
-¿E… estás seguro?-preguntó Quique asombrado.
-Te quiero…hazlo-dijo Andrés.
Quique se colocó detrás de su chico, acercó el dedo índice a su ano, el agua resbalaba por sus glúteos y hacía un pequeño efecto de lubricante, fue introduciendo poco a poco el dedo índice en el interior de su chico. Ya sabía cómo hacerlo. En pocos minutos el ano de su chico estaba totalmente dilatado. Quique se colocó tras él, su glande estaba a las puertas de su ano, besó a su chico en el hombro, lo abrazó con un brazo y con la otra mano dirigía su polla que comenzaba a abrirse paso en el interior.
-Ahhh…-gimió Andrés.
-¿Duele?-le preguntó su chico.
-Uff…esto…espera…-Quique lo abrazó fuertemente y le besaba el cuello, la cabeza, la espalda y notaba como poco a poco el ano de su chico se iba abriendo y su polla, iba accediendo dentro. ¡Estaba haciéndole el amor a su chico! ¡Andrés era suyo! Cuando la polla entró por completo comenzó a sacarla lentamente y cuando estaba casi fuera comenzó a introducirla de nuevo. Bastaron con pocos movimientos y los cuerpos estaban completamente acompasados. La polla de Quique entraba y salía del cuerpo de Andrés sin dificultad. Los gemidos de los muchachos se mezclaban y se ahogaban en el baño. Eran uno solo. Se pertenecían. Andrés era de Quique, Quique era de Andrés. Andrés comenzó a pajearse y Quique aumentó el ritmo de la penetración y tras pocos minutos se comenzaron a vaciar. El semen caliente de Quique inundó el interior de su chico y Andrés se vació en la pared de la ducha y vio como su semen se lo llevaba el agua.
Las respiraciones agitadas no les permitían hablar. Andrés se giró y besó a su chico y se fundieron en un abrazo.
-Te quiero-dijo Andrés.
-Gracias…-le dijo Quique.
-¿Por qué…?
-Por permitirme hacerte mío.
-Siempre seré tuyo.-le dijo Andrés.
Tras enjabonarse y darse una buena ducha los chicos salieron del baño y fueron hacia el cuarto de Quique.
-Bueno…¿Qué tal?-preguntó Quique a su amigo.
-Bien… ahora bien… todo bien.-dijo Andrés.
-¿Ahora… todo bien?-preguntó extrañado.
-Estaba mi tío en casa… me pidió perdón… más bien-corrigió-…me suplicó perdón entre llantos.
-¿Y qué hiciste…?
-En el fondo… en lo más hondo de mi corazón hay un algo de amor hacia él que ha hecho que le perdone… no lo está pasando bien… y si es cierto que ha venido a mi casa no solo para que le ayudásemos en su separación sino para pedirme perdón, pues le perdono. Le he dicho que ahora soy feliz, y que espero que él también lo sea.
-Vaya… bueno no sé si yo hubiera sido capaz de perdonarle pero… tu eres el que tiene que tomar esa decisión y si has decidido perdonarle, me alegro por ti peque.
-Ya…. Bueno también me ha confesado que es gay.
-¿Cómo?-eso dejó a Quique sorprendido.
-Como lo oyes… es gay… y su pareja ha venido para que se vaya con él.-le explicaba Andrés.
-Tu tío es una caja de sorpresas…-dijo Quique asombrado.
-Y tanto, pero bueno, espero en el fondo que le vaya bien en la vida. Ya he sufrido yo por todo lo que me hizo y creo que para borrarlo totalmente de mi mente es lo que necesitaba. Aunque el dolor siempre esté en el recuerdo, al menos, intento borrarlo del corazón.
-Claro que sí amigo.-dijo Quique dándole un beso en la sien.
Media hora para terminar, ¡por fin! En el día de hoy había tenido menos trabajo gracias a Dios. Estaba concentrado en todos mis papeleos cuando sonó el móvil. Pude ver el icono de sms en la pantalla principal. Tecleé con los botones hasta llegar a la bandeja de entrada, había recibido un sms de un número desconocido: “Soy yo. Nos vemos a las 8. Parque de Colón. Banco junto estanque de patos” . ¿Mi chico desconocido me estaba citando en un parque? ¿Pretendía ahora hacerlo en un sitio público?
Estaba deseando que las agujas del reloj llegaran a la hora para salir hacia la dirección que me había dicho. Llegué cinco minutos antes de las ocho, siempre me gusta ser puntual. Pude verle sentado en el banco. Llevaba unos vaqueros y una sudadera con capucha de un verde fosforito bien llamativa. Me coloqué detrás de él y pude observar cómo contemplaba el estanque con los patos nadar. Tenía la mirada perdida, su mente estaba ida entre las ondas del agua.
-Hola-dije al llegar lo que le sacó de su mundo.
-Hola-me dijo girándose-…ven siéntate-me dijo.
-¿Y bien…donde me vas a pedir hoy que te folle?-le pregunté porque me extrañaba mucho la cita en aquel lugar.
-¿Por qué deberíamos follar?-me respondió con esa pregunta que me dejó sin palabras.
-¿Ah…no?-pregunté extrañado.
-Pues no… hoy sólo quiero que hablemos...-esas palabras me dejaron más sorprendido aún. Me esperaba por su parte que me utilizara como un objeto sexual simplemente y ahora veo que me quiere para algo más…
-¿Cómo ha ido el trabajo?-me preguntó.
-Bien… bueno mucho curro-le dije-…¿Y tú…?-le pregunté preocupándome por él.
-Bueno…las clases son un poco coñazo pero bueno… va bien la cosa.-me dijo sin darle mayor importancia-oye… no quiero que pienses que te utilizo como objeto sexual…
-¿¡me ha leído la mente!?-pensé-…¿por qué dices eso?-pregunté.
-Porque tal vez te haya dado esa impresión que te deseaba como hombre y ya está… y no es así. Verás, te conozco, sé que eres un hombre muy bueno, muy trabajador, que quiere mucho a sus hijos, currante, que ha sufrido en la vida bastante y lo último que quiero es que pienses que soy un niñato que te la está jugando. Tal vez el otro día estaba sobreexcitado y te dije que te tenía atrapado diciéndote lo de tus hijos pero…es que… no te quería dejar escapar-me confesó. Sus palabras me dejaban cada vez más asombrado.
-¿Entonces… me estás diciendo que no vamos a vernos más… que no me vas a pedir que nos veamos más?-pregunté.
-No… no es eso, sí nos vamos a ver, sólo que no quiero que pienses que te puedo amenazar con tus hijos. Pero…-dijo agachando la cabeza con algo de tristeza en los ojos-…sí me jodería un poco que no quisieras volverme a ver.
-Ya que no me obligas…¿por qué tendría que hacerlo?
-No sé… creía que las dos veces que habíamos…
-Sí… me gustó... mucho… y no te miento si te digo que me dio mucho morbo el tono autoritario con el que me trataste en tu casa, y yo sí quiero seguir viéndote-le confesé-desde la primera vez en el centro comercial, me vienes a la mente una y otra vez, a veces desespero porque me digas dónde quieres que quedemos.
-Sabía que tu madurez me comprendería. Verás, yo solo he tenido un gran amor en mi vida, ha sido la persona a la cual le entregué todo y por ese motivo, no tienes por qué tener ningún temor sobre mí.
-Ya… pero compréndeme…
-Te comprendo…simplemente quiero que te quede claro.
-Vale… de acuerdo… -le dije-… bueno y tú… ¿no me cuentas nada de ti?... tú conoces todo sobre mí pero yo no sé nada de ti. Al menos dime cómo te llamas ¿no? Porque eres mi chico desconocido.
-Ja, ja, ja-reía.
-No…¿cómo te llamas?, dime al menos el nombre-le pregunté.
-Emm… ¡Jorge!-dijo-me llamo…Jorge.
-Ah vale… pues encantado de saber su nombre caballero, ja, ja, ja-reí-y no sé…¿qué más me cuentas?
-Pues te cuento que quería ir al cine, porque he visto una película en cartelera que me gusta muchísimo y quiero verla…¿me acompañas?...porfa-me dijo en tono de súplica, pero fue con tanta niñez con la que me lo pidió que acepté.
Caminamos por el parque y justo a dos manzanas había un cine. Decidimos la hora de la película…
-Pide filas de arriba-me dijo al oído.
-¿Me puede dar los asientos en la última fila?-le dije a la señorita de la taquilla.
La chica nos dio las entradas y las pagué. Hicimos tiempo para que comenzara la película, compramos algunas palomitas y refrescos para poderla ver más cómodos. La película no era de mi gusto así que no prestaría mucha atención, le prestaría más atención a Jorge que la verdad me ha dejado muy sorprendido con sus palabras, no esperaba ese cambio de actitud por su parte.
Entramos a la sala y nos sentamos justo en el centro en la última fila. No fue una sesión con mucho personal y como la mayoría de la gente prefieren sentarse en la zona central nosotros estábamos en la última fila sin nadie que nos molestara hasta cinco filas más abajo.
Comenzó la película, intentaba mostrar interés por verla pero no me llegaba, estaba ahí por él no por mí. No quería dejarle solo viendo la película. Pasaron veinte escasos minutos y noto cómo su mano se apoya en mi muslo y comienza a acariciármelo lentamente. Comienza con un lento masaje y su mano se va acercando más y más a mi paquete hasta que queda posado encima. Con ese movimiento mi polla dio un pingo en el interior del bóxer. Jorge notó como estaba comenzando a tomar un tamaño considerable, me abrió la cremallera y me sacó la polla dejándomela totalmente empalmada. Se incorporó un poco me la tomó con la mano y comenzó a hacerme una paja. ¡Qué manos tenía el muchacho! Notaba como sus dedos la aprisionaban, cuando la dejaba totalmente descapullada con el dedo pulgar me daba un pequeño masaje con círculos en el glande cosa que me volvía loco. Se acercó a mí y me dio un beso en la boca. ¡Esto no lo había hecho jamás! Una excitación recorría mi cuerpo, el que nos pudieran ver me daba un morbo increíble. Jorge se agachó y se metió mi polla de golpe en la boca. Comenzó a mamármela bien rápido. Su saliva chorreaba por mi polla hasta llegar a mis huevos. Me pajeaba a la vez que se la metía más y más fuerte. No podía más, a este ritmo me correría enseguida. Siguió mamando un poco con ritmo más acelerado y de pronto me vacié. Mi semen inundó toda su boca y comenzó a bajar por su garganta. El muchacho me lo tomó todo. No dejó ni una sola gota de resto.
-Eres un cabrón…-le dije-…¿cómo me has podido hacer esto aquí?
-Je,je…-rió con una sonrisa en sus labios encantadora-ahora sigamos viendo la peli.
Y ahí nos quedamos los dos, el estado de éxtasis en el que me encontraba me dejó medio dormido. Cuando terminó la película Jorge me sacó de mi estado.
-Vamos…-me zarandeó un poco- ya terminó, je,je-reía porque estaba dormido.
Salimos del cine, y el muchacho se despidió de mí.
-¿Nos veremos mañana?-pregunté.
-No creo, tengo examen al otro día y tendré que estudiar. Pronto te digo algo. Adiós.-Y diciendo eso se marchó caminando con las manos metidas en los bolsillos.