Conociendo a mi nuera Asun

Asun y Luís pasan unas vacaciones juntos en la playa. Lo que les lleva a conocerse mejor.

Conociendo a  mi nuera Asun

Ana y yo, Carlos, nos casamos muy jóvenes. A pesar de eso tan sólo tuvimos un hijo, Luís, Luisito que actualmente tiene  28 años, está casado con Asun de 25, una morena de muy buen ver, que ahora es prácticamente la hija que nunca tuvimos. Ellos llevaban dos años casados y, como no tenían muchos recursos, porque ella se había quedado en paro hacia poco y con el sueldo de él les venía muy justo llegar a fin de mes. El año anterior habían estado en los fiordos noruegos. Por todo eso, aunque estábamos en diciembre, cerca de la navidad, quise ofrecerles algo mejor para sus vacaciones y, tras consultarlo con mi esposa, me dispuse a alquilar un apartamento en una playa que tenía fama de tranquila a una media hora de casa, mi hijo tenía las vacaciones a mediados de agosto, mientras tanto, tendría que ir y volver cada día.

Cuando se lo dijimos ellos se ilusionaron con la idea, Luis nos dijo que no le importaba ir y volver esos primeros quince días del mes, que se quedaría a comer y ya vendría por la tarde, pero que al menos Asun disfrutaría esos quince días. Una vez pasada la navidad, me puse a la labor, buscando por internet la vivienda adecuada para pasar ese mes de agosto de la mejor manera posible. Con esa pequeña ilusión pasaron los días hasta que a mediados de enero encontré una casa, vaya era una serie de adosados con dos plantas. Fuimos a verlo un domingo, comimos en un restaurant la playa que esta todo el año abierto y por la tarde nos acercamos a nuestra casita y la dueña fue la encargada de enseñárnosla. Era pequeña, pero estaba muy bien equipada. Tenía parabólica, un sofá bastante grande para caber los 4, una cocina en consonancia con la casa, y dos dormitorios uno con una cama de matrimonio y otro de parecidas dimensiones pero con dos camas individuales. También disponía de una terracita desde la que se veía la playa y que, como estaba orientada a levante, por la tarde le daba la sombra. Cuando se marchó la dueña, nos fuimos a dar un paseo por la playa. Lo más destacable de aquella playa era la duna que habían conservado.

La verdad que a mí tener cerca a mi nuera durante un mes con sus bikinis y conviviendo era una idea que me gustaba. Ellos no nos habían dado ningún nieto todavía y eso que ya iban para 3 años de casados. Bueno aún son jóvenes, pensaba yo.  El tiempo voló y cuando menos nos dimos cuenta ya estábamos preparando maletas, viajando a nuestra casita de la playa e instalándonos.  Coincidió que el día uno era domingo así que pudimos colocar todas nuestras cosas y a mediodía nos fuimos a comer a un restaurant que no estaba lejos de allí. Cuando regresamos nos pusimos a hacer un poco de siesta. Yo no podía, no me gusta hacer siesta, pero estábamos un poco cansados. Ellos se subieron a las habitaciones y yo me quede abajo en el sofá con la tv, tumbado. Se despertaron una hora más tarde y nos fuimos a dar un paseo por la orilla del mar.

Al día siguiente mi hijo se iba a las 7 de la mañana y yo le despedí y me fui a caminar por la playa, me gusta pasear a esas horas en que no hay nadie todavía, tan sólo algún caminante, como yo, y alguno haciendo deporte. Volví a casa cerca de las 9. Las mujeres ya estaban levantadas y mi nuera ilusionada vino hacia mí.

  • Carlos tendrías que haberme despertado, a mí me gusta caminar a esas horas también.

  • Pues a mí no me despertéis –reía mi mujer.

  • De haberlo sabido… pero no te preocupes mañana te despierto.  –Genial. –Me contestó.

Después bajamos a la playa con la sombrilla y las sillas y Asun se puso  al sol yo me puse a leer el periódico. Y así trascurrió lo que serían las mañanas, las placidas mañanas en la playa. Al acabar de comer Ana, mi mujer, se tumbó a hacer la siesta. Yo estaba acabando de ver los deportes en la tv. Le dije a Asun si no se acostaba también, me dijo que no q se iba a la playa, pero no a la orilla, se quedaba aquí al otro lado de la duna. Yo al rato salí a la terraza y la vi tumbada. Por la mañana, por sus suegros seguramente, no lo había hecho pero ahora se había quitado la parte de arriba del bikini y estaba haciendo topless. Estaba con los cascos del móvil, estaría escuchando música o la radio.

Me había quedado adormilado, ella ahora estaba boca abajo. Me fije que uno de los socorristas había venido a la caseta que tienen, donde guardan el material y tendrán los instrumentos para hacer una primera cura de urgencia. Lo curioso del individuo este es que cuando salió de la caseta se vino a hablar con Asun, la saludó y se presentó y se puso en cuclillas a su lado, estuvieron hablando y riéndose más de un cuarto de hora. Luego él se despidió y volvió a su puesto, con su compañero. Eso sí cuando se acercó el chico ella se puso la parte superior del bikini.

Mi hijo volvió sobre las 8 pm, se dio una ducha y cogió a su mujer y se fueron a tomar una cerveza antes de cenar, cena que  estaba preparando Ana. Asun quería quedarse para ayudarla pero entre los dos no se lo permitimos.  Preparamos todo mi mujer y yo para cenar en la terraza y fue una delicia.

Al día siguiente fui a despertarla como habíamos quedado estaba dormida boca arriba con las piernas separadas y sólo su bikini. La vista era esplendida. Me acerqué y olí su coñito. Parecía una diosa con su melena despeinada. En fin que la desperté y nos fuimos a caminar.  Llevábamos media hora caminando cuando me dijo.

  • Vamos a refrescarnos un poco – se quitó el top que llevaba y yo hice lo mismo con mi camisa y nos metimos a nadar. – No te preocupes suegro que yo sé nadar muy bien.

  • Entonces sígueme, el agua esta como en una piscina, no hay ninguna ola. –nos metimos mar a dentro y cuando calculé que era suficiente paramos para descansar. Ella se mantenía a flote, segura, por eso me permití hacerle la broma de tirarle agua a la cara. Comenzó a reír y a decir. –Me las pagaras. –y se vino encima de mí me hundía bajo el agua y yo la cogía como podía para defenderme tocándole las tetas con la refriega, noté que me había puesto la verga a mil. Ella me la había tocado también, rozándomela con sus manos.

  • Vamos donde toquemos con el pie – me pidió.  Llegamos a tocar la arena del fondo pero el agua casi nos cubría hasta el cuello. –Aquí no podrás conmigo –le dije y la hundí cogiéndola por los hombros. Al salir de nuevo se abrazó a mi cogiéndome por el cuello y rodeándome con sus piernas y diciéndome – Vale me rindoooo, me rindoooooooo. Yo con mis manos la sujetaba del culo, ese culazo lo tenía ahora entre mis manos. –Vamos Carlos salgamos que el soldadito lo tienes listo para la acción. – Reímos los dos la gracia y emprendimos el camino de regreso.

Esa tarde después de comer cuando Asun bajo a la playa le eche un polvo rapidito a mi mujer que se quedó dormida al acabar. Yo salí a la terraza y allí estaba ella, la mujer que había tenido entre mis brazos hacia unas horas. Al poco de estar ahí vino el socorrista otra vez, se acercó a mi nuera pero esta vez se sentó en la arena al lado de ella. Tras un rato de charla él se levantó le dio la mano para ayudarla a levantarse a ella también. Asun cogió su bolso, dejando sólo la toalla, y se fue  con el hacia la caseta. En la playa a esas horas había muy poca gente. Notaba una extraña sensación en mi cuerpo, como si en vez de a mi hijo me estuviera engañando a mí. Salieron de la caseta media hora después. Ella se vino hasta la toalla y él se fue a su puesto. Mi nuera llegó a casa al alzar la vista me vio en la terraza y supuso que había visto lo que había ocurrido. Me miró como con enfado. Yo también estaba serio mirándola, pero todo se quedó en ese cruce de miradas, no nos dijimos nada más.

Al día siguiente por la mañana temprano esperé que se fuera mi hijo, para ir a despertarla. Estaba con un bikini azul recostada sobre su lado derecho. Como estaba en el centro de la cama no me fue difícil empujarla suavemente para que quedara en una posición parecida al día anterior, boca arriba con sus piernas ligeramente separadas. Acerqué mi nariz a su coñito y lo olí intensamente. Le aparté la braguita del bikini y le metí un dedo, estaba mojada la muy puta, saqué el dedo y lo chupé. Le metí ahora dos dedos, movía un poco la cabeza y sacaba un poco la lengua lamiéndose los labios, pero seguía profundamente dormida aunque yo tenía el temor de que se despertara. La desperté y nos fuimos a caminar. Esperaba el momento de meternos en el agua, y como ella no decía nada me quite la camiseta y le dije –A ver si me coges… -ella se puso a reír y la tuve detrás enseguida. Nos fuimos hasta que casi no hacíamos pie. Se tiró encima de mí y me hundió pero yo la cogí por la cintura, me bajé el bañador un poco para liberar al soldadito como había dicho ella. Le baje un poco su braguita y se la empecé a meter, el agua salada del mar no facilita la labor. Ella me decía – Estas seguro? – Tenía ganas de que me tuvieras dentro, pero no lo vamos a hacer aquí. –Mejor –me dijo Asun. No nos dimos ni un beso. Y nos salimos del agua.

Ese día comiendo Ana mi mujer me dijo que al día siguiente se bajaría con mi hijo a la ciudad para hacer la compra de todo lo que necesitábamos. Yo le dije que no, que podíamos ir a un supermercado cercano y comprarlo todo, pero ella lo tenía decidido y era difícil hacerla cambiar de opinión. Eva le dijo que podíamos ir los tres o incluso ellas dos solas, pero la respuesta fue la misma. Si se bajaba con mi hijo significaba que no subiría hasta las 8 pm, o sea que tenía un día entero para disfrutar de Asun.

Me desperté muy temprano sobre las 6 am y estuve en la cama hasta que oí a mi hijo pasar al baño, ducharse y empezar a arreglarse. Desperté a mi mujer quien enseguida pasó a prepararse. En pocos minutos estaban ya los dos en el coche, yo salí a despedirlos y los vi partir. Tenía a mi diosa arriba, en la cama, durmiendo, esperándome, para que la despertara, pero esta vez no para ir a caminar. Así que entré a su dormitorio me desnude, me senté a su lado, dejé libres sus dos tetas y las besé las chupe, chupaba con más ánimo sus dos pezones que poco a poco se ponían muy duros. Ella ahora pasaba su mano por mi nuca, estaba despierta pero miré su cara y seguía con los ojos cerrados. La desnudé a ella también y me subí encima de ella. Ahora si me miraba y fue ella misma la que cogió mi polla y la dirigió a su coño. Mientras se la metía duro, le besaba los pechos, el cuello – No me dejes ninguna marca, ves con cuidado… - Dios! Como me pones… - Entonces la bese en la boca y ella enloquecía, era una hembra más caliente de lo que yo creía y me lo demostró más aún cuando gimió alto porque se estaba corriendo. La dejé relajarse un poco y le di la vuelta mi polla seguía en posición y quería hacerle el culito. Ella puso su cabeza sobre la cama y por la abertura del ojete me pareció que poco debía utilizarlo.

  • Lo has hecho por tu culo antes?

  • Si, pero dos o tres veces, a Luis no le gusta mucho.

  • Tienes aceite corporal? – En mi neceser.  – Tráemelo.

Unté mi polla con el aceite y luego le fui dilatando el culito hasta que tuvo tres dedos dentro.

  • Aughhhhhhhhhhhh!!! Exclamaba  cada vez que un trocito de mi verga invadía su culito. – La tienes grande cabrón!! – Aguanta Asun! – Métemela hasta el fondo. – Siiiii ya la tienes toda dentro. – Dame duro Carlos quiero volver a correrme contigo. – Mientras se la metía y sacaba, con una mano le acariciaba un pecho pellizcándole el pezón y con la otra mano le introducía dos dedos en el coño y con el pulgar le frotaba el clítoris suavemente y con fuerza. Esto la volvió más loca todavía, se ve que esto no se lo habían hecho nunca y salió a relucir la Asun que yo aún no conocía.

  • Síiiiiii… síiiiiii… síiiiiii, sigueeeee, sigueeee, sigueeeeeeeee, no pares, no paresssss, no paressssssssss, folla a tu nuera cabrón!! Fóllameee… follameeeeee…

Se corrió al sentir mi liquido inundándole el culito. Nos corrimos a la vez. Y quedamos tumbados en la cama uno al lado del otro. Descansando, acariciándonos… Entonces yo le pregunté si no querían darme un nieto.

  • Casi te lo das tú mismo, padre y abuelo a la vez. No, en serio… verás… a ti no te dijeron nada pero Ana sí lo sabe. Nos hicimos unas pruebas a finales del año pasado, casi cuando nos dijiste que ibais a alquilar esta casa. Pues bien tu hijo, Luis, no puede ser padre, por la calidad de su semen. Así que él y yo llegamos a un acuerdo, yo sería la encargada de encontrar al macho que me pueda hacer madre, y no le diré nada a él, lo tendré y lo criaremos como si fuera nuestro hijo. Por eso ayer, cuando me viste con el socorrista, estaba tanteando la posibilidad de que ese ejemplar rubio, atlético y deportista pudiera ser un candidato.

  • Y a cuantos posibles candidatos has tanteado?

  • Menos de los que puedes creer, pero quiero que sepas que al socorrista sólo le hice una mamada.

  • Justo lo que iba a pedirte q me hicieras.

  • Ponte cómodo, no te preocupes por el salvavidas, ya tengo hecha mi elección.

-Qué quieres decir con eso?

  • Que ya sé quién será el padre de mi hijo. – Y se metió la mitad de mi verga en la boca degustándola como el mejor de los helados. Con sus hábiles movimientos no tarde en ponerme empalmado otra vez. Allí en su cama la volví a hacer mía.

  • Esta vez tíramelo todo en mi vagina.

  • Ya veo… que me has elegido a mí.  Estas tomando algo?

  • No…. Lo hago sólo con gomas. Como tu bien has dicho… ahhhhhh me encanta tu polla… y como la mueves dentro de mi… pues como tú has… dicho te he elegido a ti… para ser el padre de mi hijo.

Nos fundimos en un largo y cálido beso, armonioso, al ritmo de nuestra follada.  Ella se notaba q estaba muy sensible, movía mi polla en círculos dentro de ella y luego de izquierda a derecha, eso la ponía a mil, llegó a morderme la oreja y me dolió, entonces yo le mordí su pezón derecho y se corrió al instante.

Con estas llegamos al medio día, entonces yo le pedí que se vistiera con su vestido verde que es el que mejor resaltaba su culo y sus piernas. Montamos en mi coche,  nada más entrar puse mi mano en su muslo acariciándoselo, y ella hacia lo mismo con mi entrepierna. Fuimos al restaurant y allí nos pillamos una buena comida. Cerca de allí había una heladería  y cayeron dos helados especiales de la casa.

  • Quiero q me folles aquí! – me dijo cuando ya regresábamos. – Aquí en el coche quieres? – Te has tirado a alguna en tu coche desde que lo compraste? –A ninguna –Pues ya tardas en estrenarlo. – Sólo verle las piernas era mi mayor estimulo, mi mayor afrodisiaco. Y que me hablara de aquella manera, como dos amantes, me la ponía más dura aún. Pare en un lugar apartado a las afueras, nos pasamos al asiento de atrás y me la estuve follando por más de una hora.

Volvimos a casa y ella quería bajar al mar, me pidió que la acompañara, extendimos la toalla y entramos a bañarnos. Estuvimos una media hora tomando el sol y dormitando y nos vinimos a casa. Conecté la tv y en el sofá de 3 plazas nos sentamos los dos. Yo le subía el bikini y jugaba con sus pechos.

  • Quiero q me folles aquí!       - Es que te voy a follar aquí en el sofá.  –Así cuando estés mirando tu futbol, te acordaras de mí. – Asun, jamás me voy a olvidar de ti y de estos momentos. –Eso es, méteme dos dedos, ahora muévelos como te movías dentro de mí. - Me tumbé en el sofá y la puse a ella encima de mí, con las manos podía acariciarle las tetas, su coñito, no se lo depilaba porque tenía poco bello y la verdad que le quedaba muy bien. Sin quitárselo, le separé un poco la tela de la braguita y empecé a penetrarla.

  • Como venga esta noche tu hijo con ganas de marcha…

  • No lo hacéis muy a menudo?

  • No mucho desde que se enteró que es impotente muy poco. Por eso no nos has oído aquí, porque lo solemos hacer dos o tres veces al mes.

  • Yo creía que lo hacíais con silenciador – reíamos los dos.