Conociendo a Mercedes - Parte dos
Cuando conocí a Adolfo en casa de Mercedes, imaginé que un día de sexo entre hermanos sería extremadamente excitante. Así que ella y yo planeamos un delicioso encuentro.
Conociendo a Mercedes, estudiante de Educación – Parte dos
Descansábamos Mercedes y yo en mi cama, después de una intensa sesión de mucho sexo entre nosotras. Desnudas de costado, dándonos caricias y muchos besos, sin presumir lo que pasaba fuera de mi cuarto, con mi hermano y mis padres presentes en la sala de la casa. Intensificamos el ritmo de nuestras caricias y pude notar e reojo como la puerta de mi cuarto se entreabría; mis padres jamás irrumpen en mi habitación de esa manera, sólo podría tratarse de mi hermano; seguí besando a Mercedes y acariciándole las nalgas, apretándolas de momento en momento. La presencia de mi hermano se hizo notar, ante la mirada de asombro de Mercedes, le di un gran beso a ella ante la atenta mirada de Carlos, mi hermano, la nena estaba algo nerviosa. De inmediato, mi hermano se baja el pantalón y vimos que tenía la verga dura y bien paradita, deliciosa, la acercó a mi boca para chuparla y al ponerme cerca de su verga, mi cuerpo quedó encima de Mercedes; tenía la boca algo abierta, mi hermano se movía de atrás hacia adelante, violándome la boca con su verga grande y deliciosa. Luego de un rato la sacó de mi boca y la introdujo en la boca de Mercedes, con mi mirada la invitaba a abrir la boca para sentir la cabeza de la verga de mi hermano mientras de vez en cuando le lamía las bolas a él. Así transcurrieron varios minutos y mi hermano se salió de las dos y apuntó hacia nuestros pechos y los llenó de leche, le di las últimas chupadas para dejarle la verga seca de leche al mismo tiempo que acariciaba los pechos llenos de leche Mercedes. Minutos después, mi hermano salió de la habitación volviendo a quedar solas allí. Durante muchos segundos, permanecimos en silencio con la mirada inquisidora de Mercedes.
Después del riguroso silencio, le conté que llevaba varios años haciéndolo con mi hermano, ante la atenta mirada de ella. Le expresé mi deseo de hacer un cuarteto entre hermanos, intercambiándonos entre hermanos, la idea no le disgustó. Me contó que tiene varios hermanos entre hombres y mujeres, casados y solteros, en casa vivía con sus padres, una hermana de 18 años y un hermano de 31 años, solteros ambos y tres hermanos ya casados que no vivían dentro de la casa. Ahí mismo nos decidimos por su hermano Adolfo, de 31 años, conformamos el cuarteto mi hermano Carlos, Adolfo, Mercedes y yo; la idea le excitaba pero aún no la digería. Le conté la razón que un hermano no podrá decirle a otros lo que hace con una, es lo mejor de la relación, estricto privado; nada de bromas tontas como las del Messenger que te piden números de teléfono y direcciones, de personas que nunca has visto en tu vida, tal vez por un chantaje desproporcionado, de esta sociedad llena de hipocresía; nada de eso. Como se diría, recordando aquella serie cargada de erotismo, ¡guardad, celosamente el secreto! Mejor sobre seguro que la aventura.
Las clases en la universidad, seguían su ritmo normal, esperando con impaciencia el día que Mercedes y su hermano que darán a solas. Me invitaba por aquellos días a su casa y me presentó a su hermano Adolfo, era un moreno un poco alto, le llegaba hasta su barbilla con mis casi 170 centímetros, de porte atlético a diferencia de Mercedes, delgadita y pequeña. Mis coqueteos con Adolfo no se hicieron esperar, dándole largas a una cita deseada por ambos, para seguir manteniendo de esperar lo previsible, nuestro encuentro filial.
Es así, que estando en la habitación de Mercedes, a solas las dos, me contaba que el día sábado 23 de abril, sus padres saldrían a pasear con su hermano Adolfo incluido, ella se había excusado por trabajos y exámenes; desde las 10 de la mañana estaría sola en casa. Como su hermano gustaba de mí y yo de él, le diría que ese día vendría yo a casa, que deseaba conversar con él; lógicamente se lo diría cuando yo no estuviera presente, que me tuviera paciencia porque era vergonzosa y algo tímida. En el instante planeó, según me dijo ella después, crear una falsa salida, con unos amigos, pues la decisión de salir con sus padres era por no tener compromisos previos.
En el inicio de la tarde del día 22 de abril, llegó a mi casa Mercedes, inquieta por el día sábado que teníamos planeado. Salimos de casa los tres juntos, mi hermano, Mercedes y yo, necesitábamos comprar algo de licor para el gran día y entonarnos como se debe. Regresamos a casa con la discreción de nuestras compras, guardadas en mi habitación, mi hermano no desaprovechó la oportunidad para sobarnos las nalgas a las dos, unas a cada mano, ante la complacencia de nosotras. No pasó más que de una breve calentura entre nosotros.
Al día siguiente, casi a las 11 de la mañana, dando tiempo que los padres de Mercedes y Adolfo no estuvieran en casa, llegamos mi hermano y yo, él cargando una mochila, con el licor que habíamos comprado para amenizar la tarde. Mercedes nos abrió la puerta, ingresamos ante la atenta y desconcertante mirada de Adolfo que se encontraba sentado en la sala; Mercedes nos encaminó hacia los muebles de la sala, luego fue a la cocina acompañada por mi hermano para preparar unos refrescos para el momento, pero estos refrescos estaban ahora cargados de licor en pequeñas jarritas de dos litros y el resto descansando en el refrigerador, en botellas bien cerradas, según lo habíamos acordado. En la sala Adolfo me interrogaba sobre la llegada de mi hermano, le dije para su tranquilidad que mi hermano era un tipo de mente abierta a pesar de su edad, que él gustaba de su hermana Mercedes. El desconcierto de Adolfo se convirtió en una franca sonrisa, yo como toda chica tímida escondía la mirada, mirando hacia mis piernas.
Minutos más tarde llegaban, Carlos y Mercedes con una jarrita de refresco combinada con un fuerte licor. Sugerí a Adolfo que se pusiera una música algo alocada, movida para alegrar la mañana. Así, entre el libar del licor y la música contagiante nos dispusimos a bailar, Carlos con Mercedes y Adolfo conmigo, separados nuestros cuerpos casi 50 centímetros, sin contacto físico entre nosotros, sólo siguiendo la cadencia y el ritmo de la música, para la alegría de nosotros. El grado de confianza, iba en aumento, el calor nos invadía, los bailes iban y venían. Decidimos cambiar el tono de la música por una más suave y lenta, ritmo de rock-baladas para que nuestros cuerpos se unieran. Las manos de Adolfo en mi cintura y mis manos descansando en sus hombros, cerca de su cuello, igual que Carlos con Mercedes. Es así, que en el calor del baile, ante las atentas miradas de Carlos y Mercedes, Adolfo me sujetó fuerte de mi cintura y me pegó más a su cuerpo para darme un cálido y sonoro beso en mis labios, el ambiente y la música eran también nuestros cómplices; abrazaditos y cariñosos nos fuimos a sentar en nuestros lugares, Mercedes cerca de mi hermano y Adolfo cerca de mí. La música y el licor nos ponían eufóricos, entre bebida y bebida jugueteábamos con nuestras manos. Para anunciar lo que se venía mi hermano tomó a Mercedes y le dio un gran beso, uniendo sus labios al mismo tiempo que una de sus manos acariciaba sus piernas, subiendo hasta la altura de su coño para sobarlo por encima de su faldita. Tal actitud me encendió y esperaba una reacción de Adolfo hacia mí, que tenía puesto su brazo en mis hombros, acariciándome el brazo; con mi mano derecha acaricié el bulto de su pantalón donde estaba su verga, que se la sentí dura mientras una de las manos de Carlos se metía dentro de la falda de Mercedes para sentir su coño sobre su calzón. Como llevaba puesto un pantalón jean, Adolfo sólo se limitó a acariciarme las piernas por encima del pantalón mientras me besaba; pero metió su mano dentro de mi polo, para llegar a mis pechos y darme una buena masajeada por ahí.
Quizás por la incomodidad de la presencia de mi hermano y su hermana quiso conducirme a su habitación, pero lo tranquilicé, le dije que mi hermano era de mente abierta como antes se lo había mencionado, además de lo entretenido que estaba con su hermana, mientras le abría el pantalón por el cierre para meter mi mano dentro de sus calzoncillos y tocar directamente con mi mano su verga, como era un tipo grande, tenía una verga grande, se la saqué y empecé a masturbarlo suavemente, él metió su mano dentro de mi polo y levantó mi sostén para jugar con mis pezones, jalándomelos con la yema de sus dedos. Desde mi posición pude ver como Carlos tenía a Mercedes con la falda bien subida, se le podían ver claramente todas sus piernas por completo, como había hecho hacia un lado su calzoncito para meter sus dedos en el coño de ella y ahogaba sus gemidos con los besos a boca abierta que se daban, comiéndose los labios y jugueteando con sus lenguas, una escena por demás excitante, que me motivaba a darle una deliciosa paja a Adolfo. Me arrodillé luego delante de él, para darle unos buenos lametones en la cabeza y el tronco de su rica verga, mientras me sostenía la cabeza con sus manos, de los buenos lametones pasé darle una rica mamada que lo ponía rígido del gusto.
Descuidando lo que pasaba enfrente de mí, tiramos los cojines del mueble al piso, nos quitamos toda la ropa para hacernos un 69, me encanta que me coman el coño y para gratificarle le chupaba su rica verga; tenía Adolfo sus manos acariciando mis nalgas mientras su lengua y sus labios le daban placer a mi coño, yo me comía su verga y con mis dedos acariciaba sus ricas bolas desde abajo. Desde mi cómoda posición, pude ver como la verga de mi hermano estaba en la boca de Mercedes, ella tenía su blusa por encima de sus pechos con su sostén subido mientras Carlos se las acariciaba y se las jalaba placenteramente.
En unos minutos, me separé de Adolfo para sentarme encima de su verga y empezar a cabalgarlo, me subía sacándome la verga hasta la mitad y me sentaba introduciéndomela toda, así entre subidas y bajadas las manos de Adolfo estaban en mis nalgas que me las apretaba con deliciosa fuerza. Luego me salí ligeramente y le di la espalda con mis nalgas en su cara y así nuevamente me volví a sentar en su verga, sostenidas mis manos en los cojines tirados al piso. Las manos de Adolfo estaban en mis nalgas otra vez, llamé a Mercedes para unir nuestros pechos y darle unos ricos besos de labios, mientras me movía de costado y de arriba hacia abajo en la verga de Adolfo. En una de esas subidas me saqué la verga del coño, le dije que me acomodaría un poco y se la introduje con mis manos en el coño de Mercedes, seguimos acariciándonos ella y yo, subiendo juntas y bajando juntas con las manos de Adolfo detrás de mí. Se acerca mi hermano con su verga bien paradita y la pone en mi boca, la abrí y se la comencé a lamer desde la cabeza y todo el tronco para introducirla en mi boca y mamársela como a él le gusta. Momento después me salí de Adolfo que tenía su verga metida en el coño de su hermana, me puse detrás de ella para sobar mis pechos en su espalda, mi hermano me tenía por detrás y apuntó su verga a mi coño. Así nos dimos un placer filial entre los cuatro. En ese momento solo importaba disfrutar del sexo que nos estábamos dando.
Mercedes abrió un poco mas piernas poniendo las rodillas en los cojines, inclinándose hacia adelante para ofrecerle sus pechos a su hermano que abría la boca para morder sus pezones con sus labios, mientras él con sus manos en sus nalgas le levantaba el culo para volverla a bajar e introducirle toda su verga, así como hacía conmigo. Yo estaba a cuatro patas en los cojines del otro mueble a un costado de ellos y detrás de mi hermano me empujaba chocando sus bolas a mis nalgas y su verga en mi coño. El gozo se hacía más y más intenso, luego de largos minutos, mi hermano se salió de mí, me eché en los cojines del mueble, Carlos se puso sobre mí, con el cuerpo en el aire, se masturbó rápidamente y me regó los pechos con su rica leche que me la desparramé como una deliciosa crema. Mercedes se salió de su hermano y se bajó para tomar su verga entre sus labios y darle unas rápidas mamadas mientras sostenía el tronco de la verga entre sus manos para tomarse toda la lechita fraternal; llegamos así a la más gloriosa satisfacción de nuestros deseos.
Cansados y satisfechos descansamos en los cojines, con mis manos en la verga de mi hermano y las de Mercedes en la del suyo, acariciándolas para que recobraran su vigor y se pusieran duras y grandes como lo deseábamos. Luego de unos minutos, Adolfo puso a cuatro patas a su hermana, con su pierna izquierda apoyada en el cojín por la rodilla y la pierna derecha ligeramente arqueada con su mano dirigiendo su verga al coño de su hermana, que una vez dentro, la tomó de las caderas, la sujetó fuertemente, se movía tan rápido y violentamente que los gemidos de ella, eran la gloria del placer a tal punto que tenía que sostenerse fuertemente con las manos en el piso para no irse de cara por sus embestidas brutales y riquísimas.
Me eché en los cojines, mi hermano me levantó las piernas hasta la altura de sus hombros, sentí como su verga entraba lentamente; cuando la tuve toda dentro, se apoyó en mis piernas desde sus hombros hacia adelante llegando a casi besar mis rodillas y así doblada en dos se movía rápidamente con sus manos apoyadas en el piso, sólo me limitaba a gemir, con mis manos acariciando su cuerpo desde donde podía, excitándome más con la escena de los chicos a mi lado. Y así llegamos al éxtasis, del placer, juntos.
Cuando los padres de Adolfo y Mercedes llegaron nos encontraron oyendo música suave y bebiendo refresco.
Después me enteré por boca de la propia Mercedes, que había dejado a su enamorado sin mediar explicación alguna, pues con lo atlético que se veía su hermano, su porte grande y su fortaleza física no podía pedir nada mejor. Y cuando la oportunidad se presenta aprovechamos para hacerlo los cuatro juntos, a solas y sin testigos, entre hermanos, intercambiando hermanas, cada una de nosotras recibiendo dos deliciosas vergas. Aún no me han dado dos hombres al mismo tiempo pero esta idea me inquieta mucho, y con lo traviesa que soy…