¿ Conoces Todorelatos ? 2ª parte, 5 y FINAL

Continuación de la gran historia escrita por MadridRelatos.

CAPITULO FINAL

Había pasado casi un año desde mi conversación con Laura. En este tiempo había estado muy ocupado con viajes y reuniones como consecuencia de mi nuevo puesto. Coño, ahora me daba cuenta lo que desgastaban las nuevas responsabilidades de este puesto.

Había descuidado mis clases de cocina. Faltaba una y otra vez. Lo que me obligué a no fallar era ir al gimnasio y machacarme con el entrenador personal. También llevaba unos meses saliendo con Magdala, una abogada que llevaba de forma externa el tema laboral de mi empresa.

Magdala era divorciada. Morena de ojos claros, metro sesenta y cinco aproximadamente. Era linda de cara y su cuerpo era normal, sin ningún atributo a destacar. Unos cuantos años más joven que yo y tenía un chaval de 13 años de su anterior matrimonio. Congeniábamos y lo pasamos muy bien cuando estábamos juntos. Pero yo seguía con mi freno emocional puesto. No me comprometía lo suficiente porque no me apetecía ir más allá. Además, con sinceridad, tener que lidiar con un adolescente, no era plato de gusto para mi. Esa era mi excusa perfecta para evitarla los fines de semana que ella debía estar con su hijo según el acuerdo de custodia que tenía con su ex.

Hacía un mes, Laura con la que tenía contacto habitualmente y era la que me informaba de Lucía, aparte de mi hijo, me comentó que Lucía parecía que estaba iniciando algo con un abogado amigo de su novio Eduardo, también separado. Él por lo visto, estaba loquito detrás de ella desde que se le habían presentado unos meses atrás.

Hice como que me resbalaba, pero en el fondo la noticia me jodió. ¿Y si era gilipollas y al final me iba a arrepentir de no haberlo intentando nuevamente con Lucía?. Eso pensaba y rápidamente mi otro yo, me hacía ver que la decisión correcta era no hacer caso a esos pensamientos. Que nunca iba a olvidar y por tanto sería imposible tener una relación sana con ella.

Lucía. Cuando salía su nombre y pensaba en ella, ahora siempre venían a mi cabeza todos los buenos momentos vividos. Inclusive algunos de ahora una vez separados, cuando convivimos juntos en mi casa.Lo bueno sólo y de los momentos de la separación a duras penas me venían retazos.

Laura organizó una barbacoa con un montón de amigos en una casa de campo que habían comprado recientemente sus padres a las afueras. Me preguntó si iba a venir con Magdala y yo le respondí que no. Hacía ya unas semanas que había hablado con ella de terminar, ella esperaba algo que yo no le podía dar y no quería hacerle daño. Además estaba el tema profesional y no quería que aquello nos afectara. Creo que pudimos quedar como amigos, y si no al menos podernos relacionar profesionalmente como cliente y asesor.

Le pregunté si había invitado a Lucía y me dijo que sí, pero que no iba a venir porque ese fin de semana se iba de escapada romántica con su abogado. La cosa parecía más seria de lo que en un principio me había imaginado.He de admitir que me desilusionó enormemente no poder volver a encontrármela, a la par que sentía una angustia incontrolable al darme cuenta que se alejaba de mi irremediablemente.

Hacía frío en la sierra. Me vestí con una camisa gorda de Ralph Lauren. Unos vaqueros y me llevé un polar azul marino. El día a pesar del frío estaba precioso. Ni una nube. Cogí el coche y siguiendo las indicaciones llegué hasta la casa. Se me había hecho un poco tarde y creo que llegué de los últimos. Entré en la casa y fui saludando a todos los amigos que me encontraba en el paso. Prácticamente conocía a todo el mundo. En ese momento oí mi nombre

  • Hombre Pepe. Pensé que ya no llegabas. Dame un beso, coño – Laura se plantó y dándome un gran abrazo me plantó dos besos, uno en cada mejilla. Cuando me soltó, la vi. Allí estaba Lucía, que no se había percatado aún de mi presencia y se reía con un tipo que en ese momento le sujetaba la mano.

Laura me observaba mientras yo la miraba, hasta que Lucía miró hacia donde estaba y me vio. Le soltó la mano al tipo con el que estaba y enseguida se puso seria. Laura había analizado nuestras reacciones. Vio la de Lucía, pero sobre todo la mía.

  • Lo siento Jose, no sé que problema tuvieron con la reserva y al final se han presentado en la casa. Te aseguro que no lo sabía. De todas formas, ven que quiero presentarte a Albert, es el abogado que te hablé que está con Lucía- y me cogió de la mano sin darme opción.

Me acerqué hacia ellos y primero saludé a Eduardo. Estaba en ese momento que no sé explicar lo que sentía, pero no era nada bueno para mi. Decepción era la palabra que definía mis sentimientos.

  • Este es Albert, Jose -

  • Hola Albert, encantado – le dije con la mejor de mis sonrisas falsas.

  • Hola Jose, el placer es mio – Su sonrisa me parecía franca, me daba la sensación que él no tenía ni puta idea de quién era yo.Tenía la impresión de que ellos tampoco sabían que yo iba a venir. Aquello empezaba a olerme a encerrona.

  • Hola Pepe – Me dijo Lucía sin moverse de donde estaba y bastante avergonzada. A la pobre casi ni le salían las palabras.

  • Ah, hola Lucía – Le respondí levantándole la mano. Ella, estaba claro por su reacción al verme, que no pensaba encontrarme ese día en la barbacoa. Y su novio, como tampoco me esperaba, supondría que ese sería otro Jose, y no el de Lucía. Me disculpé y me fui a dar una vuelta para charlar con algunos de mis amigos.

Comí poco y bebí menos. Las cervezas se me calentaban en el vaso y el vino me sabía a vinagre. Cada vez me sentía más incómodo. Desde que entré, Lucía cambió su semblante. Me buscaba con la mirada y no dejaba que Albert la rozara. Nos cruzamos unas cuantas veces las miradas y notába una tensión insana. Llegó un momento que sentí que me ahogaba y decidí que tenía que irme de allí. Sobraba.

Busqué a Laura que estaba dentro de la casa y le puse la excusa más estúpida del mundo para marcharme. Salí de su casa en el momento que empezó a diluviar para rematar mi suerte y encima sin paraguas. Cuando abría la puerta de mi coche, oí un grito

  • Pepe, Pepe, ¿ Te vas sin despedirte ? . Lucía había salido corriendo de la casa. No tenía la menor duda de que Laura le había avisado que me había marchado.

  • Me despedí de la anfitriona. No tenía ganas de hacerlo uno a uno con el resto – Le respondí mientras me estaba calando con el diluvio que estaba cayendo.

  • ¿ Estás bien ? - Me preguntó a quemarropa de nuevo

  • Si, claro, por qué iba a estar mal. - Le dejé claro a ella.

  • Claro, claro. Pues nada. Me alegró mucho verte – Y sin más se dio la vuelta para marcharse. Y entonces viendo como se alejaba grité.

  • Lucía, no. No estoy bien. No me quiero mentir más – Le dije abatido. Lucía se dio de nuevo la vuelta y vino hacia mí y se plantó delante mía.

  • Cuando he llegado y te he visto con ese Albert he sentido celos. He sentido que te estaba perdiendo irremisiblemente, por mucho que me quiera engañar. Cuando me abandonaste, me dejaste devastado. No comprendía en que me había equivocado. Toqué fondo, pero resurgí como el ave fénix y me hice un hombre nuevo. Tenía mi vida estabilizada y encauzada y volviste a aparecer en ella.

-Nunca entendí que me impulsó a ofrecerte mi casa. Pero viniste a vivir conmigo y tras un comienzo distante entre ambos, al menos por mi parte, empezamos a volver a tener momentos muy placenteros, como el que me recordabas en tu carta con nuestro hijo. Y después vino el día que follamos, que estaba en el cielo hasta que te bajaste al pilón y me lo hiciste como nunca me lo habías hecho antes y me enfureció y por eso terminé follándote de aquella forma tan bestial, porque habían vuelto mis fantasmas del pasado.

  • Pero entiendo que todo lo que me ha ocurrido este tiempo contigo, el ofrecerte mi casa y demás, es porque creo que nunca te he podido olvidar. Y ahora sé que me gustaría volver a intentarlo contigo y que me ayudes a eliminar mis fantasmas y ver si podemos encontrar juntos la felicidad, si estás dispuesta a ello. - Le dije a Lucía mientras le sujetaba ambas manos. En ese momento, me soltó las manos, se agarró a mi cuello y nos empezamos a comer la boca como desesperados.

  • Claro que estoy dispuesta. Dios, que feliz me has hecho. Oírte lo que me has dicho, es cumplir el mejor de mis sueños y que se haga realidad. Te amo Pepe con toda mi alma. Déjame ayudarte a superar este trance. Estoy seguro que juntos lo superaremos. Te aseguro que no te vas a arrepentir, porque yo tuve que bajar a los infiernos para darme cuenta de lo que tuve y por imbécil perdí, y te puedo asegurar que nunca más me va a ocurrir. Iremos a donde haga falta para que encuentres la paz que necesitas. Y me tendrás siempre a tu lado.

  • Vámonos Pepe, vámonos de aquí. Llévame a tu casa y hagamos el amor, porque lo único que deseo en estos momentos es estar contigo y sentirte dentro de mi. - Y me dio otro pedazo de beso que me dejó sin habla. Desde la ventana, una emocionada Laura se había gozado nuestra reconciliación.

  • ¿ Y Albert ? - Le pregunté a Lucía. Algo le tendría que decir Lucía.

  • Llamo a Laura y que le ponga una excusa. Mañana hablaré con él y le diré que vuelvo contigo. Me sabe mal porque ha sido un poco mi paño de lágrimas. Es un buen tipo. Ni siquiera hemos llegado a intimar. Llevaba tiempo detrás mío y empecé a darle bola en este último mes. Pero nunca me enamoré de él – Me dijo con orgullo Lucía.

Llamamos a Laura desde el coche con el manos libres. Cuando nos respondió nos quedamos perplejos.

  • Ya lo sé tortolitos. No os preocupéis por Albert, ya me ocupo de él. Estoy emocionada de haber obrado este milagro. Me la jugué a una última carta y lo conseguí. No podía consentir que no intentárais rehacer de nuevo vuestra vida juntos los dos. Lucía está completamente enamorada de ti, Jose. Y tu, más que tonto, sabía que en el fondo también lo estabas, porque siempre lo has estado, aunque te lo negaras. Os tuve que engañar para que os volviérais a encontrar. Y no me arrepiento de mi engaño.

  • Les quiero con toda mi alma y os merecéis esta segunda oportunidad. Sé que vais a ser muy felices de nuevo y tanto o más que la primera vez. Cuidadito de camino a casa, que está cayendo la mundial. - Nos dijo una emocionada Laura, mientras Lucía no podía parar de llorar de emoción.

Llegamos a nuestra casa, ahora sí nuestra, y nos fuimos directos al baño, a darnos una ducha caliente para entrar en calor y evitar enfermarnos, ya que la ropa que traíamos estaba empapada. Nos besamos con pasión en la ducha, nos enjabonamos el uno al otro. Nos aclaramos y nos secamos.

Nos metimos desnudos en la cama y empezamos a hacer el amor de la forma más maravillosa que recordaba. Yo la miraba extasiado, mientras ella me miraba llorando, pero ahora sí con lágrimas de felicidad y sin parar de comernos la boca. Llegamos al clímax a la vez y fue el polvo más memorable que recuerde. Nos quedamos abrazados de lado, mirándonos a la cara y dándonos besos y susurrándonos lo que nos queríamos. Así es la puñetera vida, sin saber por qué, nos había regalado una segunda oportunidad, que yo no tuve tan claro de escoger, pero en esos momentos sabía que mi elección había sido la correcta.

Epílogo

Ya han pasado cinco años desde el día de nuestra reconciliación. No puedo decir que hayan sido fáciles, sobre todo al principio. Pero con ayuda profesional y sobre todo el inmenso amor de Lucía, juntos lo hemos superado. Lucía es otra persona. Por supuesto nada que ver con la Lucía que me abandonó. Siempre que nos encontramos en casa después del trabajo, viene a besarme con un brillo y una sonrisa en la cara que me tienen tonto perdido. Cada día me demuestra que yo soy su hombre y que ella ahora es la persona más feliz sobre la faz de la tierra. Al estar solos en casa, follamos como conejos y os puedo decir que aquel polvo que nos echamos la dejó profundamente marcada y cuando estamos muy excitados no para de pedirme que la encule. Tenemos tanto sexo ahora como cuando nos casamos. Es insaciable.

Hace dos años que Pablo y Anna se casaron. A la boda asistió también Albert. ¿ Os acordáis de él ?. Pues lo más gracioso es que apareció de la mano de un guayabo de mujer, una tal Lara que había conocido en un bar del que era dueña. No quise ni preguntar el nombre del bar, aquello ya me daba yuyu. Ahora son padres de una niña preciosa que es el juguete de mi casa. Tiene nueve meses y se nos cae la baba a los abuelos. Se llama Cristina, que me hizo mucha gracia el nombre, acordándome de otra protagonista de una serie en Todorelatos. Lucía ha decorado la habitación de al lado para su nieta. Y hasta ha comprado una cuna. Muchos fines de semana la vamos a buscar a casa de mi hijo para pasar con ella el fin de semana y así que ellos aprovechen para salir con sus amigos y sobre todo follar sin limitaciones.

Antonio, el ex de Laura y ex de mi actual pareja, al final no sabemos si se casó o no, pero lo cierto es que vive con la abogada con la que le ponía los cuernos a Lucía. Con él perdimos totalmente el contacto, como no era de extrañar. Laura también se casó con Eduardo. Y los cuatro somos inseparables. Hacemos muchos planes juntos los fines de semana, siempre durante el día, porque casi siempre tenemos a la nena con nosotros. Laura la trata como si fuera su tía y no para de malcriarla y comprarle ropita.

Lucía ha pedido excedencia en su trabajo por dos años. Tengo un sueldo más que suficiente para los dos y ambos una cuenta corriente con una buena cantidad de dinero para vivir desahogadamente. Mis obligaciones como Director General me llevan a viajar mucho y ella quiere acompañarme. Y no lo hace por desconfianza, sino que quiere estar conmigo el mayor tiempo posible. Y yo estoy encantado de que ella venga conmigo. No creo que vuelva a trabajar más. Está muy feliz con su nueva vida.

Nos vamos a volver a casar. Lo haremos por lo civil, en una ceremonia muy íntima con nuestro hijo, su mujer y la nena. También vendrá Laura, como celestina de este matrimonio y su marido Eduardo. El único motivo para hacerlo es por una razón puramente crematística, pensando en el futuro y en la pensión.

Con respecto a mis actividades, sigo con mi entrenador personal, con el que he reforzado los ejercicios de abdominales y flexiones, que Lucía como os he dicho me tiene haciendo horas extras en la cama. También sigo con mis clases de cocina aunque obviamente ya no practico recetas con ninguna de mis compañeras fuera de clase. A Lucía al principio no le hacía mucha ilusión y tenía miedo por mis relaciones pasadas con algunas de ellas, pero me conoce de sobra y sabe que soy fiel por naturaleza. Ahora está encantada, porque organizamos buenas comilonas con lo que aprendo, aparte de lo que le excita verme en la cocina. No veáis la de polvos que nos hemos echado mientras cocinamos. Mi agenda telefónica ha pasado a mejor vida y lógicamente me borré de cualquier web de contactos.

En la vida no siempre pasa que existan segundas oportunidades. Cuando Lucía me dejó y de la forma que lo hizo, jamás podría pensar que ahora estuviera de nuevo con ella y de la forma que estamos. Perdonar es el primer paso para superar una situación así. Olvidar es mucho más complicado y es lo que suele eliminar la posibilidad de que exista una segunda oportunidad.

También es muy necesario tener claro lo que esa persona suponía en tu vida y cuanto la amabas. En mi caso Lucía fue mi gran amor y la quería tanto, que en su momento, hasta estaba dispuesto a perdonar su infidelidad. Su arrepentimiento sincero, su nuevo enamoramiento brutal de mi, sus muestras de amor inmenso y mis ganas de olvidar lo sucedido años atrás, obraron ese milagro llamado segunda oportunidad.

Entiendo que haya gente que esto no lo pueda comprender. Pero una cosa es ser infiel por naturaleza y otra muy distinta que por razones que se escapan a nuestro entender te puedas desenamorar, como a Lucía le ocurrió. Se equivocó en no hablarlo cuando detectó que algo le sucedía y ese error lo pagué yo al principio y ella tiempo después cuando me redescubrió. Me confesó que los momentos más amargos de su vida fueron todos los relacionados con mis aventuras con aquellas mujeres, que le hicieron pensar que llegaba tarde para poder volver conmigo. Ese fue el comienzo de su redención. Lo dicho, a veces existen segundas oportunidades y la decisión de escogerlas es nuestra y el orgullo herido nunca es un sabio consejero.

FIN