Conociendo a Lara II
Chris comienza a saber cual será su papel a partir de ahora en esta relación a tres. Por supuesto, Lara y él interpondrán siempre el placer de Giselle por encima de todo, incluido el suyo. Y el de Lara siempre estará por encima del de Chris.
Perdí la cuenta de cuantas veces se corrió en mi boca, adoraba que fuera multiorgásmica, era la primera mujer en mi vida que no me había apartado de entre sus piernas nada más alcanzar el orgasmo, al contrario que solían hacer las demás, para después lanzarse a mamarme como si tuvieran la obligación de hacerlo, de devolverme el favor. Sin embargo, lo que me enamoró de Giselle fue que ella no solo no se moviera, sino que me demandara más. Las primeras veces me sujetaba fuerte la cabeza para que supiera que debía de seguir dándole placer. Luego, con el tiempo aprendí que debía seguir así hasta que fuera ella quien me ordenara retirarme dándose por satisfecha.
Estaba seguro de que sus fluidos serían lo único que cenaría aquella noche, no era la primera vez que éstos eran el único menú del día, de vez en cuando ella adoraba tenerme así, alimentándome solo de sus jugos, le gustaba saber que el delicioso néctar que brotaba de su interior era por un día mi único alimento. Le gustaba saber que así purgaba mi cuerpo.
-Así haces algo de dieta que te viene bien- Solía decirme a modo de excusa para que no protestase mientras golpeaba suavemente mi abdomen. Quien sí protestaba era mi estómago, haciéndola reír cuando lo escuchaba. –Estómago desagradecido, tu dueño será bien recompensado ¿O acaso no hay mayor recompensa para él, que poder beber mi delicioso néctar?- Decía dirigiéndose a mi abdomen, sin parar de reír. Su sonrisa siempre iluminaba mi rostro y terminaba por contagiarme haciéndome reír con ella a mí también.
G: -Tomaremos el café sentadas en el sofá solecito.- Dijo finalmente, sacándome de mis pensamientos, colocando una mano en mi frente ordenándome así detenerme, no empujaba, no me apartaba, tan solo la dejaba allí. Acariciándome el pelo, caracoleándolo con sus dedos.
L: -Es una excelente idea.-
G: -¿Y bien Lara qué opinas de lo que has visto?-
L: -Serás tú quien deba opinar cuando sea yo quien ocupe su lugar cielo. Pero no deja de llamarme la atención lo bien educado que lo tienes. No hace falta decirle nada, él sabe lo que tiene que hacer en todo momento. Y por cómo has gritado en cada ocasión, veo que sabe muy bien lo que hace, que sabe manejar muy bien su lengua.-
Esta conversación transcurría mientras Giselle soltaba mis muñecas y se dirigían hacia el sofá, unos metros más allá, bamboleando sus traseros de forma exagerada, sabiendo o más bien intuyendo, que mi mirada estaría clavada en ellos. Con mis muñecas libres, me encargué de recoger la mesa, metí todo en el lavavajillas y preparé el café llevándoselo en una bandeja.
Sin saber que hacer exactamente o cual era mi papel allí me arrodillé ante ambas, Giselle hoy quería presumir de esclavo, y yo haría todo cuanto estuviera en mi mano para dejarla en buen lugar, no obstante, ella no tardó en aclararme cuál sería mi sitio aquella noche.
G: Solecito, quítanos los zapatos y las medias, con mucho cuidado de no romperlas y lámenos los pies, vamos a contarte algo y deberás lamer los de la que te esté hablando mientras masajeas los de la que permanece en silencio.
L: -Ya nos encargamos nosotras de servirnos el café, tú encárgate de nosotras.
Asentí con un movimiento de cabeza quitándole con cuidado los zapatos a ambas, dejándolos en el suelo perfectamente alineados al lado de cada una de ellas, después mis dedos se deslizaron hacia arriba por sus piernas, notando el tacto de aquellas medias que tanto me excitaban, hasta sentir su piel, momento en el cual descendían, despojándolas de tan erótica y seductora prenda, hasta quitársela completamente de una en una a cada una, cubriendo sus muslos, piernas y pies de besos a medida que iban quedando expuestos.
Dejando cada media sobre su zapato comencé a masajear con cada una de mis manos los pies de ambas, alternándome entre uno y otro mientras se servían el café. Lara me miró con una mezcla de satisfacción e incredulidad por haber tomado la iniciativa de masajearles los pies a ambas mientras esperaba a ver quién empezaba a hablar para comenzar a lamer,
Finalmente, ésta última fue quien lo hizo, en cuanto el primer sonido salió de su boca, mi lengua comenzó a deslizarse entre sus dedos, mientras mis dos manos masajeaban la planta del pie de Giselle.
L: -Gi me ha contado que eres su marido, realmente no habéis llegado todavía a casaros, pero ella me dice que vosotros os tratáis como marido y mujer. Bien…-
Interrumpió la frase dejando salir un suspiro, sin duda le estaba gustando sentir mi lengua en sus pies, la cual pasaba ahora por la planta del mismo, subiendo hasta hacer desaparecer el dedo gordo en mi boca. No pasó desapercibida para mí la familiaridad con la que hablaba de ella.
L: -Ella te quiere, eres lo mejor que le ha pasado nunca, y te tendrá siempre a su lado, pero yo me voy a incorporar a vuestro “matrimonio”,- recalcó esta palabra con énfasis tras haber hecho una breve pausa antes de pronunciarla -en calidad de novia.-
Se quedó callada mirándome para ver cuál sería mi reacción, pero yo pese a estar alarmado por sus palabras, sin saber si habría escuchado bien o si me estarían gastando una broma, aproveché para cambiar de pie y que así no se notase lo mucho que me habían sorprendido sus palabras.
G: -Así es Chris, cariño, ya sabes que te quiero, pero estoy locamente enamorada de ambos, por lo que tendrás que acostumbrarte a compartirme.-
En cuanto empezó a hablar, mis manos pasaron a masajear los pies de Lara y mi lengua a lamer los de mi deliciosa mujer. El sonido de su voz era una de las cosas que siempre me había atraído de ella. Y probablemente aquella voz tan melodiosa y sensual, fuera la culpable de que yo terminase completamente sometido y entregado a ella, por no hablar de su belleza sin par.
G: –Solo espero que tú orgullo de macho ibérico no me ponga un día entre la espada y la pared obligándome a elegir entre uno y otro, porque igual te llevas una sorpresa cielo.- Añadió.
L: -Lógicamente habrá cambios, cambios que afectarán en gran medida a la relación que tienes con ella y a la convivencia de los tres.- Enseguida mi lengua comenzó a lamer de nuevo sus pies. –Cómo te he dicho, seré su novia, eso significa que no viviré aquí… de momento.- Añadió tras una pausa y un nuevo suspiro –Pero si pasaré aquí los fines de semana. Y ahora es cuando debes escuchar atentamente las reglas que ambas hemos acordado para que la convivencia sea armoniosa, presta mucha atención pues no te las repetiremos una segunda vez. A medida que me vayas conociendo sabrás que odio decir las cosas dos veces, aunque por lo que estoy viendo hoy, tú no eres del tipo de persona al que haya que repetírselas.-
G: -La primera regla y la más importante- cruzó las piernas poniéndome en la boca el mismo pie que ya había lamido con anterioridad a la vez que revolvía mi cabello con su mano –es, que tu miembro jamás podrá estar dentro de Lara. De echo, el tiempo que ella pase en casa con nosotros, tu verga permanecerá enjaulada, no pudiendo tampoco estar dentro de mí. Puede que te cueste un poco al principio, pero así cuando ella se vaya me cogerás con más ganas, ya lo verás. Nos lo vamos a pasar muy bien los tres juntos.-
Yo escuchaba con atención cuanto decía, mi único deseo era que ella disfrutase y fuera feliz, y si lo era ella, lo era yo también. No necesitaba tener un orgasmo, disfrutaba con los de ella más que con los míos propios, sus gemidos eran música celestial para mis oídos, poder ver y notar como se convulsionaba su cuerpo, poder sentir sus uñas y sus dientes clavarse en mi piel mientras alcanzaba el clímax, era mucho mejor que ese insignificante y corto placer que experimentaba en el momento de mi eyaculación. No dije absolutamente nada, continué lamiendo y escuchando, prestándoles a ambas toda mi atención.
L: -Lógicamente yo tampoco te tocaré a ti, salvo expreso deseo de Gi.- Le besó en los labios al pronunciar su nombre lo cual hizo que mi miembro viril tratara de reaccionar encontrándose de nuevo con aquellos fríos barrotes que se lo impidieron -eres su marido y a mí me gustan las mujeres únicamente, aquí la única bisexual es ella. Sin embargo, podrás satisfacerme con tu lengua, aunque por deferencia hacia ella, no podrás hacer esto mientras no la hayas dejado bien satisfecha primero. Y siempre que ella dé su beneplácito y su consentimiento.
G: -Dormiremos los tres juntos, yo en medio de ambos. Lo demás será igual, tú te seguirás encargando de las labores domésticas, solo que ahora deberás lavar y planchar la ropa de Lara y cocinar para tres. Seguirás vistiendo con blusas y faldas femeninas en casa, pero tienes terminantemente prohibido usar su ropa, aunque si te permitiré oler y lamer sus braguitas antes de lavárselas.
L: –Tengo pocas manías, pero soy muy cuidadosa con mi ropa íntima, deberás lavar siempre dichas prendas a mano. Créeme, no querrás verme enojada si por tu torpeza se estropean.-
G: -En resumen, Chris, cariño, eso es todo, no obstante, iremos poniendo nuevas normas a medida que lo consideremos necesario. Tampoco cambiará el que debas despertarme con sexo oral cada mañana, salvo que se te adelante ella –la miró a los ojos sonriéndole besándole en los labios, mordiéndole el inferior, estirando de el, para luego soltarlo y devorarle la boca, tras lo cual siguió hablando. –Los lunes cuando ella se vaya, quitaré tu jaula de castidad y te prometo que no te la pondré hasta el viernes, salvo cuando salgas de casa claro. Ya sabes que me fio y mucho de ti, pero no me fio de las demás con las que te puedas cruzar, y si alguna se atreve a sobarte deberá saber que tienes dueña. Y que tu dueña protege muy bien sus propiedades.
L: -Dejarás de trabajar, bastante tienes con todo lo que tendrás que hacer aquí, no quiero que nada distraiga tu atención de lo más importante para ti a partir de hoy, nosotras, no obstante, te haré un contrato como limpiador en mi empresa, lógicamente el dinero de tu nómina irá a parar a la cuenta de Gi.- Cada vez que una decía el nombre de la otra se besaban de forma apasionada.
G: -Ahora solecito, debes ir a la cama y tumbarte boca arriba en el centro, ya que te vamos a permitir que nos folles a ambas.- Me habló tomándome del mentón besándome a continuación, dejé entrar su lengua en mi boca enroscándola con la suya. Deslizó su mano hacia mi pectoral y quitó la pinza de uno de los pezones, pasando su uña por el, lo apretó fuerte a continuación con dos dedos, el grito que no pude evitar se ahogó en su garganta.
Sonriendo satisfecha, volvió a colocar la pinza en el pezón y me indicó con un gesto de su mano que podía ir ya a cumplir lo que se me había encomendado. La verdad es que estaba bastante confuso, primero me habían dicho que no podría follarlas a ninguna y ahora que se lo haría a ambas. Quizás sería esa primera vez como premio de consolación, o para que supiera que era lo que no podría volver a hacer a partir de ahora. Fuera como fuera, me tumbé sobre la cama boca arriba esperándolas.
Tardaron en llegar, y cuando lo hicieron, ambas se habían desnudado ya, solo la lencería cubría sus cuerpos. Lara traía una bolsa en la mano que movía coqueta sonriendo, mirándome divertida a la par. Gi traía completamente rojas sus mejillas, sin duda alguien la había excitado, conocía muy bien su cara cuando eso ocurría.
G: -Lara nos ha traído unos regalitos, son para el disfrute de los tres, pero especialmente para ti, date la vuelta mi amor, que tu culito será el primero en recibir y estrenar su regalito.-
Metió la mano en la bolsa y sacó una especie de braguita de cuero que en la parte delantera tenía una jaula y un dildo de goma que sin duda iría a parar dentro de mi trasero. Me quitó mi jaula de castidad masturbando el dildo. –Es del tamaño perfecto- dijo mirando a Lara, para a acto seguido dirigirse a mí. –Es un poco más grande que los que hemos usado hasta ahora, pero estoy segura de que pronto te adaptarás a sentirlo dentro.- Y si más dilación lo introdujo en mi interior, asegurándose de que mi verga entraba en la jaula, ajustó una correa que llevaba dicho artefacto en la parte superior, colocando el candado de mi jaula de castidad, cerrándolo.
Ya hacía mucho tiempo que me había acostumbrado a que me poseyera, así como hacía mucho tiempo que había dejado de usar lubricante, no obstante al ser algo más grueso y algo más largo a lo que estaba acostumbrado sentí una pequeña molestia, pero como bien dijo ella, fue desapareciendo a medida que el tiempo transcurría.
G: -El segundo regalo es para tu precioso cuello- dijo extrayendo de la bolsa un collar de cuero negro con tachuelas y con un nombre bordado que ponía “Perrita”, además, de una de las anillas colgaba una placa metálica con dos números de teléfono, reconocí el de Giselle y supuse que el otro era el de Lara.
-¿Verdad que es mono?- Me preguntó mostrándomelo y colocándomelo al cuello antes de que yo pudiera contestar y sin esperar siquiera la contestación.
A continuación, saco una correa a juego con el collar y haciendo una lazada por el cabecero de la cama la enganchó a este último.
G: -Si pudieras verte, estás muy atractivo, tanto que mira como me tienes.-
Tomó mi mano llevándola a su entrepierna, pude notar lo húmedas que estaban sus braguitas, y es que ella siempre había sido muy caliente. No era difícil excitarla. Sin soltar mi mano la pegó a mi muslo sujetándomela con las esposas, hizo lo mismo con la otra. Para subir acariciándome, los muslos, la jaula de castidad incorporada en aquella prenda que impedía que sus dedos pudieran acariciar mi verga, sus dedos o los de cualquiera, siguió por mi abdomen, mi cuello, mi mejilla. Me miró con ternura y me dijo.
-Y ahora serás un verdadero afortunado, ya que puedo asegurarte que pocas personas podrían follarse a la vez a dos hembras como nosotras.-
Entendí perfectamente sus palabras en el momento en el que vi como sacaba de la bolsa un arnés con dos dildos, uno enfrente del otro, a cada lado del arnés, uno de mayor tamaño, el que era algo más pequeño lo introdujo en mi boca, ajustándome el arnés de tal forma que no se moviera, pese a ser más pequeño que el que le apuntaba a ella, lo notaba completamente pegado a mi campanilla. Jamás había tenido algo así en la boca, sí que había usado ese tipo de arnés con ella en alguna ocasión, pero con un solo dildo, nunca con dos. Esto me provocaba arcadas y tenía ganas de vomitar, pero era imposible pues aquel falo de goma me lo impedía.
Sacó otro dildo, del mismo tamaño que el que sobresalía de mi boca, noté como lo ajustaba a la braguita de cuero, de forma que quedaba encima de mi jaula de castidad, comprobó que no se desplazaba hacia los lados, masturbándolo a continuación, mirando a Lara al hacerlo. No me había dado cuenta de que mientras ella me colocaba este dildo, Lara me había colocado unas esposas en los tobillos que me obligaban a mantener las piernas juntas.
Por último, de otra bolsa sacaron una cámara de video y un trípode. Lara la colocaba dónde sin duda se pudiera grabar todo mientras Giselle se acercó a mi oído para susurrarme.
–Eres un hombre afortunado solecito, estoy completamente excitada solo de pensar cuantos orgasmos nos vas a arrancar hoy a ambas. Lara quería vendarte los ojos, pero le he dicho que quiero que lo veas todo. Y como probablemente solo verás mi espalda y mi trasero, he pensado en grabarlo para que en otra ocasión tú y yo a solas podamos disfrutar reviviendo la experiencia a través de la TV. Sé que no puedes hablar pero cierra y abre los ojos si estás de acuerdo.-
Como es de esperar los cerré y los volví a abrir. Ella depositó un suave beso en mi frente acariciando una de mis mejillas. –No sé si eres capaz de saber lo mucho que te amo.-