Conociendo a Mercedes, estudiante de Educación
Cuando me presentaron a Mercedes, me estremecí. Era una nena pequeña, hermosa y delgada, con la sonrisa tímida que me obsesionó y me excitó toda...
Conociendo a Mercedes, estudiante de Educación Inicial
Iba ensimismada camino a la universidad, había pasado casi un mes, desde mi espléndido viaje; las prácticas calificadas iniciales se empezaban a dar, lo cual era normal para mi, dado mi desempeño. Ante ello, Marcos, uno de mis compañeros de facultad, me presentó una hermosa nena, estudiante de la Facultad de Educación, de la especialidad de Educación Inicial, para darle unas clases en el área de matemáticas, que es mi pasión, por lo cual no puse objeciones dada le belleza de la nena. Era una hermosa chica, de 20 años aproximadamente, delgada, de 160 centímetros de talla, no muy alta en verdad, de pechos muy pequeños, de trasero firme que destacaba de su cuerpo, de cabellos negros, ondulado y mediano, de ojos negros y redondos, de piel canela y de expresión tímida; una nena hecha a mi medida.
Me impactó mucho, después de las presentaciones de rigor, nos dirigimos hacia un aula libre con la finalidad de dar inicio a su reforzamiento para su práctica calificada de matemáticas. Las clases siguieron su ritmo normal y de tanto en tanto mis manos tocaban las suyas, produciéndome descargas de excitación. Entre clase y clase, intentamos conocernos un poco más, así pude enterarme que tenía un enamorado, que era precisamente mi amigo, con un tiempo corto de relación, una chica heterosexual. Y pues hicimos una amistad sana, le confirmé que era una chica que gustaba de las chicas y los chicos; la curiosidad hizo presa de ello y traté de ser lo más explícita posible.
Empecé diciéndole: “No te imaginas lo que es estar con una chica, no es lo mismo que un chico, acariciar una piel suave, muy bien cuidada, besar unos labios finos impregnados de brillo labial, sentir con la palma de las manos y con la yema de los dedos unos pechos suaves, bordear sus pezones con la yema de los dedos, haciendo círculos con ellos; con la punta de la lengua, jugar con los pezones, humedeciéndolos ligeramente. Al mismo tiempo, con una de las manos, frotar su coñito, meterme dentro de él, con el dedo medio sobar la entrada de su coñito, de arriba hacia abajo; meter luego el dedito dentro del coño, como tratando de buscar algo dentro de él”. Estaba tan pendiente de mis palabras, admirada por las cositas que le contaba, tomé una de sus manos y la apreté fuertemente junto con la mía; su mirada se encontró con la mía y le sonreí delicadamente, ella también me sonrió y volteó la mirada tratando de disimular su agrado.
Mercedes, me comentaba que nunca había tenido experiencias con chicas, que la hacían sentir incómoda, bajando la mirada, mirándose las piernas por encima de su pantalón jean azul, mordiéndose los labios. Mi mano, ya no aprisionaba la suya, sino que se la acariciaba. Vestía con una blusita rosa de tiritas, que relucía una parte de sus pequeños pechos; solté su mano, metí uno de mis dedos de mi mano derecha entre sus pechos y jalé su blusita hacia mí para ver mejor sus pechitos, qué deliciosos senitos los de la nena. Sujetó mi mano, y la quitó de su blusa, en clara actitud de nerviosismo. La idea de tener una experiencia lésbica no le era esquiva, así que la invité a mi casa para continuar nuestra charla.
En casa, después de conocer a mis padres y a mi hermano, seguimos de largo a mi cuarto, con la sonrisa cómplice de mi hermano. Pusimos una música a volumen moderado, nos sentamos en la cama, mis manos jugaban con las suyas, jalé su blusita con mi dedo para ver sus pechos de nuevo, esta vez no lo evitó ni la apartó, solo me sonreía tímidamente, se dejaba hacer. Mercedes, puso sus manos hacia atrás, apoyándose en la cama mientras se hallaba sentada, yo metí mi mano dentro de su blusa y empecé a acariciarle su vientre plano. Luego, la eché en la cama y la besé en la boca mientras con una de mis manos empecé a desabrocharle el pantalón para meter mi mano en ella, Mercedes me miraba con sus ojos bien abiertos sin hacer nada, con sus manos clavadas en la cama. Levanté su blusita para meter mis dedos dentro de su sostén y tocar sus pechos suaves, la nena se empezaba a excitar y me empezaba a tocar por mis hombros.
Para estar más cómodas, nos quedamos desnudas. Nos volvimos a besar en la boca y mis labios resbalaron de su boca para ir bajando hasta sus hombros para seguir besando y lamiendo mientras ella me acariciaba los hombros y las piernas; besé el inicio de sus pechos, Mercedes acariciaba ya mis pechos con sus delgadas manos, yo sus piernas, ella se hizo de mis pechos y me los lamía por la aureola y mis pezones también. Se separó de mí, le comí la boca y luego todo su pecho entró en mi boca, mis manos acariciaban sus piernas, buscando sus nalgas para sobarlas y apretarlas a mi placer y al de ella. Con mis dedos recorría la raja de su culo, ella me abría las piernas para darme más facilidad. Me bajé hacia ella y con la punta de mi lengua rozaba los bordes de su coño, recorriendo todo el contorno mientras mis manos aprisionaban sus pequeños pechos, luego empecé a hurgar con mi lengua la entrada de su coño buscando afanosamente su clítoris, mis dedos ya entraban y salían de su coño, Mercedes seguía echada en la cama con las piernas abiertas con sus manos apretando la cama como haciendo dos puños. La jalé hacia adelante tratando que sus nalgas quedaran por fuera de la cama, para nuevamente meter mi lengua en su coño y esta vez uno de mis dedos penetra su culo, dándole un doble placer a su cuerpo. Se lo hice tan rápido que la nena casi gritaba de placer, le encantaba. Le ofrecí mis pechos para que los besara y me diera placer, poner mis pezones dentro de su boca mientras mis dedos la penetraban intensamente en el coño, ella permanecía con las piernas abiertas recibiéndome. Luego se puso al medio de la cama, con las piernas dobladas hacia ella, casi se besaba las rodillas de sus piernas. Con mis manos la levantaba un poco para tener su coño y su culo a mi alcance; así pude lamer su rico coño, mordiendo placenteramente su clítoris, los dedos de mi mano derecha penetraban su coño ahora y sostenía con mi otra mano desde sus nalgas para que tenga su culo levantado haciéndoselo más y más rápido. Así gozosa, me subí en ella para pegar mi coño al suyo y frotarme intensamente hasta alcanzar el orgasmo.
Después de esto me di media vuelta para ofrecerle mi coño a Mercedes, al mismo tiempo que yo quería comerle el suyo y enredarnos en un maravilloso 69. La nena era una alumna muy instruida sin duda, y debía mostrarle todos los placeres del sexo. Así estuvimos más de una hora y terminamos en la cama echadas bañadas en sudor y en nuestros flujos.
Después de un rato nos pusimos nuestras ropas encima pero sin las prendas interiores para irnos a dar un inocente baño de damas. En el baño hicimos a un lado las ropas y nos metimos a la ducha las dos juntas y desnudas. El agua caía sobre nuestros cuerpos y nuestras manos recorrían nuestros cuerpos conforme el agua caía. Nos fundimos en un cálido pero lujurioso beso, nuestros pechos se unieron en el contacto de los cuerpos, mis manos se abrazaros a su espalda y las suyas a la mía; luego mis manos resbalaron hasta encontrarme con sus nalgas que se las apreté y sujetándola desde allí la acerqué a mi lado. La llevé a la pared, recosté su cabeza a la pared, con sus nalgas pegadas a la misma, la abrí de piernas, metí dos de mis dedos a su coño mientras le mordía con mis labios sus pezoncitos, ella me estrujaba los pechos mientras más metía mis dedos en su coño, mientras más mordía sus pezones, logrando que sus quejidos sean intensos. Cuando levanté mi cara para meter mi lengua dentro de su boca, ella pudo alcanzar mi coño para meter sus dedos en mí y nos masturbamos las dos a la vez mientras nuestras bocas se daban besos calientes donde nuestras lenguas jugueteaban.
Fue un baño sexy-relajante que permitió a nuestros cuerpos conocernos más y sentirnos más unidas una a la otra. Ya en la cama, seguíamos igual o más calientes que antes de entrar al baño. Con las piernas abiertas ofreciéndome su coño, pegué el mío al de ella y me refregué incesantemente con nuestras bocas abiertas y unidas, con nuestros pechos pegados tocándose nuestros pezones. Hacía falta un pequeño juguetito que no tardé en tomar de la mesita de mi cuarto, un consolador doble y nos metimos la mitad cada una; así nos movimos, nuestras bocas abiertas se devoraban entre sí. Para darnos comodidad me senté en la cama, ella estaba también sentada con sus piernas sobre las mías, con el juguetito dentro de las dos, con nuestras bocas comiéndose, nuestras manos acariciando nuestras espalda, moviéndonos de lado a lado, de adelante hacia atrás, hasta que nuestros cuerpos alcanzaron su punto máximo de placer, nos pusimos tensas , más apuradas en nuestras penetraciones, nos mordíamos con una sensación animal, nuestras manos apretaban nuestros cuerpos y caímos rendidas una a la otra, ella sobre mí, el juguetito había cumplido su cometido, aun tenía sensaciones de acariciar su pequeño cuerpo, de tomar su cara para acercar sus labios a los míos y con una mano acariciando sus nalgas con delicadeza y cariño, estaba echada en la cama y ella de costado cerca de mí, con su carita descansando en mis pechos como mi nena consentida, en quien me complacía, queriendo retomar las energías para volverla a tener una y otra vez, ese día prometía ser largo sin duda para nosotras.