Conociendo a mi nuera Asun (2)
Cómo acaban las vacaciones de Asun y Carlos. Recomendable leer la primera parte.
Ya habían pasado unos días desde aquel día glorioso en que nos dejaron solos a mi nuera y a mí. Había pasado el fin de semana, en el que no hicimos nada, pues estábamos los 4, además el sábado vinieron a pasar el finde los padres de Asun, mis consuegros, se quedaron en el sofá que se hacía cama y el domingo por la noche se fueron. El lunes llegó con más placidez y con más ganas, desde el viernes por la mañana no habíamos hecho nada y cuando fui a despertarla a las 7 me dijo que se sentía indispuesta, que algo le había sentado mal la noche anterior y que no venía a caminar. Le dije que yo tampoco iba que me quedaba por allí y si sentía que necesitaba cualquier cosa que me lo dijera. Le hice una manzanilla y se la llevé a la cama.
- Me gustaría estar bien para darte más. –Me dijo. – Pero igual es mejor que rebajemos el ritmo, que no te siente mal, es que tú ya no eres un chaval y una mujer como yo puede acabar contigo. –A pesar de que ella tenía razón, no dejaba de molestarme su comentario. Puse mi mano entre sus piernas y le acaricié el coñito por encima de la braguita, la aparté y le metí dos dedos. Su cuerpo se tensó. –Esta tarde voy a esperar al socorrista. –Quieres decir que lo vas a hacer con él? – Afirmaba con la cabeza- Pero no me dijiste que no me preocupara de él? Que tenías claro que yo fuese el padre de tu hijo? Cómo ahora…? –Shhhhhhh –puso su dedo en mis labios y yo lo besé, lo chupé. –Yo sé lo que me hago. –Haz lo que quieras, pero no me parece bien lo que haces.
Me fui a caminar un poco. Cuando volví hablamos poco. Después de comer ella cogió únicamente su toalla y su móvil , pero dejo su bolsa. Se puso donde solía ponerse siempre, al final de la duna. Y empezó a teclear en el teléfono, posiblemente usando su “whatsapp.” El mensaje era para mí me decía: Cuando me veas entrar a la caseta, a los 10 minutos llámame. Yo le conteste: ok. Después se giró hacia la terraza y me saludo con la mano. Luego tecleó otro mensaje o mensajes y a los pocos minutos ya venía el socorrista hacia ella. Llegó a su altura y le tendió la mano para levantarla, ella dejó la toalla y se fue hacia la caseta caminando a su lado. Tenía la esperanza de que no entrara, de que se echara para atrás. Pero cuando llegaron a la puerta, entraron los dos y se volvió a cerrar desde dentro. Esperé lo que me parecieron 10 minutos. Mire el reloj del móvil habían pasado 8 minutos. No aguante más y la llamé. Tardó un poco en contestar, pero al final lo hizo.
- Hola cariñoooo!!! Qué… como va… hoy el dia?
Yo me quede cortado, no sabía qué decirle… Se notaba que se la estaba metiendo.
- Aha! Aha! Ahaaaa! –decía ella como si estuviera escuchando lo que yo le decía hipotéticamente. –Cómo? Que me oyes respirar… entrecortada? Es que estoy caminando, dando un paseo… por la playa. Vale cariño nos vemos… dentro de un ratito. Yo también tonto. Ciao.
Esperaba que cortara la comunicación, pero la muy puta no lo hizo. La oí decirle:
-Perdona, era mi marido… tenía que contestar. Dejo el teléfono aquí al lado.
No pasa nada tía. No has notado lo dura que se me ha puesto?
La noto dentro, fóllame tío!
Qué ganas te tenía ahhhhh!!
Cuidado con la goma tío.
Tranquila, que yo controlo.
Toda esta conversación la estaba escuchando yo y, aunque tuve la tentación de apagarlo, estuve una hora escuchándoles como follaban, como se la follaba aquel tipo. La polla la tenía que me hacía daño. Salieron de la caseta y cada uno se fue para un lado y ella se vino, recogió su toalla se vino para casa, salió a la terraza y me dio un beso con lengua.
- No me digas q no has disfrutado suegrito.
-Pero que puta eres!
- No soy puta, simplemente soy mujer. –Y me volvió a besar.
A la mañana siguiente, martes, me desperté muy temprano, sobre las 5 am, estuve despierto en la cama hasta oír el coche de mi hijo. Fui a su habitación, no la desperté, estaba recostada sobre su lado derecho. Me acosté a su lado y desde detrás empecé a metérsela. Ella pasó su brazo izquierdo por encima de mí, puso su mano en mis nalgas y empujaba para q se la metiera más adentro. Los dos, casi en silencio, estuvimos en esa posición casi media hora, hasta que le eché dentro toda la leche que tenía acumulada.
De esta me preñas Carlos. Me has echado un buen chorro.
Ufffff! Te tenía ganas putita
Eres el padre ideal para mi hijo, casi con toda seguridad se parecerá a Luis, tu hijo. Y eso es mejor que tener un hijo rubio. Jajajaja. – ella se reía pero a mí me recordaba lo mal que lo había pasado la tarde anterior. Y aun tendría la duda de si lo volvería a repetir con el socorrista, o, por el contrario, ya habría saciado su curiosidad. Cuando a una hembra como ella mi hijo le da carta blanca, debe saber a lo que se expone. De hecho, yo no me consideraba sólo un donante de semen para que ella se quedara embarazada, sino que, más bien, me había convertido en su amante. Ella de estos días ya estaba muy morena, lucía un moreno brillante que sobre todo al mirarle a sus piernas se las veía más apetecibles todavía.
Después de comer Ana, mi mujer, se acostó a su siesta. Yo estaba en la terraza y vino Asun cargada con las dos sillas de playa y me dijo: - Me acompañas? – No podía decir que no. Así que nos fuimos a la orilla del mar. Ella sacó de su bolso un libro, y me dijo: -Toma, por si te aburres. Te gustara la historia. –Se lo agradecí y ella cerró los ojos y se puso a tomar el sol.
Crees que nos dejarán solos esta semana? –le dije yo.
Ana me ha dicho que quería bajar el jueves. Ya hace falta reponer. Además el viernes vienen nuestros amigos, estrenaremos la barbacoa, beberemos hasta ponernos a tono y luego nos iremos a la discoteca o a la zona de copas.
El miércoles no me dejó hacer nada. Así llegó el jueves cuando oí el coche de mi hijo, me levanté y fui a su habitación, pero no estaba. Corrí al baño por si estaba allí. Nada, se había ido con ellos. Me volví a acostar. De repente me saltó un whatsapp, era ella: “Me he ofrecido a Ana para ayudarla y ella ha aceptado.” “La verdad que ella se encargue de toda la compra es algo demasiado.” “No te enfades, tendremos más días.” Maldita suerte la mía. Mi respuesta fue muy escueta: “ok” Obviamente el día se me hizo muy largo a no ser por sus mensajes que me llegaban de vez en cuando diciéndome donde estaba y que hacía.
El viernes por la mañana estaba dispuesto a follármela, pues era el último día que trabajaba mi hijo, ya cogía las vacaciones y se acababan mis aventuras, pero a mi mujer le dio por levantarse temprano también. Los dioses se aliaban contra mí. Ya por la tarde vinieron 3 parejas, amigos de ellos. Dos parejas estaban casadas y la tercera vivían juntos. Habían venido en dos coches. Dos de las chicas dijeron que ellas no beberían y serían las encargadas de conducir los coches después. El que destacaba del grupo era Juan, era el típico que sabe de todo y habla de todo. Yo me encargué de la barbacoa, mi mujer y alguna de las chicas me traían las chuletas o el embutido, longanizas, chorizos… Yo las iba asando y ellos venían con un trozo de pan con mayonesa o all-i-oli, y la cerveza, como la nevera era pequeña, habíamos habilitado un balde y una nevera portátil con hielo. Las chicas bebieron una cerveza y después ya pasaron a la coca cola. Excepto Asun, que, como ella no tenía que conducir, siempre estaba con el botellín en la mano.
Fue sobre las 22 hrs cuando pasó algo que me llamó la atención. Juan le dijo que el baño estaba ocupado y Asun le dijo que ella lo acompañaba que en el primer piso había otro. Subieron los dos y se demoraron casi 15 minutos en bajar. Primero bajó ella. Me buscó con la mirada, me guiñó un ojo y me sonrió. No tardaron mucho en despedirse de mi mujer y de mí. Se marcharon a la discoteca.
El fin de semana vinieron también los padres de Asun, transcurrió placido y tranquilo igual que los días siguientes pero esta chica era una caja de sorpresas. Era jueves y me despertó la sintonía de Asun de whatsapp. Eran las 6:10 am: “No puedo dormir, nos vamos a caminar un rato?” … “ok” Llevábamos 20 minutos caminando cuando le propuse meternos en el agua, aceptó enseguida. Y por fin se la volví a meter, ella se dejó caer hacia atrás con sus brazos extendidos y sus piernas rodeando mi cintura. Ese fue el último polvo que echamos en la playa. Pero nuestra vida en la ciudad cambiaría para siempre. Ya en la última semana de nuestra estancia recibí un whatsapp: “me ha bajado la regla” “habrá que seguir insistiendo…” “ok”