Conociendo a Julia, nuevos placeres (3)

La noche no terminó así nomás, Julia me seduce con el placer que me brinda y me abre no solamente la mente...

Luego de follarme a mi hermosa decoradora, Julia, ya no pude mirarla como el travesti que era, mi subconsciente, sin consultarme la transformó en una chica, claro que una muy especial. Lejos de sentirme homosexual, me sentí liberado de prejuicios, debo confesaros que me sentía superior al resto, como alguien a quien se le ha revelado un secreto crítico en su camino al conocimiento, pero aun faltaba más.

Julia extendió su mano y acarició mi vientre empapado con su semen, me limpió cuidadosamente y me susurró unas disculpas, yo le selle la boca con un beso y nos abrazamos. No pude obviar el detalle de que su polla, erecta aun, se apretaba sobre mi muslo, tampoco me importó, era mi chica y si tenía polla mejor aun.

Julia encendió un cigarrillo y se acurrucó a mi lado, compartimos el cigarrillo en silencio. Ella no hablaba y yo temí hacerlo y romper el hechizo, cuanto más durara mejor.

Cuando se acabó el cigarrillo, ella giró con agilidad, dándome la espalda y lo apagó en un cenicero, yo aproveché para abrazarla y atraerla contra mí.

Me encantó, fue algo perfecto, soñado, disfruté como nunca. Le susurré al oído, sin pensarlo, era lo que sentía.

Hace tiempo que esperaba poder encontrarme con un hombre como tú, pensé que jamás lo encontraría, pero vaya sorpresa que me has dado. Contestó y giró su esbelto cuerpo hacia mí. Agregando – Desde que te vi me resultaste sumamente atractivo, pero ni me mirabas, parecía que era imposible que te fijaras en mí. Además no te mostrabas interesado en mi trabajo, era como si fueras solo para cumplir con una rutina, y era tu casa la que estaba decorando. Me dijo divertida.

Es que en ese entonces era un hombre preocupado por mi trabajo. Pero ahora ni me importa tener un trabajo, mi preocupación es esta chica tan especial que acabo de conocer. Le dije riendo feliz.

Continuamos hablando de tonterías y con mi mano empecé a acariciar aquel hermoso y suave cuerpo que tenía a mi disposición, en determinado momento le acaricié las nalgas y retiré mi mano de golpe, de su culito salía mi semen lentamente.

Parecías un surtidor, me llenaste con tu lechita. Me dijo riéndose. – Vamos a lavarnos. Agregó y saltó de la cama al baño.

Se sentó en el bidet y abrió la lluvia directamente en su culito, con la barra de jabón se lavó aplacer, luego pasó a la ducha y me invitó a acompañarla. La seguí a la ducha, y descolgando la roseta empezó a lavarse y me ayudó. El agua tibia y sus manos me lavaron cuidadosamente, yo aproveché para ayudarla también.

Volvimos a la cama y ella fue a la cocina por comida y bebida. Volvió con una bandeja de snacks y un par de cervezas. Es que esta chica viví a snaks, no había comida real, pensé, pero mi hambre no me dejó divagar más. Comimos y bebimos desnudos, sentados en la cama.

Allí Julia me contó algo de su vida, que tenía 26 años, un buen trabajo, sin deudas ni compromisos. Como le habían gustado los chicos desde que tenía uso de razón y que siempre había tenido un cuerpo andrógino. Que en su casa su madre enseguida lo notó y la habían llevado a sicólogos y siquiatras desde una temprana edad y que pronto aceptaron su inclinación. Sus padres tenían bastante dinero, lo que le permitió darse gustos y cometer excesos.

Que a los 15 años había tenido relaciones con un chico que repartí pizzas y había sido su amante por casi 2 años. Que en la universidad la había pasado fatal, muy discriminada a los ojos de todo el mundo durante el día, pero que por su cama habían desfilado unos cuantos de esos en la noche. Que desde esa época se travestía, aunque no salía mucho vestida como mujer, pero que tampoco ocultaba su inclinación sexual como yo ya lo había apreciado.

Había sido muy promiscua con chicos y chicas, mucha experiencia, y que lo había disfrutado hasta que se enrolló con uno de sus profesores.

A los 21 años se había graduado en bellas artes y con ese profesor se habían dedicado a la decoración. Una pequeña empresa, hasta que él obtuvo un trabajo en otra ciudad y hacía dos años que trabajaba sola, con otra chica que era su asistente por un porcentaje de los trabajos. Que el trabajo comenzó a llegarle de a poco, de boca en boca, principalmente mujeres, que la iban recomendando y así había llegado a mi casa.

Que la casa donde vivía se la habían regalado sus padres y que ella se solventaba todos sus gastos. Que había empezado un tratamiento con hormonas, pero no estaba muy segura de si seguiría o no. Agregó por fin, que estaba orgullosa de quien era en la vida y de su sexualidad, que no tenía conflictos emocionales, y que como toda persona normal aspiraba a una vida en pareja que cumpliera con sus expectativas emocionales y sexuales.

Esa era su historia y me había encantado, la veía tan auténtica, tan decidida, tan endiabladamente hermosa, tan deseable, y para colmo me sentía excitado nuevamente.

Dejé la bandeja sobre la mesa de noche con cuidado y me acerqué a ella, la abracé y empecé a besarla en el cuello, luego en su boca, y así fui alternando, con suavidad sin apuro. Mis manos recorrían su suave cuerpo, la puse de espaldas y empecé a besarla con más suavidad, ronroneaba como una gatita. Apoyé mi cuerpo cuidadosamente sobre el de ella y me dediqué a besarle la espalda y hombros, lamía su tersa piel y a veces la mordisqueaba cariñosamente, sentía sus suspiros y su cuerpo se contorneaba bajo el peso del mío.

Le susurraba lo hermosa y apetitosa que era y ella me decía que yo lo hacía muy rico. La temperatura iba en aumento. Mi polla se encajó entre sus piernas y ella las cerró atrapándola, presionándola. Bajé por su espalda sin dejar de disfrutar la frescura y suavidad de su piel, mi boca se enloquecía.

Le lamí las nalgas, las mordí con firmeza, pero sin lastimarla, ella separó las piernas instintivamente. Bajé por el valle de sus nalgas y me deleité lamiéndole su ano rosadito y palpitante, la oía gemir a cada lengüetazo, revolviéndose inquieta. Succioné su culito, metí lengua con ganas. Lo tenía dilatado aun y fue fácil introducir un poco mi lengua. Ella levantó sus caderas y separó las piernas aun más para facilitar mi labor. Luego lamí más abajo hasta llegar a sus hermosas y depiladas bolas. De a ratos me las metía de a una en la boca y ella gemía.

Con mi mano agarré su polla erecta mientras chupeteaba toda su entre pierna, culo y bolas.

La dejé descansar y bajé alternando besos y lamidas por sus piernas. Llegué a sus pies, algo de cosquillas le dio y giro para verme. La miré a los ojos y me metí uno de los dedos gordos de su pie en mi boca, la vi morderse el labio inferior de calentura, me encantaba como se ponía. Así fui explorando dedito por dedito en aquellos hermosos pies. Cada nueva succión, cada lengüetazo la excitaba más, en su cara veía las expresiones de aprobación.

Levanté sus pies en alto, sin dejar de besarlos, lamerlos, succionarlos, y adelante mi vientre hacia el de ella, hasta que nuestras pollas quedaron a la par. Mientras yo me deleitaba con sus deliciosos pies, ella agarró y junto nuestras pollas y con ambas manos empezó a masturbarnos. Tenía una expresión de lujuria en los ojos.

Era mi primera experiencia con una chica así pero me parecía saberlo desde siempre, intuía lo que le gustaba y ella hacía otro tanto. Era tan perfecto que me asustaba de excitado que me sentía. Como si el morbo y la lujuria se hubieran materializado en Julia y me dieran el placer de mi vida de golpe.

Dejé sus pies como si de repente hubieran perdido todo interés para mí y me metí su verga en la boca. Uffff!!!! Qué placer, la mamé con ganas. Ella pronto se acomodó de tal forma que me invitó a otro 69. Ni lento ni perezoso me aplique a disfrutarlo. Ella quedó sobre mí y, no sé cómo pero, se las ingenió para que mis muslos quedaran bajo sus brazos y después de mamármela por un rato, mientras me martirizaba con sus suaves caricias en los testículos y entre pierna, su lengua bajo hacia atrás hasta llegar a mi ano.

Hasta ese momento ese santuario personal era de mi uso exclusivo, nunca nadie me había hecho lo que ya conocía como beso negro. Es más, yo siempre que podía lo hacía con la intensión de calentar a la chica de turno para ver si se la podía meter por allí, y a veces funcionaba… Claro que me sorprendí, pero se sentía tan rico que me rendí al placer.

Continué con mi tarea de mamársela, mientas me devoraba el placer que Julia me brindaba con su lengua, labios, boca, pues me chupeteó, lamió y hasta mordisqueó el ano. Sus manos no dejaban de acariciarme la polla y las bolas, combinación que me demolía de placer.

No me voy a hacer el ingenuo, disfrutaba como loco del nuevo placer y esperaba que de un momento a otro me metiera algún dedo, debo confesaros que lo deseaba

No tuve que espera mucho, pronto sentí como la yema de uno de sus dedos acariciaba mi virginal ano, luego su lengua afilada lamía y ganaba terreno, humedeciendo mi entrada y su dedo trabajaba nuevamente hasta que empecé a sentir que la puerta cedía de a momentos mi esfinter le pellizcaba la yema del dedo.

Mi ano palpitaba de excitación y ella lo notaba, así que seguía con su paciente labor. En determinado momento me introdujo la falange de lo que creí que era su índice, aunque era su medio, y espero, mientras mi ano se ajustaba al intruso, entre palpitaciones espontáneas.

Con su polla en la boca, poco podía decir, mamaba como podía su polla tiesa y ella trabajaba con paciencia en mi ano. Finalmente me pidió el gel, yo extendí una de mis manos a la mesita de noche y a tientas logré hacerme de él. Se lo alcancé, y esa fue mi tácita aceptación para lo que venía.

Sentí como dejaba caer el frio gel en mi ano, para luego dedicarse a jugar en mi entrada trasera con su dedo. De inmediato sentí como su fino y sedoso dedo se introducía, pero no solo la falange, sino todo. Sentí ganas de expulsarlo, pero ella entro a revolverlo dentro de mi interior y a meterlo y sacarlo alternativamente.

Me invadió un placer tan intenso que me aferré con ganas a su polla con mi boca y le apreté las nalgas con fuerza. Ella me susurró algo que me sonó a "tranquilo, lo vas a disfrutar" y así fue.

Luego que ese dedo invadió mi privacidad y se dedicó a juguetear con entusiasmo, arrancándome bufidos de placer, no olvidéis que tenía su polla en mi boca. Intentó con dos, costó un minuto más antes que mi culo traidor los dejara entrar. Repitió la rutina, hasta que los movió libremente dentro de mí. El placer era indescriptible, mi polla parecía querer explotar sin ningún estímulo directo. No conforme con dos, ensayó con 3, costó otros minutos, pero su paciencia tuvo premio, sus finos dedos recorrieron el interior de mis intestinos sin problemas, y yo no daba crédito al placer que experimentaba.

Un par de veces me asaltó la duda y la excitación combinadas, pero el nuevo placer borró de lleno la primera y optó por entregarse a la segunda. Pareció conformarse con la dilatación de mi ano, pues volvió a trabajarme con un solo dedo, claro que esta vez fue más profundo. Lo que vino a continuación fue una cadena de placer desenfrenado.

Su dedo llegó hasta mi próstata, ni yo sabía bien donde estaba, pero ella no tenía dudas. Empezó con unos masajes suaves, sutiles, apenas un roce. De a poco, me entre a desesperar de placer, era algo nunca experimentado, inimaginable. Me hacía tensar todos mis músculos por segundos, para luego aflojarme un instante. Cuando se sintió segura de mis reacciones, el masaje fue más directo, suave y continuo. Me hizo gemir como una puta en celo, si es que las hay.

Se afirmaba en mis muslos, apretándome hacia abajo, abriendo mis piernas con sus antebrazos, mientras su dedo iba y venía en mi ano, acariciando mi punto G, y vaya si lo era. Ya no pude mamarla más, no podía ni pensar, estaba congelado en esa extraña posición y solo podía rendirme al placer que me brindaba Julia.

El orgasmo fue terrible, me corrí como nunca, unos estertores de muerte, unos gemidos de puta, y ella inmutable estimulándome al mismo ritmo, suave y continuo. Fue una explosión de semen para ser gráfico, me corrí como si fuera un surtidor, eyaculé como jamás imaginé. Casi entumecido sentí que con su agilidad característica me liberaba de la presión, retiraba el dedo y cambiaba de posición en la cama.

La vi sonriendo como un animal antes de devorarse una presa. Se colocó entre mis piernas, las levantó sobre sus hombros. Solo pude pensar en lo fuerte que era mi delgada chica que sin esfuerzo me volcó las piernas con uno de sus brazos y con la mano me aplicó más gel en el culo. Luego se unto la polla y con una sonrisa de excitación sus labios formaron un beso y vi como adelantaba su vientre hasta que su polla enfrentó mi culo. Me dijo que me iba a gustar, que no me arrepentiría, que así íbamos a sentirnos completos… No pensé que me mintiera, estaba entregado a ella, podría haberme matado si lo quisiera y yo la hubiera dejado.

La vi sonreír una vez más, mientras la sentía empujar, ejerciendo una presión desconocida en mi culo. Me dijo que hiciera como su quisiera cagar, la última palabra fue un susurro, pero lo leí claramente en sus labios. Así lo hice y contrariamente a lo que puedan pensar, en vez de expulsar al intruso que bregaba por entrar, en realidad lo ayudé a entrar. Sentí como su polla se deslizaba en mi interior con una facilidad desconocida. Me dolió, como cuando tienes ganas de ir al baño y no te sale nada, como un mal dolor de barriga, pero cuando lo sientes en el culo, como explicaros, si ni yo lo entiendo.

Cuando quise pensar ya la tenía toda adentro. Me sonrió una vez más como un niño se ríe de sus picardías. Esperó un ratito, la presión aflojó bastante. Otra sonrisa, esta vez yo también lo hice, pero creo que fue solo una mueca, estaba soqueado, por el orgasmo y por la situación, además me dolía el culo.

La vi inspirar profundo y cerrar los ojos, enseguida empezó a moverse lentamente, primero retrocedió como si fuera a sacarla, pero luego, como si se hubiese arrepentido, me la volvió a meter hasta el fondo. Despacio, con firmeza, sin dudarlo.

Sentí la presión que me ejercía su polla, y pensé que si bien no era tan gruesa como la mía, de fina no tenía nada. Un nuevo mete y saca me sacó de mis cavilaciones, mmmmmmm, que rico!!!!!

Así fue repitiéndose, entraba despacio y salía despacio, su polla acariciaba mi interior con suavidad, delicadeza, y mi ano me transmitía un placer extraño, nuevo, disfrutable. De pronto la miré y vi que tenía los ojos cerrados y casi sonreía cada vez que la empujaba en mi interior, instintivamente cerré los ojos y entendí el por qué. Cerrando los ojos me concentraba en como su verga recorría mis intestinos brindándome más placer del que jamás imaginé.

Fueron minutos, perdí la noción del tiempo con tanto placer, me estremecía con cada embate, ida y vuelta, mi ano disfrutaba, mis intestinos lo agradecían, y yo me enloquecía, quería mover mis caderas y apurar el trámite. Me sentía como una puta y me encantaba. Su carne firme, tersa y tibia acariciaba mi interior, mi ano abrazaba con placer aquel itinerante intruso, y con la cabeza de su polla rozaba apenas mi próstata de forma sutil, panificada, para brindarme un calculado volumen de placer.

En aquel momento entendí a que se refería con que había juntado mucha experiencia en sus años de follar con todos los tíos que cuadraban. Por un momento pensé quién era el seducido y quién la víctima. Si yo era el objeto de su placer o ella del mío, pero la gozaba tan rico que no pude concentrarme más en esa idea, me dediqué a disfrutar aquel cúmulo de nuevas sensaciones que desembocaban en una incontenible lujuria.

Nunca hubiera imaginado que el ano fuera un receptor tan grande de placer, la verga de Julia me lo demostraba en cada punteada que me daba, me encantaba, lo hacía tan bien que me asombré de lo que pensaba, pero lo que experimentaba no me daba tregua y me revolvía de placer. La sentí cambiar el ángulo y se sentía más rico, pues acariciaba mi próstata más de lleno. Una polla era mejor que un dedo y si la dueña era tan bella, mejor aún, era la perfección.

Sentí su excitación creciente, pues empezó a culearme con más fuerza, sin dejar de mantener el ángulo de entrada, para que mi próstata sintiera su verga desnuda, dura, caliente.

Pronto fue como un pistón taladrando mi culo, me hacía gemir y bufar por turnos, me sacaba el aire con sus embestidas. Mi polla palpitaba enloquecida y sin quererlo tuve mi tercer orgasmo de la noche, me corrí a borbotones, ni yo me lo creía cuando mi polla fuera de control largaba chorros de semen que me llegaron a la barbilla, si hubiera vierto la boca hasta capaz que me lo tragaba.

Julia completó mi jornada de nuevos placeres de aquella noche cuando inundó mis intestinos con su semen caliente, nunca imaginé que se sintiera así. Vi su cara desfigurada de placer, sus dientes mordían groseramente su labio inferior y su nariz expulsaba aire como una locomotora. Un éxtasis total me embargo, no sé como describirlo, mi polla palpitaba y no eyaculaba más, mi ano palpitaba en medio de sus feroces embestidas, me percaté del ruido que hacían sus caderas al golpear mis nalgas. Cómo no lo había oído antes?

Cayó rendida sobre mi pecho, me mordisqueó un pezón hasta hacerme doler, me miró con los ojos entre abiertos desbordante de placer. Luego me besó profundamente. Mis rodillas estaban sobre mi pecho. Me embistió y revolvió el culo con su verga tres o cuatro veces y me besó apasionadamente. Luego sacó su polla de mi culo con suavidad y me dejó bajar las piernas. Se desarmó sobre mi pecho una vez más. La abracé con una ternura desconocida hasta ese momento.

Empecé a sentir como de mi culo brotaba su semen, extraño y placentero, no podía pensar otra cosa, aun no había asimilado nada de lo ocurrido, ya habría tiempo.

Nos acomodamos en la cama de costado, la abracé. Parecía tan pequeña entre mis brazos, pero era un demonio en la cama. Habíamos follado a la par, ella me había enseñado un camino desconocido, lleno de ocultos placeres, era muy fácil sentirse adicto a ellos, y a ella. El culo me dolía, pero un cierto placer perezoso parecía no querer abandonar mi mente y mi cuerpo. Cuando mi mente quería cuestionarme algo, mi subconsciente le recordaba lo rico que había sido. El sueño se adueñó de mis ideas y corrió su velo de oscuridad en mi mente.

Continuará