Conociendo a Agame
Este relato ya lo había publicado pero no apareció, así que lo intentaré escribir como el anterior, me había quedado genial :(. Pero espero mejorarlo ;) Agame, de entre las amigas de Amanda y ahora mías, mi favorita...
Las cosas marchaban muy bien, como no han dejado de marchar, salímos, nos divertimos, nos tocamos, nos besamos, cogemos, etc...
Pero un día me entró el morbo acerca de su profesión nocturna, osea, de verla con alguien más, era algo que tenía en la cabeza y no me dejaba estar tranquila, sino que imaginaba situaciones perversas. Al comentarle a Amanda mis inquietudes, después de platicarlo, accedió a que fuera espectadora, así que me citó un sabado por la mañana en un centro comercial. Me vestí para la ocasión con un pantalón que me encantaba, porque ella me lo había regalado con el sudor de su frente, aunque sé que fue más por el sudor de todo su cuerpo, mmmmmm, que imaginación, y combiné un top ceñido al cuerpo.
Al llegar al punto de nuestra reunión la ví levantada sobre unas bancas, contestando distraída su teléfono hasta que al colgar me vió caminando hacia ella. Me abrazó y se hizo a un lado para levantar de la mano a una chica asiática en la que no había reparado porque su hermoso cuerpo, enfundado en un vestido negro y corto, con sus clásicos lentes oscuros, la cubría. Debía medir como 1.60, tenía un pantalón de mezclilla algo holgado y una playera blanca con tintes psicodélicos.
-Agame, mi novia, Daniela, mi amiga Agame.
No sé que me inspiró tanta confianza con ella pero la saludé con un abrazo fuerte, me cogió por la cintura amablemente y me dijo "hola", con una voz algo ronca, pero no fea, al contrario, de esas voces roncas sensuales, que me hizo temblar por las piernas. Después de escucharla noté que la podía haber incomodado con mi abrazo, pero no fue así, me sonreía de frente con su cabello algo corto y despeinado. Amanda me dijo que pasara el día con ella y que en la noche llegaramos antes a su departamento para escondernos en el armario y poder disfrutar del espectáculo. Se despidió de mí y se quedó un momento con Agame, en lo que yo pensaba más cosas al ver a la pequeña asiática atractiva, le dio las llaves del departamento y me alcanzó para llevarme por la tienda sujetando mi mano.
Platicamos mucho porque quería escuchar esa voz aguardientosa que me había fascinado, me contó que estudiaba psicología y que le encantaba leer, así que seguimos la charla con temas de mutuo interés. Decidimos parar en la librería y nos recomendamos lecturas, ella era muy tranquila y muy suelta, me gustaba estar con ella. De pronto ví un libro que me interesó en la parte baja del anaquel, me incliné sobre la cintura sin doblar las piernas para alcanzarlo y al momento sentí que me arrimaba su cuerpo por mi trasero, a lo cuál respondí levantandome pero sin alejarme. Debí sonrojarme pero sus brazos me tomaban por la cintura, repegandome a ella, besando mi cuello que levanté con gusto. El mundo se perdió en ese momento, me atraía y ahora me acariciaba con sus labios, dando pequeños besos que erizaban los cabellos de mi nuca, haciendo un sonido que me poní a mil con el tono que tenía. Regresé de golpe y me giré, mirándola a los ojos con el deseo que ella debió imaginar. Salimos del centro comercial con un rumbo fijo aunque no acordado, ya que las dos sabíamos el destino que nos deparaba. Seguimos platicando en el camino, desde la plaza hasta en el taxi que tomamos para llegar al apartamento de Amanda.
Al entrar me cedió el paso en la escalera y, cuando dí el primer paso, introdujo su mano entre mis piernas, levantandome por su fuerza y la sorpresa de la línea que separaba ambas nalgas, prendiendo mi líbido a todo lo que daba. Aparté su mano corriendo para que me persiguiera, lo cuál hizo y nos reímos, jugando a que no podía tocarme, a lo que yo hacía trampa cada vez que me decía que la dejara. Llegamos cansadas y nos detuvimos en la puerta a recobrar el aliento, tomó las llaves y entramos al departamento.
Me pidió que tomara asiento en una de las dos sillas que tenía Amanda en el recibidor, en lo que escondía nuestras cosas detrás de una barra con tragos, para que no hubiera rastro de nuestra presencia cuando llegara Amanda. Se sentó en la otra silla y hablamos muy de cerca, sonreímos y supongo que mis ojos me delataban, con ese brillo de lo que había estado fantaseando desde que escuché su voz. Prendimos la tele y recorrimos los canales sin encontrar nada que valiera la pena. Se levantó sabiendose la anfitriona y me dijo si quería algo, como siempre pedí agua, preparándome para el preludio de mi imaginación.
Mientras servía los vasos sobre la barra acerque ambas sillas mientras ella sonreía porque pudo verme, desapareció en el pequeño patio trasero, escuché un ruido de boiler y la miré entrar por la puerta. Se acercó y me tendió el vaso de agua, no paramos de platicar, era muy interesante y su acento me volvía loca, aparte de aquella voz rasposa, aaaaaaa, su voz. Seguímos en la plática mientras le hacía preguntas para que no dejara de hablarme. Se puso de pie sin previo aviso y me dirigió una sonrisa traviesa.
-Amanda me dijo que no te hiciera nada, así que tomaré un baño, me gusta la puerta abierta ;)
Interpreté a mi conveniencia aquellas palabras y ella lo sabía, tal vez por todo eso de la psicología, al parecer le gustaba jugar y era buena para llegar.
Se quitó la playera y la dejó sobre su silla, sonriéndome con travesura y guiñandome un ojo. Me puse tan nerviosa que sentía mis pantis goteando de ansiedad. Al escuchar la regadera ya no pude aguantar, quitandome los tennis me levanté y caminé sigilosamente a su encuentro, encontrando los restos de su ropa por el suelo, incitandome a seguir sus prendas para perderme en mi calentura. A medio camino pude ver una tanga blanca y no sé que se apoderó de mí en aquel momento, ya que las levanté y las olí intensamente, apoderándome de su aroma en lo que llegaba a la puerta que me esperaba abierta. Miré la sombra de mi pequeña diosa de medio oriente, que se frotaba el cuerpo y dejaba su cabello lacio y mojado. Recorrí la cortina cuidando no hacer ruido, aunque sabía que lo había notado, pero como parte del juego ni siquiera se inmutó. La ví de espalda, se encontraba con el agua directa al rostro, bajando seductoramente por su cintura delgada haciendo un zurco sobre sus glúteos pequeños pero bien formados. Se quitaba la espuma de su cabello y me arrojé a tomarla por la retaguardia. Mi cuerpo la rozó para después apretarla entre mis brazos, acariciando su bella figura, sobando sus igual de pequeños senos en lo que gemía con esa voz que lograba derretirme.
Volteó lentamente y me tomó por los cachetes, haciendo que mi boca se convirtiera en un pico para besarme incontrolablemente, me acarició las naglas y las apretujó, haciendolas bailar de arriba hacia abajo, me besó los pechos y mordió mis pezones. Yo estaba que no cabía en mi ser de lo exitada, me miró y me tomó del cabello. Por un momento pensé que me bajaría a la fuerza para que indagara en su entrepierna, pero no lo hizo, me llevó suavemente la cabeza hacia atrás y me besó por el cuello. Dimos vueltas para mojarnos en turnos, metía sus dedos en mi conejito y los llevaba a mi boca. Recordé sus palabras "Amanda me dijo que no te hiciera nada" pero se me antojaron mentirosas, pero de igual manera las interpreté con pasión, haciendola retroceder un paso para asomarme hacia su vientre. Me tendió con una mirada de una colegiala que esconde una sorpresa, lo cuál hizo que me bajara solita para descubrir mi destino. Mi lengua recorrió el camino desde su boca hasta un pequeño paquete que escurría gotas de agua, no tan largo pero con unos testículos monumentales, que colgaban danzando hipnóticamente, mojados y apetecibles. Comparado con el miembro de Amanda parecía diminuto, pero de igual manera lo tomé con la boca como un animal que busca su alimento y comencé a mamar si compasión. Tragué como una perra hasta los huevos, algo que jamás había hecho, ni siquiera con el de Jorge que, aunque pude hacerlo, nunca me había exitado tanto para acometerlo.
Jadeaba oportunamente y tan maravillosa que me encontraba embrujada con su pequeño dote. Era cierto que no estaba crecido, pero imaginé que no podría ser mucho, de hecho pensé que sería menos que el de mi exnovio. La miré de abajo para arriba como era mi costumbre en aquella posición, y para mi sorpresa, me regresaba la vista con aquella mirada que escondía algo. Nunca me había tardado tanto en parar una verga cuando la mamaba, pero ella parecía inmune, sonriendo y parpadeando divinamente, con una mano encima de mi cabeza y otra posada en la cintura. La abracé con los labios y la chupé como si fuera chicle, que para mi sorpresa se estiraba mucho, así iba y regresaba con mi cabeza a lo lejos de su miembro, pero sin soltarlo, como si la vida se me fuera en aquello, era mi tesoro. Al parecer estirarle la verga funcionó para que comenzara a levantarse, para lo cuál la comi en toda su pequeña extensión, hasta los huevos, sin miedo a su tamaño, jugando con mi lengua en la cabeza de su pene.
Me exitó tanto al haber cumplido mi deber de pararsela con la boca, como me gustaba, así que engullí todo lo que tenía hasta sus testiculos que amenazaban con salirse de su guarida, pero abrí más para frenar su huída. Acarició mi cabello en lo que crecía su verga, y se alargó y se alargó, más y más, hasta un punto que creí no aguantaría, pues ya se repegaba en la garganta. Lo saqué lentamente ahogando una ligera asfixia, contemplé lo que salía de mi boca y apreté los labios como no queriendo que se fuera, para lo cuál para al finalme empujó mi frente hacia atrás para advertir un sonido que calentaba toda mi pasión "pop". Sonrió de manera diferente como un mago que acaba de sorprender a su audiendia, lo cuál había logrado porque su miembro había crecido de unos 12 centímetros a unos 18 yo calculo, no tan ancha, pero de buena complexión. Casi sin creer aquella apetecible transformación colocó aquella salchicha sobre mi rostro y de un movimiento rápido al ponerse de puntas, dejó caer sus enormes bolsas sobre mi boca. Las lamí sin pensarlo, las chupé una por una y ambas al mismo tiempo.
Me recogió el cabello hacia atrás y lo tomó con una mano, mi pequeña asiática se separó como tomando impulso para arremeter contra mi boca. Y así lo hizo, metió su verga en mi boca y la sacó, repitiendo el proceso un par de veces, para después tomarla con la mano libre e introducirla simulando que era a la fuerza, pero esta vez la agitó dentro, para después marcarme los cachetes como si estuviera llena. Me encantó la sensación abultada en mis cachetes, pues restregaba su bella verga dentro de ellos hasta que salía junto con sílabas "ohs" que intentaba no decir.
Me cogió incansablemente por la boca, de atrás hacia adelante obligandome del cabello a que la comiera toda, mientras pensaba "Agame, Agame, Agame" y mi boca hacía los "gulps" que me tenían embrujada.
-Cómetela con todo y huevos.
Me sentía mojada en extremo, no solo por el agua, si saben a lo que me refiero :D, porque cada que pronunciaba aunque fuera un sonido indefinido, su sentido era llevarme al éxtasis. Retardé la mamada para comer como una serpiente, engullendo por partes aquel animal de tierras lejanas, primero la vara para dejar el postre al final, aunque pensé que no entrarían ;)
No sé como lo supo, pero me dijo "nadie me la había mamado así nunca" lo que fue un incentivo para que terminara mi objetivo, así que sus huevos entraron con todo y chorizo, mis ojos se desorbitaron, pero me apretó para que no aflojara el bocado. Movió las caderas y comencé a lagrimear, con mis ojos abiertos, mirándola como pidiendo que la sacara, fue confuso, porque la quería toda, pero si continuaba así, podría vomitar, lo cuál jamás me había pasado. Se apiadó de mí y sacó el sable que me había atravesado, tosí repetidamente, a la vez que se masturbaba. Cuando la ví y quize darle las gracias la volvió a meter, esta vez solo la salchicha, pero volvió a dejarla adentro. Intentaba recuperar el aliento pero ella solo dejaba que respirara lo suficiente para seguir cogiendo mi agujero bucal.
Me dejó libre de su agarre y me levantó mientras seguía con esa cosa en las amigdalas. Me gustó cuando salió porque fue forzado, lo que hizo que quisiera más. Cerró la regadera y me llevó a la recamara. Con la idea de que seguiría dandome biberón me sorprendió que me empujara sobre la cama, quedando mis piernas por debajo, me tomó de las nalgas fuertemente y me penetró si avisar. Era una maestra para hacer exactamente lo que me ponía tan caliente, cambiando las formas tan rápido que me desarmaba totalmente. me la metió toda y muy rápido, parecía que mi culo le encantó, porque me bombeaba y me decía cosas en su lenguaje, que no entendía pero que igual me exitaban.
Su voz me dominaba sin necesidad de ser autoritaria, me levantó la cabeza de los cabellos y excalmaba con furia, su tamaño me complacía ya que era apenas más grande que yo, lo cuál hacía que nos amoldaramos perfectamente. Comenzó a nalguearme y empujarme la cabeza sobre la cama, yo no ponía resistencia, era su juguetey me encantaba serlo.
Tomandome por las axilas me levanto de un jalón, teniendome de pie con las nalgas alzadas, acercandose a mi oreja por detras sin parar de embestirme tanto que hacía sonar mis cachetes traseros. Me tomó las tetas y me dijo:
-Eres mía, en este momento, solo mía.
Tenía razón y no pude responder, el habla me había abandonado y solo gemía al borde de los gritos.
Volvió a sacarme su bastón y me arrojó a la cama, se acostó sobre de mí y me cogió de a misionero. Me besaba y se sacudía entre mis piernas las cuales solo acerté a cerrar para abrazarla fuertemente. Cambió de posiciones como se le hincharon los enormes huevos, me abrió las piernas, las soltó, acarió mis senos, los apachurró, me puso de lado, me giró y lo único que yo sentía era su verga entrando y saliendo, dándome un placer casi igual al que solo Amanda podía lograr. La última posición fue de frente, ella aún de rodillas y yo acostada, levantó ambas piernas para colocar mis muslos sobre su hombro izquiero y se reclino sobre de mí, que gritaba por la sensación, ya que mis piernas provocaban una pequeña resistencia, la cuál ella ignoraba perdida en penetrarme hasta el fondo. Sin decir nada, en medio de aquella cogida magistral, sacó su pito y me abrió las piernas. Mi última exhalación fue algo así, "ah, ah, ah, ah, ah, aaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhh" :)
Escaló mi pequeño cuerpo y se masturbó encima de mis pechos, jalando su hermosa herramienta del placer ante mis ojos, para terminar escupiendo su existencia sobre todo mi rostro. Soltó un alarido ronco, perverso, tan lleno de satisfacción, que utilicé mis últimas fuerzas para tragarme su regalo líquido y también, por qué no, su carne nuevamente. Se tendió a un lado mío y aproveché para besarle la verga y tragarla nuevamente, esperanzada en que se encogiera dentro de mi boca, lo cúal jamás había hecho pero que se me había antojado, pero tiernamente me miró y me dijo que parara, que sino Amanda llegaría y nos encontraría así, arruinando su noche de trabajo.
Nos vestimos y recogimos todo al tiempo en que se escuchaba la voz de Amanda por el pasillo, riéndo con un tipo en dirección al departamento.
Nos escondimos entre risas en el armario como habíamos acordado y miramos como entraban, comiendose a besos y recostandose en la cama.
El relato ya se alargó, pero si quieren lo concluyo para la próxima.
Mucha suerte y espero que les haya gustado, besos ;)