Conocer a las amigas de tu novia siempre es bien

Una buena corrida la noche de año nuevo te avisa de que ese año va a ser muy bueno.

No sé si os sucederá lo mismo que a mí, pero siempre me ha dado vergüenza tener que conocer a los amigos de mi novia. Desde bien entrada la adolescencia he sido una persona que por suerte o por desgracia he tenido pareja. Siempre que una relación se terminaba, juraba ante lo más sagrado que jamás volvería a tener novia, pero mis palabras me las tenía que tragar meses después cuando me veía empezando una nueva relación.

Todas mis novias se quejaban de que nunca pasaba tiempo en sus casas, conociendo más a fondo a sus padres, a sus hermanos si los tenían y demás. No son pocas las discusiones que he tenido por no querer ir a cenar el día de Navidad a casa de mis exs o por el cumpleaños de alguien de su familia.

Sin embargo con Idaira la cosa era diferente, conforme más tiempo pasaba con ella, más ganas tenía de conocer todo lo que la rodeaba. Llevábamos apenas dos meses cuando ya conocí a sus padres y cené con ellos; en otra ocasión hubiese recurrido a mi batería de excusas para librarme de esas situaciones, pero como ya he dicho en líneas anteriores, Idaira era diferente.

Idaira y yo nos conocimos en septiembre, todo fluyó con toda la normalidad del mundo; cuanto más tiempo pasábamos juntos más nos dábamos cuenta de que teníamos muchas cosas en común. Así fue pasando el tiempo hasta que entrados en diciembre estaba en el centro comercial de mi ciudad buscando un regalo para darle en Navidad.

Después de la cena en casa de Idaira el día de Navidad, durante la sobremesa ella le comentó a su familia lo felices que estábamos juntos, los planes que teníamos y demás. Todo iba bien hasta que ella dijo que el día de noche vieja quería celebrar una fiesta para celebrar el fin y principio de año y presentarme así a todos sus amigos. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de arriba abajo como si un rayo me acabase de fulminar en ese momento.

Mi cara debió ser un cuadro en ese momento porque Idaira me miró y me dijo que todo iba a salir bien. Esa frase ya me la habían dicho varias veces, pero después de la experiencia que tuve con los amigos de una de mis ex que me hicieron la vida imposible tengo un poco de trauma con eso de conocer a los amigos de mi novia.

Los días fueron pasando hasta que para cuando me quise dar cuenta ya era el día 31. Recuerdo que tanto esa mañana como el resto de la semana anterior me la pasé mirando ropa, peinados, anillos, pulseras, de todo. Solo quería ir bien vestido y conjuntado para causarles buena impresión a los amigos de Idaira.

Tras cenar con mis padres y celebrar el fin de año con ellos, me cambié de ropa, les di dos besos a cada uno y me fui a casa de Idaira. Aquella noche ni si quiera me puse el cinturón, no quería que la camisa se me arrugase, aunque de haber sabido que en unos minutos se avecinarían curvas, me hubiese puesto siete cinturones si hubiese hecho falta.

Cuando llegué a casa de Idaira esta me recibió con un beso en la boca seguido de una sonrisa.

-Qué guapo vas.

-Pero no más que tú le contesté.

-Puedes dejar la chaqueta en el perchero si quieres.

-Vale, todavía no ha venido la gente, pregunté.

-No, es que están terminando de vestirse. Además, no van a poder venir todos, esta noche solo vamos a ser Nayara, Belén, Yolanda, tú y yo.

Madre mía, tres mujeres, mi novia y yo, me van a matar seguro pensé.

-Los chicos sois imbéciles, ¿por qué os emborracháis por la tarde si habéis quedado por la noche?

-Eso han hecho tus amigos dije acompañado de una pequeña carcajada.

-Pues sí, Carlos, Pardo y Gonzalo se han ido esta tarde de copas y me han llamado sus madres diciendo que no pueden ni levantarse de la cama, que vergüenza de amigos tengo.

-Bueno mujer, no te preocupes, ya les conoceré otro día.

Mientras no venía nadie, Idaira y yo recogimos un poco todo el almacén para estar más cómodos. Ya que no iban a venir todos, no necesitábamos tantas sillas, y la verdad es que dos mesas tampoco las necesitábamos. Debo reconocer que el día que vi el almacén de Idaira quedé gratamente sorprendido, tiene de todo. Mucha gente usa sus almacenes para guardar los trastos y aparcar el coche, sin embargo, su familia lo ha reformado y tienen una barra de bar, un billar, dardos, un frigorífico, o sea, de todo.

Estábamos echando una partida de billar cuando sonó el timbre, se escuchaban gritos desde el otro lado de la puerta.

-Esas son las chicas dijo Idaira sumándose al grito de ellas.

-Ahhhhhhh! Se escuchó de fondo cuando todas se vieron entre ellas, seguido de un constante “tía ese vestido te queda genial”. Después de unos minutos hablando entre ellas, el sonido de sus tacones me avisaban que poco a poco se iban acercando, me sentí como una presa a punto de ser capturada por sus depredadoras.

-Hola, ¿qué tal? Fueron diciéndome una tras otra al mismo tiempo que se presentaban.

-Encantado, yo me llamo Alberto les iba respondiendo también una a una.

-Oye, pues eres más guapo de lo que nos había dicho Idaira, decían al mismo tiempo que se miraban entre ellas y se reían.

La noche debo reconocer que se hizo muy amena. Yolanda nos contó que estaba terminando el master de educación y que el año próximo tenía pensado seguir estudiando. Belén y Nayara por otro lado se quejaban de lo duro que se les estaba haciendo la carrera de medicina, pero que aun así les encantaba.

A las botellas de alcohol les fue pasando lo mismo que a la conversación, fueron fluyendo y para cuando nos quisimos dar cuenta estábamos todos borrachos, riéndonos y viendo quién era capaz de saltar más alto mientras nos impulsábamos sobre los cojines del sofá.

-Oye, oye, oye gritó Nayara para captar nuestra atención –Qué os parece si jugamos “al juego”.

-Ahhhhh, sí tía gritaron de nuevo todas al unísono.

-¿El juego? ¿Qué es eso? Pregunté extrañado.

-¿Ah? Siéntate en tu silla y en unos segundos sabrás de qué se trata me dijo Yolanda mientras veía como Idaira rebuscaba entre los cajones.

-Aquí está gritó Idaira cuando encontró lo que hacía apenas unos segundos andaba buscando.

Todas se pusieron a levantar los brazos y a gritar como si de una tribu indígena se tratase antes de hacer un sacrificio. Lo único malo allí era que yo no sabía que el sacrificado iba a ser yo. Idaira clavó en el centro de la mesa y ante la vista de todos lo que parecía ser una cartulina de color blanco con una serie de dibujos y casillas.

-Este es el famoso juego pregunté de nuevo.

-Sí dijo esta vez Nayara, y te va a encantar. ¿Se lo explico yo chicas?

Idaira me miró primero a mí y después a ella y tras un guiño de ojo de Idaira y una sonrisa pícara, Nayara se dio por respondida.

-A ver, el juego es bien fácil, la tarea consiste en lanzar el dado y el número que este te dé, será la de veces que tendrás que mover tu ficha sobre las casillas, el primero que llegue al final, gana.

-¿Y ya está? A esto jugaba yo de pequeños con mis amigos en el parque, le decíamos la oca. De oca a oca y tiro porque me toca dije yo.

-Ya, pero dudo que hayas jugado a este juego porque no es apto para menores de dieciocho años dijo ahora Belén.

Yolanda fue la primera en lanzar el dado, le salió un cuatro y con eso cayó en la casilla que ponía bebe tanto chupitos como puedas. La tía se bebió nada más y nada menos que ocho, lo malo que tienen los chupitos es que te hacen efecto al rato, por lo que en unos 10 o 15 minutos calculé que veríamos a Yolanda por los suelos.

La siguiente en tirar fue Nayara, esta antes de nada cogió su dado y tras cerrar el puño susurrándole unas palabras que solo ella sabe y soplando un poco para acrecentar así su porcentaje de suerte, lanzó el dado y consiguió sacar un seis.

-Vamos, lo que yo quería gritó esta.

Nayara fue moviendo lentamente la ficha al mismo tiempo que nos iba mirando a todos nosotros. Yo no entendía nada hasta que vi lo que ponía en la casilla, “El jugador que caiga en esta casilla deberá comerle la boca a otro jugador durante cinco segundos”.

Tras leer aquella frase debo reconocer que me quedé impactado, sobre todo cuando después de que Nayara colocase la ficha en la casilla se me quedase mirando.

-Ummmm voy a escoger a Al…Idaira dijo seguido de una carcajada –No nos conocemos todavía tanto para que te escoja a ti me dijo al mismo tiempo que me pasaba por al lado mía.

Nayara se acercó a Idaira y cogiendo la cara de mi novia con sus manos, comenzaron a besarse frenéticamente. Mis ojos contemplaron aquella escena como si de una aparición divina se tratase. Nayara estaba comiéndole la boca a mi novia y me daba igual, estaba demasiado cachondo como para aquella escena me importase, al revés, quería más.

-Eh eh eh, gritaron Belén y Yolanda, que ya se han pasado los cinco segundos guarronas.

Idaira y Nayara se separaron y se volvieron a sentar en sus respectivos asientos.

Los turnos fueron pasando; a Belén le tocó enseñar qué ropa interior llevaba y a Idaira decir qué juguetes sexuales tenía en su habitación. Cosas muy fáciles hasta que me llegó a mí el momento. Miré todas las casillas posibles que podían tocarme y ninguna es que fuese de mi agrado, así que sin pensármelo dos veces lancé el lado con tan mala suerte de sacar un uno. Tras mirar vi que la casilla estaba marcada con la marca de una calavera.

-¡BIIIEEEEEEEEEEN! Gritaron todas mientras aplaudían y comenzaban a reírse.

-Te voy a matar me dijo Idaira al oído mientras se reía por ver cómo se divertían sus amigas.

-¿La calavera qué significa? ¿Debo de estar un turno sin jugar o algo parecido? pregunté

-No chaval, la calavera es la peor de todas las casillas me dijo Belén acercándoseme y cogiéndome del brazo –levanta, me dijo al mismo tiempo que me arrastraba hasta el sofá.

-Pero alguien me va a explicar ¿qué pasa cuando caes en la calavera negra?

-La calavera consiste en que a quien le toque debe de masturbarse hasta correrse delante de todos explicó Yolanda.

-¿Cómo? Exclamé, me niego dije tajantemente.

-Lo siento, pero son las normas, o juegas o te vas dijo Nayara.

-Pe…pero dije buscando consuelo en Idaira.

-Lo siento cariño pero son las normas.

-¿Y no os vale con que me baje los pantalones o al menos me frote un poco por encima?

-Ninguna dudó, no, las normas son las normas.

Ante la mirada de aquellas cuatro locas, incluida mi novia, me quedé mirándolas fijamente al mismo tiempo que me iba bajando los pantalones. Lo fui haciendo lo más lento que podía, ya que me estaban obligando no les iba a dar el placer de hacerlo rápido.

-Venga, me exclamaron.

Una vez que estaba en calzoncillos comencé a pasar mi mano lentamente por encima. No podía apartar la vista de Idaira, no podía creer que ella también fuese a ser cómplice de tremenda situación. La miraba implorándole desde la distancia que se apiadase de mí e impidiese que hiciese tremenda barbaridad. Sin embargo ella parecía ser la que más disfrutaba de todas.

-Te hemos dicho que por encima de los calzoncillos no vale, quítatelos me ordenó Belén. Debo reconocer que de todas era la más fea, pero tenía una cara de guarra que hacía que se compensase su fealdad con el morbo que transmitía.

Pasados unos minutos me quité los calzoncillos, acción la cual fue laureada por todas y cada una de ellas.

-Menudo pollón tiene tu novio le dijo Yolanda a Idaira, estarás contenta.

-Y si te digo que todavía no hemos follado le respondió Idaira.

-¿Cómo? ¿Lleváis dos meses y todavía no habéis follado? Dijeron todas asombradas.

-Pues eso no puede seguir así dijo Nayara. Follad ahora.

Yolanda y Belén se rieron. Mientras Idaira no dejaba de mirar mi miembro.

-Alberto, no te mueres de ganas por follarte a mi amiga, me preguntó Nayara mientras se acercaba a ella.

Yo en ese momento no supe que decir, pero Nayara que pareció querer motivarme, agarró de nuevo la  cara de Idaira y se comieron la boca. Mi miembro fue creciendo lentamente, hasta tal punto de encontrarse erecto del todo.

-Así me gusta dijo Nayara –que nos hagas caso.

Idaira se fue acercando a mí lentamente hasta que estando a la altura de mi oído me susurro, no te preocupes, que yo te ayudo. Acto seguido Idaira se fue agachando hasta estar completamente de rodillas frente a mí. Por la comisura de sus labios se podía ver las ganas que tenía Idaira de llevarse mi miembro a la boca.

-Hazlo, vamos le gritaban sus amigas y sin más preámbulos Idaira comenzó a felarme el miembro. Su forma de hacerlo era descomunal, unas veces rápido, otras lento, hasta tal punto de notar el rozar de sus dientes en mi miembro erector, por lo hablar de la manera en la que Idaira hacía girar su lengua sobre mi pene.

Ante aquella situación no pude hacer más que echar mi cabeza hacia atrás y disfrutar del momento. Me encantaba cada vez que Idaira mordía mi frenillo y lo succionaba al mismo tiempo, era un placer que no pertenecía a este mundo. Cuando aquel placer desapareció conseguir levantar la cabeza y abrir de nuevo los ojos, fue entonces cuando vi cómo Idaira se iba desnudando ante mí.

Idaira era la típica rubia, de ojos azules y curvas de escándalo que no dudarías ni un segundo en llevarte a la cama, otra cosa es que ella quiera, pero en ese momento los dos queríamos. Así que una vez que se desvistió por completo, pasó una pierna por encima de mí y habiendo clavado la otra previamente en mi otro costado se acostó de lleno. Comenzamos a besarnos como si no hubiese un mañana al mismo tiempo que notábamos como sus amigas se iban poniendo igual o incluso más cachondos que nosotros.

Idaira comenzó a moverse cada vez más rápido encima de mí, hasta tal punto que los dos sabíamos que estábamos a punto de explotar. Sin embargo ella fue la primera en correrse. Esta exhausta por el momento, se hizo a un lado y se quedó sentada en el sofá intentado recuperar la respiración.

-Esto no puede quedar así dijo Belén la cual no dudó en aproximarse y ser ella quien comenzase a felarme el miembro. Al ver que con su boca no era capaz de provocarme el suficiente gusto como para que eyaculase, quiso pasar a la acción y desnudarse delante de mí, hasta tal punto que llegó a cabrearse –Lo siento Idaira, pero necesito que tu novio se corra. Belén lo intentó de todas las maneras posibles; movimientos circulares, golpes de cadera pero solo consiguió correrse ella.

Ante aquella situación Nayara y Yolanda hicieron lo mismo, pero esta vez juntas. Mientras una me felaba el miembro, la otra me masajeaba los testículos. Jamás había recibido tanto placer, ojalá no se terminase nunca pensaba hacia mis adentros. Nayara se sentó de espaldas a mí y colocó su culo sobre mi pene, haciendo que este fuese entrando suavemente en su ano al mismo tiempo que ella se aguantaba las ganas de gritar por el placer y el dolor que le suponía el tamaño de mi pene entrar por aquel agujero. Yolanda al ver que Nayara se acaba de correr, la cogió de los hombros y la tiró al suelo cabreada por no haberlo conseguido tampoco ella.

-Te vas a correr quieras o no me dijo Yolanda mientras se sentaba a horcajadas sobre mí una y otra vez. Sus gemidos no solo me decían que estaba disfrutando como una perra sino que estaba a punto de correrse y así fue. Para cuando me quise dar cuenta me levante del sofá y vi a cuatro mujeres tiradas en el suelo jadeando, intentando comprender cómo era posible que las cuatro se hubiesen corrido y yo no. Así que en ese momento me di cuenta de que me ponía muy cachondo su sufrimiento, el mismo que ellas me habían hecho pasar a mí al principio.

Por lo que mirando sus cuerpos sudorosos, cansados y sus caras de sufrimiento me empecé a masturbar y fue ese dolor que ellas transmitían lo que me hizo correrme. Echando así sobre todas y cada una de ellas el semen que tanto querían que saliese de mí. Siendo sinceros, aquella noche me di cuenta de que ese año no podía haber empezado mejor.