Conociendo a mis hijos (13)
¡Cómo me gustaba! Ser follado por mi propio hijo.
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CONOCIENDO A MIS HIJOS (XIII)
-Gracias Quique-le decía Andrés a su amigo mientras caminaban hacia su casa con los brazos de uno sobre el del otro.
-Sabes que no tienes que dármelas, eres mi amigo, bueno, corrijo, mi mejor amigo, y haré todo lo que esté en mi mano para ayudarte siempre.
-Ja, ja-reía-no…en serio… gracias. Menos mal que nos hemos inventado una buena excusa para no estar esta noche en mi casa. Capaz hubiera sido de entrar a mi cuarto y hacerme algo parecido a la otra vez.
-Sí bueno, oye, he estado pensando una cosa-le dijo Quique a su amigo.
-Cuéntame…
-Pues… que si no quieres estar, al menos durante unos días en tu casa, podemos decir que tenemos que preparar unos exámenes y que te quedarás a dormir en mi casa, ya que nos acostaremos tarde y así aprovechamos más. Y como ahora está tu tío en tu casa pues necesitas más tranquilidad y concentrarte a fondo.
-Oye… ¡muy buena idea!-dijo Andrés sorprendido-ya sabía yo que alguna que otra neurona funcionaba en esa cabeza loca-dijo pasándole la mano por la cabeza y despeinándolo.
-Ja,ja,ja-reía-qué tonto eres.
-No en serio, es buena idea, lo malo es que… ¿Cuándo volverán tus padres?
-Pues… eso te lo aclaro ahora mismo-dijo mientras sacaba el móvil de su bolsillo.
Quique llamó a su madre, y tras varios minutos de conversación por fin colgó.
-¿Qué te ha dicho?-preguntó Andrés impaciente.
-Pues que mi abuela está muy mal, y que han decidido quedarse en casa de mis abuelos al menos una semana, hasta que salga del hospital y se recupere, y de todos modos, puede que mi madre se quede allí un tiempo pero mi padre si volverá en unos días, ya que sólo pidió permiso durante una semana-Andrés escuchaba con atención-así que… tenemos la casa para nosotros solos, durante dos o tres días.
-¡Qué bien tío!-se alegró Andrés-No sabes lo bien que me viene, pero mañana tendré que hablar con mi padre para comentarle el asunto a ver si acepta.
-Jooder tío, que ya eres mayorcito ¿no?-dijo Quique.
-Ya tío, pero, tú sabes que no hay nada que haga sin el permiso de mi padre…
-Ya, eso sí… bueno… pero eso mañana. Esta noche… aunque no salgamos… vamos a pillar una buena borrachera… Ja,ja-reía.
-¡Esta noche va a ser inolvidable!
Llegué a casa, no estaba Carlos, habría salido a dar un paseo, pensé.
-¡Hola!-Grité-¿¡Luis!?
-¡Estoy en mi cuarto!-gritó mi hijo.
Dejé el maletín en mi cuarto y mi chaqueta, y me acerqué al suyo
-Toc,toc, ¿se puede?-pregunté.
-Sabes que sí… total… ¿qué me ibas… a pillar haciéndome una paja? ¡No creo que te escandalizaras!... ja, ja, ja-reíamos los dos.
-No hijo, no. Oye quería comentarte… Tu tío se va a quedar en tu cuarto a dormir… acabo de comprar un colchón hinchable de esos y como tu cuarto es grande he decidido que os quedéis aquí ¿Te parece?
-Ah, perfecto papi. Y si prefiere dormir en mi cama, a mi no me importa dormir en el colchón.
-No te preocupes, hijo, pero gracias-dije mientras me quitaba la corbata-y ahora… voy a darme una ducha, ha sido un día largo-resoplé.
-Papá… ¿estás bien?-me preguntó.
-Tengo muchas cosas por la cabeza hijo… el estrés de los adultos-respondí para no dar mayor importancia. Pero por mi cuerpo recorría una sensación de malestar por todo lo sucedido.
Entré en el baño, mientras me despojaba de mi camisa. Me saqué los zapatos… ¡Qué alivio! Mis dedos se estirazaron. Me miré en el espejo. ¡Ay Roberto… ¿qué estás haciendo con tu vida?! Miré el miedo en mis ojos. Tenía pánico. Ese muchacho… ¿de qué me conocía? Pero a la vez… se me venían flashes del momento vivido en los servicios y me excitaba.
Me desnudé y me metí en la ducha. El agua estaba hirviendo. Me gustaba notar cómo me quemaba la piel. Cerré los ojos y sentía como chocaba en mi frente y bajaba recorriendo todo mi cuerpo. Recordé aquella tarde, sus ojos azules, su cabello. Esos labios tan carnosos y esa polla tan hermosa. ¡Cómo me hubiera gustado probarla! Empecé a acariciar mi cuerpo, imaginando que eran sus manos las que lo recorrían. Bajé hasta mi polla y la empecé a acariciar. Imaginé que el chico se arrodillaba frente a mí, me agarraba mi polla y se la introducía suavemente en mi boca. Umm…. ¡Qué placer me había dado aquella boquita!... Sí, sigue, sigue así… -murmuraba-… aquel placer era increíble… noté como la excitación recorría todo mi cuerpo y como de una imaginación se iba haciendo más real… notaba como unos labio atrapaban mi polla… pero….¿pero…? Abrí los ojos…
-¿Pero… qué haces Luis?-mi hijo estaba de rodillas, semidesnudo y con medio cuerpo dentro de la ducha, aferrado a mi polla, había aprovechado que tenía los ojos cerrados y había entrado sigilosamente y ahora lo tenía ahí, mamándome la polla.
-Papi… no podía esperar más… y ahora que está el tío aquí y no sé cuándo podremos…-siguió con su tarea.
-Desnúdate y entra-le ordené.
Luis se desnudó por completo y se metió en la ducha. Nos besamos. Yo le besaba la mejilla, el cuello, y empecé a bajar, mordisqueé sus pezones, bajé sus abdominales. Y cuando tenía la polla frente a mí la agarré con mi mano y me la metí en la boca. ¡Cómo me gustaba sentirla dentro! La polla de mi hijo. Una de las personas que más quería en este mundo.
-Umm sí papá… toda tuya… toda entera para ti.
Me agarró de la cabeza y me empezó a meter la polla fuertemente, mi boca ensalivaba su gran falo. ¡Mi hijo me estaba follando la boca! ¡Cómo me gustaba! Ser follado por mi propio hijo.
-Córrete hijo-le pedí.
Le agarré la polla y se la empecé a pajear, me estaba poniendo cardíaco. Luis no aguantó más y se corrió, fueron varios trallazos de leche bien caliente los que se estrellaron contra mi paladar. ¡Umm qué rica! Seguí mamándole la polla hasta que se la dejé bien limpia.
-Papá me ha encantado. No veas qué ganas tenía de vaciarme.
-Date la vuelta… ahora me toca a mí.
Quique se giró, apoyó sus manos en la pared. Bajé besándole la espalda, lentamente, hasta llegar a sus glúteos. Me puse de rodillas, los acaricié, los besé.
-¡Qué culo tan bonito tienes hijo!-le dije.
-Tú lo hiciste papá… y ahora es tuyo.
Me acerqué lentamente y empecé a besarle más intensamente cada cachete. Pasaba la lengua por cada milímetro de su bello culo. Me acerqué hasta la raja, y comencé a lamerla. Bajé hasta llegar a su ano. Donde comencé a lamer y a besar y a introducir la lengua lentamente.
-Uff… papá.. como me gusta-gemía mi hijo.
Yo seguí lamiendo ese culo tan delicioso. Pero ese no era el sitio donde quería poseer a mi hijo. Quería hacerlo mío, mío para siempre. Me puse de pie y metí mi polla entre sus dos cachetes. Mi glande tocaba sus testículos. Noté que mi hijo estaba totalmente empalmado de nuevo, a pesar de haberse corrido segundos antes. Y le empecé a frotar suavemente mi polla con sus glúteos. Notaba el roce con su piel. Estaba excitadísimo.
-Papi… quiero ser tuyo-me susurró Luis.
-Lo serás… pronto hijo… no deseo más que estar dentro de ti, pero ahora, disfrutemos de esto.
Seguí rozándome con la parte interna de sus piernas. Besaba a mi hijo en el cuello, en los hombros. Acarició con mi mano su pecho, su abdomen y agarré su polla. Empecé a pajearlo al mismo ritmo que yo metía y sacaba la polla de entre sus piernas. No podía más… me iba a correr.
-Hijo… me corro…ahh…-gemí mientras me vaciaba por completo.
-Sí papi…-susurró mi hijo que se corrió a la misma vez que yo.
Mi mano se llenó de su semen. Me acerqué la mano a la boca y pude saborear ese semen tan rico de mi hijo. Lo tomé todo con la lengua. Me acerqué a mi hijo y lo besé. Seguí bajando hasta colocarme de nuevo con su polla frente a mí. La tomé con una mano y la levanté hacia arriba. Deseaba sus huevos, su entrepierna, donde se había estrellado todo mi semen. Empecé a recoger todo mi semen de los huevos de mi hijo, los lamía y los besaba con delicadeza. Le pedí que se girara. Le abrí las piernas y de nuevo seguí lamiendo su raja, ¡qué gusto! ¡Cómo me gustaba esa situación! Si seguía así me empalmaría rápidamente.
Me puse en pie, tome el jabón y empecé a enjabonar el cuerpo de mi hijo. A recorrer todo su cuerpo con mis manos a la vez que él recorría el mío. Nos besamos durante la ducha.
-¿Ves como no está mal papi?-dijo mi hijo acordándose de la conversación que habíamos tenido esa mañana.
-Ya hijo, a partir de ahora disfrutaremos, nada más.
-Te quiero papi, me dio un beso y salió de la ducha.
Yo me quedé dentro mientras el agua recorría todo mi cuerpo, y contemplaba a mi hijo como se secaba con la toalla. Ese malestar que tenía antes de entrar a la ducha había desaparecido. Cuando Luis iba a salir del baño me percaté de que había dejado la puerta abierta. Tal vez no la cerró por no sacarme de mi trance, pero no había problema, no había nadie en casa.
-Luis...-le llamé, mi hijo frenó en seco y me miró.
-Dime...
-Ten cuidado, habías dejado la puerta abierta hijo, y en esta casa vivimos más gente aparte de tú y yo-le dije llamándole la atención.
-Perdón papá... tendré mas cuidado la próxima vez-dijo guiñándome un ojo y sonriendo.
Salí de la ducha y me puse el albornoz. Me dirigí a mi cuarto y me puse el pijama. Era bastante más cómodo que el dichoso traje de diario. Me pasaban miles de imágenes por la cabeza, entremezcladas entre las pajas y mamadas de mi hijo, el recuerdo de mi hermano y ahora, el muchacho. ¡Ay…! Suspiré.
Pensé que era el momento de ir preparando la cena. Cuando llegaba al salón vi que Carlos estaba viendo la tele.
-Hombre hermanito…! ¡Por fin sales del baño!-dijo expresivo.
-Sí…-pensé…¿nos habría escuchado?-… me gusta darme una larga ducha cuando vengo del trabajo y hoy ha sido una jornada muy larga.
-Ya veo ya….-con un tono un poco raro.
-Bueno… te he comprado un colchón de esos que se inflan para que duermas mejor, el sofá es muy incómodo, dormirás en el cuarto de…
-…Andrés?-me cortó el.
-No… prefiero que sea en el cuarto de Luis. Andrés con los estudios y eso prefiero que esté mejor solo.
-Amm vaya… -dijo agachando la cabeza-… estará bien de todos modos. Así me contará sus hazañas con las jovenzuelas que seguro que a su edad ya se las llevará a todas de calle.
-Ja, ja… qué va, te equivocas, al menos a mí no me ha presentado a ninguna novia ni nada.
-Pues entonces… será maricón-dijo con un tono arrogante, no conocía ese modo de hablar de mi hermano. Había cambiado mucho en dos años.
-De igual modo, es mi hijo, y lo querré sea lo que sea. Y si le gustan las pollas en lugar de los coños, lo único que quiero es que sea feliz…
-¿De qué habláis…?-preguntó mi hijo Luis que llegaba al salón.
-Nada hijo… de lo mucho que os quiero y de lo unidos que estamos. Y que solo quiero que seáis felices.
-Amm.. vale, si tito, nos queremos mucho. Demasiado diría yo. Se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla.
No quería darle a Carlos indicios de lo que hacíamos mi hijo y yo. Y… temía por momentos que nos hubiera visto u oído en el baño. Sería mejor que no hiciéramos nada durante los días que estuviera en mi casa mi hermano. ¡Espero que llame María para perdonarle!