Conociendo a Miguel

¿Y qué harías tú para conocer a tu Amo? Una impulsiva sumisa viajera y un comienzo

Habían sido 5 meses de largas conversaciones nocturnas, y le echaba de menos, las noches no tenían la misma gracia sin él, nuestros trabajos nos habían permitido unos momentos muy entretenidos, pero ya llevaba algún tiempo pensando que necesitaba conocerle, ¿por qué? Pues muy sencillo: simplemente hay un límite en la imaginación, y la verdad es que no resultaba fácil llevar un tipo de relación como la nuestra sólo a base de mensajes y tareas, aunque a juzgar por todo el camino que me quedaba por recorrer quizá era lo adecuado.

Se me dan bien los debates internos y quizá por eso decidí dejar de debatir conmigo misma, ducharme y prepararme, hacerme con una mochilita donde meter 4 cosas básicas y meterme en un tren hasta llegar a su ciudad 3 horas más tarde. ¿Crees que soy una loca?, es posible, aunque la vida necesita de estos momentos.

Oh! Por favor, discúlpame! Aún no me he presentado: mi nombre es Sonia, y vivo a 300 km de mi Amo, al que por cierto aún no conozco en persona, como te he comentado antes, y he decidido ir a verle en el día en el que ha quedado con unos amigos y sé que está saliendo con ellos de fiesta, no creas que quiero aguarle la fiesta o interrumpir su diversión, es sólo que ayer me dijo que si se presentaba la ocasión de tener sexo no la desaprovecharía, y he pensado ser su ocasión, si lo desea.

He de confesar que a veces resulto muy impulsiva, y al llegar a su ciudad, tremenda desconocida para mí, pensé que lo mismo no había sido una buena idea, tenía sólo unas horas para averiguar por donde podría estar, ir, y encontrarle… reconocerle… o que me reconociera él, por suerte existen los servicios de mensajería instantánea que tanto hemos usado y me dijo dónde estaba, así que dejé el bar donde estaba cenando algo y me encaminé al lugar donde estaría, aunque debo decirte que si alguien te dice que lo está pasando en grande en “el puerto” seguro que hay miles de bares en ése “pequeño sitio” que tienen tantas y tantas ciudades costeras, la suerte me sonreía, me mando una foto suya en la que se veía la entrada del lugar… creo que había cruzado los dedos por algo así cosa de unas cien veces antes.

No soy una mujer despampanante, mido 1,64, y realmente remarcable únicamente es que tengo unas tetas bastante grandes y una bonita sonrisa, de modo que al entrar en el bar donde estaba me quedé en la barra con un cubata que falta me hacía, y traté de localizarle con la mirada.

Y ahora, ya te puedo hablar de él: se llama Miguel, es un hombre alto y corpulento, y en un grupo grande resultaba fácilmente identificable a pesar de haberle visto sólo por Skype. Me gustó ver como se reía, y como no sé ser discreta creo que se notó que miraba hacia su grupo, de suerte que él precisamente miraba hacia la barra, aunque con tanta gente no estaba pendiente de que ocurría fuera de su círculo.

Me temblaban las piernas, y no sabía si me atrevería a acercarme después de haber llegado hasta allí, y decidí mandarle un mensaje:

-          ¿Qué tal la noche? Espero que lo esté disfrutando, mi Amo, habrá caza finalmente?

Le ví mirar el móvil, sonreir y echar un vistazo rápido al local, pero no me vió.

-          Muy entretenida, y no, me parece que no habrá caza por esta noche.

Frustración, habría que hacer algo.

-          Bueno, pues nada, al menos si lo están disfrutando… eso que se llevan, al final son más gente de los que habían quedado no? Me parece contar 15 personas.

Ya lo sé, la sutileza no es lo mío, y habría mil formas mejores de hacerlo, pero logré mi objetivo: Miguel levantó la vista y miró a su alrededor, y en esta ocasión sí que me vio.

-          Tienes 5 minutos para ir al baño y quitarte las bragas si llevas, porque no me gustaría acercarme a ti y que las tuvieras puestas, ah y asegúrate de que esos pezones estén bien duros cuando salgas y los vea marcarse en esa blusa escotada desde aquí

-          Sí Señor.

Las órdenes son las órdenes, nerviosa y veloz fui a quitarme el tanga que llevaba, de paso pellizque fuerte mis pezones como sabía que él lo haría, aunque la verdad es que no les hacía falta mucho, y empitonada como mi Señor me había pedido volví a la barra, abriendo ligeramente las piernas, para que se notase por debajo de la falda la orden cumplida, por suerte pocas personas podrían verlo, y él era una de ellas. Se levantó a tomarse una copa a la barra, y se acercó a mí despacio, me sentía cada vez más nerviosa, a cada paso, a cada movimiento, y sin mediar palabra me cogió fuerte del pelo y me besó con pasión, tapando mi cuerpo con el suyo mientras metía un dedo bajo mi falda y lo hundía entre mis piernas.

-          Sí que tenías ganas, ¿Por qué? – Odio que me pregunte cosas que me comprometen

-          Porque le deseo, mi Amo, y espero que le guste la sorpresa, y creo que nos están mirando y me estoy poniendo cada vez más nerviosa.

-          Lame mi dedo, me da igual que nos miren, has venido a que te use no?

Dios mío, no me puedo creer que lo vaya a hacer.

-          Si, Señor.

Su dedo estaba empapado de mis jugos, me sentía excitada, no quería que tuviera la impresión de que no soy obediente tan pronto, me abstraje de la gente alrededor, sólo estaba su dedo, y mi lengua quería hacerle un lugar de honor dentro de la boca, saborearlo despacio, y mirarle a los ojos, que fuera una precuela de lo mucho que me esforzaría en lamer cualquier cosa que mi Señor tuviera a bien darme.

Miguel se acercó a mi oído:

-          Vas a salir fuera, no tardaré en despedirme, y mientras me esperas, ve hacia el paseo, hay una zona en obras a la derecha, te alcanzo en nada

Pagué mis consumiciones y salí tal como me había ordenado, aunque la verdad es que no tenía muy claro hacia dónde dirigirme, dijo derecha y paseo y no creo que cueste mucho encontrar esas dos cosas, empezando por mi derecha que la tengo a mano. Soy una enamorada del mar, así que al llegar al paseo me detuve a observarlo un momento antes de continuar hacia la zona de obras, efectivamente era fácil seguir ésa dirección, y antes de que dejase de mirar el vaivén de las olas rompiendo contra las rocas sentí que Miguel había llegado hasta mí.

Su cuerpo se pegó a mi espalda, noté cómo me abrazaba y sus manos se cruzaban  por delante de mi hasta acabar cada una de ellas en un pezón, no pude contener un gemido cuando apresó mis pezones y los retorció y pellizco

-          Tu sabrás si quieres quedarte aquí donde hay más gente o prefieres que nos retiremos algo más, porque voy a sacar tus tetas y estrujarlas y después voy a empezar la velada follándote la boca, o el culo… o lo que quiera según me dé

Asentí despacio, e hice hamago de moverme, pellizco con fuerza una última vez los pezones y me guió hacia una zona más tranquila, me pidió que me apoyara en una barandilla, y subió mi falda, separó mis nalgas y metió dos dedos en mi coño y después de mojados los hincó con fuerza en mi culo.

-          Dime perra, era esto lo que querías? Venir para que te follase el culo?

Como respuesta sólo pude emitir un gemido, al que mi Amo respondió metiendo otro dedo más.

-          Ya es suficiente- dijo sacando los dedos – sígueme, vamos al coche, te voy a llevar a un sitio…

Nerviosa y excitada me acomodé la ropa y le seguí, me costaba incluso articular palabra.

-          Sube y dentro del coche saca tus tetas por encima del sujetador, y que las vea por encima de la blusa, abre las piernas y súbete la falda, no quiero ver impedimentos para que  te use, y espero no verte dudar si te digo que bajes la ventanilla y le propongas a un motorista que nos encontremos si quiere follarte para disfrute de tu Amo.

-          Mi Señor, me daría mucha vergüenza eso. – le dije muy bajito

-          Pues si no lo haces, tendrá consecuencias, quizá prefiera que se la chupes en el semáforo directamente mientras los coches esperan.

Supongo que mi cara a esa altura había pasado unas cuantas veces ya de roja, aunque la verdad que fui todo el camino rogando para no encontrarnos con ningún motorista, mi Amo me hizo colocarme una venda en los ojos y esperar justo antes de llegar al lugar que él comentaba.

-          ¿Confías en mí? – me preguntó

-          Si, Señor

Se bajó del coche y me abrió la puerta para que yo bajara, noté arena a mis pies, me guió hasta el maletero y allí me desnudó, y me ató con las piernas recogidas y abiertas. Metió sus dedos de nuevo en mi coño y me los dio para que los lamiera, y cuando lo hice dio tres palmetadas en mi coño mojado.

-          Si quieres ser mía, has de estar para lo que yo quiera, te voy a follar, veré como te follan varios hombres uno a uno por el coño y el culo, podrán elegir donde quieren meterla y tienes prohibido correrte, no lo harás hasta que cuando acaben decida follarte yo y a diferencia de ellos, yo no usaré condón y me correré dentro de ti, aun no sé si dentro del culo o del coño, ¿te parece bien?

-          Si, señor -  Respondí

-          ¿Tienes algo que decir?

-          No, Señor

-          Voy a ponerte una mordaza de aro para que puedan follarte la boca si quieren también, te cogeré dela mano, si necesitas parar sólo tienes que apretar y soltar 3 veces seguidas y pararan. ¿Lo has entendido?

-          Si, señor.

Me fue colocada una mordaza de aro, y abierta de piernas en el maletero del coche de mi Amo se me antojaba que parecía una mercancía, mi coño chorreaba, me sentía ofrecida como una puta, no entendía por qué mi Señor no había querido usarme primero, sólo le deseaba a él en ése viaje, aunque es cierto que esto había sido una fantasía recurrente a la largo del tiempo.

Unas manos pasaron entre mis piernas, y sin mediar palabra sentí una polla enorme en mi coño, muy gruesa, al entrar no pude evitar soltar un gemido, me sentía llena, fue follandome despacio, y la sensación de que un desconocido al que no veía, al que nunca podría identificar, aunque él sí a mí me follara, me puso aún más cachonda, el desconocido me agarro con fuerza de las cuerdas que me ataban para darse impulso y follarse mi coño con más fuerza, me ponía cachonda saber que mi Amo estaba conmigo, que lo estaba viendo, que deseaba verme expuesta como una puta, y ver que me iban a follar todos los hombre que él deseara, la mayor parte quisieron follarme por los 3 agujeros, y dada la reducida capacidad de movimiento que tenía, me ayudaban a cambiar de posición, dejando caer mi cabeza del maletero del coche para follarme la boca y girándome después para meter sus pollas en mi coño y mi culo por ése orden. No recuerdo bien cuantos fueron, sólo que mi Señor los eligió con pollas enormes pues disfrutaba viendo como entraban y salían de mi culo. No sé el tiempo que habría estado atada, para cuando mi Amo me soltó las piernas las notaba algo entumecidas, había decidido que en ésta ocasión me follarían mis 3 agujeros a la vez, me hicieron andar hasta lo que parecía ser una furgoneta donde tenía uno de ellos un colchón, se tumbó uno de ellos haciendo que yo me pusiera encima encajada en su polla, y otro desde atrás me ensartó por el culo, me sentí llena, aunque no lo suficiente hasta que otra persona metió su polla a través de la mordaza de aro, no parecía importarle el aspecto babeante que presentaba. Se empezaron a sincronizar los movimientos y creí que no podría cumplir lo que mi Amo me había pedido, mantener el orgasmo para cuando él lo decidiera, mientras yo trataba de controlarlo, otras manos empezaron a sobarme las tetas con fuerza y estirar de mis pezones, aquello lo ponía aún más complicado, trate de concentrarme en contraer mis esfínteres y dar placer a mis empaladores. Había perdido el punto de contacto con mi Señor pero por el momento no me había hecho falta usarlo, yo había ido a aquella ciudad a darle a mi Amo el sexo que desease y me encontraba que era observada con él mientras me follaban sin piedad hasta que me escocían del roce mis agujeros.

Acabaron, y aún a ciegas, sentí su mano en la mía, llevándome y susurrándome al oído

-          ¿Sabes cómo me has puesto Sonia? Estoy orgulloso de mi puta

Retiró la mordaza, y de nuevo parece que recuperé el control de mis propios fluidos, me dolía un poco la boca de la posición forzada y continuada, me dio un suave masaje en la mandíbula y me besó con pasión, me puso una manta ligera por encima para que fuera desnuda en el coche, aún excitada, sin haberme podido correr, me llevó a su casa. Subí sin más ropa que las sandalias que llevaba y la manta por encima, la ropa en una bolsa, y mi mochila que llevaba él. Me hizo entrar de manera atropellada y cerró la puerta, me quitó la manta.

-          Arrodíllate Zorra, mira como me tienes, ya puedes abrir la boca que voy a follartela hasta que no me salga más leche.

Por toda respuesta simplemente me arrodillé y abrí la boca, Miguel me cogió del pelo, y hundió su polla hasta que no pude casi ni respirar, parecía extraño sentirme más agobiada así que con la mordaza, y no pude evitar apretar y soltar su mano 3 veces.

-          ¿Estás bien?

-          Sí Señor, solo me duele la mandíbula, y me agobié un poco por la falta de respiración.

Miguel me cogió de los pezones y tiró hacia arriba para que me levantara haciéndome un gesto, me puso contra la pared, y metió su polla dura entre mis nalgas mientras me agarraba fuerte los pezones.

-          ¿Quieres ahora que pare?

-          No, por favor, úseme mi Amo

Miguel movía su polla entre mis nalgas mientras yo deseaba que entrase dentro una y otra vez, como aquellos hombres, no podía aguantar más, deseaba correrme, deseaba que él me hiciera correrme en sus manos, que me montase como si fuéramos dos animales, estaba tan cachonda que necesitaba que su polla exprimiera su leche por cada rincón de mi cuerpo, y me negaba una y otra vez el placer de tenerle dentro.

-          Mi Amo, por favor, córrase dentro de su puta, necesito sentir como se corre dentro de mi, o fuera, o donde quiera, y déjeme después correrme yo. Me siento como una perra en celo.

-          Sigue costándote suplicar, y recordar que estás aquí para que yo disfrute, no vas a correrte aún.

Mi Amo me cogió del brazo y me condujo hasta una mesa, me tumbó boca arriba sobre ella, y metió su polla en mi culo, le sentí bombear con fuerza, empujar mientras me daba azotes al compás de sus embestidas, algunos de ellos recayeron sobre mis pechos. Sentía como me reventaba el culo con su polla hasta correrse, momento en el que se puso un guante y con una sonrisa empezó a meter sus dedos en mi culo, con la otra mano restregaba mi clítoris a punto del colapso, 4 dedos y aún seguía follandome el culo y cada vez notaba más excitación, más ganas de correrme a pesar de un dolor incipiente al meter la parte más gruesa de la mano, la sensación de la propia lubricación más el lubricante que usaba resultaba una combinación extraña y excitante, amén de las ganas de correrme que acumulaba desde hacía rato y mi clítoris q casi lo sentía arder…

-          Dime de quién eres puta

-          Suya mi Señor – a duras penas podía hablar

-          Solo vas a poder correrte cuando entre mi mano en tu culo, ¿lo deseas?

-          Si, mi Señor, folleme fuerte el culo, meta su mano dentro

Miguel aumentó el ritmo, notaba como golpeaba su mano en mi culo tratando de entrar con rapidez, aumentó el ritmo en mi clítoris, y me agarré a la mesa con fuerza mientras en una de las sacudidas noté el dolor indicativo de que había entrado su mano, el ritmo seguía fuerte y no podía ya más.

-          Córrete para mí ahora

No hizo falta mucho más, apreté fuerte mis pechos clavando los dedos en ellos, y sentí un estallido desde lo más hondo, no sé si desperté a los vecinos de Miguel aquel día, pero tras terminar de correrme no podía ni moverme.

Miguel me ayudó a llegar hasta la cama. Me besó con suavidad y me arropó, se metió en la cama conmigo.

-          Descansa mi niña, estarás cansada del viaje. Mañana seguimos.

Sonreí mientras me quedaba dormida pensando:  “del… viaje…”