Conociendo a mi amo
Lara conoce a Damián y este la despunta con su encanto y con su forma de follar. ¿Mantendrán una relación amo/sumisa o todo se quedará en un polvo de una noche?
Estabamos cara a cara, mirándonos fijamente a los ojos. Él con su 1,90m me miraba desde arriba y las ganas de besarme se le notaban a kilómetros. Yo por mi parte le miraba y sonreía, sabiendo que esa situación de tensión la vivimos ya la noche que nos conocimos. Esa noche, unos 2 meses atrás, estuvimos también mirándonos durante toda la noche. Entre toda la gente de aquella discoteca él llamó mi atención. Era el más alto de todos sus amigos, su pelo moreno y esa barba corta y cuidada llamaron mi atención desde que entré. Yo, por mi parte, mido 1,65m, tengo una larga melena castaá, una copa D de pecho y un culo bastante marcado así que también llamé su atención. Me miraba mientras terminaba su copa, en ese tiempo dos chicas se acercaron para intentar bailar con él pero él ni se inmutó. Nos mirábamos fijamente y hasta mis amigoas notaron la tensión. Terminó su copa y se acercó a mi.
D:-Soy Damián- dijo él acecándose a mi oído para hacerse oír
L: -Lara- dije yo acercándome para darle dos besos. Quería estar más cerca de él.
L: -¿Vas a pedirme salir a bailar o te vas a quedar mirádome toda la noche?- le dije.
Se rió, me agarró de la cintura y me acercó a él. Estuvimos bailando durante media hora pero en ningún momento intentó besarme o siquiera bajar su mano hacia mis nalgas y eso me estaba volviendo loca. ¿A qué diablos estaba esperando?
L: -¿Vamos fuera un rato? Tengo mucho calor.
Asintió y se separó de mi para salir, yo, como quería estar más cerca de él agarré su mano y pude ver como se rió. Fuera estuvimos hablando y me contó que tenía 25 años, era bombero y que le gustaba mucho el deporte, sobretodo el surf. Yo le conté que con mis 23 años estaba en el primer año en una multinacional de telecomunicaciones y que disfrutaba haciendo hípica. Después de una larga conversación donde la química era evidente se quedó a escasos centímentros de mi boca y, al ver que no hacía ningún movimiento que indicase que me fuera a besar, decidí lanzarme. Nos besamos durante unos minutos pero él se apartó.
D: -Espera, no quiero perder la cabeza.
L: -¿No te ha gustado?
D: -Claro que sí, pero normalmente soy yo quien lleva la iniciativa. Me gusta que las cosas sean como yo las tengo calculadas y para esta noche, no tengo calculado que vaya a más.
L: -¿Perdón?
D: -No te lo tomes a mal, volveremos a vernos.- Después de decir eso, me acercó a él cogiéndome de la cintura, me pegó a la pared y empezó a besarme de manera violenta. Pude notar su polla dura en mi entrepierna y eso me puso muy cachonda y, justo cuando pensé que iba a ir a más, se separó, cogió su teléfono, me lo tendió y dijo - Tu número, ahora.
No sé porque sentí la necesidad de obedecerle, escribí mi número de teléfono y le devolví el móvil. Él cogió mi mano y volvimos dentro, me dejó cerca de mis amgios, me dio un beso y me dijo:
D: -Me voy pero no quería dejarte sola en la calle. Tendrás noticias de mi pronto.
Una semana después
Aún no había recibido ninguna llamada de Damián, ni un triste Whatsapp. Nisiquiera tenía su número de teléfono, le habría escrito yo. Comenzaba a pensar que lo hizo aposta para "controlar la situación". Imbécil, si me llama, no pienso contestarle, pensé.
Unas horas más tarde encontré un Whatsapp que supe enseguida que había mandado él.
D: ¿Sigues pensando en mí?
L: ¿Quién eres?- Dije aposta, sabía de sobra quien tenía esa chulería.
D: No juegues a eso conmigo, sé de sobra que me recuerdas. ¿Quieres cenar conmigo hoy?
No me esperaba esa propuesta, acepté aunque no sabía porque, bueno sí, quería follármelo, me ponía demasiado ese carácter y , además, estaba buenísimo.
Cenamos en un italiano, todo fue muy íntimo. Estabamos tonteando bastante y, estaba claro que esa noche iba a terminar en su cama.
L: -No te veía como un hombre que tenía citas románticas.
D: -Porque no lo soy. Ahora ve al baño, quítate las bragas y ponte esto - dijo tendiéndome una vibrador con control remoto.
Me sorprendí pero no mostré mi sorpresa en ningún momento. Me levanté, fui al baño y bajé mis bragas rojas de encaje y volví a la mesa. Una vez sentada, se las dejé encima de la mesa, donde podría verlas cualquier persona que nos mirase. Jaque mate, pensé. Sin embargo, él ni las miró y las dejó encima de la mesa.
D: -Si pensabas que eso me iba a importar es que no has entendido nada, cielo -encendió el vibrador con el móvil y yo empecé a estremecerme de placer. Cogió las bragas y se las guardó en el bolsillo.
D: -Quiero que sepas que me gusta el sexo muy duro, me gusta dominar y que me obedezcan. Antes de tocarte quiero saber que te gusta y que estás de acuerdo con todo.
L: -Sí, a mi también me gusta el sexo duro.
Empezamos a hablar de los límites que yo tenía, de lo que me gustaba y de que no estaba dispuesta a hacer. Estaba cachondísima y quería tirármelo ya, no quería esperar más.
Nos trajeron los postres mientras Damián seguía aumentando y disminuyendo la vibración de mi interior. La silla donde estaba sentada debía estar llena de mis flujos y eso me ponía más cachonda aún. Terminamos de cenar, se levantó y me tendió la mano, me ayudó a levantarme y salimos del local.
D: -Vivo ahí en frente, ¿quieres subir? - dijo sonriendo.
L: -Mejor me voy a casa - dije intentando que se moleste. Me moría de ganas de subir y de que me follase de una vez pero me molestaba mucho su actitud de chulo.
D: -Vale, sin problema.
L: -¿No quieres tu vibrador?- dije molesta porque mi plan no había funcionado.
D: -Lo he comprado para ti, quédatelo - dijo sonriendo.
Su actitud me molestaba a la par que me calentaba asi que, sin pensarmelo dos veces, me acerqué simulando darle dos besos, pero, después del primero fui directa a sus labios. Él se sorprendió pero siguió mi beso. Terminamos de besarnos, me cogió de la mano y cruzamos la calle. Abrió la puerta del portal y después nos dirigimos al ascensor que ya estaba en esa planta, subimos y él se volvió a acercar a mi para besarme de esa manera tan violenta que me ponía tanto. Entramos en su casa y fuimos directos a su habitación, me subió el vestido lentamente y sacó de mi interior el vibrador que ya estaba apagado. Me tumbó en la cama y comenzó a comerme el coño. Su lengua rozaba mi clítoris mientras sus dedos se introducían en mi interior. Yo gemía mientras me pellizcaba los pezones y terminé corriéndome. Él se levantó, parecía enfadado, y me dijo
D: -Yo no te he dado permiso para correrte, puta.
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