Conociendo a black

Una mujer y su encuentro con un animal...

CONOCIENDO A BLACK

Era una madrugada fría en la que legaba a casa muy cansada. Me había quedado tomando unas copas luego del trabajo y se  hizo realmente tarde para una día laborable y de frío creciente.

La noche era azul y estrellada. Detuve el auto frente al portón blanco del garaje. Baje del vehículo en marcha, abrí y lentamente entré el auto. Cuando baje nuevamente para cerrar el portón lo ví allí a lo lejos.

Un enorme perrazo me miraba. miré  a ambos lados para ver si no andaba su dueño con el y no se observó a nadie. Le hice un ademán para que se acercará. Vino medio temeroso.

Ya había pasado un año de la partida de mi mascota querida. La pena volvió a rondar por mi alma, pero me sobrepuse al ver la mirada de aquel formidable animal. El perrazo se quedó a mi lado, a distancia, pero igual a mi lado, parecía que rogaba un poco de cariño. Movió la cola espesa con mucho pelo.  El corazón dio un salto. Me sentí conmovida por aquel bello animal.

Giré mi cuerpo y dejé la puerta abierta, llamándolo

__¡Ve, ven, vamos anda!!!__ el animal hizo unos pasos, desconfiado, se detuvo un momento. Yo parada en medio del garaje, entre el auto y la pared. El frío ya me estaba molestando, me orinaba y el perrazo me observaba sin moverse. Volví cerca del animal, le acaricié la cabezota también muy peluda.

Busqué de inmediato en la alacena que tenía allí mismo en aquel lugar y encontré maná del cielo, o sea comida que me había quedado. No se si le gustará pensé, quizá el sabor estaba rancio o se habría echado a perder, después de tanto tiempo. Igual me acerqué con un puñado y lo desparramé del lado de adentro.

El perrazo olisqueó y su mirada cambió. El brillo en sus ojos me indicó que tenía hambre y que sabía lo que era aquello. Dudo, pero hizo unos pasos y enseguida pude cerrar la puerta. Quedó comiendo sin importarle demasiado que yo haya cerrado la puerta tras de si.

Cuando terminó con aquel puñado levantó la cabezota y seguía moviendo la cola. Entendí que era un animal de buena conducta, de buen carácter. Me moví y el me siguió olfateando todo alrededor.

Miraba todo. Me seguía de forma cada vez mas confiada. Yo lo hablaba y lo hacía sentir calmado. Así llegué al baño. Me senté en el inodoro y el se quedó mirando y alargando su hocico ancho. Sus fosas nasales se abrieron y seguramente le llegó el aroma de mi pis.

Se acercó atrevido. Y quiso meterse entre mis muslos. Lo corrí suave. Con una voz segura y el se quedó quieto. Sentado en sus patas traseras, como esperando.

Me levanté limpiándome y el no se movió. Lave mi cosita depilada y fresca. Dentro de casa estaba cálido y confortable. Recorrí buscando una taza para ponerle comida nuevamente y agua. Cuando encontré los utensilios busqué un lugar cómodo para instalar a aquella bestia de animal.

Lo deje solo comiendo. Lo escuchaba hacer ruido mientras deglutía todo lo que le había dejado en el recipiente. Me acosté agotada y un poco borracha, ya no podía reaccionar. Caí en un sueño profundo y ya no escuché nada más.

En la mañana sentí una lengua en mi cara. Abrí como pude los ojos, era el perrazo. Tardé unos momentos en recordar que había sucedido y que hacía ese bello animal allí.

Reaccione y supe que era sábado. Me tranquilice pensando que no me había dormido.

di unas vueltas en la cama. Luego me levanté y fui al baño a darme una ducha, pasé desnuda delante del perrazo y noté que su hocico se movía para olisquear. Se acercó y rozó mi pierna de un lengüetazo. Lo hable fuerte y el se quedó mirándome. Era un animal muy atrevido, pensé.

Mientras me jabonaba y acariciaba mi botoncito dándome placer, pensaba, si tal vez, aquel hermoso perrazo, hubiera tenido alguna  dueña que  haría algunas cositas más con su mascota.

Quité rápido ese pensamiento, aunque me recurriría en otros momentos. Me vestí de forma deportiva, pensé en que haría con aquel animal, ya que corría todos los sábados por la mañana.

Decidí por cierto, creo que fue lo mejor, llevarlo al veterinario. Cuando le abrí la puerta del vehículo, dudo unos minutos y luego de un salto se colocó en el asiento trasero.

__¡Veo que te gusta viajar!¿O estas acostumbrado?...¡Como sea es mejor así!!__ salimos en dirección al veterinario amigo.

Llegamos y no había casi nadie. Baje sola y directamente compre el collar correspondiente para semejante perrazo. Luego lo baje. El veterinario lo reviso en general, se veía sano y fuerte. Le aplicó algunas vacunas preventivas y eso fue todo. Se veía que estaba muy bien cuidado.

__¡Bueno doc igual si alguien pregunta por el ya sabes donde está!!!

__¡Quédate tranquila!!

Nos marchamos regresando a casa. Bajamos del auto y lo lleve a caminar por el barrio. Iba tranquilo. Acostumbrado. Relajado.

Cuando llegamos a casa decidí darle un buen baño. Afuera estaba fresco, así que decidí llevarlo al baño.

Quité su collar. Abrí el grifo. Con la ducha de mano empecé a rociar su largo y espeso pelo de color blanquecino. Se quedaba quieto, dándome de vez en cuando lengüetazos en la cara, debo decir que era muy cariñoso. Champú y espuma. Se movía y se sacudía haciendo que mi cuerpo se fuera llenando de agua, o sea me estaba mojando por todos lados y haciendo del baño un asco. Era un animal grande y difícil de controlar si se movía mucho.

Me quite la ropa quedando en tanga con mis tetas al aire. Debo contar que son grandes. Con el roce tibio del otro cuerpo mis pezones se fueron poniendo duros. Cuando aquel animal descubrió mis tetas las lamió como al pasar, primero, después no quería correrse de ahí. Era una lucha. Estábamos cada vez mas empapados, el baño, era cómodo y grande. El animal estaba cada vez mas contento con mis tetas, deje finalmente que lo hiciera, además me estaba gustando lo que sentía.

Seguí tratando de bañarlo y cuando llegué a su miembro este estaba tan duro y gordo, que lo masturbé sin más, pensando que se calmaría.

Su tremenda pija salió por completo. Dejando un huevo enorme al aire. Calcule que medía cerca de los 20 centímetros y su bola unos 5 de diámetro. Me la metí a la boca, chupe con ganas. estaba tan caliente. Hacía un tiempo largo que no tenía relaciones con nadie y aquella verga me resulto deliciosa y el animal estaba encantado.

Mi boca tragó y tragó todo el jugo que largaba a chorros aquel perrazo.

__¡Oh Black necesitabas ser ordeñado!!__ lo bautice mientras comía su enorme pijón. Lo bañaba de saliva y metía mis dedos en mi conchita húmeda y abierta. De paso lamía la bola gigante. En tanto masajeaba ese tremendo manguerón de aquel hermoso animal que había aparecido en mi vida solitaria.

Tuve descargas eléctricas. Los orgasmos se sucedieron encadenados. Me volví loca deseando que aquella morcilla roja y brillante no decayera nunca.

__¡Ahhh perro enorme, quieres que tu mami te chupe, no!!__ seguí mamando aquella hermosura de pija animal. Creo que en un momento el se canso de aquello y se retiro un poco. Me calme y tomé el secador de cabello y me puse a secar sus pelos mojados y limpios. Ayude a aquella maniobra con un toallón que sería el suyo a partir de aquel instante.

Una vez que quedó bien seco salimos del baño. Yo era una calamidad casi en bolas. Busqué comida y se la coloqué en su taza. Enseguida se acercó a comer. Me metí en el baño para darme una ducha. De paso lo limpie un poco.

Salí en bata, totalmente desnuda. Black ya había comido todo lo que le deje. Evidentemente era de buen comer. Me vino a olfatear nuevamente. Deje que lo hiciera. Sutilmente corrí la bata dejando mi conchita sin vellos abierta para su placer. Metió su lengua y nada dije, una corriente eléctrica me atravesó y líquidos empezaron a fluir de mi cuevita caliente.

Siempre escuche hablar de las relaciones con animales. Nunca me preció un horror. Solo que nunca lo había practicado.

Ahora, que Black, me estaba metiendo la lengua hasta el fondo de mi vagina me sentía locamente entregada a aquel animal bello. Y me decía que había esperado mucho tiempo en probar aquel bocado.

Me levanté y el perro enloquecido me daba saltos alrededor. Entramos a mi cuarto, era pleno día, por el ventanal entraba un precioso sol de invierno. Estaba cálido. Quite mi bata quedando desnuda. Me senté en el borde de la cama y Black volvió a meter su lengua y su hocico en mi abierta concha. Comencé a gemir. Entonces aquel animal inteligente y calentón subió sus patas delanteras a mis hombros.

Su lengua salió y chocó con mi boca. Entendí que le gustaba dar besitos. Saqué mi lengua y nos baboseamos un poco. Roce con mi mano su bulto que estaba rocoso y engordando. Lentamente lo atraje hacia mi, sentí que su pijón asomaba mas potente y quedaba a la altura justa para que así de frente entrara en mi, lo abrace incitando la penetración y obviamente entendió el mensaje con unos rápidos movimientos me  clavo su herramienta feroz con bola y todo, Se agrandó dilatando mas mi abertura. Los orgasmos se sucedían haciendo que gimiera enloquecida.

El fue y vino clavando su garrote hasta quedar trabados. Luego se giro y quedamos pegados. Sentía sus chorros golpear en las paredes de mi vagina ardiente. Tiraba un poco y temblaba de placer. Ese animal estaba acostumbrado a tener amantes humanos. Se notaba porque no insistía en querer salir del estuche. Esperaba sin dejar de largar sus líquidos y dándome un placer desconocido para mi. Me recosté en la cama tirando de la cola a Black para que aún no se quitara. Sentí su enorme bola trabada en mi interior. Gozaba como loca. Con los dedos de la otra mano, me acariciaba los pezones duros.

Estuvimos tirando y aflojando durante quizá, quince o veinte minutos en los que regó mi interior indefinidamente.

Cuando sacó su bola un poco mas desinflada una catarata de jugos salió de mi interior. De rodillas busque su pijón y lo metí en la boca para chuparlo y mamarlo a placer, mientras lamía aquel portentoso miembro metía mis dedos y en mi vagina y seguía gozando como una salvaje desquiciada. Aún seguía largando su líquido era un semental precioso. Al cabo de un rato lo dejé en paz, su vergón se fue achicando, decidí dejarlo descansar.

__¿Vas quedarte con mamá Black, no es cierto?__ le hablaba mientras preparaba algo de comer en aquel día de sol hermoso. Eran cerca de la una de la tarde y andaba desnuda en la casa. El me miraba de lejos, descansando, lo había dejado de cama.

__¡Eres muy bonito, sabes, perrito de mamá, sabes que seguirás cogiendo, porque tu mamá es muy, muy putita!!__ iba de aquí para allá moviendo mi culito saltón y parado.

Comí algo rápido mirando un poco de televisión. De vez en cuando miraba aquel bello animal. Seguía durmiendo. Coloqué comida en su recipiente pero el ni se enteró. Junté y limpié los platos y utensilios sucios, deje todo en orden y encendí el primer cigarrillo del sábado. Lentamente se animo, fue despertando, se estiro. Se sacudió y lento se acercó a la comida, la fue terminando minuciosamente para luego beber grandes sorbos de agua. Luego abrí la puerta del parque y salió meneando la cola. Lo observé tras el ventanal corriendo, disfrutando, persiguiendo a los pájaros, sabiendo que nunca los alcanzaría.

Al rato entró y enseguida se acercó a mi. Beso mi vagina que estaba a su disposición. Paso su lengua y me encendió enseguida. baje al suelo, y jugueteamos simulando luchar. El se veía feliz. Decidí que me quedaría con Black en enes instante.

Jugando jugando quedé en cuatro patas. El se montó por detrás y empezó a querer hundir su pijota dentro de mi. Yo ya estaba excitada, caliente, abierta, cuando rozó mi ojete pegué u saltito. Pero la idea enseguida me pareció adecuada, quería que me direra por el culo. Lo guié, enseguida su miembro entró fácilmente para empezar a crecer descomunalmente. Se infló y empezó a ir y venir dentro mío. Yo gemía y sacaba mas culo para que aquel perrazo me poseyera totalmente, era suya, definitivamente. Su bola me agrandó el ojete al máximo, estirando el interior. Que manera de gozar y gemir, mezcla de dolor y placer. Sucumbía a  aquella cogida del ese macho perruno. Era una bestia taladrando mi culo, luego se giró sacando su gorda y larga lengua que goteaba enormes gotas de saliva. Estábamos otra vez pegados, esta vez a cuatro patas. El se movía y yo debía correrme con el para que no me reventara el ojete.

__¡Ohhh me vas a partir en dos,  ohhhh, siii tu mami está gozando, soy tu perra, ahhhhh!!!__ nuevamente sus chorros eran enormes, gozaba una y otra vez, era una perra loca en celo. Muy caliente, ardiendo, quemándome por aquella lujuria.

Finalmente salió de mi. Enormes chorros de jugos salieron de mi ojete un poco adolorido. Tome su caño y terminé de tomar su lechita de perro hasta dejarlo tumbado y feliz.

Debo decir que Black quedó por siempre conmigo. Sus dueños nunca aparecieron. Yo feliz por siempre. Después tuve otros animales una vez que Black fue envejeciendo, ya les contaré en otra oportunidad.-