Conociendo a Bernardo

Después de mi reconciliación con Diego...nos vamos de viaje.

Después de todo el trajín de alquilar el coche, maletas, idioma, país. Arrancamos dirección a la casa del amigo de Diego. Donde supuestamente haría un trabajo; en concreto el conocido. El viaje no era corto, unas 2 horas. Teníamos que subir un poco y había curvas. Yo, para dar un poco la nota, tuve que marearme obligando a Diego a parar en el primer sitio que pudo. Me puse a caminar por un camino que encontré para aliviar mi mareo. Diego me seguía de lejos, gracias a dios, porque debía tener una cara un poco desfigurada. En el caminó encontré una piedra que me sirvió de banco. Una vez sentada allí Diego llego hasta mi posición y me ofreció una de las botellas de agua que compramos en el aeropuerto.

-Gracias.

-Las tuyas por venir.

-Mira cómo te lo estoy pagando… -Nos miramos y nos reímos.

-Cosas que pueden pasar nena.

Sonreí con una cara de niña buena, cuando me saltó diciendo:

-¿Que bragas llevas?

-Pensé que serias más romántico.

-¿Más que eso? Imposible. Dime quien te va a pedir eso y además te desee tanto.

-Será que todavía estoy mareada.

-Pues tengo una cosa que va genial.

-¿Un besito?

-No. ¡Una buena polla!

-Oh, mejor aún.

-Tómatela y sentirás alivio de inmediato.

Puse el culo en el borde de la piedra y llevé mis manos a su cinturón que con habilidad y práctica desabroché. Diego estaba de pie a mi lado Parecía por mi cara que de golpe hacía como tres años que no comía y me entraron unas ganas enormes de comerme una hermosa polla. Diego me ayudó a sacarla definitivamente. La agarré con la mano y mi cara cambió. Saqué la lengua y miré a Diego. Estaba caliente y flácida pero en crecimiento. (Os diré un secreto, es cuando más me gustan las pollas. ;) Con mi lengua fuera di unos lametones a la punta de la polla tirando la piel hacia atrás. Sin esperar puse su punta en mi boca, saboreándola con mucho placer. Quise hacerme la guarrilla y le miré muy seductora con su polla en mis labios. Pero cuando fui a metérmela de nuevo en la boca, se la escondió. Me quedé parada. Con mi cara de perrita sin su hueso.

-¿A que estas mejor?

-Que malo eres. Dije sonriente.

-Quiero tus bragas. Dámelas y tendrás más.

No tardé ni un segundo en ponerme de pie y meter mis manos por debajo de mi falda de tubo para arrastrar mis bragas por mis muslos y sacarlas por mis pies, dándoselas a Diego con mucho cariño. Diego pareció activarse como una máquina que le pones una moneda. Sus manos sobaban mis tetas por encima de la camisa de botones. Mis pezones se endurecieron al segundo contacto de sus dedos. Sus manos fueron de mi camisa a la tela de mi falda, que poco duró tapando mi rajita. Levantó la tela hasta mi barriga, aunque la tela era flexible y bajó un poco dejó mi coño al descubierto. Sus dedos recorrían mi coño y yo gemía como una conejita en celo. Vi como Diego se mordía su labio y su deseo en los ojos. Levanté una pierna encima de la piedra que me había sentado. Diego se acercó acomodándose para darme polla. Yo me apoyé en sus hombros y después de escupir un poco de saliva en su polla empezó a follarme. Nos dimos un beso tan guarro que cuando separamos las bocas la baba estaba colgando de mi barbilla. Estaba cachonda perdida. Hacía escasos minutos estaba destrozada, parecía que salía de una lavadora centrifugando. Y ahora jadeaba como zorrita en celo en medio de ese bosque no sé dónde perdida en Ucrania. Pero daba igual la polla de Diego me follaba duro, nuestros cuerpos de chocaban.

-Waaaaaaaaaaaaaaa, que cerda me pones ¡JODER!

Con mi cara de niña buena y sujeta del culo por las manos de Diego, que me perforaba el coño bastante duro.

-Creo que tu boca tiene un pequeño trabajo. Mientras los dos gemíamos a un nivel medio, sintiendo mutuamente el aliento del otro, dijo sacando la polla de mi coño y forzando mi flexión de piernas.

Su polla era devorada por mi boca. Gimiendo cada vez que su glande tocaba mi garganta. Cuando la saqué para coger aire, dije:

-¿Está preparada para entrar más?

-MmhhSseehhh… afirmó con un sonido un tanto extraño.

Entendí que era un sí porque su mano se posaba en mi cabeza y forzaba a que la polla se colase entre mis amígdalas. Forzó unas cuantas veces. Aguanté como una campeona. Pero esa posición me estaba matando y saqué la polla de mi boca poniéndome de pie.

-Perdón, pero me moría. ¿Me follas? Dije poniendo mi dedo en la boca y mordiéndolo con los dientes.

Diego se acercó a mí con una sonrisa de felicidad que ni un niño al recibir regalos de reyes. Me cogió de las caderas dándome la vuelta y poniéndome con las manos en la piedra que nos había servido de banco. Levantó bien mi vestido y como nada más impedía que algo entrara en mi agujero mojado, su polla se coló. Sus manos frías se posaron en mis caderas y su polla entraba y salía dándome un placer sublime. Aceleró su ritmo, pero al poco se detuvo repentinamente. Intenté… no intenté nada porque sentí cómo se estaba corriendo dentro de mi coño.

-¡Hay mucha leche dentro de tu coño!

-Jajaja, reí mientras su polla acababa de escurrirse en mi interior.

Cuando decidió sacar su polla me incorporé.

-¿Ahora te mareas tú?

-Imposible, te follaba 20 veces antes.

Su leche empezaba a escurrirse por mis muslos. Esa sensación me daba escalofríos y sentí cómo los pezones se endurecían. Al excitarme de esa manera no pude evitar mirar hacía su zona brillante y reluciente. Su polla recién exprimida. Me flexioné de nuevo agarrando la polla flácida y la metí en mi boca eliminando  cualquier resto de semen que pudiese dejar sucio ese trofeo. No fui yo quien quiso que ese momento se acabara, fue el quien me quitó la polla de la boca y subió sus pantalones con algo de dificultad ya que estaban por sus tobillos. Yo bajé mi falda notando cómo el semen seguía escurriendo. Pasé mi mano por el interior de los muslos recogiendo lo más voluminoso y me limpié en la piedra. Diego amablemente me tiró agua en las manos para acabar de asearme lo más necesario.

Por fin pusimos fin al viaje. Valió la pena os lo puedo asegurar. Mis ojos se inundaban de un bonito paisaje de montaña. Aparcamos en el mismo camino. Delante de mí hay una bonita verja un poco vieja y oxidada. Detrás se percibe la casa del amigo de Diego. La casa no parece muy grande, de color marrón rosado. Unos fuertes y robustos árboles cubren la montaña, que está detrás de la casita. No es visible el entorno, ya que la niebla lo cubre todo. Pese a eso parece un lugar idílico para vivir.

Llegamos a la puerta y Diego no se molestó ni en picar. Silbó de una manera peculiar y al cabo de unos segundos le devolvían el silbido de la misma manera.

-Siamo arrivati. Italiano, pensé, esperando a ver quién aparecía.

-Piccolo cameriere…

No pude seguir la conversación pero allí estaba plantada como la niña más bonita de la zona.

-Bernardo ella es Alba, mi compañera.

-Oh mia madre. è molto bella. Es un placer conocerte y que vengas con Diego por estas tierras me llena de alegría. Me besó la mano como hacen solamente en las películas. Tengo a las niñas locas por conocerte. Les dije que venía una mujer a casa y se alegraron mucho.

-Será un placer, me encantan los niños.

-Ahora las conocerás bonita. Llegaran del colegio en breve. Solo te digo que es viernes, espero que tengas energía para aguantarlas. Dijo sonriente Bernardo.

Diego ofreció una bolsa donde parecía haber un regalo. Bernardo y Diego hablaban en italiano, a posteriori Diego me explico que Bernardo era italiano, pero que por negocios y demás acabó en Ucrania. Yo no me enteraba de nada pero como ya sabía dónde estaba la habitación donde nos instalaríamos fui a por mi maleta y fui a instalarme. Al entrar a la habitación vi un lavabo y tuve que ir a mirarme. Me miré en el espejo y vi a una chica diferente que la que vi la primera vez que Diego me folló. ¿Recordáis?

…Nos miramos a través del espejo. Creo que no hacía falta decir nada más. Estábamos conectados. Su otra mano me agarró del cuello y me besó la mejilla. Allí me quedé mirándome en el espejo sintiendo como el semen resbalaba por mis muslos…

Me vi preparada para lo que viniera. Me vi con un morbo alucinante. Sonreí cuando mi mirada penetró dentro de mis propios ojos mirándome a través del espejo. La piel se me erizó, no sé si por el frío que hacía en esa habitación de paredes anchas o por mi sensación. Esa sensación que haría que nada me parara.

Levanté ligeramente la falda, todo sin perder contacto con mis propios ojos, viendo lo guarra que era. Puse una de mis manos entre mis piernas. Mi cabeza llevaba rondando saber qué sabor tendría la leche de Diego. Solamente meter mis dedos en mi rajita sentí que estaba pringosa. Aún quedaban restos de semen, me detuve y quise sentir ese líquido dentro de mí. Los introduje hasta la mitad, escuchando mi respiración acelerada. Los saqué de mi coño y junte mis dedos con el pulgar para comprobar la cantidad. Se notaba bastante pringoso. Pero no dudé en llevar esos dedos a mi boca. Fue como probar un plato hecho con delicadeza. Intentando sentir cada matiz. Pero no, ese gusto era de placer, era de lujuria, era delicioso. Lamí mis dedos dejándolos sin rastro de ese líquido. No era el sabor que precisamente esperaba, pero sí aquello que necesitaba sentir. Repetí la acción un par de veces me vi reflejada en el espejo, abierta de piernas. Pero escuché por segunda vez la voz de Diego.

-Nena. ¿Estas por ahí?

-Voy, voy. Dije bajando mi falda y arreglándome un poco el maquillaje superficial.

Cuando llegué abajo estaban esperando para abrir una botella de vino. Y eso hizo Bernardo solo verme aparecer. Nos sirvió una copa y brindamos.

Diego estaba especialmente cariñoso con alguna que otra carantoña. Por allí empezó a correr comida, de la nada una mujer mayor apareció con unos platos para hacer un poco de picoteo. Cosa que no me vino nada mal para calmar mi sed de sexo. Hablamos durante horas. Conocí a las niñas de Bernardo estuve un buen rato entretenida. Vino, comida, risas y buen rollo. Diego incluso se comprometió, en una llamada que tuvieron con el hijo de Bernardo, a ir en bici la mañana siguiente. Agotada acabé dormida en el sofá junto a las niñas. Diego amablemente me acompañó a la habitación cuando todos se marcharon.

Por la mañana Diego y el hijo de Bernardo se fueron a hacer deporte por la montaña. Yo me quedé en casa de este hombre, “cuidando” a sus pequeñas hijas de 5 y 6 años. Que por cierto eran monísimas.

Al poco de estar en la habitación de las niñas jugando a ese juego inimaginable. Ya que era difícil seguir el ritmo. Pero a la vez era muy entretenido verlas jugar de esa manera. Bernardo abrió la puerta y dijo:

-Andiamo nella foresta

Las niñas dejaron tal cual estaba todo y contentas salieron de la habitación. Yo me levanté y como las ovejitas fui detrás de ellos. No me iba a quedar allí sola.

-Solo iremos a dar una vuelta. Así la asistenta puede limpiar y hacer sus cosas sin que le molestemos.

-Perfecto, yo voy donde me digáis. Sonreí educadamente.

-Estupendo guapa.

Y salimos de la casa paseando por un camino que al poco estábamos metidos en un sendero.

-Iremos a ver a un quesero que hay en la zona, ¿te apetece?

-Me encanta el queso.

-Genial.

El sitio era idílico, unas vistas preciosas. Todo muy bonito, ¡parecían unas vacaciones de lujo! Al llegar a la quesería las niñas entraron disparadas abrazándose a una mujer que nos recibió. Desaparecieron en el establecimiento. Yo me quede en la puerta haciendo fotos de postureo de la puerta, el paisaje,…

-¿Qué haces? Preguntó Bernardo saliendo por esa puerta preciosa.

-Aiixx, estoy enamorada de esto.

-Es magnífico, ¿verdad?

-Alucinante Bernardo.

-Diego cada año viene a visitarme.

-Con razón.

-Y pocas veces ha traído a alguien.

Sonreí. Devolviendo la mirada a Bernardo.

Bernardo se acercó más a mí para ver las fotos que estaba haciendo.

-Se te da bien.

-Con los móviles de hoy en día es fácil.

Diego sacó su móvil y se colocó para hacerme una foto.

-A ver…no te muevas…

-AAAIII Bernardo…Dije avergonzada sin mirar a cámara.

-Noo que quiero inmortalizarte. Yo este paisaje lo veo muy a menudo. Pero a ti…

-¡Gracias! Dije con los colores en plena ebullición.

Posé un poco para que sacara una foto. Y seguidamente me acerqué a ver qué tal había salido.

-Bernaaardoooo pero si tienes el zoom al máximo.

-Ya, Picola, pero no sé de estos cacharros y así veré tu carita de cerca cuando quiera recordarte.

-También puedes pedirme una foto.

-No tengo tu teléfono bambina.

-Pues te lo doy.

-Magnííífico!!! Dijo con el típico gesto italiano con los dedos todos recogidos. Yo me reí por su reacción.

-Ya me había comentado Diego que eras un encanto. Dijo.

-¿Así? ¿Cuándo? ¿Tanto te ha hablado de mí? Dije las tres preguntas, ansiosa de saber qué habían dicho.

-Noooo, se hizo el gracioso mirando va a otro lado.

-Vaaaa Bernardo...

-Lo justo, supongo para saber quién venía.

-Vaaa sabes que después de lo que me has dicho no puedo estar sin saberlo. Soy mujer. ¡Que te dijo!

-Qué eras maravillosa...

-¿Quién tú?... dije cauta. No conocía a Bernardo y no quería pecar de mal educada pero ni se inmutó.

-Anda posa un poco más para mí. Dijo.

-Cómo eres Bernardo. Dije negando con cara de niña buena. Me alejé a unos metros de él y posé para la foto. Pero fui más allá y pequé de sexy.

-Muy, muy bien, ¡¡picola!!

Esas palabras iban dirigidas a mi culo en pompa que había puesto para la foto. A la siguiente levanté ligeramente la camiseta... todo esto era entre risas.

-Pero sácame bien ¡¡eeh!! Dije entre risas.

-Si mujer...

-¡¡¡¡No hagas zoom!!!!

No se le veía muy avispado con la tecnología.

-A ver enséñamelas. Dije acercándome después de verlo un poco torpe.

Me enseñó las fotos y eran horrorosas…

-jajajaja. Reí

-¿¿Qué?? Dijo indignado.

-Que no tienes que hacer zoom

-Pero es que te pones muy lejos.

-Mira. Cogí su teléfono y me alejé para hacerle una foto. Retorné a su lado y se lo enseñé.

-Y si haces así.- Hice el gesto de ampliar la imagen.- se hace grande y puedes verme. ¿Vale?

-Va, va. A ver esta profesora. Aunque lo importante se queda en la retina. Dijo mirándome con mirada interesante.

Reímos y le di con mi hombro en el su brazo en un gestor de complicidad.

Su mano me agarró por la cintura.

-Eres muy sexy.

-Gracias Bernardo.

Su antebrazo pasaba por detrás de mi espalda y su mano llegaba a mi barriga. Me sentí rara. Ya que Bernardo tenía muy buena relación con

Diego. Y a pesar de que ya había hecho alguna cosa con otros hombres delante de Diego, no sé si esto sería correcto. No lo rechacé pero sí que me incomodé.

-Tranquila Alba.

Sonreí incómodamente...

-De verdad no quería preocuparte. Va vuelve a posar. A ver si aprendo.

Di unos pasos atrás... seguía con la camiseta medio subida.

-¿Dame algo más no?

-¿Ya está no? Dije con cara de indignada.

-Un poquito...

Puse un dedo en mi boca y miré más sensual a cámara. Me recordaba cuando me hacía selfies en el espejo del lavabo siendo una niña.

-Bien lo tengo. Mira mira.

Me acerqué a Bernardo.

-Biieeennn. Levanté la mano para chocar.

-Necesito más picola... toma.

Metió la mano en el bolsillo sacando un billete de 50€.

-No hombre Bernardo, no hace falta. Si estamos de broma, ¿no?

-Pero lo estás haciendo genial. Y por un buen trabajo hay que cobrar. ¿Sí? Así seguro que tienes una motivación más.

-¡¡Estas locooo!! Dije con un tono un tanto motivada.

Se acercó a mí y estiró la mano dándome el dinero.

-Toma, va.

-Pero Bernardo, ¿aquí?

-¿Coño donde si no? Solo son unas fotos. Anda va cógelo y dame un poco más.

Cogí el dinero y apretando el billete en mí mano me alejé. Subí mi camiseta por encima de mis pechos, dejándolos al aire libre. Mis brazos apretaban estos un poco para hacerlos más llamativos.

-Uuuuhhmmm, genial. Si señorita...

-Vaaaleeee ya está, -dije avergonzada bajando la camiseta y acercándome a Bernardo- A ver quiero verlas. Dije pegándome a su lado.

-Noooooo son mías...-escondió el móvil entre sus manos-

-Si hombre. ¡NO!

-Bueno vaaaa...

Hizo el mismo gesto que yo le enseñe para ampliar y amplio mucho en mis tetas. Mis tetas que no era excesivamente grandes pero tenían esa carne justa para agarrar y disfrutar.

-¡Miiraa! ¡Madre miaaaaa!...Dijo con tono divertido.

-Jajajajajaja. Yo me reí aunque en realidad me moría de vergüenza.

-¡¡¡Bernardooooo!!! Dije poniendo mi cabeza en su hombro, escondiéndome. -Son personales dije con dedo amenazador para que no salieran de allí.

-Claro, claro. ¿Y no me darías algo más? Pasando de mi comentario.

-Pero pagarás también. Dije teniendo una salida que solo podía tener consecuencias malas.

Metió la mano en el bolsillo.

-Esto te me queda...-Sacó dos billetes de 10€

-jajajajajaja

-No tengo más de 50 picola!

-¡Muy mal! Bueno pero por qué me estáis tratando muy bien. Dije con voz de niña buena y cara de zorrita. Cogí los 20€ que aún sostenía en su mano y apretándolos con el de 50€ levanté la camiseta muy cerca de él. Bernardo levantó al instante la mano y presionó unos de mis pechos.

-Diooooss, son mejor de lo que esperaba. Dijo palpando suavemente una de mis tetas.

-¡¡Eh!! eso no estaba en el trato, ¿no? Me aparté bajando la camiseta sonriente.

-Ya... pero... son tan perfectos. Dijo Bernardo babeando.

Nos miramos los dos con cara de felicianos. Me acerqué de nuevo y agarré su móvil de la mano.

-NO borres nada ¡eh!, son las fotos más bonitas que nunca he hecho en mi vida.

-No tonto, si has mejorado mucho. Puse la cámara en marcha y levantando de nuevo mi camiseta deje que Bernardo tocara mis tetas haciéndonos un selfie de lo más cachondo.

-¡¡Joder picola!! ¿No aceptas tarjeta?

-Jajajaja, no, pero tendré que pensarlo.

-¿Y por 50€ mas no me dejas ver tu culo? Sacó 50€ más del bolsillo.

-Pero bueno. -dije con cara de sorpresa-. ¿Ósea que mis tetas valen menos que mi culo?

-No pero esto ya es enseñar y tocar, ¿te parece?

-Mmmm...Puse cara pensativa.-Bueno va, pero aquí nos pueden ver las niñas. ¿No? Supongo que me salió la vena zorrita.

-Bueno aquí no. Dijo apoyándose en la pared ocultándonos tras un muro de piedra. Me puse a su lado bajando mi pantalón tejano ajustado elástico. Mi culo quedó al aire libre y mi precioso tanga dando la espalda a Bernardo.

-Waaaaaa. Alucinante, señorita. ¡ooohhh!. Bernardo no paraba de adular mi culo. Yo tenía una sonrisa pícara y tontorrona constante.

-¿Puedo? preguntó agarrando el tanga por la parte alta de mi espalda.

Afirmé con la cabeza. Agarró el tanga y lo bajó hasta que mi pantalón no le permitió más. Sus manos recorrían mis nalgas, llegaron a pasar por mi raja del culo y hasta sentí sus dedos muuuuy cerca de mi coñito. Ese hombre estaba muuuuuyy cachondo. Tanto que se puso a refregar su paquete entre mis nalgas.

-¡Ya! ¿No? dije cuando vi como venía de directo hacía mí. Me subí el pantalón y el tanga de una vez.

-Mira en un momento la que hemos liado Bernardo.

-Joder, la que me has liado. No tengo más sangre en todo el cuerpo.

Los dos miramos a su polla y reímos. Dijo señalándome con el dedo índice, casi rozando mi cuerpo.

-Te estaba buscando. Su dedo pasó cerca de mi pecho. Y seguidamente su mano se posó en mi mejilla. Su dedo pulgar me acariciaba el labio.

-Eres preciosa. Bajó su mano a mi pecho muy sutilmente y desapareció de nuevo en su bolsillo. Otro billete salió del bolsillo.

Creo que me puse un poco roja, después del rozamiento tan sutil.

-Gracias. Dije antes de darme cuenta del billete en su mano.

-¿Y eso? dije con los ojos como platos.

-Esto es por mi polla.

-¿Por tu polla? Jajaja. Me reí con la risa tonta.

-Sí, para que juegues con ella.

Nerviosa miraba a los lados.

-¿En serio?

-Chúpamela.

De mi cara se borró la sonrisa como cuando se va la luz. Me quedé en blanco.

-¿Aquí?

-Sí.

Bernardo estaba cachondo perdido. No lo paraba nadie. Creo que no lo paraba ni una negación a la propuesta. Ofreciéndome dinero parecía que no podía rechazar. Ese hombre estoy segura que estaba acostumbrado a pagar por sexo. Cosa que yo, seguramente lo hubiera hecho gratis. Pobre, si me conociera.��

-¿Qué necesitas? preguntó

-No quiero que nos pillen, tus hijas están por aquí. No conozco el sitio.

-Puedes estar tranquila. Pero ven.

Me agarró de la mano y me llevo a la vuelta de la casa. Al menos tendríamos algo de margen si salían las niñas, estaba más resguardado.

Me soltó y me puso delante de él agarrándome de las caderas.

-Ven déjame verte.

Sus dedos se colaron por delante del pantalón abriendo lo necesario para ver mis braguitas. Dio un tirón algo más bruto, gesto que hizo que me moviera hacia él. Su mano se coló por mis braguitas y sus dedos tocaban mi coño. Deslizo su mano un par de veces y de nuevo separó mi ropa para ver mi coñito. Me soltó como dándome el disparo de salida para empezar nuestro acuerdo. Me arrodillé con cara de pocos amigos, la verdad. El corazón me iba a explotar. Eso sí, no podía perder de vista a eso que estaba haciendo. Parecía una niña al abrir un regalo en una noche de reyes. Estaba ansiosa por ver lo que había allí debajo.

-¿No llevas calzoncillos? Lo pude notar al bajar la cremallera.

-Jamás.

Bernardo estaba tranquilo, parecía tener experiencia en este tipo de situaciones. A mí me temblaba el pulso, pero ahora solo pensaba en comerme esa polla y satisfacer a Bernardo. Su polla salió disparada cuando él mismo dejo caer el pantalón al suelo. Era bastante grande la verdad. No esperaba tal tamaño. La admiré y la cogí con la mano. Parecía que empezaba a tener apetito de polla. Empezaba a estar inspirada y dije:

-¡Necesita que te la chupe!

-Y correrme en tu boca.

-MmMmmMm. -Mordía mis labios mientras agarraba su polla con mi mano-. -Pues voy a chupártela mucho, ¿vale? Mi lengua recorrió todo su capullo.

-Yo te daré mucha leche, tranquila.

De la lamida que hice, salió un hilo de flujo pre seminal que quedó pegado entre su polla y mi lengua. Mis ojos se centraron en ese hilo que me puso muy perra. Empecé a chupar la polla con la ayuda de mi mano. Bernardo gemía como un perrito cansado. Solté la polla para colocar bien mi pelo y sin querer su polla se salió de mi boca. Su polla ya no estaba flácida, se aguantaba erecta sin ningún tipo de ayuda. Acomodé mis rodillas y abrí bien la boca para que su polla volviese a entrar para follarme la garganta. La metí hasta el fondo. Aguanté unos segundos para luego volver a devorarla haciéndole una muy buena mamada. Se escuchaba cómo su polla resbalaba por mi boca.

-Sllummm slluummm sllummm-

Y de repente  -Aaaghghghggg aghggggg-. Su polla tocaba mi campanilla.

Pero tuve que parar para  coger aire. Su polla parecía de plástico no perdía nada de dureza y yo gozaba. Era una maravilla chupar esa polla. Bernardo había bajado pulsaciones y pensé que algo estaba haciendo mal. Porque ni gemía ni nada. Tenía que poner en marcha mis armas de putita.

Mientras subía mi camiseta su polla me miraba fijamente. Brillante, preciosa como se ponen las pollas cuando están en plena mamada. Agarré esa polla y la rocé contra mis pezones, evidentemente duros como piedras. Eso pareció gustar a Bernardo que se animó a ser el quien refregara su polla contra mis tetas. Iba de una a otra, me dejo las tetas llenas de mi propia saliva. De nuevo cogí su polla queriendo tomar la iniciativa y reanude lo que había dejado, aún más  intensamente. Me la metí hasta la campanilla y descansaba en la garganta. Bernardo hacía movimientos cortos contra mí. De nuevo se escuchaba esa polla ahogarme.

-Ahgg ahhggg ahghhh...- Cuando mi respiración llegaba a estar al límite saqué la polla y de nuevo un hilo de flujos más grueso me acompañó, dejándonos atados.

-La chupas muy bien, picola.

-¿Sí? ¿Te gusta? Dije cogiendo aire, con la voz entrecortada.

-Sí. Mucho.

Ese comentario me alivió bastante. Como no hacía ningún gesto ni nada y estaba, “supongo”, acostumbrada a la intensidad para todo de Diego, me parecía extraña esa actitud. Lo estaba disfrutando de otra manera. Su polla estaba brillante, resbaladiza, era tremendo.

Pero no estábamos allí para eso, estábamos para chupar, así que me puse de nuevo a mamar, con el mismo mecanismo. Garganta llena de polla y cortos movimientos. De golpe Bernardo comenzó a gemir. Yo seguí mamando, supuse que quería que desayunara un poquito semen. Pero se agarró la polla y dijo:

-Quita coño...

Quise tener la boca cerca de su polla y un primer chorro casi ni me toca, paso por encima de mi cabeza de lo disparada que salió. No salió más leche hasta después de sacudir su polla 3 o 4 veces. Que no salieron tan disparados como el primero. De hecho todo lo contrario se quedaron por mi cara e incluso algunos cayeron en mis pantalones. Soltó su polla y me dejó entrar en acción de nuevo. Aseé esa carne viscosa dejándola sin ningún resto de semen. Me quedé allí de rodillas mirando a Bernardo desde mi posición.

-¿Pero lo de mi pelo no estaba en el precio, no? ¿Es un acondicionador?

-Lo siento picola. Ha sido sin querer.

Reímos los dos y besé la polla de Bernardo a la vez iba perdiendo fuerza.

Me levanté y colocando bien mi camiseta Bernardo me agarró entre sus brazos.

-¿Te ha gustado el parque al que te hemos traído? Su polla aún colgaba sin subir los pantalones.

Apoyé mi cabeza contra su pecho y se me escapó esa risa tonta. Desde esa posición veía su polla colgar. La acaricié con mis dedos, a lo que él dijo:

-No creo que despierte ahora nena.

-Es muy bonita. Nunca hubiese pensado que pasaría esto, ¿sabes?

-Bueno, en esta familia pasan estas cosas.

-Sí, algo voy comprobando.

-Tú no te asustes. Disfruta. Diego te tiene mucho aprecio, te cuidará.