Conociendo a Agame 2
Continuación
Cuando la puerta se abrió yo ya me encontraba dentro del closet junto con Agame, estaba nerviosa, pero al ver a mi pequeña asiática supuse que ya había estado en esta situación una o más veces, me tomó de la mano y nos sentamos en unas cajas que tenía dentro. Las puertas del armario eran de esas que tienen como ranuras, que la madera viene de arriba para abajo inclinadas, así que podíamos ver perfectamente y, curiosamente al aprovechar la sombra, no nos veíamos desde afuera.
Amanda entró con un hombre algo llenito jeje, con lentes y peinado de raya en medio, pusieron música y se tiraron sobre la cama y comenzaron a besarse. Mi novia pasaba sus manos por su entrepierna mientras que el la tomaba de las nalgas, las apretaba y se asomaba para verlas. Se pusieron de rodillas sobre la cama y Amanda le quitó la camisa y comenzó a jugar con su pecho, a lamerlo, mientras el tipo se desabrochaba el pantalón. Esperé ver algo bueno y apreté la mano de Agame, quien comenzó a acariciarme el dorso con sus dedos, sin quitar la vista de la acción.
Amanda se agachó como colocándose en cuatro y sacó la masculinidad de aquel hombre para comenzar su parte con la boca. Para mi decepción no era grande, más bien era mediano el pene del sujeto, que mientras Amanda lo cubría con la boca, él se inclinó para levantar su falda, dejando al descubierto la piel de su trasero y la tanga negra que se ajustaba sobre ella. Se la metió mientras acariciaba y nalgueaba aquellas pompas que me pertenecían, debo admitir que me exité, aunque fuera aquel tipo, pues nunca había visto a mi chica con alguien más.
Se levantó después de haber saboreado aquel falo y lo siguió masturbando, nos hechó una mirada hacia el armario, guiñó el ojo y se bajó las bragas lentamente. Sacó a relucir su miembro en frente del del hombre, a lo cuál él pareció sorprendido al ver aquella cosa más grande que la suya, la vió a los ojos y la besó. Aquella imagen de las dos vergas juntas y la de Amanda siendo superior me gustó demasiado que me sorprendí acariciando a Agame entre las piernas, le bajé el cierre y saque su pequeño dote dormido, esperando despertarlo para que creciera y volviera a emocionarme.
Yo jalaba la verga de Agame mientras el tipo se recostó sobre Amanda, supuse que no se había atrevido a mamársela de tan grande que la había visto, para lo cuál, una vez arriba, ensartó a mi mujer con su mediana vara y comezó a moverse lentamente. Entre la música podía escuchar los gemidos falsos de Amanda, ya que conmigo era muy diferente. La idea me exitó y me di cuenta que Agame me había tomado un pecho y comenzaba a menearlo. Después de un rato en la misma posición llegué a la conclusión de que no cambiarían, me aburrí un poco, así que jalé a la pequeña para que se levantara con cuidado, su verga crecida quedó frente a mi boca, saliendo por el cierre, como si hubiera aceptado salir a jugar conmigo.
Me agarraba de la nuca y se mecía adelante y atrás, yo acariciaba con una mano sus piernas y con la otra la tomaba de los testiculos. Así pasamos un rato y la música no paró. Entonces se abrieron las puertas del armario y Amanda nos miró, miró primero a Agame que estaba de pie y con cara de yo no fui, me miró y le sonreí, miró mis pechos y se encontró la verga de su amiga en los senos de su novia.
-Muy graciosa Agame, muy graciosa. - Le dijo, aún sin calzones, mientras nos incorporabamos.
Salí con los pechos al aire y me senté sobre la cama, Amanda tomó a Agame de un hombro y la llevó a mi lado. Se cruzó de brazos frente a nosotras y pensé, por un momento, que se había enojado, y a la mejor Agame lo pensó por igual, ya que su miembro había empequeñecido, como asustado.
- Ponte de pie amiga. - Le dijo sin dejar de cruzar los brazos. - Quítate la ropa.
Así encueradas las dos pude contemplar como, aunque Agame era muy buena en lo que hacía, Amanda me tenía aún enamorada. De pronto mi mujer se agachó y levantó el culo mientras acercaba sus labios a Agame, me miró y siguió chuoando el ahora pequeño trozo de su amiga. Sin dejar de ver me levanté y mecánicamente me agaché con Amanda. Chupaba, me besaba y me pasaba aquella carne que ya estaba de pie, se tocaba la entrepierna y cuando me metía la verga en la boca aprovechaba para nalguearme.
La pequeña hizo que me ahogara, a lo cu+al Amanda pareció que diría algo, pero Agame la tomó del cabello en un segundo e insertó su miembro, cuan largo, en la garganta de mi chica. Amanda la veía de abajo a arriba, como yo lo hacía, mientras Agame abusaba de su garganta, sin piedad, arremetiendo como si fuera la venganza por haberla asustado. Me quedé estupefacta, no comprendía como una pequeña niña del otro lado del mundo podía someter a aquella fiera rubia que llegaba a ser Amanda. Le repegaba el miembro en el rostro y la llenaba de líquido, cuando me miró y me dijo que me hiciera cargo de la verga de su amiga. Así lo hice, como Amanda seguía en cuatro patas me acosté entre sus piernas, donde su dote colgaba y se movía al ritmo que Agame la cogía por la boca. Se la mamé intensamente como me tenía aquella situación, no sé si Amanda lo hacía conciente o por estar rendida, pero dejaba caer sus su pelvis hasta que su vientre me tocaba la frente. La miraba tan hechizada y que en verdad no se daba cuenta que me ahogaba, hacía que me convulsionara en espasmos que levantaban mi cadera, le pegaba en las nalgas para que regresara en sí, pero no lo conseguía. Agame la levantó en un momento y me quedé tendida sobre el suelo, sentó a Amanda sobre la cama y me recogió.
Me colocó sobre Amanda, con las piernas abiertas, con mi conejito ardiendo frente a su rostro y mi cara viendola mamar el imponente pene de mi mujer.
Lo sacaba de su boca y lo acercaba a mí, pero solo podía comerme la cabeza sin dejar que Amanda me humedeciera las piernas, así que la veía con ganas y con placer, de ese placer que da la envidia. La pequeña asiática era muy talentosa, comía toda la carne de mi mujer como si no fuera tan grande, me miraba y la saboreaba, mientras me prendía al mil por una lengua entre mis piernas y una verga que no podía mamar. Se puso de pie y jugueteó como a las espadas con mi mujer, y aunque parecía un mandoble contra un florete, estaba dispuesta a que ambas armas me ensartaran.
Subió hasta donde estaba colocandose de rodillas y me dejó mamar un rato. Me estaba derritiendo entre ambas mujeres, una frente a mí alimentandome con biberon y la otra logrando que me viniera en sus labios.Se colocó entonces Agame a mis espaldas y me atravesó con su florete. Se sentía bien, aquneu me hubiera gustado ver a Amanda por debajo, mientras se llevaba a la boca unos huevos que chocaban en mis piernas. La verga de Amanda no dejó de estar erecta, recta como un mástil hasta que se escabulló y me la puso en la boca. La miré extasiada porque Agame hacía un gran trabajo por detrás, mientras que mi novia la metía con ayuda de su mano. Me costó un poco recordar como mamársela a Amanda, pues era gorda a comparación de la asiática, lo que me provocó retortijones en la garganta.
Me dejaron con ganas de más, pero Amanda ya se sentaba sobre la verga de Agame, con su tremendo culo que se mostraba inmenso por encima de la delgada asiática. Lo ví todo por enfrente y me fascinó, porque aquellas nalgotas se comían literalmente la vara que la penetraba y le causaba tanto lacer, mientras que su miembro chocaba con el ombligo y los huevos de ambas se frotaban al contacto. Introduje de inmediato la verga de Amanda que paseba salvajemente, lo cuál fue raro, porque se descontrolaba en mi boca, en ocasiones orillandome a toser y otras alejándose de mi gusto.
Para mi sorpresa Amanda se vino en mi boca, llenandome, sin previo aviso de sus jugos sexuales, que se escurrieron de mi boca al momento de sacarla, dejandome marcada con sus divinos disparos. Se vino mucho, muchísimo, porque estaba exitada al cien. Se levantó de su asiento con colchón de verga y Agame me pidió que me sentara. Ahora era mi mujer la que chupaba mi marca de mujer, mientras entraba y salía la herramienta del placer de tierras lejanas. Cuando Agame me poseyó se quedó en su mundo haciendome gemir, cuando de pronto me empujó a un lado y mis nalgas liberaron su miembro que palpitaba en éxtasis. Justo al quitarme apuntó su pistola a los ojos sorprendidos de Amanda, que solo alcanzó a cerrarlos y abrir la boca de sorpresa. Llegué al punto máximo cuando ví el chorro que salió de aquella verga, mojando a mi mujer de líquidos que yo no podría darle, lo ví como en camara lenta, escupiendo y escupiendo, líquido tibio tras líquido tibio sobre mi bella Amanda. Los gritos de Agame eran de lo mejor, lo que sabía nos embrujaba mientras ella satisfacía su placer. Así desnudas nos quedamos dormidas todas y seguramente como yo, soñaron con la segundo y tercer caída.
Al despertar era de día y seguía en medio de ambas, desnudas pero bajo las cobijas. Fue la primera vez que me quedé con Amanda y no llegué a mi casa. Me puse muy nerviosa de lo que me esperaría en casa aquel día.
Espero que les haya provocado algunas sensaciones este relato, de esas que gustan y exitan :)
Mucha suerte, gracias por leerme y hasta la próxima.