Conociendo a Julia y su cornudo

Como conocía a una mujer de verdad, y a su cornudo esposo

Buenas. Supongo que lo primero es presentarme. Soy un hombre de 30 y tantos años. Un tio del montón, metro ochenta con sus ochenta kilos. Hago algo de de deporte, pero ni de lejos los suficiente para marcar músculo. De hecho tengo una lucha sin fin contra mi barriguita para que no aumente más, soy demasiado goloso (de dulces me refiero).

Les contaré algo que me sucedió hace muy pocos días. Fui a ver una película a unos cines de Barcelona, una peli de palomitas. Poco guión, muchas explosiones y montones de efectos especiales. No me gusta pagar las entradas por anticipado, y con recargo. Así que lo compré a última hora.. y eso tiene sus consecuencias. Me senté al final de todo, pegado a la pared. Nada del otro mundo, ahora los cines son tan pequeños que sentarse al lado de la pared no significa lo mismo que antes (los que tenéis algunos años ya sabéis a lo que me refiero). Cuando yo entré, la sala ya estaba a oscuras... de hecho la película había empezado. La próxima vez mejor que salga en coche antes.

Cuando llevábamos ya una media hora, estaba claro que la película era justamente lo que me esperaba: explosiones, persecuciones, alguna chica de 20-30 años con una delantera de espanto... y poco más. Podías dormirte 15 minutos y reengarcharte a la "historia" sin problemas. Entonces me dí cuenta de un movimiento inesperado. ¿Sabeis cuando hay algo que se mueve por el rabillo del ojo y os llama la atención? Pues a mi derecha me llamó la atención un movimiento. A mi derecha estaba sentada una mujer, vestida con una falda negra. Con la mano izquierda sostenía un recipiente de cartón de palomitas, su mano derecha no la podía ver... estaba entre sus piernas. Y sí, tenía las piernas completamente abiertas. Se estaba haciendo un dedo.

Uno no es de piedra, o al menos no siempre. Al ver como se estaba masturbando una desconocida a mi lado mi polla dio un brinco. Es increíble como reaccionan a veces. Levanté la mirada, alejándola de la pantalla, y pude ver mejor a mi vecina. Era una mujer de unos veinte o treinta años. Al pasar delante ella para sentarme no me había fijado. Pero la mujer era guapa, no sería topmodel en su vida, pero era guapa. Estaba con los ojos cerrados, con la cabeza inclinada hacia atrás... disfrutando de su propia película. Al mirarla con más detenimiento pude ver que su respiración ya denotaba lo caliente que estaba, y que un asiento más allá había un hombre con otra de palomitas que miraba a la película. Os puedo asegurar que intenté seguir la película, al menos durante unos segundos.

Yo puse una mano sobre el respaldo del brazo, y distraídamente toqué su pierna con un dedo. A penas una caricia, pero lo suficiente para que le llamara la atención. Ella abrió los ojos, como si se despertase de un sueño y mi miró. Le sonreí, seguramente con la cara que pondría si le pillan mirando porno en su casa.

Sacó la mano derecha de debajo de su falda. "Mierda se me ha acabado el espectác..." estaba pensando cuando con esa misma mano tomó la mia y la llevó a sus muslos. Tenía la falda mas allá de las rodillas, casi transformaba la falda en un cinturón ancho. Mi palma de la mano derecha estaba acariciando unos suaves muslos de mujer, mientras ella regresaba a su juego privado. Durante unos minutos sólo dejé la mano sobre ese muslo, podía notar el calor que le emanaba de su entrepierna y la tibieza de su piel. Me atreví luego a comenzar a balancear mi mano. Acariciaba su pierna, desde la rodilla hacia arriba. Cada vez me atrevía a subir un poco más, iba aumentando la presión según me acercaba a la meta prometida. Y lo único que pude notar como reacción era su respiración que iba siendo más irregular. Ella seguía con los ojos cerrados, dejándome hacer. Llegó el momento en el que llegué a su entrepierna. Pude notar los movimientos de sus dedos y la humedad que allí había ya tenía. Mi compañera sencillamente levantó la mano, la puso en el reposabrazos, y siguió con los ojos cerrados. El hombre a su lado no daba muestras de darse cuenta.

Con las yemas de los dedos exploré ese rincón que me era desvelado. Pude darme cuenta que la tela de su ropa interior era suave (además de húmeda). Recorrí los bordes, comprobando que se trataba de un tanga, por detrás muy posiblemente fuera sólo un hilo. Podía localizar bajo la tela el clítoris y unos labios que me encantaría lamer. No me lo tuve que pensar mucho, comencé a hacer juegos de presiones sobre la tela. A ratitos jugaba con lo que era su clítoris, moviendo algún dedo como si fuese una espiral para el punto central. Con un dedo comenzaba a recorrer tan dentro como podía de su entrepierna para ir recorriendo sus labios y su botoncito. También hacía presión como si fuera pequeñas pintas con los dedos, estimulando más y más  a mi compañera. Su respiración era cada vez mas irregular.

Comencé a mover hacia un lado ese tanga. Y pude por fin acariciar directamente ese coñito. Si sobre el tanguita estaba humedo, mejor no os cuenta como estaba ese coñito. O mejor sí, primero fue un dedo, luego dos y hasta tres entraron sin problemas. Los metía y sacaba sin prisas... pero sin pausa. Cuando estaba dentro aprovechaba para palpar su interior. Caliente, húmedo, suave... el cielo hecho carne. También le metía sólo uno o dos dedos, mientras con el resto de la mano acariciaba su clítoris. Como lo estaba disfrutando la tía, y yo ya tenía húmedos los boxers sólo por la excitación. Y en eso estaba yo cuando la mujer se levantó.

Yo me apresuré a apartar la mano de donde estaba, y me intenté secar con mis pantalones. Si me montaba una escena al menos que tuviese la mano seca... Pero no, ella le dió su pote de palomitas... a su vecino. "¿Que se conocían?. Joder, a ver si resulta que me he metido con una pareja sin saberlo." No me gustaría que me montasen una escena, pero menos que un tio se lie a ostias conmigo"

La mujer se fue de la sala, dejando un bolsito sobre su asiento, y el hombre que estaba a dos asientos de mi con tu pote de palomitas. Este me miró, me miró a los ojos... sabía lo que había sucedido. Se notaba en su mirada. Y luego bajó la mirada y sólo la volvió a subir para continuar mirando la película. Al cabo de un buen rato la mujer volvió. Pude ver que le daba algo al hombre... este lo miró de forma disimulada y vió lo mismo que yo. Era una ropa de tela, pequeña. El hombre lo olió y se lo metió en los pantalones mientras la mujer se sentaba, y mientras se reclinaba en el asiento provocando que su falda se subiera una vez más me miraba. Si las miradas fuesen una invitación, esa pedía que no tardase. Yo no puede mirar de reojo a aquel hombre, con un gesto que le preguntaba "y él". Por primera vez pude oír la voz de esa mujer.

-Mi marido es un cornudo feliz, sigue con lo tuyo-me dijo con un tono tan bajo que casi no lo oigo.

Con lo caliente que estaba y esas palabras casi rompo mi pantalón. Había estado haciendo una paja a una mujer preciosas, y con su marido sentado al lado consciente de todo. No me hice de robar, volví a introducir mi mano en esa falda... y para mi asombro lo primero que noté fue un coño  acogedor. Se había quitado el tanga mientras estaba fuera, en el lavabo supongo. Por eso lo olió el cornudo del esposo, como se le debe de haber puesto al tío. Sin la tela podía jugar con más libertad, introduciendo mis dedos a placer, acariciando todos los recovecos, utilizando las yemas de los dedos como ojos. En un movimiento que empezó en su entrepierna, recorrió su clítoris, sus labios y siguió descendiendo descubrí que su ojete también me era accesible, aunque de forma algo forzada. Su marido me hacía de pantalla, así que a veces me reclinaba un poco para llegar mejor al fondo de todo. Al cabo de un buen rato, pude notar que se corría. Me deja la mano bien húmeda mientras dejaba escapar un largo suspiro. Unos instantes antes estaba en tensión, ahora se relajó por instantes.

Tras unos eternos minutos sacó unos pañuelos del bolso, y se limpió un poco de forma distraída. Me tomó de la mano y me lamió un poco los dedos... y cuando pensaba que iba a saborear su propio saber se giró y le dio un morreo a su marido. Un marido que saboreaba el sabor de su muer, proveniente de los dedos de un extraño. Y a partir de entonces se puso a ver el resto de la película. Yo no sabía que hacer... estaba excitado como pocas veces en mi vida... pero temía tomar la iniciativa. Opté por no hacer nada, y mirar la película. Y digo mirar, porque mi mente estaba en otro sitio.

Bueno, menuda paja me iba a hacer cuando llegase a casa. O eso me pensaba yo. Pero no fue así. Mi pareja de vecinos salieron en cuento empezaron los créditos, y yo me esperé incluso más tarde de que encendiesen las luces. Costumbre. Lo hago siempre para ver si hay alguna escena final. Pero no, no la hubo. Pero cuando salí del cine estaban ellos dos, ¿esperando?. Cuando me vieron la mujer se me acercó con el hombre a su lado.

Pero lo que pasó a continuación mejor lo dejamos para otro día.


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