Conociendo a Leti

Dos estudiantes buscando juntas el camino a su futuro

Es mi primer día de clase y no conozco a nadie. Tengo que cursar el último año de preparatoria en un colegio y una ciudad nueva para mí.

Aquí es donde nació mi madre, Carolina, y en este instituto cursó el secundario cuando aún pensaba seguir una carrera universitaria, algo que un casamiento precipitado y mi nacimiento relego definitivamente. De eso hace casi veinte años, los mismos que pasaron desde que se mudó a otra ciudad para no volver hasta este momento.

Mis diecisiete años transcurrieron en una familia normal. Papa era muy familiero y sus ratos libres los dedicaba a nosotras (nosotras éramos mi madre y yo) y nos hacía sentir protegidas y mimadas. Era bastante mayor que mama, pero con un espíritu joven que se supo adaptar a los nuevos tiempos.

Económicamente estábamos desahogados, invirtió en emprendimientos informáticos cuando nadie daba mucho por esa actividad, el crecimiento fue geométrico, y cuando hace dos años se enfermó nuestra supervivencia ya estaba asegurada.

Todo eso no alcanzó para poder alargar su vida, no sufrió mucho tiempo, tiempo que con mama tratamos de devolverle parte del cariño que tuvo por nosotras. No pudimos hacer mucho, pero murió en paz.

Mi mama quedó muy afectada, aunque no había sido un matrimonio apasionado (quizá por la diferencia de edad) el cariño que le tenía se lo demostraba de forma apacible, a veces parecía que más que su marido era su padre, un buen padre que la trataba con el mismo cariño conque que me trataba a mí. Realmente por el parecido parecía mi hermana mayor

La casa donde vinimos a parar era de mis abuelos, que antes de irse a USA se la pasaron a su nombre y había estado alquilada hasta que mama decidió volver a sus orígenes.

Y ahí estoy yo; un preceptor me acompaña hasta el aula que me corresponde, y me deja con la profesora que se encargara de presentarme ante los alumnos. Una ceremonia que odio. Estoy ahí a la vista de todos como en un concurso de perros, evaluando lo bueno o lo malo, lo lindo o lo feo que pueden encontrar en mí.

Sin pasarme de lo normal, estoy tranquila. Si es por presencia sin querer ser vanidosa tengo lo mío y más de uno me debe estar echándome el ojo, con mi 1,78, hasta a alguno lo puedo mirar desde arriba, y gracias al vóley tengo un cuerpo lo suficiente estilizado como para sobresalir del promedio. En el carácter, quizá soy un poco extrovertida, pero ahí, en un sitio que no conocía a nadie, esperaba reconocer el ambiente

Termina la exposición y por estar todos ya en el sitio que más a gusto les dio, fui a parar a lo último, un poco también por la estatura.

Las dos horas siguientes, las pasé medianamente mal, si bien traía una preparación bastante buena, no todos los colegios tienen las mismas prioridades, y si bien en algunas materias estaba pasada, en otras me costaría adaptarme.

En el recreo me iba a quedar en el salón, pero me decidí en salir a hacer sociales, cuanto más pronto pudiera adaptarme a los demás, menos riesgos corría de que me tomaran inquina. No tenía problemas de sociabilidad así que no me costó mucho calmar la curiosidad de mis compañeras hasta dónde me dio la gana.

La próxima hora tocaba literatura y lengua, la profesora Irene era una de las más apreciadas. Parece que ya la habían tenido en otros años, y le reconocían que era de las que mejor enseñaba. Aparte era subdirectora, valía la pena estar a bien con ella.

Cuando entró saludando a todos en general, me causó muy buena impresión, parecía ser más joven que el cargo que portaba, joven y bonita. Tardé poco para darme cuenta que también desbordaba simpatía cuando la situación lo ameritaba.

Revisó la lista y parece que la única que no conocía era yo

-A ver, la señorita Alina Cifuentes Cairo por favor párese. – me paré y la saludé, me miró como sorprendida – siéntese, espero que no tenga inconvenientes, después me gustaría saber cómo se adapta.

Siguió dando la clase y la verdad que en esa materia iban más avanzados de lo que había aprendido. Iba a tener problemas, al terminar me llamó.

  • Señorita Cifuentes, a la salida ¿podía pasar por dirección? Si no está muy apurada.

  • Si cómo no, - pasó la otra hora de matemática, ahí estaba bastante bien. pensaba que querría de mí, pero si me dijo si no estoy apurada, no debía ser de cuidado. Y allí fui, me recibió con una sonrisa y me hizo sentar

  • Bueno, si no te molesta afuera de clase te llamo por el nombre y te tuteo, en este momento no estas cómo alumna, sino cómo dos personas con un objetivo en común, que salgas de aquí sabiendo lo necesario para entrar en la universidad.

  • ¡No, no! no me molesta para nada que me tutee, en lo demás trataré de aprender.

  • Mira, yo sé lo que son los cambios, en algunos temas te encuentras con algo que no te enseñaron, y aquí lo damos por sabido, yo creo que lo mejor es que te sientes con alguien que tome el estudio con seriedad, quizá no sea tan graciosa como las demás, pero Leticia Pérez es muy buena chica, un poco tímida, pero te va a poder ayudar bastante.

  • ¡Sí! Si me puede ayudar se lo agradezco, no sé quién es, pero para mí está bien.

En casa comenté a mi mama mi primer día de clase y lo bien que me trató la vicedirectora. Al otro día al entrar al aula Irene estaba en su papel de vice, le explicó al profesor que nos tocaba, habló con Leticia, una rubia muy seriecita, un poco bajita a mi lado (aunque casi todas eran bajitas al lado mío) pero cuando se sonreía parecía que brillaba. No puso ninguna objeción. La había saludado el día anterior, pero enseguida se separó del grupo. La saludé con dos besos.

  • Voy a tratar de no molestarte mucho

  • Me dijo la profe que tienes ganas de aprender, te ayudo en lo que necesites – Leticia había llegado el año anterior desde otra ciudad, y si bien en el estudio andaba muy bien, en las relaciones con los demás tenía una carencia, un poco por su timidez y otro poco porque sus calificaciones eran tan buenas que daban un poco de envidia, parecía la pequeña genio a la que lo único que le iba era el estudio.

Quedamos en juntarnos al día siguiente, la invité a comer en casa así aprovechábamos mejor el tiempo. No era nada aburrida, tenía muy buen humor y pescaba las cosas al vuelo, a mi mama le cayó muy bien. Nos contó que su mama era ingeniera, hacía ocho años que se divorció, por eso cuando llegaba del colegio se calentaba la comida que había dejado preparada del día anterior.

Después de comer, fuimos a mi habitación. Mi habitación es espaciosa, con buena luminosidad, un escritorio, mi ordenador con una impresora, y una biblioteca con un montón de libros que nunca había leído. Los que tenía que leer, estaban desparramados por cualquier lado

-Alina, ¿cómo consigues estudiar aquí?

  • ¿Porqué? si todo está a mano, mira lo que tenemos que estudiar hoy, está…está… bueno ahora no lo encuentro, pero vas a ver que está aquí. – en eso el perro entró corriendo al gato y tiró la mochila desparramando lo que había adentro.

  • Mira, no te ofendas, ¿no te animarías a que vayamos a estudiar a mi casa? por lo menos hasta que te pongas al día, nos va a cundir mejor el tiempo – no tenía muchas ganas de hacerle caso, porque a la tarde daban la serie que seguía, pero le podía pedir a mi mama que me la grabara y la veía más tarde, vivía cerca, así que acepté, y allá nos fuimos.

La verdad que la habitación de ella nada que ver con la mía, estaba todo tan ordenado que parecía que allí no vivía nadie. Nos pusimos a revisar lo de física y química y realmente lo explicaba muy bien, comentábamos lo que leíamos y dábamos opiniones sobre lo que estudiábamos y me daba cuenta que lo estaba comprendiendo. Notaba que miraba el reloj a cada rato, hasta que le dije.

  • Leticia, si tienes que hacer algo, paramos aquí, en todo caso seguimos otro día.

  • ¡No! no es nada, es que sigo la serie que empieza ahora, pero por un día que la pierda no pasa nada.

  • ¡Cómo que no pasa nada! si esta en lo más interesante

  • Qué ¿tú también la ves? Mira, podemos verla y en todo caso nos quedamos después hasta más tarde, nos va a dar tiempo.

  • Claro, total es una hora nada más, y es temprano – nos sentamos en la sala y vimos todo el capítulo, cuando terminó comentamos un poco, y luego seguimos con el estudio. Cuando llego la madre me presentó, era una mujer muy guapa y parece que le caí bien

  • Uhm…espero que se hagan amigas, ya le digo a Leticia que tiene que entretenerse más

  • Pues yo tampoco conozco a nadie, así que creo que nos vamos a poder ayudar – conversamos un rato más y me despedí.

Volví a casa contenta, la tarde me fue provechosa, por lo que aprendí, pero más por los momentos que pasé con Leticia.

Quizá que le gustara la misma serie que a mi rompió el hielo, no era tan Nerd.

De ahí en más, nuestra amistad se hizo más intensa. Todos los días iba a su casa a mirar la serie y a estudiar. Realmente lo hacíamos, me emparejé mucho, y las notas cada vez eran mejores. Ya éramos dos las estudiosas, y no nos costaba nada.

Como yo tenía más facilidad para hacer sociales, serví de nexo con las otras compañeras, así que hasta la arrastré a salir a alguna que otra fiesta. Más de una reconoció que era muy buena amiga y formamos un grupito bastante divertido.

De los chicos, no había de que quejarse, andaban atrás nuestro como abejas a la flor, pero más allá de algún baile, no llegó nadie a llamar nuestra atención.

Parecíamos gemelas, siempre andábamos juntas. En el estudio no me podía andar mejor, era tan organizada que nos sobraba tiempo para todo.

Los fines de semana, o venía a mi casa o iba a la suya, mama decía que parecíamos novias. Se aproximaban las fiestas de fin de año. El receso iba a ser de 15 días, hacía un frio de locos, y su mama la llevaba a pasar con los abuelos en Asturias, así que por dos semanas no íbamos a vernos.

Antes de que se fuera, ya empecé a extrañarla. A ella le pasaba algo parecido.

-Si pudiera me quedaba contigo, de pensar en aguantar a mis primos, ya me da ganas de quedarme, pero mi mama quiere que vaya a visitar a los abuelos.

  • Podemos hablarnos por wasap

  • Y claro que podemos hablarnos, va a ser un poco como si estuviéramos juntas.

No fue como si estuviéramos juntas, pero cada vez que tenía un rato libre o nos comunicábamos o nos mandábamos mensajes.

El día que tardaba le mandaba un mensaje yo. A la noche nos quedábamos hablando hasta tarde, cuando cortábamos, me quedaba pensando en lo que nos habíamos dicho, y me daba cuenta que no era nada importante, solamente el gusto de escucharnos; sí, más que un gusto, para mí ya era una necesidad.

Llegó el día que me dijo que volvía, iban a llegar a la madrugada, así que seguro que iban a llegar cansadas. Por lo menos iba a tener que esperar hasta el mediodía para ir a saludarla.

Estaba nerviosa del día anterior, me desperté temprano y empecé a dar vueltas en la cama, tenía unas ganas de verla que no podía con ellas, al fin me levanté y me vestí, todavía no eran las nueve, sabía que tenía que esperar, pero se me hacía difícil.

Estaba preparándome el desayuno cuando tocaron el timbre, ¿quién podía ser a esa hora? Abrí la puerta y casi me da algo.

  • ¡Leti! – grité – no necesité abrazarla porque ella lo hizo por las dos, nos apretamos como para fundirnos en una – estaba haciendo tiempo para ir a verte, ¿desayunaste?

  • No, sabía que ibas a pensar que tenía que dormir, pero dormí en el viaje y tenía ganas de verte.

  • Yo también tenía ganas de verte, sabes lo que me costaba no ir a tu casa, ¿cómo estás? ven vamos a desayunar. Mama todavía está acostada – hablábamos atropelladamente las dos a la vez, parecía que en un rato queríamos subsanar todos los momentos que estuvimos separadas.

Llamamos a Sandra, la mama, para avisarle que se quedaba a comer, después de almorzar fuimos a mi habitación para seguir contándonos todo lo que se nos ocurría.

Cuando se fue, me quedé pensando, ¿qué me pasaba con Leti? Era la mejor amiga que tenía, pero a veces me parecía que lo que sentía, era algo más que amistad.

Sentía que la necesitaba, pero me daba miedo. Estaba contenta de verla y más contenta de darme cuenta que si había venido tan temprano, tenía que ser porque también sentía algo parecido por mí.

Comenzaron las clases nuevamente y seguimos con la misma rutina, almorzaba y me iba a su casa a estudiar.

A fines de enero era el aniversario del colegio y hacían una fiesta para todos los alumnos. Hubo actos, homenajes, recordatorios y esas cosas que se suelen hacer en esas conmemoraciones.

Para los que cursábamos el último curso, después del acto sirvieron un lunch, mientras sonaba una música que nos incitaba a bailar. Empezaron unas chicas por un lado y enseguida fueron saliendo los demás. A mí me saco a bailar Oscar, un compañero de los más lindos y simpáticos. Bailamos dos o tres piezas, y me di cuenta que Leti nos estaba mirando con cara seria, con la excusa de ir al baño pensaba sacármelo de encima, seguro que mientras tanto buscaría otra pareja.

Estuve un rato dándole tiempo para que no me esperara. Cuando salí fui a la mesa y Leti no estaba, busqué donde se podía haber ido hasta que en la pista la veo bailando con Oscar. No me cayó nada bien, pero bueno, si quería bailar un rato, tampoco estaba mal, lo que empezó a estar mal es cuando pusieron un lento y veo como la aprieta quedando como sanguijuelas, pensé que lo iba a empujar para separarlo, pero no, apoyó la cara en su hombro y se dejaba llevar feliz y contenta. En un momento miró para mí y me regaló una de sus sonrisas más adorables.

Sentí como un nudo en el estómago, no tenía nada porque reprocharle, seguramente la idiota era yo, pero llegó el instante en que no pude aguantar más, no sé la cara que puse, le dije a la preceptora que me sentía mal, y me fui sin avisar a nadie más.

Llegué a mi casa furiosa. Mama había ido a casa de una amiga, mejor, así no tenía que dar explicaciones, me fui derecho a la cama, se me saltaban las lágrimas pensando lo estúpida que había sido.

Lo peor es que no podía echarle la culpa a nadie, ella tenía el derecho a bailar con quien sea, y gustar del que más quisiera. Podía haberme dicho que le gustaba, y no esperar que lo dejara yo para agarrarlo; y de esa manera; parecían novios, por eso me miró tan feo cuando bailaba con él.

Y yo como una estúpida, pensando que podía sentir algo más que amistad por mí.

Después de estar un rato pensando, me di cuenta que la que tenía razón era ella ¿qué más razonable que le gustara un chico lindo cómo Oscar? ¿por qué tenía que gustarle yo que era mujer? La culpa era mía, lo que sentía yo era enfermizo y tenía que luchar contra ese sentimiento. Ahora me sentía herida, pero ya se me iba a pasar.

Pasaron como dos horas cuando sonó mi móvil, era Leti.

-Lina ¿qué te paso que te fuiste sin esperarme?

  • No, no me pasó nada, me dolía un poco la cabeza y no valía la pena cortarte el rollo, estabas muy entretenida.

  • Pero mujer, me hubieses avisado que te acompañaba

  • No importa, no estaba tan mal, no te preocupes que ya me acosté y se me está pasando, anda sigue divirtiendo, mañana nos vemos. – corté, no tenía ganas de seguir hablando.

Me propuse no hacer caso de lo que sentía y simular que no había pasado nada, si ella quería salir con chicos, estaba en su derecho

El día siguiente nos encontramos en clase, me preguntó como estaba, pero le saqué importancia al asunto, pensaba comportarme como siempre, no tenía nada que reprocharle

Estábamos esperando que llegara el profesor, cuando se acerca Oscar, nos saluda, pero a ella le da un beso en la mejilla, bastante cerca de la boca, le hubiese dado una bofetada. Traté que no se notara, no sé si lo conseguí, pero no dije nada; lo único que me di cuenta que no iba a poder soportar mirando los arrumacos de los tortolitos.

Quizá lo mejor sería separarme un poco, y darle espacio para que hiciera su vida, mejor para ella y mejor para mí.

A la salida me preguntó si iba a ir a su casa, me disculpé conque mi mama a lo mejor me llevaba al médico, creo que no me creyó, pero no me importó.

Terminé de almorzar y como me quedé en casa, mi mama me preguntó

-Qué pasa ¿no vas a lo de Leti?

  • No, hoy estaba ocupada, y tengo ganas de anotarme en natación para hacer un poco de ejercicio, desde que vinimos para aquí no volví a hacer nada.

  • ¿Pero cuando vas a ir? ¿no se te va a hacer muy tarde?

  • Voy después de comer y estudio a la vuelta

  • Pero ¿Leti está de acuerdo en juntarse tan tarde?

  • Mama, tampoco necesito estudiar siempre con Leti, mira que los años anteriores no estaba y los pasé igual.

  • Igual no, nunca tuviste tan buenas notas como ahora

  • No puedo estar dependiendo de ella siempre, cuando se eche novio tendrá en que ocuparse de otras cosas que no sea yo – contesté malhumorada, me miró raro, pero ahí quedó.

Me fui al natatorio a buscar los horarios, para justificar el que no fuera más a estudiar con ella, aunque la verdad si ella no tenía que justificar lo que tenía con Oscar. No sé porque yo tenía que justificarme.

Ese día casi no estudié, sabía que no me iba a quedar nada, estaba angustiada, furiosa, y triste, me di cuenta que el estar sentada al lado, no me iba a ayudar en nada.

Cuando al otro día me preguntó que me había dicho el médico, le dije que me había mandado a hacer ejercicios, y como lo más completo era la natación, me había anotado para ir todas las tardes.

-Entonces ¿no vas a venir más a mi casa? – preguntó desilusionada

  • Bueno, no voy a ir a las tardes, pero algún día que no estés comprometida podemos quedar para juntarnos – se cayó la boca y no dijo nada.

Ya había solucionado el ir por las tardes, me faltaba la excusa para no sentarnos juntas.

¿cómo podía hacer? Tenía que contestar una pregunta en que estaba en duda, no tenía mucha importancia, pero se me ocurrió que me podía servir, simplemente me puse a copiar con bastante descaro para que la profesora se diera cuenta. Fue ella la que me hizo cambiar de asiento, amenazándome con anular la prueba, le pedí disculpas, pero el cambio estaba hecho, ahora vi la cara de furia de Leti cuando me miró.

Esa semana pasó volando, yo sentada con otra compañera, de las que me llevaba bien pero no era lo mismo; mi humor no era el mejor, el de Leti parece que tampoco porque ni siquiera me hablaba.

Lo que pensé que iba a ser lo mejor, fue una de las peores ideas. Estaba mal, y eso de que lo que sentía se me iba a pasar al no estar juntas, fue para peor, la extrañaba, aunque no sintiera lo mismo que yo, el estar a su lado como amiga me hubiese aliviado.

Tenía que darme cuenta, que lo mío no tenía solución por ese lado, ella era una mujer y lo lógico es que le gustaran los hombres, la que estaba equivocada era yo.

El fin de semana fue un desastre, mama parecía que me entendía, me invitó a ir al cine con ella y una amiga, pero no quise.

-Trata de entretenerte, ya se te va a pasar – me lo decía como si supiera lo que me pasaba. Me quedé en casa, traté de distraerme buscando algo en you tuve, pero no me gustó nada, busqué algún artículo sobre el amor lésbico, y encontré una sexóloga que decía que era lo más natural, que no era vergonzoso, un montón de explicaciones por lo que no tenía que preocuparme, pero eso no arreglaba nada. Yo quería a Leti, y por más que me dijeran que no estaba mal, mi problema es que a ella le gustaban los chicos, y yo no tenía lo que tenían ellos.

El lunes volví a clases con unas ojeras que metía miedo, la vi de lejos a Leti y no sé qué le había pasado, pero no estaba mejor que yo. No podía concentrarme, mi compañera me preguntó si estaba enferma, me excusé conque estaba en los días malos, y aunque la causa no fuera esa, los días sí que eran malos, lo peor que no sabía cuánto iban a durar.

En toda la clase cruzamos las miradas que más que de amistad parecían de odio, hasta los compañeros se daban cuenta, pero por mi parte, decía que no pasaba nada.

Al otro día, Leti no fue. Eso me preocupó, no era de faltar, pero no tenía forma de averiguar que le había pasado. Al llegar a casa mama me dijo que había llamado Sandra, a ver si podía ir, que Leti estaba mal y desde el día anterior no comía nada, a ver si la podía convencer.

Sabía que la madre se iba a trabajar, así que me fui sin comer para llegar antes que se fuera. Llegué justo, ya estaba cerrando la puerta cuando llegué corriendo.

-Ay Lina, que suerte que llegaste, yo ya me tengo que ir. Porque no vas a ver si la animas, hace más de una semana que está imposible y algo debes de tener que ver, anda que amigas como ustedes no se pueden pelear por una tontería, hazla comer si puedes.

  • No te preocupes que voy a tratar – se fue y me quedé pensando que hacer, ¿qué le iba a decir? ¿qué me disculpara? Pero de qué. – entré en la habitación, estaba acurrucada mirando la pared, escuchó mis pasos.

  • Mama, vete tranquila, de verdad no me voy a morir por que no coma, no tengo ganas.

  • No soy tu mama, y creo que debías de comer – fue como si se soltara un resorte, se levantó y me encaró furiosa.

  • ¿Qué haces tú aquí? ¿a qué viniste? ¿te parece poco lo que hiciste? – las lágrimas le resbalaban por las mejillas.

  • Leti, vengo porque tu mama me avisó que estabas mal.

  • ¿Y qué te importa, acaso te interesa algo cómo me va?

  • ¡Y cómo no me va a interesar! Somos amigas y te quiero

  • ¿Amigas? Que mierda de amiga eres, o te crees que no me di cuenta todo lo que hiciste a propósito para salirte de al lado mío, y tienes la caradurez de decirme que me quieres, ¿esa es la forma en que me quieres? – me dolieron mucho esas palabras y no me aguanté

  • Esta es la forma en que te quiero – me acerqué y antes que se separara la tomé de la nuca y la atraje hasta darle un beso, no fue gran cosa, pero fue un beso – así te quiero, ¿tú me quieres así? – la miré decidida, me miró desconcertada, seguramente no entendía, los ojos bien abiertos, se movió rápido, me agarró del pelo, pensé que me iba a dar un tortazo, pero no, me atrajo y pego sus labios a los míos; no fue como mi beso, este era como para dejar la boca ahí por un buen rato. Ahora la desconcertada era yo.

  • Así te quiero yo – me dijo cuándo paró a respirar – y voy a hacer lo que sea para que no desees a nadie más que a mí, yo voy a aprender a darte todo lo que quieras

  • Leti, yo no necesito a nadie más que a ti, y si tienes que aprender vamos a aprender juntas, yo tampoco quiero que necesites a nadie más.

  • ¿Y no lo vas a querer a Oscar? La cara que te vi esa noche era de celos, no lo niegues.

  • Claro que era de celos, ¿qué quieres? traté de que me dejara en paz y cuando vuelvo del baño te estaba abrazando como yo nunca te había abrazado, yo te quería para mí y él se estaba aprovechando y te dejabas.

  • Yo lo que no quería, es que siguiera bailando contigo, a mí que me importa el.

  • No puedo creer los momentos que pasamos y lo que hicimos por ese mal entendido

  • Lina, eso ya pasó ¿estás segura que me quieres? Mira que no va a ser fácil, empezando por nuestras mamas.

  • Tampoco se lo vamos a decir ahora, no sé qué vamos a hacer, lo que sé, es que la única que me puede separar de ti, eres tú, así que decide, dime lo que quieres.

  • Esto quiero – me agarró del cuello y volvió a tomar mis labios con los suyos en un beso apasionado – hace mucho que tengo ganas de comerte esos labios preciosos.

  • ¿Será porque hace dos días que no comes?

  • A lo mejor, me voy a sacar el hambre contigo – seguimos besándonos un buen rato, pero a mí, ya me vino a la mente lo que me había dicho Sandra, que no comía desde el día anterior

  • Leti, déjame prepararte la comida que te quiero bien alimentada.

  • Pero si me estás alimentando con tus besos

  • Mis besos sabes que son tuyos, pero también quisiera llenarte la barriga

  • Si no me das de comer tú, no como.

  • Claro que te doy de comer, eres mi bebita y te voy a alimentar para comerte mejor. Le calenté la comida y le fui dando en la boca, se hacía la nenita, a veces amagaba darle de comer y cuando abría la boca se la tapaba con la mía, terminamos y fuimos a sentarnos al sillón donde mirábamos la serie. Hacía rato que no la mirábamos, y ese día a pesar de estar ahí tampoco la miramos. No nos cansábamos de besarnos y acariciarnos, estábamos sintiendo el calor que salía de nuestros cuerpos, ya íbamos por los últimos botones de las camisas, cuando escuchamos el coche de Sandra. Nos apuramos a arreglarnos la ropa, cuando entró.

  • Mama, ¿qué pasó que volviste?

  • Pasó que me tienes preocupada, no comes, no quieres ir a clases, a ver si Lina te levanta el ánimo, y por lo menos comes algo.

  • Ya comió, Sandra, y la convencí que mañana vaya a clases, está todo arreglado.

  • Bueno, me alegro, pareces que le encontraste la cura enseguida, que le dure.

  • Claro que me va a durar, Lina vamos a mi habitación y me dices lo que dieron hoy – nada más entramos nos apoyamos en la puerta para besarnos tranquilas, si iban a entrar nos tendría que empujar, paró para preguntarme - ¿vas a venir a estudiar a las tardes de vuelta o vas a seguir yendo a la pileta?

  • No a la pileta no voy más, pero no sé si voy a poder venir a estudiar

  • ¿Pero por qué no vas a venir? ¿qué tienes que hacer?

  • ¡No…!, si venir puedo venir, lo que no sé si pueda estudiar – me miró un segundo sin comprender, hasta que la sonrisa volvió a aparecer

  • Tonta, si vamos a tener tiempo para todo, también tenemos que aprender a querernos, que en el colegio no dieron educación sexual para nosotras

  • Esa materia la vamos a tener que aprender solas. Mañana vamos a pedir que nos dejen volver a sentarnos juntas – volví a casa con una alegría que no podía disimular, a mi mama le tuve que decir que habíamos tenido una peleíta y nos habíamos amigado; para que le iba a mentir si se iba a dar cuenta.

Al otro día le pedimos a la profesora si cambiábamos de asiento, pero como ya sabían la causa de que nos separaran, teníamos que pedírselo a la profesora Irene, pero ese día no teníamos clase con ella, así que nos sentamos separadas.

A la salida pasamos por dirección para que nos diera permiso, como era tan buena pensamos que no iba a poner problemas; nos sorprendió pidiéndome que viniera mi mama, que quería saber algo más de nosotras, Llegué a casa y lo primero le comenté de ese pedido.

  • Pero ¿qué hicieron para que me manden llamar?

  • Nada mama, yo tampoco comprendo, pero por favor, ve y convéncela que nos deje sentarnos juntas, que estudiamos mejor.

  • Bueno, está bien, pero la verdad que es raro que me llamen por esa tontería, a ver si hicieron otra cosa ¿cómo se llama la profesora?

  • Es vicedirectora también, Irene Lujan – se quedó mirando sorprendida

  • Qué raro que no me mandó llamar antes, fue compañera mía.

  • ¡Mejor! A ver si la convences. Le conté a Leti que mi mama conocía a Irene, así que estábamos esperanzadas en que la iba a convencer. Cuando llegué, Sandra todavía no se había ido, tratábamos de no mirarnos para que no se diera cuenta de nuestra impaciencia. Nos asomamos a la ventana para mirar cómo se iba en el coche, apenas desapareció nos abalanzamos buscando nuestras bocas, fuimos hasta el sillón y nos acostamos abrazadas sin separar nuestros labios

  • Lina, sabes cómo me cuesta no poder besarte todo el tiempo que quiero

  • Yo también quisiera estar besándote siempre, no sé qué tienes, pero desearía tenerte siempre para mí, que nada nos separe.

  • Nada nos separará, te amo y siempre voy a estar para ti – seguimos con nuestro morreo hasta que nos acordamos que nos juntábamos para estudiar.

  • Leti, creo que tendríamos que agarrar los libros un poco, que si no rendimos quizá no nos dejen juntarnos más

  • ¡Sí! Tenemos que rendir e ir a la universidad juntas, tenemos que ponernos una disciplina cómo si estuviéramos en clase, y el recreo es para nosotras. - No era fácil, pero saber que íbamos tener tiempo para nosotras, nos daba ánimo.

Logramos meter la cabeza en el estudio, íbamos a tener que acostumbrarnos a balancear la necesidad de estudiar con las necesidades particulares, pusimos un horario, y logramos cumplirlo. Después ¡sí¡, nos recostamos en la cama para besarnos con pasión. Teníamos miedo de ir por más, no sabíamos manejar nuestras ganas. En mi interior quería más, pero el mismo tiempo me atemorizaba el no saber lo que esperaba, ninguna teníamos experiencia, así que íbamos a tener que aprender andando.

Al otro día nos volvimos a sentar separadas, mi mama iba a ir más tarde, cuando estábamos por salir, el preceptor nos avisó que pasáramos por la dirección.

Íbamos esperanzadas, después de todo, no era una rareza lo que pedíamos, nos encontramos con una Irene con el ceño fruncido.

-A ver, ¿qué es eso de que hoy me voy y mañana me vuelvo?

  • ¡No qué va! La profesora nos separó pensando que me estaba copiando,

  • Y si pensó eso, ¿no será porque tú hiciste que lo pensara?

  • Bueno, quizá sí, pero le prometo que no me voy a copiar más – me miró con una expresión dura

  • Lina, no me quieras tomar de estúpida que tengo unos cuantos años más que tú en un aula; tú nunca te quisiste copiar, tuvieron algo entre las dos y buscaron la forma de separarse sin echarse la culpa. El colegio es para estudiar, no para arreglar sus diferencias, las cosas de ustedes las arreglan afuera – agachamos la cabeza, coloradas cómo un tomate, llenas de vergüenza, yo más porque fue la que simule copiarme. tenía que convencerla.

  • Tiene razón, no lo voy a volver a hacer, créame.

  • Claro que no lo vas a volver a hacer – casi gritó – la próxima vez que lo hagas, olvídate de volver a sentarte con ella – nos quedamos enganchadas por el tono, hasta que Leti preguntó.

  • Pero entonces ¿Podemos sentarnos juntas? – dulcificó la cara con una sonrisa.

  • Sí, pero acuérdense, arreglen sus cosas afuera, y no anden con niñerías que ya no tienen edad para eso. – saltamos las dos a la vez a darle un beso, una mejilla para cada una.

  • Gracias, es la mejor profesora del mundo, y nosotras vamos a ser las mejores alumnas.

  • Uhm…no será para tanto, dice tu mama que vayan las dos para tu casa, y estudien. – no sabíamos lo que habían conversado, algo nos tendría que decir. Llegamos preguntando.

  • Mama ¿qué pasó con la profesora Irene? ¿por qué tenía que venir Leticia?

  • Porque ya hablé con Sandra, y desde hoy va a comer aquí, así no tiene que comer la comida recalentada – eso estaba muy bien, pero quedarnos a estudiar en casa, ya no estaba tan bien.

  • Pero mama, allá estudiamos mucho más tranquilas – me miró sospechosamente

  • Está bien, vamos a creer que allí estudian mejor; comen aquí y después se van a, estudiar. – dijo con un retintín que nos causó asombro, cómo si no nos creyera.

Terminamos de comer y nos fuimos, no terminamos de entrar cuando ya estábamos besándonos, después de un rato, sacamos nuestra reserva de responsabilidad, para ponernos a estudiar. De verdad queríamos ser buenas estudiantes.

Usamos el horario que habíamos convenido hasta que sonó la alarma. Ahora era la hora de nosotras, nos acostamos a besarnos.

-Lina, hoy nos salió todo bien, Irene creo que nos aprecia, tu mama arregló todo superbién, y aun me va a dar de comer, sin saber que yo me quiero comer a la hija,

  • ¿Estás segura que no vas a terminar siendo tú la comida?

  • Me arriesgo, la profe me hizo pensar que ya no somos unas niñatas, y a mí me gusta besarte, pero me dan ganas de hacerte cosas de más mayores.

  • Qué cosa de mayores me vas a hacer si ni siquiera te sacaste el uniforme de nena.

  • Uhm…mala, ¿te vas a quedar a ver cómo me cambio?

  • Claro, así tengo más ideas para masturbarme pensando en ti.

  • ¡¿Te masturbas pensando en mí?! - exclamó

  • ¡Sí! La de sexología dijo que eso es normal, y a las noches cuando pienso en ti, más que normal se me hace necesario, ¿a ti no?

  • Y sí… yo… también, ¿y si lo hacemos mirándonos? Quizá mientras nos besamos, a mí a veces cómo que me pica allá abajo, cuando nos estamos besando.

  • Vamos, entonces yo también me quito la ropa, a ver cómo lo haces tú – nos desnudamos y nos quedamos mirando, era mejor de lo que me imaginaba de noche, y estaba ahí, me iba a masturbar con los ojos abiertos, y no tenía que imaginarme nada.

  • Anda, vamos que me dio mucha gana – nos pusimos de costado para vernos bien, más o menos hacíamos lo mismo, pasábamos los dedos por la raja llevando la lubricación hasta el clítoris

  • Leti ¿no me dejas que te lo haga yo?

  • ¿Y tú me dejas que te lo haga yo?

  • Creo que va a ser lo mejor, ven bésame – a medida que nos íbamos aproximando al clímax, los besos eran más pasionales, nuestros cuerpos se movían sin nosotras quererlos, no eran solo las manos, éramos todo nosotras que frotábamos cuerpo contra cuerpo, mientras los dedos temblorosos, se movían velozmente acercándonos al sumun del placer. Y llegamos, nuestros fluidos corrían por las manos como prueba de nuestro primer orgasmo juntas. Nos quedamos sorprendidas por la intensidad del placer.

  • Lina, creo que Irene tiene razón, ya no somos niñas, esto que sentí no es un juguete y creo que da para más.

  • Claro que da para más, y nosotras vamos a encontrar ese más, te quiero Leti, para mí y para siempre – nos volvimos a fundir en un abrazo sintiendo nuestra calidez.

No nos animábamos a dar más pasos, queríamos hacer las cosas bien. estábamos calientes, pero no desesperadas; nuestras sesiones masturbatorias iban calmándonos los deseos. Averiguábamos cómo hacer nuestra primera unión en forma perfecta.

En los estudios éramos las más aplicadas, nos habíamos fijado un objetivo y lo pensábamos cumplir. Ir a la universidad juntas, ella iba a estudiar ingeniera civil, y yo arquitectura; ella diseños y yo decoración. Íbamos a ser nuestros propios complementos en el trabajo y en la vida.

Irene que sabía de nuestros proyectos, nos iba pasando apuntes como para pasar la reválida, eso era a parte de las materias y nos podía ayudar mucho.

Llegaron los carnavales, Sandra quería ir a Asturias con su hija. Empezamos a tratar de convencerla que la dejar quedar, porque teníamos que estudiar de firme si queríamos conseguir las mejores becas

Se negó rotundamente a que se quedara sola, me ofrecí a acompañarla, pero dijo que dos chavalas no eran para quedarse a cargo de una casa.

Por ese lado no íbamos a conseguir nada. Solo quedaba mi mama, tenía que probar.

-Mama, Sandra no quiere dejar a Leti en la casa sola, tampoco si yo la acompaño, pero nosotras queríamos adelantar los estudios.

  • También pueden estudiar después, no me vengas con ese cuento – me puse colorada

  • Bueno, lo que pasa que no le da gusto pasar los carnavales con sus primos, no conoce a nadie, y total aquí, aunque festejáramos, algo vamos a estudiar, lugar tenemos para que se quede; anda, se buena.

  • Esta bien, si la madre acepta que se quede, aunque eso del estudio no lo veo muy claro.

Salí volando para su casa, apenas llegué le dije a Sandra que se podía quedar en mi casa, que mi mama estaba de acuerdo.

  • ¿Estás segura que a Carolina no le parece mal? mira que es una semana y no quiero que sea una pesada. – preguntaba su mama

  • Pero no, cuantas veces estuvo en casa, si mi mama la quiere mucho – Leti me ayudaba en todo lo que podía para convencerla. Sandra habló por teléfono con mi mama y al fin aceptó. Salía esa madrugada, así que al otro día ya se iba a quedar en mi casa.

Temprano fui a buscarla, cargamos poca ropa, si total a su casa íbamos a volver, aunque sea para vigilarla. Preparamos un cuarto al lado del mío, eso para la noche, porque de día ni de visita, íbamos a estar en el mío.

Ese sábado, quedamos a ir al baile en el gimnasio. A pesar que ya teníamos los dieciocho, mama nos puso limite a la una de la mañana. La pasamos muy bien, bailamos entreveradas con las demás chicas, lo suficiente sueltas para no dar la nota.

A medianoche decidimos irnos. Queríamos estar un ratito solas antes de ir a dormir. Llegamos a casa y se me ocurrió que nos podíamos tomar una cerveza, no era la primera vez, pero sí la primera entre nosotras. Mama estaba durmiendo así que si no hacíamos ruido, podíamos estar en la sala; después de todo no pensábamos hacer nada malo.

No me gusta tomar de la lata, serví todo en un vaso grande, tomamos las dos de ahí.

-Qué vergüenza, una chica como tú y con bigote, voy a tener que remediarlo – me acerque para sacarle la espuma con mi lengua, eso disparó algo dentro nuestro

  • Creo que no me la sacaste bien – pegó su boca con la mía, y de ahí no había retorno, comenzamos a besarnos como dos desaforadas, las manos volaban buscando el puerto deseado, con los ojos cerrados solo quería sentir el calor de esos labios y la suavidad de las partes por donde mi mano incursionaba, tan igual al sitio donde acampaba la de ella. Estábamos idas, sabíamos que ahí no lo teníamos que hacer, pero era tarde, ya no podíamos evitarlo. La que lo iba a evitar, fue mi mama, que carraspeo sentada en el sillón frente a nosotras. Quedamos petrificadas aguantando su mirada; no había mucho para decir en nuestra disculpa. Lo de no es lo que parece, no era muy apropiado.

  • ¿Así que esta es la forma como piensan estudiar estos carnavales? A ver, ¿será una materia nueva? ¿de sexología quizá? Parece que la quieren aprender bien – yo quedé muda, no sabía de qué pintarme. Fue Leti la más valiente.

  • Nos queremos, yo la quiero como no voy a querer a nadie más, ¡pero sí! vamos a estudiar para poder estar siempre juntas

  • ¿Y tú Lina que tienes que decir? ¿también la quieres cómo ella? – la atraje hacia mí

  • Sí mama, yo también la quiero, si no nos dejas nos vas a hacer infelices a las dos

  • ¿Se dan cuenta como quedarían en una ciudad chica como esta, si se supiera?

  • Mama, se va a saber, no estamos pensando en pasar la vida ocultándolo, que piensen lo que quieran, pero nuestra felicidad está primero – respiró sopesando las palabras.

  • Miren, creo que se están apurando demasiado, todavía no pueden estar seguras de lo que sienten, puede ser solamente de estar tanto tiempo juntas.

  • ¡No! no es eso, esos días que estuvimos enfadadas, nos dimos cuenta cuanto nos necesitamos, y eso es solo por el amor que nos tenemos – volvió a decir Leti

  • A ver, no digo que no se quieran, todos cuando se forman una pareja o se casan, piensan que es para toda la vida, se pueden dar cuenta que en muchos casos no es así. Lo de ustedes puede o no puede ser, eso solo el tiempo lo dirá

  • Pero si es por eso nunca podemos ser felices por lo que pueda pasar

  • No les digo eso, lo que digo, es que si se sabe, y algún día se dan cuenta que sus inclinaciones son diferentes, les va a costar mucho si andan con el cartel de lesbianas.

  • No nos importa eso, lo importante es que nos amamos, los demás allá ellos.

  • Miren, la vida no es como la ven en esas comedias románticas, tiene problemas, a veces nuestros sentimientos cambian, y eso no es porque seamos malos, sino porque es así. Tampoco se crean que siempre va a ser como ahora, cada cual en su casa y se ven para los mimos, tienen que darse tiempo a crecer.

  • Caro, nos queremos dar ese tiempo, pero juntas, y juntas vamos a aprender.

  • Si realmente se quieren como dicen, lo que yo diga no cuenta mucho, pero les vuelvo a pedir que no lo divulguen todavía, cuando vayan a la universidad podemos alquilar un departamento para las dos, ahí van a convivir, son como cinco años de estudio, allí no se tienen que ocultar, y si anda; bueno; ojalá, mejor para todos – eso no lo esperábamos, nos tiramos sobre ella

  • Eres la mejor mama del mundo.

  • Uhm…no será para tanto, y ahora a dormir, y háganlo juntas, total si lo que no hacen aquí lo van a hacer en la otra casa, tanto da. No hagan mucho barullo, hasta mañana. Nos quedamos con la boca abierta. -

Creo que tu mama va más apurada que nosotras, vamos a tener que apurarnos.

Con la sorpresa nos habíamos enfriado un poco, pero al empezar a desnudarnos, enseguida subió la temperatura. Nos íbamos sacando las prendas con lentitud, me gustaba como iba descubriendo esas tetas plenas, turgentes, coronadas por esos pezones que me incitaban a devorarlos, me llamaban y yo iba.

No teníamos que ocultar nada, tampoco queríamos desmadrarnos, la abracé con ansias y me fui recostando con ella bajo mío; nos besamos, nuestros senos se adulaban, sentía su piel contra la mía en una danza frenética, su mano iba bajando hacia mi culo mientras la mía buscaba sitios más ocultos.

El vaivén así pegadas nos impedía meternos manos, pero se sentía tan bien, que no nos animábamos a separar los cuerpos. Parecía que nuestros movimientos, dependían más de nuestras vulvas que de nuestra voluntad, y sabias que eran, porque como por la fuerza de un imán, cada vez nos pegábamos más y los frotamientos eran más salvajes.

No sé cómo nos acomodamos, pero nuestras pepitas se encontraron, y ahí fue el Vesubio. No sé si fueron juntos o duraron tanto que nos corrimos a la vez. Nos hizo subir a las estrellas y no queríamos bajar.

Al fin me di cuenta que la estaba aplastando, nos pusimos de costado, pero no me separé, y así nos dormimos.

Me despertó con un beso

  • Que hermosa forma de despertar, mi amor

  • Es como te despertaría siempre si durmiéramos juntas

  • Leti, eso es lo que tenemos que hacer; dormir juntas; vivir juntas, mama dijo que para la UNI nos alquilaba un departamento para las dos, tenemos que pasar la reválida y vamos a tener nuestro nidito.

Teníamos que conseguir eso, estaba en nosotras. Mama sabía lo nuestro, y no se oponía, eso era un alivio, después veríamos como decirle a Sandra.

Tenía una relación especial con la profesora Irene, el miércoles cuando retornamos a clase, le expuse nuestras intenciones de estudiar para sacar la beca más completa. Como habíamos decidido complementarnos, y si nos podía aconsejar para rendir el examen de admisión. Nos ofreció que a la tarde, podíamos ir dos veces por semana a su casa para adelantarnos. Volvimos contentas, habíamos aceptado, le dije a mama.

  • Mejor así, que no se les olvide que lo de ustedes puede terminar, pero la vida sigue

  • Caro, no va a terminar, quizá no es lo que quieras para Lina, pero nos amamos.

  • Lo que quiero para Lina es que sea feliz, si va a ser a tu lado, lo mismo quiero para ti

  • ¿Nos vas a ayudar a decirle a mi mama? Vuelve el fin de semana.

  • Sí, les voy a ayudar, pero ustedes se creen que tu mama es tonta – nos dejó con esa explicación, ¿sabría algo Sandra? Sí sabía. Cuando llegó, mama la invitó a comer a casa, nos mandó a comprar unas cosas al Súper.

A la vuelta la noticia estaba dada. Parece que fue todo menos noticia.

Lo de ella fue bastante parecido a lo que dijo mama, que siguiéramos ocultándolo y después veríamos. No era algo que nos gustara mucho, pero conociendo la reacción en otras familias, lo nuestro era una bendición.

Faltaban pocos meses para terminar los cursos, Irene nos exigía bastante, pero nosotras le cumplíamos. Parecía que sabía lo nuestro y nos miraba con cariño.

Los fines de semana Sandra salía con las amigas, y Leti se quedaba a dormir en casa.

Esos días eran nuestros, ahí aprovechábamos para volver a hacer el amor como cuando se quedó por primera vez; claro, después seguíamos, pero no habíamos avanzado más, éramos vírgenes y queríamos guardarnos así hasta una buena ocasión.

Leíamos bastante sobre lesbianismo y nuestros calentones nos agarrábamos, pero era como si quisiéramos que esas cosas fueran llegando cuando nuestro amor lo pidiera.

Terminamos las clases con las mejores notas. Ahora venía lo más exigente, los exámenes los dan como un test, y a veces cuesta entenderlos. La ayuda de Irene fue incalculable, nos prestó libros, y sobre todo nos mostró exámenes de otros años para que nos diéramos cuenta las pequeñas trampas que siempre metían.

Estudiamos mucho, pero valió la pena. La beca que sacamos era la más completa, le avisamos por el móvil a casa, el día que volvimos nos esperaban para ir a cenar al mejor restaurant de la ciudad, habían invitado a Irene, pasamos una velada maravillosa.

Al volver dejamos a Irene en su casa, pedimos si podíamos dormir en casa.

  • ¡No, no, no! cada cual a su casa y a preparar la ropa para mañana – dijo Sandra

  • ¿La ropa para qué? – pregunté

  • Para ir por tres días a un hotel a la playa a olvidarse un poco de tanto estudio – eso fue el mejor regalo, estaríamos las dos solas, disponiendo de nuestro tiempo como cuando nos fueramos a vivir juntas. Era el mejor regalo, y era la primera vez que nadie nos iba a vigilar, nuestras madres nos daban el documento de adultas.

Estábamos esperando la mejor ocasión, y esta había llegado

Es un relato sin muchas pretensiones, pero espero que les haga pasar un momento amable.  Continuará