Conociendo a mis hijos (1)

Me tumbé en la cama y comencé a recorrer con mis manos todo mi cuerpo. El cuello, el pecho,… bajé por mis abdominales y comencé a tocar mi verga que en ese momento estaba comenzando a despertar.

Hola a todos, antes de nada dar las gracias a todos los que leisteis esta serie allá por el 2009. Como no la terminé ahora de nuevo la vuelvo a publicar...esta vez sí con FIN y con alguna modificación. Espero que os guste y que no haya perdido el "don" de la narracion. Cualquier comentario o sugerencia son BIENVENIDOS. Saludo a todos.

CONOCIENDO A MIS HIJOS (I)

Aquel viernes llegué a casa antes de lo previsto pero estaba molido de tanto trabajo. No es que tenga que realizar un esfuerzo físico en la empresa en la que llevo trabajando casi 20 años pero la verdad es que este último mes el estrés ha crecido en mí de una manera increíble. Es por ello por lo que estaba deseando de llegar a casa, y relajarme.

-¡Hola papá!- me sonrió mi hijo Andrés cuando me vio entrar por la puerta.

-¡Hola hijo!, ¿Qué tal?

-Bien papi- me llamaba así muy a menudo a pesar de sus 19 años.

Andrés es mi hijo mayor de 19 años y mi otro hijo, Luis, tiene dos menos que él. Su madre falleció de una enfermedad terrible cuando Andrés tenía 13 años. Desde entonces el amor hacia mis dos hijos ha crecido y estamos más unidos que nunca.

-¿Tu hermano no ha llegado aún?- le pregunté.

-No papi, me dijo que hoy tenía que quedar con unos amigos para entregar un trabajo o no sé qué. Y después me dijo que iría a jugar un partido de fútbol.

La verdad, es que mis dos hijos habían salido a mí, nos gustaba mucho el deporte. Andrés desde pequeño jugaba mucho al baloncesto a pesar de que no era muy alto, y mi hijo Luis me había salido un crack del balón, por ello siempre los amigos cuentan con ellos para echar partidos porque la victoria la tienen asegurada.

-Oye papi, ahora después va a venir mi amigo Quique para echar unas partidas a la Wii, ¿te apuntas?

-No sé hijo, voy a salir a correr un rato y después no sé si llegaré con ganas de nada.

-Ok papa-me decía mientras seguía mirando la tele.

Me fui para mi cuarto y cerré la puerta. Andrés quedó en el salón viendo la tele. Me senté un momento en la cama mientras me quitaba los zapatos que aprisionaban mis pies, me quité la corbata y me desabroché la camisa. Me despojé de toda mi ropa y me quedé con los bóxers solamente. Cuando me dirigí hacia el armario a coger la ropa para salir a correr me quedé mirándome fijamente en el espejo del armario que me permitía observar mi cuerpo todo fibrado por músculos debido al ejercicio que realizo cada día. ¡Me gustaba! Estaba de maravilla para mi edad.

De repente, un calor comenzó a recorrer todo mi cuerpo. Sin pensarlo me había excitado, pero, ¿por qué? En ningún momento del día había tenido ni el más mínimo pensamiento sexual. Me tumbé en la cama y comencé a recorrer con mis manos todo mi cuerpo. El cuello, el pecho,… bajé por mis abdominales y comencé a tocar mi verga que en ese momento estaba comenzando a despertar. ¡Los huevos estaban ardiendo y a punto de estallar! No tuve más remedio que bajarme los bóxers hasta los tobillos y mi verga se liberó como un león que sale de su jaula. Agarré con mi mano derecha aquel trozo de carne de 20 cm y me comencé a masturbar. Escupí en la cabeza para que corriera mejor mi mano. ¡Dios qué placer! Estaba casi en éxtasis. Mi corazón bombeaba sangre y sentía como recorría todo mi cuerpo a mil. ¡Cómo me gustaría tener a una persona para poder hacerle el amor, sentir su cuerpo contra el mío!

Ya no aguantaba más, estaba a punto de descargar….

-¡Papá!-oí la voz de mi hijo muy cerca, detrás de la puerta.

Andrés entró en mi cuarto justo en el momento en que estaba a punto de correrme. Me pilló, como se dice, con las manos en la masa. Al verme en aquella situación mi hijo se giró y salió del cuarto a toda prisa, yo mientras tanto agarré un cojín del cabezal de la cama y me tapé mi verga. En ese preciso instante se me quitó toda la calentura que tenía, y me quedé entonces sin poder sentir la mejor corrida que tendría en mucho tiempo.

Me subí los bóxers y me dirigí hacia el salón. En los menos de 8 metros que hay entre mi cuarto y el salón pasaron por mi mente miles de palabras que les podía a decir a mi hijo pero no sabía cuál usar en ese preciso momento.

-¡Andrés!- lo llamé con una voz avergonzada.

-Papá… yo… lo siento… Siento haberme metido así en tu cuarto sin llamar.

-No pasa nada hijo-le decía mientras me sentaba a su lado y tocaba su cabeza con cariño-. La verdad es que una conversación como ésta la deberíamos haber tenido tu y yo hace ya unos cuantos años pero tú sabes tan bien como yo que la masturbación es algo que cualquier hombre lo hace ¿no crees?

-Si papi-me contestó mi hijo con una voz angelical para su edad.

-¿Porque… tú te masturbas no hijo?-me atreví a preguntarle.

-Claro papá. Casi todas las noches.

-¡Ja, ja, ja! -reí descaradamente. Y mi hijo Andrés también comenzó a reírse. La verdad es que estas risas nos ayudaron a liberar la tensión que había.

-Oye, ya que hemos sacado el tema quisiera preguntarte una cosa.

-Dime papá.

-Verás… yo… quisiera saber… ¿Tienes novia? Porque hijo, la verdad, es que me tienes desinformado, no me cuentas nada, y recuerda que ante todo soy tu padre y tu amigo y te puedo ayudar en lo que quieras. Además, las chicas te pueden ayudar en estos temillas. Le dije con voz picarona mientras le daba con el codo en su brazo.

-No papá, no tengo novia ni quiero. Las tías son muy raras.

-¿Entonces, nunca has practicado sexo con ninguna chica?- le pregunté a mi hijo que me dejó extasiado con esa respuesta.

-No papá, no -Contestó mi hijo mientras agachaba la cabeza de manera tímida.

-¡Ey hijo! No pasa nada. Ya encontrarás a la persona adecuada a la cual te entregues. Pero si quieres que sea el momento más bonito de tu vida hazme el favor de no follarte a la primera tipa que encuentres en una noche de fiesta. ¿Ok?

-¡Claro papá! Si hago el sexo con alguien, ese alguien tiene que ser muy especial.

-Muy bien hijo. Y ahora me voy a correr…

-Ja, ja, ja- se reía Andrés- pero si te he cortado la corrida.

-Ya, pero yo me refiero a hacer deporte… cabroncete.

Mi hijo quedó en el salón y yo me fui a vestir porque creo que en bóxers no es la ropa más apropiada para correr. Me puse unos pantalones cortos y una camiseta ajustada salí del cuarto y crucé el salón.

-Adiós hijo, dentro de una hora nos vemos.

-Ciao papi.

Salí de la casa, bajé los escalones del hall y comencé a calentar los músculos de las piernas para evitar tirones. Y comencé a correr a toda prisa.

Todos los días corro al menos media hora y aunque hoy no tenía muchas ganas de correr el hecho de que no hubiese podido acabar aquella magnífica paja me dio fuerzas para correr media hora más así que estaría fuera de casa durante una hora.

Mientras me dirigía al parque en el cual suelo correr debido a su gran extensión se me vinieron a la mente las palabras de mi hijo:

-No papá, no tengo novia ni quiero. Las tías son muy raras.

¿Qué las tías son muy raras?... ¿Por qué piensa eso mi hijo?

-¡Claro papá! Si hago el sexo con alguien, ese alguien tiene que ser muy especial.

¿Alguien? La verdad es que no sé si mi hijo usó esas palabras con toda su intención o dijo la palabra "alguien" para referirse a un chico o a una chica. Pero no, no puede ser… mi hijo… ¿Puede que sea gay? Creo que tenemos la suficiente confianza como para que me lo cuente personalmente. Pero el que se lo pregunte yo puede que no se abra a mí como él quisiera. No sé qué hacer. ¿Se lo pregunto o no? La verdad es que un chico alto, guapo, inteligente como es mi hijo, ¿por qué no tiene novia? Si yo con su edad ya había tenido 3 ó 4.

Seguí corriendo pero mi cabeza no hacía nada más que darle vueltas a la condición sexual de mi hijo. ¿Será o no será? Esperaré a que él mismo me lo cuente, me decía para mis adentros.

Tan sólo llevaba corriendo media hora cuando decidí volver hacia la casa. Aquella situación no me permitía seguir corriendo. Mientras decidí tramar un plan…

Justo cuando quedaban cien metros para llegar a casa me encontré con mi hijo Luis el cual se despidió de sus colegas y me llamó:

-¡Eh papá espera!

Yo frené de golpe y me acerqué hacia él.

-¿Qué tal hijo?, ¿Cómo fue el partido?

-Muy bien papá, les hemos dado un palizón: 4 a 1. Y 2 goles míos.

-¡Estupendo hijo! Eres el pichichi del barrio… ja,ja -Comenzamos a reírnos los dos- Venga hijo, entremos en casa.

-¡Hola papi!, ¡Hola nenaco!-así llamaba Andrés a su hermano Luis.

-¡Hola marica!-Llamó con un tono un tanto picarón Luis a su hermano.

-¡Luis!- Exclamé con voz enfadada.

-Perdona hermanito-Pidió disculpas Luis a su hermano Andrés al darse cuenta de que ese no era el modo adecuado para decir hola a su hermano.

A mí ese saludo entre mis dos hijos no hizo nada más que aumentar mi duda de si mi hijo Andrés fuera o no gay porque si su hermano lo llamó con esa palabra "marica" sería porque él lo supiera o sospechara algo. Pero si le pregunto a Luis si él sabe si su hermano es gay o no puede que se lo diga a su hermano y nuestra relación no sea a partir de entonces tan buena como hasta ahora. No, dije para mi interior, tengo que seguir con mi plan para averiguar si mi hijo es gay o no.