Conociendo a los padres de mi novio

Tenía toda la razón, quien me viera allí abierta de piernas ante mi suegro, desnuda, con la respiración agitada y mi vagina chorreando ante la expectación de notar su gran polla dentro de mí no dudarían que era una gran zorra...una grandisima zorra.

Tras casi siete meses de relación con Christopher, mi novio, tras hacerlo salvajemente tirados en la alfombra del salón de mi apartamento me propuso escaparme en las vacaciones de invierno a la finca de sus padres, a las afueras de la ciudad.

-¿Tus padres?-aquello me sorprendió, acaricié su pecho divertida- ¿Estás dispuesto a dar ese paso?-le pregunté sabiendo que al presentarme a sus padres nuestra relación pasaba a otro nivel.

-Pues claro Helen, ya llevamos casi siete meses juntos y creo que es momento de que estabilicemos esto ¿No?

-Mmm me parece bien, pero ¿Sabes lo que me parece aún mejor?-le susurré al oído montándome a horcajadas sobre él- Retozar un poco más antes del amanecer.

Ya notaba como su miembro se excitaba de nuevo y rozaba mi entrepierna, listo para que lo cabalgara de nuevo.

Llegaron las vacaciones de invierno y al descansar de la universidad nos preparamos para el viaje. Lo tenía todo ya, todas las maletas listas. Me puse ropa cómoda para el viaje y lo dejé conducir a él, yo mientras iba cantando las canciones de la radio animada.

Lo de conocer a sus padres… no sabía si sería una buena idea ¿Y si les caía mal? Seguro que su suegra sería una vieja que me amargaría hasta que dejara a su querido hijito del alma

Salí de aquellos pensamientos negativos al notar la mano de Chris sobre la mía.

-Helen cielo, no te preocupes, les caerás genial ya verás.

-Eso espero…-musité algo nerviosa.

Llegamos pronto a la finca de las afueras. Me quedé bastante impresionada. Ocupaba una basta extensión de terreno y allí, con su exterior rojizo destacaba sobre la colina la mansión o ‘’finca de veraneo’’ como me había dicho Chris. Seguro que sus padres al llegar el invierno aprovecharon para estar tranquilos en el monte.

-No me dijiste que tus padres tenían tanto dinero-bromeé cogiendo algunas maletas.

-No tienen tanto dinero…esto es un regalo de mi abuelo-se excusó ayudado por un mayordomo que vino a recoger equipaje-Gracias Wilson.

-Es un placer volverle a ver-saludó educadamente.

Tras instalarnos en una amplia habitación de matrimonio en el ala oeste de la casa, me comentó que sus padres habían salido a dar un paseo a caballo por las tierras y que llegarían por la noche, para realizar un pequeño cocktail y ya hacer las presentaciones.

-Así que…¿Tenemos tiempo para nosotros?-le comenté quitándome el abrigo provocándolo.

-Todo el que quieras…bueno no, solo hasta por la noche, pero sabré aprovecharlo.

Acarició mi melena dorada y me besó acorralándome contra la pared entre el dormitorio y el baño de la habitación.

-¿Te apetece un baño amor?-jadeé deshaciéndome de su anorak con prisas mientras el ya desataba uno a uno los botones de mi blusa celeste.

-Uno muy frío…porque estoy caliente ya.

Nuestro apetito sexual como pareja no había disminuido en aquellos meses juntos, todo lo contrario, me encantaba hacerlo con él siempre que tenía ganas, no me negaba.

-Hazme todo lo que quieras…-lo reté quitándole la camisa y entrando en el baño a trompicones.

-Uhhh…peligrosas palabras.

Entre besos voraces y hambrientos nos fuimos quedando sin ropa, nuestros cuerpos desnudos se fusionaban y una vez dentro del plato de ducha abrió la llave de paso y el agua mojó nuestros cuerpos tibiamente, a una temperatura perfecta.

-Estoy aún más mojada ahora…-confirmé alzando una pierna rodeando su trasero para facilitarle la penetración.

No quería preliminares, no quería más tonterías…tenía un buen calentón y quería aplacarlo allí y ahora.

-Tranquila…de eso me ocupo yo.

El agua le resbalaba por el rostro y relamí las gotas entre sus labios perdiéndome en ellos notando como de una sola embestida su pene entró en mí, fuerte y profundamente, ayudado por el agua y lo húmeda que estaba. Ahogué un gemido desgarrador en su boca y me agarré a él con más fuerza acoplando mi cuerpo al suyo. Me agarró del muslo levantado para tomar fuerza y proseguir sus embestidas, continuas, fuertes y firmes.

-Ahhh…vamos

Mi espalda chocaba contra los azulejos grisáceos de la pared de la ducha. Estaba empapada y escupía el agua que entraba en mi boca al alzar el rostro recibiendo la relajante caricia del agua recorriendo nuestros cuerpos desnudos perfectamente sincronizados.

Besaba mis pechos, agarraba mis nalgas, seguía partiéndome en dos como si el mundo se fuera a acabar..y acabó pronto, él primero, como casi siempre. Me quedaba muy poco para llegar y él lo sabía, por eso a pesar de permanecer inmóvil cuando estalló en mi vagina llenándome con su ardiente esencia, reaccionó y tomándome en brazos descendió tumbándonos en el suelo de la ducha, dejándome allí abierta ante él.

Con una pícara sonrisa agarró la alcachofa del baño y me lavó todo el cuerpo, masturbándome con intensidad.

-Ahhhhh…sí… creo que…ahhh

Con la mano libre en mis pechos y su boca contra la mía bajó el chorro de agua a mi coño, enfocándolo y haciendo que me retorciera de puro placer al notar cada chorrito de agua a presión impactar contra mi clítoris y la entrada de mi vagina, limpiando los restos de su semen de ella.

-Joder…más…más fuerte

Aumentó la presión del agua y noté como me iba de una manera brutal, pero no podía parar, aquel orgasmo se prolongó hasta que me quedé allí tumbada inmóvil sin poder articular palabra.

Chris cortó el agua y me lamió toda la entrepierna disfrutando de mi corrida pasada por agua.

Dormímos una buena siesta en la cama abrazados el uno al otro hasta que sonó la alarma de mi móvil, tocaba vestirse y bajar al salón para cumplir la prueba de fuego.

Chris se acercó al tocador por detrás y con su pelvis presionó mi trasero acorralándome de forma muy sugerente.

-Hey, para, que me estoy pintando-me quejé con una media sonrisa- Esta noche más semental.

Acabé de retocar mi look de cocktail. Con un ceñido vestido color cereza corto, unos taconazos negros y un par de joyas estaba perfecta. Recogí mi pelo a un lado estratégicamente y de la mano de Chris bajamos.

Nada más entrar en el salón vi como el que se suponía que era mi suegro acababa de meter la bola negra festejando con un trago de su copa que había ganado a la que supuse que era mi suegra. Ella aparentaba ser bastante joven, con una media melena rubia perfectamente lisa, un vestido turquesa y unos tacones envidiables. Por su parte él tenía un aspecto más maduro pero con un toque atractivo. Su pelo era frondoso y brillante a pesar de las canas, y esos ojos oscuros surcados a los lados por arrugas parecían serenos y muy vivaces.

-Buenas-Chris fue a abrazar a su madre y a su padre y tras hablar levemente miró hacia mí, que aún permanecía junto a la puerta sin saber muy bien como actuar-Mamá, Papá. Esta es Helen, mi novia.

Observé las atentas miradas de sus padres mirándome de arriba abajo y tras un incómodo silencio, su madre se acercó a mi muy seria. Tragué saliva sabiendo que me diría cualquier cosa para dejarme mal…lo presentía

-¡Eres preciosa Helen! Mucho gusto, soy Margaret-me abrazó y me dio dos besos en cada mejilla.

Me quedé algo impactada por la encantadora reacción de su madre y su padre no tardó en corresponderla.

-Encantado Helen, no sabía que mi hijo tuviera tan buen gusto con la mujeres-me dio dos besos también y me ofreció algo de beber-lo habrá heredado de mí ¿Algo de beber querida?

-Gracias

-Robert, llámame Robert, ahora hay confianza, estamos en familia. Dime.

-Con un poco de vino basta.

No quería pedir algo más fuerte y que pensaran que era una borracha, mejor aparentar ser modosita y femenina a más no poder.

El resto de la velada fue bastante bien, no pensé que me llevaría tan bien con mi suegra y las pocas palabras que intercambié con Robert fueron para bien, pues él había estudiado también psicología y sabía bastante acerca del tema. Parece que la prueba de los padres de mi novio la superaría con buena nota.

Se nos hizo bastante tarde en aquella charla y Chris al notar que tenía algo de sueño nos excusó para irnos todos a la cama.

-Ha sido una velada encantadora, mañana más, ahora a descansar-informó Margaret agarrada a su marido.

Robert bebía imponente de su copa de whisky con mucho hielo observándome de manera particular, con una media sonrisa y su mirada oscura fija en mí. Le sonreí por compromiso y él se giró hacia su esposa para darle un beso en la frente y desaparecer hacia su habitación.

-Uff…-suspiré aliviada.

-Todo ha ido perfecto ¿No?-dijo quitándose la camisa con tranquilidad una vez en el dormitorio.

-Sí, creí que todo sería peor pero me han caído muy bien-le indiqué que me ayudara a quitarme la cremallera del vestido.

-A ellos también, mi madre y tu os llevaréis bien, tenéis cosas en común y estudias lo mismo que estudio mi padre, lo tienes fácil… y ahora

Tras quitarme el vestido acaricio mi trasero por detrás y supe lo que se proponía.

Los siguientes días transcurrían sin problemas, con comidas familiares, paseos, la piscina climatizada

Un día descubrí una gran biblioteca en la casa y me entretuve leyendo los tomos de los que alcanzaba a ver. Eran buenos libros de psicología bastante interesantes que no dudé en coger y leer un rato.

-¿Bipolaridad? Una enfermedad complicada en su estudio.

-Dios

Aquella voz me sobresaltó, pero al girarme vi que solo se trataba de Robert- Me ha asustado

-Lo siento, paseaba por aquí y he visto que había alguien. Puedes coger los que quieras.

-Solo estaba viendo

-Insisto-me fijé en su oscura mirada sin esquivarla.

-Gracias Sr. Stonem. Estoy en mi tercer año y realmente me gusta la carrera, me agradaría hacer un buen trabajo para el último curso.

-Es muy fácil, te saldrá solo. Yo lo basé en las distintas terapias para el tratamiento de la psicosis múltiple paranoide.

-Vaya, le van los retos.

-Por favor Helen-sacó un libro de la estantería cercana acercándose a mí- Tutéame, no quiero sentirme tan mayor.

No podía negar que me sentí algo incómoda al notarlo tan cerca y con esa actitud, pero me relajé y acepté el libro que me tendió.

-Tengo que ir a por Chris y

-Tranquila, nos vemos para cenar. Hasta luego Helen.

-Adiós Robert.

Pasaron los días y los encuentros como aquel se sucedían, el último fue cuando estaba nadando de madrugada en la piscina climatizada del último piso. Chris dormía como un bebé, pero yo no tenía nada de sueño, por eso me dediqué a bucear a lo largo de la piscina para cansarme y así tener sueño, pero no pacería funcionar.

Salí del agua secándome el rostro con una toalla colgada de la tumbona y escuché pasos tras de mí.

-¿Sr. Stonem?-pregunté al ver una sombra apoyada en al marco de la puerta.

Efectivamente era él, caminó con paso vacilante pero fijo hacia mí.

-¿No tienes sueño? Yo tampoco-llevaba un vaso con licor en la mano y el pijama compuesto por las dos prendas de aspecto suave y caro.

-No mucho…lo siento si he hecho ruido y

Sus ojos azabaches recorrieron mi cuerpo mojado, mi parte superior quedaba algo apretada y mis pechos sobresalían bastante…además, por el frío éstos se habían ‘’excitado’’ demasiado.

Traté de taparme disimuladamente con una sonrisa puesta en mi rostro.

-Para nada, es todo un placer ver como alguien usa la piscina, con este clima frio no apetece mucho pero veo que a ti no te importa-se agachó y tocó la superficie del agua.

-Bueno..está bastante caliente y

-Sin duda, muy caliente y húmeda-su tono de voz denotaba cierto doble sentido.

-Sí…pero creo que ya he tenido bastante, ahora me iré a dormir.

Con la toalla alrededor de mi cuerpo salí de la piscina observando al girarme antes de salir al pasillo como él aún me miraba.

Aquello me inquietaba, no me gustaba esa forma de mirarme… no lo entendía…creo que algo más pasaba, pero lo dejé estar y fui al lado de Chris, el cual me recibió con su soldadito firme de nuevo.

Llegó el fin de semana y Chris me dijo que se iría a visitar a una tía de la ciudad vecina con su madre, pues parecía que esta se había puesto algo enferma. Le prometí que lo esperaría en la cama, desnuda completamente para él, solo para él.

Así fue como en la casa solo quedamos el Sr. Stone, los criados y yo.

A la hora de comer bajé al comedor y él ya estaba allí leyendo el periódico mientras bebía zumo de naranja esperando el primer plato.

-Dime ¿Te gustaría hacer algo hoy?-me preguntó mirándome sobre el periódico.

-Bueno… no lo sé, no tengo planes para hoy-confesé tímidamente mirando mi plato vacío.

Durante la comida nos cruzamos solo un par de miradas y hablábamos distantes…bueno al menos por mi parte, el sacaba temas sin parar, animado.

Al acabar fui a mi cuarto y estuve allí tirada en la cama casi todo el día. Decidí no pensar en Robert y me puse a leer el libro que me había dado, pero tenía algo de calor, habían puesto la calefacción muy alta.

Al estar con la ropa interior, me cubrí con una fina y elegante bata se seda regalo de Chris y subí a la terraza, apoyada en la barandilla contemplando el paisaje y las brillantes estrellas que adornaban el cielo.

Seguro que pronto llegaría Chris, bueno me mandó un SMS diciendo que tardaría algo más, pero que para media noche o más llegarían, sobre las 2 o 3. Tenía ganas de que pasaran los días y volviéramos a la ciudad, tanto tiempo allí me estaba saturando.

Allí desconectando de todo noté una leve brisa que removió mis cabellos de un rubio que rivalizaba con el mejor oro. Era la puerta que se había abierto.

-Las estrellas brillan esta noche.

Robert expulsó el humo de la calada del puro que llevaba en la mano. Verlo allí con el pantalón del pijama de rayas y la camisa abrochada excepto un par de botones por arriba me hizo darme cuenta de lo bien conservado que estaba. Podía entrever que tenía un buen pecho, se mantenía en forma el padre de Chris.

-Sí, son muy hermosas.

Se apoyó en la barandilla a mi lado y siguió fumando tan tranquilo.

-Chris me ha dicho que vendrían más tarde-le informé dándole a entender que me iría ahora mismo en cuanto llegaran, que me daba algo de ‘’miedo’’ quedarme con él.

-Lo sé. Mejor.

Me mordí el labio inferior y suspiré.

-Hace frío…creo que me iré a

Cuando me giré para volver a mi dormitorio Robert me agarró del brazo. Con fuerza.

-¿Qué pasa?-pregunté agitada- Me hace daño Sr. Stonem.

-Te dije que me llamaras Robert querida y bella Helen.

Tiró el puro tras una última calada y dejó que el humo nos envolviera en la oscuridad de la noche. Me jaló hacia él pegándome a su cuerpo varonil y maduro mirándome desde unos centímetros más arriba, era una cabeza más alto que yo.

-Robert yo no

-Shhhh…-posó su dedo índice sobre mis labios haciéndome callar y nerviosa traté de separarme de él, pero me cogió por la cintura y me dejó contra la barandilla.

Un terrible detalle fue notar como su entrepierna visiblemente aumentada en tamaño se pegaba a la mía haciendo cada vez más presión. Y por extraño que parezca… sentí como me humedecía por la situación.

-Vamos Helen, sé que me deseas…yo también a ti.

-Pero Robert, soy la novia de su hijo no debería

-Tutéame Helen, tutéame…-pasó su nariz por mi cuello olfateándolo cual animal en celo, acariciando mi costado.

-Esto es una locura, déjame o

-¿O se lo dirás a Chris?-me miró muy de cerca- Tengo un buen plan para esta noche Helen.

Se restregó de nuevo. Notaba su polla erecta a través de la ropa contra mi coño y eso me estaba poniendo a cien irremediablemente.

-Yo…yo

-Déjate llevar preciosa

Acariciando mi cuello me besó dejándome comprobar como sabían sus labios, a licor y a puro, pero a un sabor de hombre maduro y experto que deslizó el hombro de mi albornoz hacia abajo, descubriendo mi sostén.

-Esto no está nada bien…-protesté sin hacer mucho en su contra.

-Lo sé…y por eso me gusta

Deshizo el lazo de mi fina bata para quitármela y dejarla caer al suelo de aquella terraza, dejándome algo helada, cubierta solo por mi ripa interior de encaje, me la había puesto para mi noche con Chris pero ahora todo había cambiado.

Temblé cuando él introdujo su lengua en mi boca, más él lo notó y se separó.

-Vamos dentro, no quiero que pases frío.

Cogió mi mano caballerosamente y me invitó a pasar dentro, a aquel salón aislado del exterior por una cristalera que hacía el modo de pared. Allí estaba la chimenea, la mesa de té y los sofás largos donde solían desayunar por las mañanas. Al menos allí dentro no hacía tanto frío.

-Robert, no puedo, Chris…además…-toda mi mente era un caos y trataba de cubrir mi semi-desnudez- Tengo solo 21 años y tú

-49 y eso es lo que tengo de ventaja sobre mi hijo.

Me agarro de la espalda volviendo a ponerme contra su cuerpo, dejando mis manos sobre su pecho.

-Quiero hacerte sentir lo que es estar con un hombre de verdad Helen.

Me arrastró hasta la mesa en el centro de la sala y me dejó allí tumbada contemplando como él se quitaba la camisa mostrándome un torso moldeado acabado en unos abdominales que nada envidiaban a los de su hijo. Era muy atractivo para su edad…y sí, la fantasía de hacerlo con alguien más mayor que yo siempre rondaba mi mente, pero no con mi suegro precisamente.

Se quitó los pantalones dejándolos caer quedándose sin nada, dormía sin bóxers. Mi mirada brilló a la luz del fuego cuando vi su pene erecto entre sus piernas. Era más grande que el de Chris y tenía un par de gruesas venas a los lados. Entreabrí los labios pero no pude decir nada…sabía que me estaba excitando y él no tardó en confirmarlo.

Se cernió sobre mí y acarició mi coño sobre la ropa sonriendo.

-Estás empapada

No lo podía negar, pero mi mente estaba dividida entre el bien y el mal

-Desde que te vi quise hacerte esto

Me quitó el sostén elevándome un poco sobre la mesa y miró mis pechos con satisfacción lamiéndolos con cuidado, mordiendo ms pezones hasta que se pusieron firmes y duros, acariciándolos, pellizcándolos, haciéndome vibrar con cada roce.

-Sabes que quieres que te folle ahora mismo… lo deseas demasiado…mírate.

Me quitó las braguitas mojadas dejándolas caer junto con el sujetador.

Tenía toda la razón, quien me viera allí abierta de piernas ante mi suegro, desnuda, con la respiración agitada y mi vagina chorreando ante la expectación de notar su gran polla dentro de mí no dudarían que era una gran puta.

Me relamí los labios y él se puso de rodillas dejando su gran pene frente a mi rostro, cogiéndolo como un sable.

-Vamos, hazlo, saborea lo que es una buena polla zorra.

No tuvo que repetirlo, dejé que mi lengua la recorriera de arriba abajo, sintiéndome una verdadera zorra, una gran puta… comiéndole la polla a mi suegro, al padre de mi novio, aquel hombre que podría ser mi padre por la edad…y lo estaba disfrutando.

Él movía sus caderas como si tratara de follarme la boca y así era. Era tan grande que al no estar acostumbrada a ese tamaño notaba ciertas nauseas cuando la metía tan profundamente.

Mis ojos lloraban por aquello y Robert cesó, masturbándose mientras volvía a su posición anterior, vigilando mi cuerpo, haciéndome saber que me domaría aquella noche como nadie lo había hecho antes.

-Si quieres que te folle como la perra que eres…dímelo.

Callé dudosa por si lo quería realmente, pero las palabras salieron solas mientras me acariciaban mi entrepierna notando yo misma como mojaba la mesa y todo.

-Sí, quiero que me lo hagas.

-Pídemelo mejor putita

-Quiero que me folles Robert-jadeé notando aquel fuego recorrer mi cuerpo.

-Más fuerte Helen…-seguía masturbándose con fuerza exhibiendo su miembro.

-¡Quiero que me folles! ¡Quiero ser tu puta esta noche!-gemí retorciéndome sobre la mesa.

Sonrió satisfecho de mis palabras y haciendo caso a mis deseos se inclinó sobre mi y noté la punta de su pene en la entrada de mi vagina. Al estar tan lubricada ya no le costó mucho ir metiéndola hasta que ya no pudo más.

-Ahhhhh

Gemí agarrada a su espalda arañándolo. Sentí una punzada de dolor…la tenía tan grande que mi vagina se resistía un poco.

-Te haré gritar toda la noche… te haré sentirte como una mujer en mis brazos…-susurró mordisqueando el lóbulo de mi oreja mientras la sacaba y la metía con cuidado.

Poco a poco mi vagina se fue adaptando al grueso tamaño de su miembro y el dolor dio paso al placer. Las venas que poseía en su pene rozaban las paredes de mi vagina y me hacía jadear y buscar aire desesperadamente.

Entraba y salía con fuerza, las embestidas se sucedían casi sin descanso, queriendo partirme en dos o más, castigándome con duras penetraciones mientras gemía sin control, sudando, notando como mi flujo descendía por mi entrepierna hasta mi ano, me sentía mojada.

Al penetrarme escuchaba aquel ruido de nuestros cuerpos follar y me excitaba aún más.

No parecía estar cansado, seguía bombeando con fuerza, entre el dolor y el placer notaba que iba a llegar a un orgasmo como nunca había tenido antes, una montaña rusa de emociones tan variadas que pensaba que moriría allí mismo por la saturación de placer en mi mente.

Mi garganta se quedó sin gemidos, no había sonido para aquel momento de éxtasis.

Robert aceleró con un par de profundas embestidas hasta que todo su cuerpo vibró contra el mío y noté como su semen caliente y espeso rellenaba mi interior y resbalaba con unas penetraciones finales… como resbalaba y me hacía sentir como nunca.

Me faltaba el aire y mi corazón cabalgaba peligrosamente. Robert se desplomó sobre mi respirando también agitadamente con su miembro viril aún en mi interior, sudoroso, satisfecho de haberme follado, de haber follado a la novia de su hijo.

Y yo me sentía como una auténtica hija de puta, habiéndole puesto los cuernos a mi novio con su propio padre.

Pero lo peor de todo lo que sucedió no fue lo que disfruté siendo la zorra de mi suegro no…lo mejor fue que ahora cada vez que mi novio Chris me invita a pasar un fin de semana en la finca con sus padres soy la primera en hacer el equipaje y preparar mi mejor lencería, sabía que Robert me la quitaría para follarme con su gran polla y hacerme sentir una mujer por completo.

Lo siento Robert, pero tu padre me jode mejor que tú cariño.