Conociendo a mis hijos (18)

Me la agarré con una mano, y comencé a pajearme fuertemente, cómo me gustaba, pero no era nada comparado con la boca de mi hijo, o con el culo de aquel muchacho.

Hola a todos. Por fin tenéis el 18. Como le he comentado a una pequeñaja que cada día quiero más he comenzado este relato 4 veces pero se unen problemas de amores, salud y demás. Por fin está terminado. Espero les guste. Un saludo

CONOCIENDO A MIS HIJOS (XVIII)

Sonó el despertador, 7 de la mañana. Me desperecé dentro de la cama, mi polla estaba erecta, esperando darle los buenos días. Me la agarré con una mano, y comencé a pajearme fuertemente, cómo me gustaba, pero no era nada comparado con la boca de mi hijo, o con el culo de aquel muchacho. ¡Ojalá estuviera aquí, para podérmelo follar como en aquel servicio! Aceleré el ritmo, mi semen salió disparado hacia mi pecho y mi abdomen. Recogí un poco con mi dedo y me lo introduje en la boca. Ummm… ¡rico!-pensé.

Salí del cuarto totalmente desnudo, silenciosamente abrí el cuarto de mi hijo Luis, ahí estaba, aún no le había sonado el despertador. Mi hermano dormía como un tronco en la cama montada justo a su lado. Me acerqué a mi hijo…

-Luis, Luis…-le zarandeaba y le susurraba bajito.

-Mmm…. Un poco más…-dijo entre sueños mi hijo.

-Despierta…-le decía mientras le estiraba del brazo para levantarlo.

Mi hijo se dejó llevar por mí… lo levanté y agarrándole de la mano me lo llevé hasta el baño. Entramos dentro, mi hijo aún tenía los ojos medio entornados, parecía sonámbulo. Me acerqué a él, le tomé la cara con mis dos manos y le di un beso en sus labios.

-Te quiero hijo-le dije susurrándole al oído.

Agarré el pijama y se lo saqué por la cabeza. Comencé a besarle los pezones lentamente, y bajé por sus abdominales. Noté como la polla de mi hijo estaba despertando. La tomé con una mano, se la sobé unas cuantas veces hasta que comprobé que mi hijo ya era consciente de todo lo que estaba sucediendo. Sin pensarlo dos veces bajé el pantalón del pijama de golpe y aquel trozo de carne salió disparado hasta chocarse con el abdomen de mi hijo.

¡Qué rica polla! La tomé con una mano y me la introduje en la boca. Comencé a mamársela a mi hijo con un ritmo que no podía aguantar. Luis se apoyó en el lavabo porque no era capaz de mantenerse en pie por la mamada que le estaba haciendo.

-Ummm… ¡qué buen despertar!-me decía entre gemidos.

-Quiero que te corras hijo…¡hazlo!-y justo cuando le decía eso mi hijo empezó a llenarme la boca de su leche caliente que yo tomé con mucho gusto.

Me puse en pie y besé a mi hijo. El resto de semen que quedaba en mi boca pasaba de mi lengua a su lengua saboreándola. Nos metimos los dos en la ducha…

-No podemos pararnos Luis… pero ya sabes las ganas que tengo de poseerte, te quiero hacer mío hijo-le susurré al oído.

-Bueno… tal vez algún día-la forma en que lo dijo me dejó extrañado, no mostraba por su parte la emoción que otras veces.

El agua recorría nuestros cuerpos. Nuestras manos recorrían el cuerpo del otro y nuestras pollas se rozaban con cada movimiento. ¡Qué placer se sentía con el sólo roce de nuestros miembros!

-Tenemos que irnos hijo, o llegaremos tarde-le dije.

-Vale-dijo saliendo rápidamente de la ducha. Tomó la toalla y salió directo al cuarto.

Mientras me ponía el traje pensaba en lo mucho que deseaba a mi hijo, pero esta mañana…¡bah tonterías! El pobre estaba recién levantado normal que estuviera tan raro…Todo esto era ya más que simple amor fraternal. Esto traspasaba las fronteras de relación padre e hijo. Pero tal y como habíamos hablado entre mi hijo y yo, no debía rallarme por si estuviera bien o mal. Simplemente disfrutaríamos el uno del otro. Y ahora lo que más deseo es hacerle mío. Sentirlo mío. Estar dentro de él y hacerle disfrutar del placer. De ese placer que tanto le había dado a mi desconocido. A ese que me excita más y más cada vez que lo recuerdo, a ese que, verdaderamente, estoy deseando que se ponga en contacto conmigo… necesito saber qué quiere de mí.

Salí del cuarto y fui a la cocina a preparar el desayuno. No sabía si mi hermano se levantaría para desayunar, así que sólo desayunaríamos mi pequeñajo y yo.

-Ya estoy listo-me dijo Luis.

-Venga hijo, desayuna rápido que tenemos que irnos volando-le dije metiendo prisa.

Me sorprendió que mi hijo no sacara ningún tema de conversación, normalmente hablamos sobre algo por la mañana, como buen aficionado al futbol solía visitar páginas webs por la noche y comentar noticias de fútbol y demás, pero no me dijo nada.

-Hijo… ¿te pasa algo?-le pregunté ya un poco preocupado.

-No…solo es el examen, no te preocupes.

-Bueno… -seguí desayunando.

Como cada mañana mi hijo y yo nos montamos en mi coche. Nos dirigimos hacia el instituto. Luis no hablaba. Tenía la mirada perdida. No quería ponerme pesado preguntándole si le ocurría algo, en el caso de que le ocurriera, me lo diría, tenemos tantísima confianza que nos lo contamos todo. De modo, que será el examen. ¡Estos muchachos, se estresan con nada!

Luis bajó del coche, me despedí de él y me marché para la oficina. Una larga jornada de trabajo tenía por delante.


-¡Eh Luis!-llamaban al muchacho desde la puerta del instituto.

Luis salió de su burbuja y vio como su amigo Marcos le agitaba la mano desde la entrada. Se dirigió hacia él.

-¿Qué pasa tío?-le saludó-chocándose las manos.

-Pues nada… que vaya asco de exámenes… hoy es el primero y ya tengo ganas de terminar. Menos mal que el próximo es la semana que viene-dijo Luis.

-Ya bueno… ya tendremos tiempo-le dijo su amigo.

-Oye, esta noche me quedo solo en casa, mi madre trabaja, si quieres podemos quedar y ver una peli y si te apetece luego para no volver a tu casa te puedes quedar a dormir en la mía y mañana nos vamos juntos al instituto.

-¡Buena idea tío! Así nos despejamos un poco del examen de hoy.

-Pues en eso quedamos tío. Vente a las 9 a casa. Y ahora vamos para clase, que si no, no nos dejan entrar.

Las horas en clase eran interminables. Los muchachos apenas prestaban atención a los profesores, todos repasaban el examen que comenzaría en breve. Luis, no podía hacer ni eso. Solo le venía a la mente recuerdos de la noche con su tío. Lo mucho que había disfrutado con él. Se notaba que su tío sabía lo que hacía, tenía algo que no tenía su padre y solo había ocurrido una vez…

-Luis, Luis…-le llamaba Marcos desde el otro lado del pasillo-Tío, vuelve…¡que te has ido!, ja,ja,ja-reía el joven.

-Ya… tengo muchas cosas en la mente.

-Bueno… suerte para el examen-le dijo extendiéndole la mano a la que Luis respondió chocándosela.

Los muchachos salieron del examen bastante contentos. Había merecido la pena tanto estudio.


En una hora terminaba mi jornada laboral, la verdad que últimamente el trabajo era más que estresante. Mientras muchas empresas cierran por la crisis en la mía cada vez hay más trabajo. Estaba terminando un informe en el ordenador cuando sonó el teléfono. Miré la pantalla: Desconocido. ¡De nuevo él! En ese momento tragué saliva, no sabía que querría de mí.

-Hola-dije.

-Apunta-ordenó.

Tomé un papel de mi escritorio y un bolígrafo. Me dio una dirección.

-A las 7.30 te quiero aquí-ordenó de nuevo.

-¿Qué quieres?-pregunté.

-Que seas puntual.

Y colgó.

Miré el reloj. Eran las 6, quedaba una hora y media. Llegaría justo a tiempo. La dirección que me había dado el chico era de una barriada cercana a la mía. ¿Qué querrá de mí? Deseaba que pasara la hora corriendo. Deseaba saber qué quería de mí y yo… yo quería estar otra vez con él.


Eran las 7.30. Estaba en el coche situado en la puerta de la casa cuya dirección me dijo el chaval. Respiré hondo. Salí del coche y me dirigí a la casa. Llamé al timbre y tras unos segundos apareció él.

-Así me gusta, puntual-me dijo-adelante-se apartó de la puerta dándome paso.

Mis piernas temblaban. Estaba entrando en la casa de aquel muchacho. Por momentos pensé en salir corriendo. Quería irme pero a la vez había algo que no me dejaba. Quería estar ahí. Quería… quería de nuevo estar con él.

-Desnúdate-me ordenó.

-¿Cómo?-la orden me dejó asombrado.

-¿Estas sordo? Que te desnudes-me volvió a repetir.

Comencé a desvestirme. Me quité la camisa, la corbata…

-¡Más rápido!...¡No tengo toda la tarde!-me vociferó.

Y rápidamente me saqué la camisa, me bajé los pantalones y quedé totalmente desnudo ante la mirada de ese muchacho. No sé cómo pero mi polla estaba ya tomando un tamaño considerable. El muchacho estaba delante de mí. Llevaba una camiseta y un pantalón de chándal. Estaba descalzo porque la casa tenía parqué y era cómodo andar así. Se acercó a mí. Mi corazón latía a mil por hora. Tenía miedo y tenía ganas de volver a hacerle todo lo que le hice aquella tarde. Y cuando menos lo esperaba hizo la última cosa que querría que hiciera: ¡Me abrazó! El muchacho se había agarrado a mí como un koala a un árbol. Se quedó ahí, con su mejilla apoyada en mi pecho. Yo me quedé inmóvil. Mis manos caían hacia el suelo. Pasaron unos largos segundos y el muchacho se retiró de mí.

-¡Házmelo de nuevo!-me dijo mientras se empezaba a desnudar.

Eso me sacó de nuevo de mi sorpresa. ¿Ahora quería que me lo follara? ¡¿Me daba un cálido recibimiento con un abrazo y ahora me pide que me lo folle?¡

Se colocó a cuatro patas en el sofá. Con unas de las manos apartaba uno de sus cachetes del culo. Podía contemplar ese cuerpo tan bello que tenía el muchacho que la otra vez no pude ver por el sitio en el que estábamos. ¡Era realmente bello! Tenía una piel tersa, suave. Me situé detrás de él. Me esperaba impaciente. Me masturbaba hasta que se me puso bien erecta.

-¿Y el condón?-pregunté.

-Métemela de una puta vez-me gritó.

-No pienso follarte por mucho que me obligues si no es con condón-me impuse.

El muchacho se giró y se puso en pie. Me daba algo de miedo su cara. Parecía estar poseído por algo. Para nada esperaba aquella situación. Se me quedó mirando. Veía rabia en sus ojos pero en el fondo también veía ternura. Me agarró con una mano la cabeza y me dio un beso en la boca. Siguió besándome fuertemente. Hubo un momento en el noté un mordisco en mis labios. Esos besos tan salvajes me estaban excitando sobremanera. El muchacho se retiró y se volvió a colocar a cuatro patas tal y como estaba antes.

-Se un macho y fóllame de una puta vez. Y no me vengas con mariconadas de condones. La otra vez te lo dejé pasar porque no me conocías pero ahora te digo que puedes confiar en mí…-su tono me resultaba incómodo pero a la vez me daba confianza.

-De acuerdo, espero que sea así porque si no… -y diciendo eso se la metí de golpe en aquel agujero tan delicioso.

Eso era lo más. Sentir cómo mi polla entraba y salía de aquel agujero tan apretadito. Cómo sus paredes abrazaban mi verga a su paso. Comencé con unas embestidas bien fuertes. Mis huevos chocaban con los suyos. Aumentaba el ritmo cada vez más y más.

-Más.. más..-gritaba

Yo aumentaba cada vez más el ritmo. Aquel sexo tan salvaje no lo había tenido desde hacía años. Comenzaba a sentir incluso dolor en mi polla con tanto movimiento brusco.

-Aparta-me pidió-…. Siéntate en el sofá.

Me senté en el sofá. Tome mi polla con una mano… sabía lo que vendría a continuación. El muchacho se puso sobre mí y se introdujo la polla de una estocada. ¡Qué placer! Ahora era él el que me dominaba. Le podía ver su cara de placer. Cómo se mordía los labios para contener los gemidos mientras tenía los ojos cerrados. Y lo que más me sorprendió. Aquella polla tan deliciosa que rebotaba en mi abdomen con cada embestida. ¡Cómo la desearía! La cogí con mi mano y le comencé a pajear. Notaba la sangre fluir a lo largo de ella. Ese glande tan delicioso. Me gustaría saborearlo por momentos. Estaba fuera de mí. El muchacho comenzó a acelerar el ritmo, sus gemidos eran cada vez más fuertes.

-Ohhh… síii…me corro-me dijo.

-Y yo…-grité

-Lléname entero… quiero que me inundes-me pidió.

El muchacho comenzó a soltar una inmensa cantidad de semen que salió disparado hasta mi abdomen y mi pecho. Su esfínter se contrajo con cada pulsación y le llené. Solté toda mi leche caliente en su interior que resbalaba por las paredes de su ano y salían por su esfínter hasta llegar a mis testículos.

Se levantó recogió la ropa del suelo y me dijo.

-Vístete y cierra la puerta cuando te vayas, voy a darme una ducha, sabrás de mí pronto-y diciendo eso desapareció por un pasillo.

Me quedé asombrado. ¿Me había utilizado? ¿Eso era lo que realmente quería este muchacho de mí? ¿Qué le follara? Pero… ¿Por qué yo? Pensaba mientras terminaba de vestirme. Salí de aquella casa y pensando cuando sería la próxima vez que mi… ¿cómo llamarlo?... me querría de nuevo.

Miré mi móvil, un mensaje de Andrés: “Papá me quedo en casa Quique a preparar examen. Mañana iré a casa a coger algo de ropa por la mañana. Ya te explico. Besos” .

Durante el trayecto con el coche no hacía nada más que darle vueltas a lo que acababa de ocurrir. Este chico me había utilizado, se había aprovechado de mí. Sabe que si no hago lo que él quiere le puede decir algo a mis hijos pero… si lo que quiere es que me lo folle… por mí encantado. Llevaba tiempo sin tener sexo como el de esa tarde. Ese cuerpo tan hermoso siendo poseído por mí. Cómo me había gustado llenarlo. Pero tenía miedo también por no haber usado protección con él a pesar de que me dijera que confiara en él, era un desconocido. Aparqué el coche y me dirigí a casa. Cuando yo entraba salía Luis de ella.

-Hola papá-me dijo.

-¿Dónde vas?-pregunté.

-Verás me voy a quedar esta noche en casa de mi amigo Marcos ¿te importa?

-No hijo, ve…¿Qué tal el examen?

-Bien…

-Y…¿Estas ya mejor?... Esta mañana andabas un poco raro…-le dije mirándole pero mi hijo me esquivaba la mirada.

-Sí no te preocupes, bueno me marcho, ¡adiós!-y sin más se fue.

¿Qué le pasaba ahora a mi hijo? ¿Por qué ese cambio? Necesitaba dejar la mente en blanco. Espero que esté Carlos en casa para salir a tomar algo y olvidarme de todo el estrés y todo lo que me nublaba la mente en este momento-pensé.