Conociendo a mi sumisa 2

Continuación después de haber conocido a mi sumisa y que se entregase a mis deseos dejando sus braguitas encima de la mesa de la cafetería.

Una vez en la calle le pasé el brazo por la cintura, podía sentir su pulso acelerado y el rubor de las mejillas no se le había pasado, seguía en estado de shock medio zombi obedeciendo como una autómata.

-no puedes volver así a casa, qué pensarían tus padres de ti, que vas como una puta sin ropa interior. Vamos a hacer unas compras- había unos grandes almacenes cerca. Al cruzar por la puerta junto al vigilante de seguridad

– ¿te imaginas esposada?, que te detienen por robar y te llevan a un cuarto oscuro para cachearte. Seguro que tendría que avisar a varios compañeros para poder explorarte a fondo. Te has fijado en las porras, aún es pronto pero tendremos que ir dilatando ese culito virgen para que te entre una porra hasta la mitad.-

De camino a las escaleras para subir a la planta de lencería, pasamos por la sección de papelería. Creo que vamos a comprar unas cuantas cosillas antes de subir. Selecciono un par de rotuladores gordos, de esos de tinta permanente. Una caja de pinzas para papel, es el único momento desde que salimos de la cafetería que veo altearse tu expresión.

En la sección de ropa de mujer, paseamos entre conjuntos, medias, tangas, selecciono varios de hilo, unos culottes muy sexis en color negro, y unos ligueros también negros con sus medias a juego. Siguiente parada, una falda de vuelo amplio hasta medio muslo y otra de tubo estrecha muy cortita.

-me encantará verte con ella puesta, vas a parecer una puta buscona. Pero tendremos que probarla a ver qué tal te queda.- al dirigirnos a los probadores, la dependienta me impide el paso. No puedo culparla, los probadores de estos sitios los han utilizado parejitas para follar varias veces. Me miras con cara de susto, buscando una respuesta.

-no pasa nada pequeña, yo te cojo el resto de bolsas, toma el bolso. Ahí llevas lo que puedas necesitar- con las faldas en una mano y el bolso en la otra, recorres el pasillo hacia una cortina abierta, mientras te observo desde la distancia detrás de la dependienta, saco el teléfono del bolsillo.

“hola zorrita, desnúdate entera frente al espejo menos los zapatos. Tendría que haberte dado unos de tacón alto, pero eso ya lo solucionaremos. Y ya sabes qué hacer” whatsapp qué gran invento. No pasan ni cinco minutos y recibo la 1 foto, estás desnuda frente al espejo, sosteniendo el teléfono con una mano y con el otro brazo estirado hacia abajo te tapas un pecho y el coño.

“en el bolso llevas el liguero, las medias a juego y un tanguita… y los brazos despegados del cuerpo… es más las manos en la nuca” siguiente foto, desnuda con las medias muy finas casi transparentes que suben por encima de la rodilla, enganchadas a las tiras del liguero que suben como líneas rectas por el blanco de las piernas hasta unirse a la cintura. El coño depiladito y brillante delatan tu excitación. Has sido obediente y la mano que no sujeta el teléfono la has colocado detrás de la nuca lo que hace que el pecho izquierdo esté ligeramente más alto que el derecho en una pose muy sensual.

Sin habértelo indicado recibo una segunda foto, estás de espaldas al espejo, las piernas abiertas y la cintura girada hacia el espejo para poder verte. Se nota en la expresión de tu cara que la vergüenza te ha abandonado y que deseas ser usada.

“bien ahora vas a coger la caja de pinzas para papel y te vas a colocar una en cada pezón, vas a coger dos más y vas a poner una en cada labio del coño” recibo fotos de como has cumplido obediente las órdenes y poder ver tu cara de excitación y sufrimiento. Los ojos muy abiertos las cejas arqueadas y mordiéndote los labios en ese gesto que tanto me pone.

“es turno de los rotuladores, los vas a frotar bien contra tu rajita, los vas a chupar y te los vas a meter hasta el fondo en el coño, quiero que te los entierres hasta la tapa. Te vas a poner el tanguita de hilo, la falda de vuelo amplia y nos vamos”

Sales del probador y apenas puedes caminar, avanzas dando pasitos muy cortos, los rotuladores parecen querer escaparse de tu interior y con lo mojada que estás y que ese maldito tanga de hilo no da para sujetarlos. El tener que apretar las piernas provoca además que las patillas de las pinzas se te claven aún más, terminando de excitarte.

Al llegar a mi lado, me preguntas temblorosa qué te parece y te respondo que nos la llevamos, que te queda tan bien que te le vas a llevar ya puesta. Parados de pie en la caja, mientras la dependiente teclea los precios, paso mi mano por tu espalda y bajo este culo, aprieto entre tus nalgas chocando contra los rotuladores que asoman de entre los labios de tu coño, toco la punta de los mismos, les doy pequeños golpecitos hacia dentro que hacen que te pongas nerviosa y excitada, con cada golpecito al sentirlos más hondos lo acompañas poniéndote de puntillas al compás me mis golpes, hasta que sin mediar palabra los empujo hasta el fondo de un tirón.

Sueltas un fuerte y corto grito, que hace te pongas roja hasta la punta de las orejas, te tapas la boca con las manos y cruzas las piernas una sobre otra, notando como los fluidos de tu excitación bajan por tus muslos hasta el comienzo de las medias.

La cajera levanta la mirada extrañada y pregunta si pasa algo, si hay algún problema.

-igual es algún alfiler que se ha quedado en la falda- la cajera sale de detrás del mostrador

Contesta la cajera -oh pues es posible, a veces se queda enganchado alguno del probador, déjame que te la revise-

-no, no, por favor está todo bien, es… es… es otra cosa- balbuceas nerviosa a toda velocidad –por favor vámonos que tengo que ir al baño- mientras tironeas de mi manga, poniéndome en medio entre tú y la dependienta.

-Bien, pues nada, si me das el ticket nos vamos- respondo para tú tranquilidad.

De camino a la salida, pasamos por los baños, entras en los de mujeres, asomas la cabeza y compruebas que no hay nadie. Yo espero fuera absolutamente divertido con tus caras de desesperación. Sales al pasillo y agarrándome del brazo te transformas en una tigresa me metes de un golpe a los baños, ya sin entrar en un cubículo me abrazas y me besas, me metes la lengua hasta la garganta, estás tan excitada que podría correrte con solo rozarte.

-folláme, soy tuya, no puedes tenerme así por favor fóllame- y me empujas dentro de un baño, con tanta fuerza que hasta me sorprende, me tropiezo y acabo cayendo sentado sobre la taza del váter. Cierras la puerta a tu espalda y te abalanzas de nuevo sobre mí.

Abres las piernas sentándote encima de las mías y restriegas el chorreante coño contra mi erecta polla que asoma en un bulto dentro del pantalón.

-hijo de puta, estoy cachonda, fóllame, quiero sentirte dentro de mí, de aquí no nos vamos sin que me folles cabrón.- bajas la mano hasta la cintura, te levantas la falda, abres los labios del coño, y agarrando uno de los rotuladores lo sacas y lo tiras hacia un lado cayendo al suelo, se pierde rodando por el suelo. Cuando echas mano por segunda vez para coger el segundo, te agarro de la muñeca parándote.

-quieta tigresa, aquí quien da las órdenes soy yo. Y aún no te has ganado el derecho a sentir mi polla. Las manos a la nuca.- Me miras con odio, y no haces caso, te abalanzas sobre mí a besarme. Te aparto la cara y te cruzo la cara. –quieta he dicho, y obedece si no quieres que salga por la puerta y no me vuelvas a ver-

Te detienes conteniendo la ira, tu pecho sube y baja rítmicamente de la fuerza de la respiración, mil ideas pasan por tu cabeza, leo demasiado desafío en tu mirada, así que agarrándote con fuerza de ambas muñecas te levanto, contra la pared y las manos detrás de la cabeza.

-cabrón, joder fóllame, fóllame, fóllame- gimes a la vez que te retuerces como una anguila, intentando liberarte de mí tenaza. Pasan los minutos de forcejeo, cada vez estás más cansada gotas de sudor bañan tu cuerpo, hasta que al final abandonas tu resistencia.

-¿ya estás más calmadita? Esto te va a costar caro, estaba dispuesto a follarte pero hoy no tendrás ningún premio- bajo mi mano hasta tu coño, saco lentamente el rotulador que quedaba dentro, está caliente y absolutamente encharcado, un hilillo viscoso desde la punta gotea sobre la camiseta al levantarlo hasta tu cara.

-abre la boca, esto es lo único que vas a probar hoy, y vete acostumbrándote al sabor de los coños de putas zorras, porque no va a ser el único que pruebes-

Sin aportar la mirada desafiante de mí, abres la boca y lames el rotulador, lo tragas, empiezas una mamada acelerando el ritmo. Bajo otra vez mi mano, a tu coño y suelto las pinzas de papel, el volver a fluir de sangre a la zona estrangulada provoca una punzada de dolor, paras de chupar el rotulador, para emitir un par de grititos.

Subo la mano por la cintura, la deslizo debajo de la camiseta, y agarro las pinzas de los pezones, las retuerzo girándolas, más dolor, con este grito el rotulador cae de tu boca al suelo.

-vaya, así desprecias los regalos y las atenciones de tu señor. Pues se ha acabado la diversión para ti por hoy.- tiro bruscamente de las pinzas de los pezones y las dejo caer al suelo. Dos bofetadas te calientan las mejillas.

-mira la niña tímida, ha resultado un potro salvaje que domar, arréglate, te espero fuera- y sin más con el coño chorreando, los pezones doloridos y un reguero de babas cayendo desde la boca te quedas sola en el baño.

Te compones como puedes, recolocas el liguero, el pobre hilo del tanga retorcido, la camiseta y una pobre falda mojada y manchada. Al salir, del baño no me localizas con la mirada, temes lo peor, no puede ser que te abandone.

Nerviosa buscas el móvil mientras caminas hacia la salida y cuando ya estabas marcando mi número, me avistas justo en la entrada hablando con el vigilante de seguridad. En un momento que nuestras miradas se cruzan, ves como extiendo un brazo hacia ti señalándote a la vez que le digo algo al vigilante de seguridad…