Conociendo a mis hijos (14)

Y mi hermano y yo nos dimos un fortísimo abrazo.

Ahí va... más cortito. Espero que les guste.

CONOCIENDO A MIS HIJOS (XIV)

La noche pasó sin más, conversaciones absurdas sobre trabajo, y poco más. Luis nos dio las buenas noches y se marchó a su cuarto. Quería repasar un examen que tenía al día siguiente antes de dormir. Carlos prefirió quedarse en el salón un poco,  aproveché para hablar con él.

-¿Quieres una copa?-le pregunté.

-Un whisky no vendría mal-me aceptó.

-Y bien… cuéntame hermano. ¿Qué pasó? Quiero saberlo-decía mientras me sentaba a su lado en el sofá.

-No puedo Roberto… no es simplemente una infidelidad… es algo más… Y a pesar de que seas mi hermano. No sabría cómo lo aceptarías y eres mi única familia como para perderte a ti también.

-Carlos… eres mi hermano. Siempre hemos tenido una muy buena amistad y nos hemos apoyado mucho. Por favor, cuéntame.

-Verás… hace unos años en la oficina en la que trabajo llegó un nuevo empleado… y me atrajo mucho…

-¡Siempre has tenido debilidad por las mujeres hermano!-dije riéndome.

-No… Roberto… ese empleado era un chico-me dijo con la mirada fija en el suelo, avergonzado.

-Ajam… o sea… te gustó un hombre, ¿me equivoco?-pregunté.

-No…no te equivocas. Me atrajo siempre su personalidad, su belleza, su forma de ser. Y para colmo teníamos que trabajar constantemente juntos. Un día salimos de fiesta la gente de la oficina. Las chicas se comenzaban a poner un poco pesadas con el muchacho, a todas ellas les gustaban. ¡Pero qué chico más mono!-le decían las compañeras, pues el chico con total simpatía y sin ningún pudor confesó que era gay, porque no quería que ninguna intentara conseguir algo de él o tirarle los tejos y  prefirió que lo supieran porque además así se encontraría más a gusto en el trabajo y podía hablar sin ningún pudor-dio un trago a la copa.

-Ok.. continua.

-Bien, pues desde que el chico confesó que era gay yo cada vez me sentía más a gusto con él. Me gustaba mucho su simpatía, su forma de ser. Porque, es el típico tío que pasa desapercibido, no da la impresión de ser gay.  Y un día nos quedamos hasta tarde en la oficina trabajando por unos papeles que teníamos que entregar y sin saber cómo nos besamos.

-Vale… ¿tu a él o el a ti o cómo?-pregunté queriendo saber más.

-Fue un beso mutuo, estábamos cerca el uno del otro, nuestras miradas empezaron a ser más penetrantes de lo normal y simplemente sucedió-dio otro trago al whisky.

-Vale… sigue.

-Yo me aparté, le dije que estaba casado y que eso era un error y me dijo que lo sabía pero que si yo quería, podríamos ser amantes en la intimidad porque yo a él también le atraía desde un principio. Que aunque él fuera gay y la gente lo supiera que no le importaba verse conmigo a escondidas. Le confesé que yo nunca había estado con un hombre y eso…

-E imagino que al final acabasteis siendo amantes… a escondidas.

-Sí… y María lo pagó todo, por ser tan cabrón.

-Bueno…. Pero ¿le quieres?

-Sí… pero ha llegado un momento en que él no puede seguir viéndome a escondidas, él prefiere estar con alguien al que no le importe que los demás lo sepan. Y yo… eso no puedo. El pensar que María se enterase de que su marido es gay. Me muero Roberto-se puso a llorar.

-Carlos… -le dije pasándole una mano por la espalda- No puedes seguir ocultando esto. Tienes un físico envidiable, joder si me gustas hasta a mí, eres muy buen tío, y has cometido ese error. No te castigues más a ti mismo. Cuando pasen unos días volverás y hablarás tanto con María como con el muchacho ese… a María le dirás toda la verdad… dolerá pero imagino que lo comprenderá… y al muchacho… pues le dices que ya has dado el primer paso… Por él. Y yo hermano, te querré así de igual modo, y tus sobrinos seguro que también.

-Vale… Gracias Roberto-me dijo.

-De nada… anda dame un abrazo-dije extendiendo mis brazos.

Y mi hermano y yo nos dimos un fortísimo abrazo. ¡Mi hermano… gay! ¡Estaba sorprendido… pero le quería! Me acababa de dar cuenta que los tres hombres más importantes de mi vida… eran gays! Bueno… uno sí con seguridad… otro estaba indeciso… y el otro… Andrés… ¿será gay como su gran amigo Quique? Y ¿yo? ¿Qué demonios me estaba ocurriendo? Yo que era el típico tío hetero machito, ahora, haciendo las cosas que hago con mi propio hijo, follándome a un desconocido en un servicio… ¡Dios, me estoy volviendo loco! Sí es cierto que desde siempre había tenido el morbo de ver en los gimnasios en los que he estado a los hombres desnudos, o cosas así, pero ¡nunca imaginé que podía llegar a tener sexo con un hombre!… Al principio era solo mi hijo, pero eso ha ido a más… y ahora… ¿ahora qué?

-Bueno creo que ya va siendo hora de ir a la cama ¿no te parece?-le dije a mi hermano.

-Sí, espero no molestarle a Luis, tendré que inflar el colchón y prepararlo.

-No, no te preocupes.

Ambos nos dirigimos a nuestros cuartos.

-Buenas noches Carlos-le dije.

-Buenas noches hermano-contestó.

Me tumbé en la cama, por fin llegaba el momento de descansar. El sueño se empezaba a apoderar de mí. Mis ojos pesaban, me dormía, pero el sonido de mi móvil me despertó. Rápidamente salté de la cama, y lo cogí de la mesa. Miré la pantalla: Desconocido.

-¿Sí?-pregunté extrañado.

-Hola Robertito-dijeron al otro lado.

-¿Quién eres?

-Vaya… ¿ya no te acuerdas de mí?... ¡con lo bien que lo hemos pasado esta tarde!

Mi corazón comenzaba a latir a mil por hora. Era el chico de esta tarde. ¿Cómo podía ser…?

-¿Qué quieres de mí…? ¿Porqué me llamas?... ¡dime!-le exigí.

-Verás Roberto, no te preocupes, simplemente te he estado siguiendo durante un tiempo y me pareces un hombre muy atractivo. Y esta tarde, no pude dejar pasar la oportunidad en el centro comercial.

-Pero… ¿de qué me conoces?-estaba nervioso, confundido, aterrado.

-Eso ya lo sabrás el día que lo necesites saber-respondió.

-Dime… ¿qué quieres?

-Por ahora, nada. Hoy me has dejado bien satisfecho. Pronto tendrás noticias de mí. Porque… no querrás que tus hijitos Luis y Andrés se enteren de que su papi va follando en los servicios de centros comerciales ¿no?

-¿Cómo conoces a mis hijos? ¡Dime!-mi voz se elevaba por momentos.

-Aquí tú no mandas nada Robertito, el que te tiene agarrado por los huevos soy yo. Umm… esos  huevos tan deliciosos… -su tono de voz cambió de golpe- …Por ahora estate tranquilo. Ya tendrás noticias mías. Yo que tú, no me despegaría del móvil. Lo pasaremos muy bien… papito. Ciao

Y colgó.