Conociendo a mi suegro
Un Relato de la vida despues de casada.
Nuestra luna de miel fue fantástica todo lo que podía esperar se me cumplía y no tuve mas deseos con otros hombres, mi marido me satisfacía plenamente. Después de regresar del viaje todo iba fenomenal, aunque parezca exagerado casi todos los días hacíamos el amor y muchos días dos y tres veces. Cuando yo tenia el periodo y no le dejaba que me penetrara, le hacia unos trabajos manuales y felaciones, que lo dejaba loco de contento. Me encantaba verlo gozar cuando le hacia una buena mamada, me hice una autentica experta no quería defraudarlo ni que pasara necesidades. Esos días jugábamos mucho mas que de lo que solíamos, había que tenerlo contento y llegue a leer artículos en revistas, para tener nuevas experiencias que ofrecerle.
Un día ley que a los hombre también les gustaba se penetrados. Al principio me pareció un disparate, ni tan siquiera yo todavía me había propuesto probarlo, pero aunque no me terminaba de convencer el asunto, la seguridad con la que el articulo aquel afirmaba el placer que les podía producir, me intrigo lo suficiente para plantearme cuando menos hacer la prueba con mi esposo.
Aquella misma tarde me vino el periodo, un poco antes de lo previsto, y él después de cenar parecía tener ganas de fiesta. No le dije nada de mis intenciones, me daba muchísima vergüenza tan solo el pensarlo, así que cuando intento tocarme como siempre que tocaba el asunto, le dije
- Quieto, que hoy mando yo.
El ya sabia a que me refería y se disponía a gozar, esta vez, sin saber lo que le esperaba de una sesión muy especial.
- Cariño espérame en el sofá que ahora mismo voy, hoy tengo algo nuevo para ti.
Me dirigí al baño, de donde, a escondidas me traje un pequeño tarro de lubricante que tenemos para cuando estoy algo seca, algo supongo que nos pasara a todas alguna vez. Lo tumbe en el sofá boca arriba como tantas otras veces y me despoje de la parte de arriba de mi pijama para que se excitara viéndome bien las tetas, en cierto modo quería que notar que yo era toda una mujer. Comencé dándoseles a mamar, cosa que me encanta me pone a cien ver como me chupan las tetas, los pezones parecen que me van a estallar de duros, con razón he oído decir a los hombre que vamos empitonadas, los míos son increíbles cuando me excito. Después del atracón de pecho que le había ofrecido, y por supuesto antes de llegar yo al orgasmo, que por otra parte no es raro cuando me las chupan, comencé mis masajes. Coloque mi mano izquierda sobre su vientre con la palma boca abajo, la fui bajando poco a poco hasta tocar su miembro y dejarlo apoyado en ella solo rodeado por mi dedo pulgar, estaba algo morcillón, sin llegar a la erección ¨vamos¨. Con la mano derecha suavemente le fui abriendo las piernas, en principio con la intención de sobar sus testículos cosa que ya empezaba a dale gusto ya que el garrote iba tomado su forma. Yo lo miraba fijamente a los ojos con el fin de asegurarme alguna desaprobación por su parte y retirar mi estrategia si hacia falta rápidamente. Muy poco a poco fui bajando la mano y buscando mi objetivo, mientras notaba que sus piernas iban entendiendo mis intenciones. No tardo en estar completamente entregado iba a ser verdad lo de aquel articulo y yo sin créelo. Deje que mis dedos buscaran su objetivo, sin dejar de mirar sus ojos, estos parecían decirme sigue, y yo les obedecía. Unos suaves movimientos ya hacían que mi mano rozara la entra de lo que me parecía prohibido y lejos de encontrar rechazo, parecía abrirse a mi petición de entrada. Para entonces él, ya había doblado sus rodillas hacia arriba, lo que me hizo pasar la mano por debajo de sus piernas para tener mejor posición para la obtención de mis propósitos. Entregado y abierto, si mediar palabra de aprobación ni de rechazo, se encontraba mi esposo. Ya no me miraba a los ojos, giro la cabeza hacia el sofá, pienso que algo de vergüenza le daba el sentir aquel placer que no podía rechazar. Aproveche su giro para coger el lubricante que previamente había depositado en el suelo, abierto, y unte mi dedo índice como hacia cuando lo utilizaba para mi, mientras con la otra mano seguí proporcionándole un suave masaje en el pene. Estaba todo preparado para entrar a la acción, aun sentía algo de miedo al rechazo por su parte y me hizo dudar unos instantes antes de atreverme a continuar. Respire hondo y decidí jugar hasta el final, así que volví a colocar mi mano en busca de su agujero, que sin duda me estaba esperando. Él seguía girado, pero cuerpo no, sus movimientos buscando ser penetrado eran inconfundibles, sus cadera empezaron a buscar mi dedo, apenas sin yo darme cuenta ya estaba colocado en la puerta llamando entrar, lo que no tarde en hacer. Sin mucho preámbulo lo deslice a su interior, lo que pareció producirle cierto dolor. Giro de nuevo la cabeza mirándome fijamente a los ojos de nuevo, y siguió gozando de él, cogió fuertemente su pene con la mano izquierda y con la derecha parecía empujar la mía hacia su interior. Nunca lo había visto tan excitado, los dos cogidos a su verga como podíamos la meneábamos de arriba abajo, mientras su culo estaba siendo penetrado hasta el fondo por mi dedo. Aquella manera de menearse y su reacción me estaban poniendo a mil a mi también. No tardo en correrse poniéndonos perdido a los dos, normal mente llevaba cuidado, pero esta vez se había dejado llevar completamente y acabo semen por todos lados, el sofá, mi pelo, todo su vientre. Yo no me dude resistir y volcada de rodillas como estaba me apoye sobre él, metí mi mano en mis bragas y me proporcione el órgano que estaba deseando tener. No quise ni pensar la guarrada que habíamos hecho, pero lo cierto es que lo habíamos disfrutado como nunca, tanto el como yo.
Pronto decidimos tener un hijo no queríamos esperar demasiado tiempo, conocíamos demasiadas parejas que se esperaban y nos parecían muy viejos ya para empezar a criar. Así que nos pusimos a la tarea y pronto el esfuerzo tubo sus frutos. Ya antes de notárseme el embarazo, note que mi marido no tenía tantas ganas como antes y luego cuando comenzó a notárseme, lo achaque a que ya no me encontraba tan sexi como antes, poco a poco pasamos de un polvo al día a muchos días acumulando polvo. Cuando diera a luz todo volvería a la normalidad suponía yo.
Decidimos que un ginecólogo privado me llevara el embarazo, nos lo podíamos permitir y nos parecía mas completo que solo la seguridad social, así que después del tercer mes comenzaron las visitas mensuales. Su madre me acompaño a la primera cita, mis padres viven un pueblo a unos treinta kilómetros y no era necesario que se desplazaran para eso ya lo harían, si hiciera falta, siempre comentábamos. Fue tarea de mi suegra la primera y la segunda, pero en la tercera ella comenzó a trabajar y lo hacia mi suegro que esta jubilado, amablemente venia a casa y me acompañaba en autobús hasta el centro, subía y siempre se esperaba en la sala de espera. Yo entraba pasaba consulta y después nos dábamos una vuelta, por las tiendas charlando y pasando unas mañanas realmente amenas. Es una persona muy simpática y es muy cariñoso conmigo, me trataba como a una hija. De hecho aunque en alguna ocasión mi suegra pudo acompañarme, él insistió en ser mi acompañante y yo lo cierto es que se lo agradecí lo prefería mil veces antes que a la pesada de mi suegra.
Yo seguí a dos velas todo el embarazo, solo me desahogaba con los favores que en cuando en cuando, me hacia yo misma. Di a luz sin demasiados problemas, algún punto de sutura, pero todo muy normal. A las dos semanas de tener a mi hijo estaba deseando que se terminara la cuarentena, para seguir disfrutando de mi marido que seguía sin dar señales de deseo. Daba el pecho a mi hijo y cada vez que este se me enganchaba a mamar, aunque este mal incluso solo pensarlo, a mi me parecía disfrutar. Se me venían a la cabeza pensamientos lascivos, me imaginaba a un hombre enganchado a mis pechos y mis bragas se empapaban de manera brutal. Llegue a pesar que estaba enferma, en más de una ocasión después de darle el pecho, me masturbaba para aliviar mis ansias de sexo.
Ya habían pasado dos meses del nacimiento de mi hijo y mi marido seguía sin intentar nada conmigo, pedí cita con el ginecólogo para que me certificara que todo estaba bien, igual mi marido necesitaba el beneplácito del medico, para volver a tocarme. Estuve toda la semana pegándole puntadas, de si el martes el medico me iba a dar el alta para poder funcionar otra vez, de el iba a poder disfrutar como antes, pero él asentía sin demasiado entusiasmo a mis palabras. La noche de antes, intente seducirlo yo estaba mas salida que nunca, pensaba que en cuanto el ginecólogo me tocara iba a caer rendida ante él, después de tanto tiempo sin que un hombre me hiciera nada, mejor seria ir desahogada. Pero fue inútil el se dio la vuelta y me dijo haber que te dice mañana el medico, pero sonó a escusa, no me podía quitar de la cabeza la indiferencia sexual que tenia mi marido para conmigo. Ya no le gustaba, seguro que había perdido mi atractivo para los hombres. Yo no me veía tan mal, aunque hacia poco tiempo todavía del parto y aunque no todo había vuelto a su sitio de antes totalmente, aun creía estar atractiva y apetecible, pero la desidia de mi esposo me hizo pensar todo lo contrario.
A la mañana siguiente me levante una hora después de irse mi marido a trabajar, todavía le daba el pecho a media noche al niño y me gustaba descansar un poco mas de tiempo si podía, hasta la nueva toma. Me levante tranquilamente a ducharme y prepararme para ir al medico, hasta las diez y media no vendría mi suegro para acompañarnos tenia tiempo de sobra. Eran casi las diez cuando termine de arréglame el pelo, y entonces hoy que mi hijo lloraba, ya estaba pidiendo teta otra vez. Todavía no me había vestido, llevaba solamente él precioso tanga con el que había intentado seducir a mi marido por la noche, pero como no lo lleve puesto ni cinco minutos, decidí llevarlo al medico, allí igual era mas apreciado. ¿Porque nos gustara ir sexis al ginecólogo? Por lo menos a mí, ¿A vosotras no os pasa? Él caso es que creí que me daría tiempo suficiente antes de que llegara mi suegro y me dispuse a dar pecho a mi hijo en el sillón. Casi cuando empezaba note que abrían la puerta. Mi suegro llevaba llave para no tocar el timbre y no molestar si el niño dormía, así que de repente me encontré allí en el sillón, únicamente con un tanga súper sexi y minúsculo y mi propio hijo como únicas prendas para cubrir mi cuerpo. En vez de levantarme corriendo, me quede paralizada un momento sin saber que hacer y decidí tomar la cosa como lo mas normal del mundo, al fin y al cabo es mi suegro no pasaba nada. Se planto ante mí, sin saber la sorpresa que le esperaba.
- Perdona, buenos días, no sabia que.
Balbuceo muy sorprendido no era para menos, yo le daba el pecho a mi hijo delante suya sin ningún problema, pero con los dos al aire y en tanga, aunque él todavía no lo había visto, no. Intente llevar la situación con toda normalidad, como si estuviera vestida, le indique que tomara asiento y así hizo. Se coloco frente a nosotros, al principio intentaba desviar la mirada y se le notaba algo nervioso por la situación, supongo que igual que yo, pero poco a poco la tensión del momento se fue calmando y sus ojos discretamente le traicionaban y buscaban disimuladamente el pecho que me quedaba descubierto. Total era un hombre y supongo que le gustaba mira y poco a poco bien que lo hacia. Con la calentura que yo tenía, no tarde en ponerme algo cachonda al comprobar que volvía a seducir a un hombre, aunque fuera a mi suegro, después de los rechazos de mi esposo estaba en duda. Quise disfrutar del momento y coloque a mi hijo sobre mi hombro para que expulsara los gases, dejando mi cuerpo casi completamente a su vista. Cuando este hubo finalizado con toda normalidad me levante y dándole la espalda me dirigía hacia el.
- Cójalo voy a terminar de vestirme, que si me voy así no me dejaran subir al autobús.
Me incline para darle el niño, él no sabia donde mirar cuando mis pechos colgaron frente él libres, atino a coger a su nieto y quedo sentado mientras me di la vuelta para dirigirme al cuarto a vestirme. Al girarme vi su reflejo en el espejo del mueble que tenía frente a mí y me deleite con la cara de asombro y excitación al ver mi culo únicamente cubierto por la fina tira del tanga. Pensé que no tenia por que sentarle mal la visión, no le estábamos haciendo daño a nadie, podía ser mi padre. Si pero no lo era y mis juegos me estaban poniendo demasiado cachonda, así que pensé en poner freno a la situación que bastante, habíamos tenido ya. Me coloque vestido de tela finísimo, de tirantes y ajustado en la parte de arriba y cortito en la baja, se abría abotonado por delante y a pesad de se corto quise dejar un boto desabrochado, hacia calor y me seria mas cómodo para quitármelo en el medico.
Al montar en el Bus que iba al centro tuvimos bastante suerte, íbamos casi solos y pude colocar el carrito y sentarme dejando al niño en el carro. Mi suegro volvió a sentarse frete a mí, iba mucho mas callado que de costumbre, la mirada se le perdía entre mis piernas buscando ver más y mas. Pensé en abrirlas un poco y darle una alegría a buen señor, recordé que, si hubiera sido otra época de mi vida no lo hubiera dudado y lo hubiera puesto a cien, pero era mi suegro, por favor me contuve y me modere por mas que le viera salírsele los ojos de las orbitas no caería en esa tentación, me iba diciendo mentalmente, hasta que note que mis piernas como por arte de magia ya se habían abierto cuatro dedos y habían dejado entrar su mirada sin condiciones. Que puta soy, me dije, la culpa es de mi marido que me tiene a pan y agua, así que el primero que me hace ojitos se lleva el premio. Casi cabreada cerré las piernas y me levante junto al carro de mi hijo el resto del camino, para no caer en la tentación. Desde ese momento cambio la actitud de mi suegro y volvió a estar parlanchín como de costumbre.
Como siempre cuando toco mi turno para pasar a la consulta del doctor, mi suegro quedo en la sala de espera esta vez cuidando a mi hijo. Al saludar al doctor y darme la enhorabuena, me pregunto.
- ¿has venidos sola? ¿no has traído a tu niño?
- Si esta en la sala
- Hazlo pasar que veamos esa preciosidad
- En seguida
Hice pasar a mi suegro con el carrito, el niño dormía plácidamente, felicito también a mi suegro y le dijo.
- ¿Es usted el abuelo?
- Si, por supuesto
Dijo orgullosísimo mi suegro.
- Tiene usted un nieto y un hija preciosa enhorabuena le felicito, esperen un momento aquí ahora mismo terminamos y se marchan, por lo que veo por fuera esta todo perfecto. Así que por dentro no puede estar nada mal.
Ninguno de los dos corregimos el error del medico, él creyó que era mi padre por eso lo dejo en la consulta mientras me reconocía, supongo que inconscientemente los dos queríamos seguir con el juego, pensé que el seguía con ganas de veme desnuda y me levanto el ego que su hijo me tenia hundido. Pase al fondo donde el doctor tenía la camilla que quedaba frente a la zona donde él estaba. Me abrí el vestido por delante, lo recogí algo hacia arriba, mientras el doctor seguía mirando al niño y le indique que ya estaba lista. No quise colocarme en la camilla hasta que no llegar, era demasiado descarado plantarme delante abierta de piernas frente a mi suegro. Él doctor tomo su asiento frente a mi y comenzó su trabajo, su cuerpo me servía de pantalla, protegiendo de la vista de mi suegro, lo que me tranquilizo en principio. El doctor me reconocía, mientras yo hacia esfuerzos para no parecer excitada, que lo estaba y mucho. Dos hombres frente a mi uno de ellos intentando verme moviendo su cabeza para los lados cada vez menos disimuladamente y el otro metiéndome mano, y yo necesitada de sexo como una loca. Creo que mi suegro pensó que el no se iba a quedar sin verme totalmente y que de perdidos al rio, así que con la escusa de mirar al niño, se planto de pie con lo que sus ojos podían saciarse por encima de los hombros del doctor. Y ni corto ni perezoso con todo el descaro del mundo, tuvo una perfecta visión en tribuna de mi necesitado coño. Cuando el docto se preparo a introducirme el especulo el estaba a la expectativa, estaba descaradamente disfrutando, como si fuer el mismo el que me lo introducía y así me lo hizo sentir a mi. No me podía creer lo que estaba ocurriendo y por un momento sentí hasta vergüenza y me ruborice lo que no paso desapercibido para el doctor.
- Tranquila no pasa nada todo esta perfectamente, esta completamente sana
Giro la cabeza para decirle a mi supuesto padre, el cual cambio la cara de salido por la de padre al darse cuenta del giro del doctor y yo aproveche para recriminarle con la mirada su descaro. Conseguí salir de aquel trance airosa mis deseos de mujer no me habían traicionado demasiado delante de mi doctor, aunque sabia que este espectáculo al que mi suegro había asistido, tendría sus consecuencias. Intente prepararme para lo que viniera, no sabia la reacción de mi suegro, por lo que esperaba cualquier cosa.
Ya en el ascensor me pregunto.
- ¿Porque, no les has dicho que no soy tu padre?
- No lo se ¿Por qué, no se lo has dicho tú?
- No lo se
Me contesto en n tono muy irónico, bien sabia yo por que no. Salimos a la calle, aunque era temprano y nuestra costumbre era pasear un rato por el centro, nos dijimos sin mediar palabra hacia el autobús. Esta vez iba a tope, conseguimos entrar plegando como pudimos el carro y quedemos arrinconados, entre la gente, muy juntos, prácticamente pegados. Yo sostenía mi niño para protegerlo de los empujones que nos pudieran dar, y mi suegro se coloco tras de mi protegiéndome al igual que yo a mi hijo. Los roces pronto empezaron a subir la temperatura de mi cuerpo y instantes después tote el termómetro de mi acompañante, que rozando mis muslos, no tardo en endurecerse descaradamente. Quise disimular pero era imposible, y le tuve que decir.
- Que hace ¡aquí no!
- ¡Aquí no! ¿eso que significa?
- Estamos rodeados de gente, tengo mi hijo embarazos. ¡Déjeme!
- ¡Seguro!
Me replico metiendo la mano bajo mi vestido, en busca de mi coño.
- !Que te deje!, !tu coño no dice lo mismo! ¿y tus bragas? ¿Por qué no las llevas puestas? ¿Que ibas a enseñarme el coño en el autobús otra vez, como antes? Esta vez has pensado que era mejor calentar al viejo sin bragas ¿verdad?
No pude mas y revente y en un alarde de sinceridad
- Si, llevo toda la mañana calentandolo, es cierto, no me he puesto las bragas por que las llevaba empapadas, y me daba vergüenza que las pudiera ver tan húmedas, el doctor, que seguro que ha notado que casi me corro cuando me has mirado. Sabes tu hijo no me folla desde que se entero que estaba embarazada. Imagínate lo salida que puedo llegar a estar. Si no sacas la mano de hay donde la tienes no tardo en correrme ¡te lo juro¡ Ni tan siquiera se si podre contener los gritos si lo hago. Así que será mejor que tengamos la fiesta en paz hasta llegar a casa, y allí haz conmigo lo que quieras.
Mis palabras surgieron el efecto deseado, no medio palabra las dos paradas que quedaban hasta llegar a casa y nos protegió completamente de los empujones sin mas roces ni caricias. Llegue a pensar que se había calmado del todo. Salimos como pudimos del autobús, me ayudo a desplegar el carro, colocamos al niño de nuevo en el, como suegro y nuera, paseamos hasta casa como de costumbre. Pero al cerrarse la puerta de casa tras de mi, oí nítidamente la cremallera de su pantalón. No quise volverme a mirar. Me paso las manos por delante desabrochando uno a uno los botones de mi vestido y lo dejo caer al suelo, me inclino hacia el carro donde mi hijo todavía dormía, con mis piernas entre abiertas y preparadas para recibir lo que me tubiese preparado.
- Bueno ¿no dice el medico que ya estas lista de nuevo? ¿No dices que mi hijo no cumple? Pues ya que el no cumple, tendré que hacer su trabajo yo y no te haces una idea, con que placer lo voy a hacer. Tanto tiempo deseando hacer esto, y ahora es mi momento.
Mi suegro jugaba con mi vulva ala rozaba suavemente con su pene como disfrutando el momento, mientras me decía todas estas cosas que aun me calentaban más y más. No veía el momento de ser complacida, deseaba tanto ser penetrada que solo pude gritarle.
- ¡Hazlo ya!, ¡a que esperas!, ¡me muero de ganas!, !fóllame! , ¡hazme tuya!
Dicho y hecho, me la metió hasta el fondo, del grito mi hijo abrió los ojos y me corrí, viendo como se despertaba de un sobresalto. Por un momento la mirada de mi hijo me hizo sentirme culpable, pero la sensación que estaba sintiendo, siendo follada después de tanto tiempo, me borro el sentimiento de culpa de un plumazo. Mi suegro seguía bombeándome disfrutando de mi cuerpo, me asía por las caderas y armónicamente me iba taladrando, buscado hacerme disfrutar. Yo apoyada sobre el carro recibía gustosamente sus envestidas, y el vaivén que trasmitíamos al carro hizo que mi bebe volviera a dormirse plácidamente. ¡Duerme, duerme, mi vida, deja que mama disfrute de tu abuelito! Pensé.