Conociendo a Lawan(Segunda parte de Masaje Nuru)
Tras el fantástico masaje erótico con Lawan y su compañera, nuestro protagonista va a casa de la primera para tener otro encuentro, aunque no acaba ocurriendo lo que planea.
Tras el masaje del otro día, Lawan me había dado su número de teléfono. Sin duda era la que más me había llamado la atención de las dos chicas, aunque ambas eran impresionantes.
Decidí llamarla para, como habíamos acordado, gestionar nuestro próximo encuentro.
-Hola, soy el chico del otro día. Me marché sin daros mi nombre siquiera, lo siento.
Ella me recordaba, y me pidió que me pasase por su casa. Accedí y en 30 minutos estaba allí.
-Pasa, por favor. -Me esperaba en la puerta vestida con una camiseta de tirantes y un pantalón corto que apenas tapaba su bonito trasero.
- ¡Guau! Bonito piso. -Estaba claro que en su trabajo se ganaba mucho dinero. Era bastante grande. Desconocía si vivía sola, aunque todo hacía indicar que sí.
Nos sentamos en el gran sofá del salón, tomando una copa de vino mientras charlábamos. De pronto, pegó un brinco en el sitio.
- ¿Qué sucede? -Pregunté.
-Mierda, lo siento mucho, te tienes que ir.
-Vale, pero, ¿es por mi culpa? -No lo parecía, pero creo que hacía bien en preguntar.
-Lo siento, es de trabajo. Tengo un cliente.
- ¿A estas horas tienes que volver al trabajo?
-No, es aquí, en mi casa. Digamos que es especial. Es con el único con el que hago esto. -Tenía curiosidad en saber por qué, aunque me imaginaba que el poder y el dinero sería la respuesta a mi pregunta.
-Me gustaría ver como lo haces, quiero decir, como trabajas con otra persona.
- ¿Estás loco? ¿Cómo te vas a quedar a verlo?
-No se tiene por qué enterar, esconde una cámara en la habitación y yo lo veo a través de un ordenador. Tienes de eso, ¿no? Bueno... Y si a ti no te importa, claro.
Me miró pensativa y al final negó con la cabeza.
-La verdad es que nunca se me había ocurrido algo así, ni me lo han pedido, y mira que me piden cosas raras. -Esperaba que eso fuese un sí.
-Una pregunta. Ese cliente... ¿por qué es especial?
-Es un empresario bastante influyente. Digamos que más de la mitad de mi sueldo es gracias a él. -Aclaró. Eso confirmaba mis sospechas sobre su exclusividad.
-Está claro que un piso así no se paga solo. -Eso no debería haberlo dicho.
Como acordamos, dejó la videocámara encendida camuflada, apuntando a la camilla de masaje, que se encontraba en otro cuarto. Estaba conectada al ordenador que había en la sala contigua, desde donde yo presenciaría el encuentro. Había visto infinidad de videos de contenido pornográfico, pero ninguno en directo. Además, la chica que salía en él me interesaba. Y bastante.
Llamaron a la puerta y de fondo escuché como se saludaban. Comprobé por el ordenador que entraban en el cuarto. Ella se ausentó unos instantes mientras él se desnudaba y se tumbaba boca abajo en la camilla. Sin duda él no era lo que me había imaginado. Tendría unos 40 años y estaba realmente en forma, bastante más que yo. Pectorales y brazos fuertes y abdominales realmente marcados. Sus piernas parecían realmente fuertes. Se notaba que sus negocios le dejan tiempo para cuidarse físicamente.
Lawan entró completamente desnuda. Su cuerpo me encantaba. Larga melena negra, nariz algo afilada, aunque pequeña, que le daba una tremenda personalidad y encanto a su mirada de ojos negros rasgados. El oscuro maquillaje la hacía aún más impresionante. Sus labios, carnosos, te atraían sin remedio. Sus pechos eran bastante redondos y firmes, de un tamaño medio, caderas que te invitaban a abrazarte a ellas y unas piernas bastante largas y torneadas. Parecían aún más largas y estilizadas por los tacones sobre los que estaba subida.
Se untó las manos en aceite de masaje y las deslizó por la ancha espalda de su cliente.
Durante unos minutos el comportamiento de ambos fue de lo más normal. Ella recorría su cuerpo con las manos y él permanecía inmóvil, sin transmitir ninguna información sobre si el masaje era de su agrado. Imagino que ese mutismo significaría que realmente lo era.
Cuando Lawan se ubicó en la cabecera de la camilla para masajear los hombros del hombre con más comodidad, éste dio signos de vida. La rodeó con sus fuertes brazos y posó las dos manos en el culo de ella. Ella sonrió levemente cuando lo hizo. Lo agarró aparentemente con fuerza y lo acarició posteriormente hasta que ella volvió al otro lado para centrarse en sus piernas. Sin duda sentí cierta envidia.
-Date la vuelta, por favor. -Se oía perfectamente lo poco que hablaban.
Una tremenda erección es en lo que me fijé cuando el empresario cambió su posición a la que le sugirió Lawan. Obviamente, ella también. Estaba frene a la cámara y observé como se mordía el labio inferior mientras su mano derecha rodeaba la polla de su cliente. Pero fue tan solo unos segundos, la abandonó para frustración de él y de mí, por qué no decirlo, pues también había una erección en mis pantalones. Lawan se centraba en masajear los pectorales del señor, aunque cada vez se acercaba más a donde todos queríamos.
Mientras le masturbaba con delicadeza, Lawan miró varias veces a la cámara camuflada, es decir, a mí, lo cual me puso bastante cachondo. No pude evitar meter mi mano en mis pantalones y comprobar que ya estaba mojado.
El empresario soltó un sonoro quejido cuando los labios de Lawan rodearon su glande, y éste se perdió en su boca. Aparecía y desaparecía, cada vez más mojado y ella volvía a mirar a la cámara. Yo me intentaba masturbar con menor ritmo, pues temía acabar yo antes que ellos. Él se incorporó en la camilla y azotó su culo en repetidas ocasiones. Agarró su pelo y comenzó a manejar el ritmo de la felación a su antojo. La obligó a introducirse toda su polla en la boca y ahí la mantuvo unos segundos. Cuando le permitió soltarla, Lawan inhaló una gran bocanada de aire. Respiraba con cierta dificultad con el esfuerzo, pero su cliente no le daba tregua y de nuevo le hizo engullirse toda su polla durante un buen rato.
En una de esas ocasiones, Lawan miró a la cámara y guiñó un ojo, algo lloroso por el esfuerzo al que se veía sometida, dándome a entender que no me preocupase por lo que veía. Estaba claro que ese hombre y yo teníamos estilos bastante diferentes para conseguir placer.
Tras la cuarta vez que la obligaba, ella apoyaba su mano en los muslos de él, para intentar retirarse. Él interpretó que había sido suficiente. Ella escupió sobre su polla, que ya tenía una gran cantidad de saliva por lo que acababan de hacer.
Sin soltarle el pelo, la colocó a cuatro patas en la camilla, y él se ubicó detrás, penetrándola con suavidad. Poco a poco aumentó el ritmo y ella gemía desconsoladamente. Me costaba distinguir si en realidad sentía dolor o placer, o ambas. Ya no miraba a la cámara. Él la azotaba en ocasiones, cosa que me gustaba ver, aunque el dominio era demasiado.
Las tornas cambiaron cuando él se tumbó y ella comenzó a cabalgarle como una amazona. Lawan enlazó sus manos con las suyas y se lo follaba sin piedad. Sin duda esa escena es la que más me hacía disfrutar. No solo por ser visualmente espectacular, sino porque ahora ella parecía realmente disfrutar de lo que hacía, aunque seguro que su cliente no lo pasaba mal, a pesar de no controlar la situación.
Lawan gemía al oído de su cliente, y parecía susurrarle algo, algo que yo intuía lo que era. Las famosas frases que yo también escuché de sus labios y de los de su compañera hacía unos días.
A través de la cámara escuché un claro "me voy a correr". Lawan se giró sobre si misma de forma que su cabeza miraba a los pies de él. Le pajeaba con ganas y los primeros quejidos de su cliente se dejaron notar. Lawan se daba golpes en su boca y su cuello con la polla mientras ese pobre hombre se corría y sollozaba desconsoladamente.
Cuando acabó con él, le siguió torturando con la boca un largo tiempo, para dejar caer toda la leche sobre su polla de nuevo, haciendo posteriormente un gesto lascivo levantando el labio superior y apretando los dientes simulando cierta rabia acompañado de una furtiva mirada a la cámara que fue, sin duda, lo que más caliente me había parecido hasta el momento. Aun le goteaba leche de su barbilla. Los quejidos del hombre no cesaron hasta que Lawan dejó de masturbarle. Se levantó, por fin, de la camilla. Sin mediar palabra salió de la habitación, me imagino que se dirigiría al baño.
Intuí que se había vengado por lo que él le había hecho antes. Me pareció perfecto y ese movimiento hizo que casi me corriera también; estaba a punto después de ver toda la escena. Me contuve y guardé mi polla en los pantalones, esperando que el hombre se fuera. No tenía pinta de ser de los que se quedaban abrazados a su pareja tras follar.
Efectivamente, se vistió y en tan solo unos minutos abandonó el piso. Salí del cuarto en el que había presenciado todo y busqué a Lawan.
- ¿Qué tal desde el otro lado? -Me sorprendió desde la oscuridad, saliendo del cuarto de baño.
-Bien, has estado genial. Demasiado exigente ese hombre, ¿no?
-Todos los tíos tenéis vuestras cosas, aunque sí, este es bastante especial, pero es mi trabajo.
-Creo que no debería ser tan brusco, aunque pague.
-Quizás tengas razón, aunque siempre sé castigarles cuando creo que se pasan. -Sonreía mientras me confirmaba que su actuación al final había sido una venganza.
-Eso a mí no me lo harás, ¿verdad? Aunque reconozco que me excitó mucho verlo, igual con algo más de suavidad podría estar bien. -Comenté en tono de broma.
-Depende de cómo te portes, pero sé que no eres así, aunque eso de querer correrte en la boca de una chica igual no está del todo bien. -Ahora no sé si seguía de broma.
-Digamos que es más una fantasía, pero puede que tengas razón. Pero a mí no me castigasteis después por ello, así que igual no os había parecido tan mal. -Estaba poco convencido de lo que había dicho.
-Depende de quién, eso es como todo. -Dijo sonriendo, mientras negaba con la cabeza. -Bueno, ¿te apetece comer algo? -La verdad es que me moría de hambre.
-Claro. -Ayudé a preparar la cena, y hablamos de lo que teníamos pendiente con su compañera.
-Ubon, se llama Ubon. Significa "loto" en tailandés. -Así que tenía razón, eran de Tailandia. -Nuestras familias son de allí, pero nosotras nacimos aquí. Y sí, como te prometimos, aún tenemos pendiente otro encuentro los tres.
Yo no dejaba de pensar en hacerlo con ella ahí mismo, aunque después de lo que había hecho entendería que no tuviera muchas ganas. Pensé que lo mejor era dejarlo por hoy.
- ¿Te apetece verlo otra vez conmigo? La verdad es que nunca me he visto haciéndolo.
Era sugerente cuando menos. No creía que fuese buena idea, pero estaba tan caliente que me apetecía que algo más pasase después.
Nos sentamos en el sofá y volvimos a ver el video. Con su compañía, disfrutaba aún más viéndolo.
-No lo hago mal, ¿verdad? -Yo negaba con la cabeza y no podía dejar de mirar la pantalla.
-Lo que hiciste al final fue brutal, de verdad. -Se lo dejé caer de nuevo.
-Pues si te portas bien... -Me lo decía pasando un dedo por mi torso, con esa voz tan dulce y tan sugerente al mismo tiempo. - Pero creo que es mejor en otro momento, de verdad.
-Tienes razón, hoy ya fue suficiente, y al fin y al cabo, fui yo el que sugerí quedarme. Ya tienes mi número, así que cuando mejor te venga, me llamas, ¿de acuerdo?
-Hecho. Qué bien que me entiendas. -Me besó tras decir eso. Me encantó, no puedo decir otra cosa. Tenía dudas, quizá tenía un magnetismo increíble, o quizá sentía algo por ella. Esperaba que fuese lo primero, pues era demasiado pronto como para lo segundo.
-Adiós Lawan, ya nos veremos. -Salí de su piso con un calentón enorme. Aunque sabía que tarde o temprano lo remediaría.