Conociendo a mi compañera de clase de pintura

Tras largo tiempo deseando e imaginándome fantasías eróticas con una compañera de 38 años de edad, se hizo realidad mi sueño mejorando todo lo que había imaginado.

CONOCIENDO A MI COMPAÑERA DE CLASE DE PINTURA

Tras largo tiempo deseando e imaginándome fantasías eróticas con una compañera de 38 años de edad, se hizo realidad mi sueño mejorando todo lo que había imaginado

Llegó el esperado día de la cena de clase de pintura. Era viernes por la noche y habíamos quedado todo el grupo de pintura en un restaurante bastante conocido de la ciudad. El grupo era bastante variado, gente de bastantes edades, profesiones y hasta culturas, lo único en común era el gusto por la pintura. El motivo por el que tenía tantas ganas de que llegase este día no era otro que el intentar acercarme más a una compañera del grupo. Ella me tenía obsesionado. Era una chica normal de aspecto pero tenía algo que me volvía loco. Era morena de pelo y blanca de piel. Pelo bastante rizado y abundante. Creo recordar que su edad estaba cerca, aproximadamente, de los 38 años pero tenía un cuerpo bastante delgado aunque con bastante tripa, seguramente restos del hijo que había tenido hacía ya 7 años.

La cena fue tranquila y larga, lo cual nos dio tiempo a bebernos unas cuantas botellas de vino. Yo me coloqué en frente de ella, a partir de ahora Sara, para poder conversar con ella y sobre todo, para llenarle las copas de vino. Ya al final de la cena noté que se trababa al hablar por lo que el primer paso del plan estaba realizado. Durante la cena creo que estuve todo el tiempo empalmado dado que no hacía más que imaginarme cuando se metía comida en la boca, que era mi polla la que se comía, sobre todo cuando en el postre comía ese helado de nata que dejaba sus labios totalmente blancos, simulando mi eyaculación.

Después de la cena fuimos a una discoteca a bailar. Era estupendo verla bailar. Llevaba puesta una minifalda marrón de tablillas que con cada giro dejaba ver la parte alta de sus muslos. Dado que era invierno y hacía mucho frío llevaba puestas también unas medias marrones bastante gruesas. De cintura para arriba vestía una camisa blanca trasparentando según le daban las luces de la discoteca un sujetador negro con encajes. Yo no podía dejar de verla bailar, estaba totalmente excitado. Ella pasaba de brazos en brazos de mis compañeros, noté que estaba bastante bebida y decidí aprovechar yo también el momento. Bailé con ella, arrimándome lo máximo posible, notando su cuerpo duro y su aliento en mi cuello.

La gente comenzaba a irse a sus casas hasta que la final solo quedamos María, una mujer de unos 45 años con dos buenas tetas y algo culona, Sara y yo. Note que María no hacía más que insinuarse conmigo pero tenía a Sara ahí y no podía dejar esa oportunidad. Aproveché cuando Sara se fue al servicio para morrearme con María y quedar para otro día dado que según le puse de excusa, por el alcohol no podía irme con ella. Tras salir Sara del baño, María se despidió y me guiñó el ojo haciéndome cómplice de nuestra futura cita.

Ya lo había conseguido, me había quedado a solas con Sara y ella bastante bebida. Segundo paso del plan realizado. Ahora solo quedaba lo más difícil, convencerla para acostarse conmigo. Tras seguir bailando durante una hora y bebernos dos cubatas más, decidí atreverme. Para ello le ofrecí llevarla a casa a lo que ella me contestó que no porque no podía ir en esas condiciones. Entonces le propuse ir a la mía para que se tomara un café y esperar a que le bajara la borrachera. Así hicimos y cogimos el coche dirección a mi casa.

Una vez en casa le quité el abrigo y le ofrecí que se sentara en el sofá. Yo me senté a su lado observando esas preciosas piernas mientras hablábamos. No aguanté más y me acerqué suavemente a ella y la besé en los labios. Ella se ruborizó pero no dijo nada por lo que volví a besarla pero esta vez sacando la lengua e introduciéndola en su boca. Vi como ella cerraba los ojos por lo que asumí que ella también quería y empecé a comerle la boca, su lengua, era exquisita..... algo indescriptible. Después de unos minutos besándonos me di cuenta que me había puesto casi encima de ella y que no me conformaba con besarla por lo que decidí acariciar sus preciosas piernas.

  • No por favor, estoy casada.....

  • Tu cuerpo está deseando, relájate y deja que disfrute.

  • Es la primera vez que engaño a mi marido....además estoy bebida....

  • Tranquila, no haré nada que no quieras.

Comencé a acariciar sus piernas mientras mordisqueaba sus labios. Noté que su respiración se hacía más fuerte por lo que comencé a besarle el cuello y con mi mano derecha a desabrocharle los botones de su camisa. Después de quitarle la camisa comencé a desabrocharle su sujetador negro y quedaron al descubierto sus preciosas tetas, no muy grandes pero firmes. Tras una serie de lamidas, sus pezones comenzaron a ponerse duros y a engrandecerse por lo que yo ya podía darle pequeños mordisquitos que le hacía gemir cada vez que lo hacía.

Ella seguía sentada en mi sofá por lo que me puse de rodillas entre sus piernas y tras meter mis manos entre su falda comencé a quitarle las medias. Sus piernas eran suaves, y blancas pero sobre todo muy calientes. No quería quitarle la falda, me excitaba más así, además tapaba su único defecto, su tripa. Hice la misma operación con su braga y tras quitarle ésta, metí mi cabeza por debajo de su falda y puse mi boca en todo su coño. No veía nada pero pude notar que tenía bastante pelo pero dado la excitación que ya tenía ella, tenía todos sus labios bien abiertos por lo que me resultó fácil lamerle toda su raja. Lo tenía todo empapado de un flujo bastante viscoso pero con un sabor excelente por lo que seguí chupando y chupando hasta que sus gritos me hicieron entender que había llegado a un orgasmo, bueno sus gritos y la descarga de líquido que echo sobre mi cara.

Me levanté y bajándome rápido los pantalones y mis calzoncillos, le metí mi polla en la boca. Creo que nunca había chupado una polla pero con la calentura que tenía parecía una experta. Después de un rato, puse sus piernas en mis hombros y le metí de un solo empujón mi polla en su coño. Fue tremendo el gusto que me dio, sobre todo los gritos que daba Sara. No tarde ni cinco minutos en correrme pero eso sí, dándome tiempo para correrme en su boca y hacerle que se tragara parte de mi semen tal y como había imaginado en la cena.

Después de un rato, y tras entrarme otra vez ganas dado que la seguía viendo medio desnuda y con las piernas abiertas, comencé a chuparle otra vez todo su coño y su peludo ano. Rápidamente, la puse a cuatro patas, y le clavé mi polla hasta el fondo. volví a notar como gritaba y como seguro que nunca le habían dado por el culo, le metí dos dedos en éste mientras la follaba con fuerza. Esta vez aguanté bastante en esta situación, ella se había corrido ya pero yo necesitaba follarle el culo por lo que volví a chupárselo, le eché saliva y poco a poco le fui metiendo la polla. Estaba tan cerradito que después de sacarla y meterla unas 20 veces me corrí dentro de su culo llenándole este.

Quedamos tendidos los dos, ella en el sofá y yo en el suelo. Después nos duchamos juntos simplemente acariciándonos y tras secarnos decidió volver a casa dado que ya eran las 7 de la mañana y su marido debería estar muy preocupado. Eso si, no sin antes quedar para otro día sin esperar a ninguna cena y sin tener alcohol en la sangre.

Espero que les gustara mi relato. Si queréis hablar sobre sexo o queréis contactar conmigo, escribirme o me agregáis a vuestro messenger: red___evil@hotmail.com