Coño o culo?

Mis preferencias a la hora de meterla

Coño o culo.

Por supuesto también me gustan mucho las vaginas. Hay algo muy atractivamente desconocido ent

r

e en esos labios gruesos que se hinchan y se mojan automáticamente y cuando los separas, ves la carne roja de los labios menores protegiendo la entrada de la cueva, de esa cueva que quieres explorar. Hundir la lengua entre ellos sintiendo que cada vez se humedecen más, retirar la capucha del botoncito de la parte superior y chuparlo y lamerlo como un perro bebiendo agua hasta que sientes las piernas de su propietaria apretando los lados de tu cabeza intentando vanamente cerrarlas mientras lanza unos gemidos que parecen quejidos de placer.

Y entonces te arrodillas entre sus piernas con tu polla bien tiesa apuntando hacia delante.

Peeero, en mi caso particular y si puedo elegir prefiero meterla por el culo. A ser posible sin condón y la razón es muy simple. Cuando me masturbo (cosa que hago desde que tengo uso de razón) me la agarro con fuerza y el coño empapado de una mujer no ejerce presión. Es demasiado suave, en cambio el esfínter de un culo de hombre o mujer la rodea presionándola como me gusta.

Este es el relato de una de las veces que más gusto he sentido en mi polla follando un culo.

había puesto un anuncio buscando una pareja liberal que quisiera poner algo de salsa picante en sus platos sexuales y solamente recibí una respuesta. El mensaje decía que era un hombre sólo, con sitio, que le gustaron las fotos que acompañaban al anuncio y que si no encontraba nada y me apetecía descargar, él estaba dispuesto a ayudarme a hacerlo. No era un mensaje demasiado atractivo, no ofrecía nada que diera ganas de contestar. "Si quieres descargar" no sonaba muy prometedor, pero el detalle de que tenía sitio me animó a mandarle un correo.

Le dije que sí, que quería descargar y ni tan sólo le pregunté qué le gustaba a

él.

Nos vimos en la esquina que me indicó y después de darnos a conocer me dijo simplemente: vamos?

Vamos, le contesté. Era un mocetón de 40 años, me pasaba casi un palmo en

altura y era bastante delgado, aunque hasta un poco más tarde no pude comprobar que esa delgadez no era debil. Estaba muy fibrado y tenía unos músculos fuertes y apretados. Era la primera vez que iba a hacer algo (aún no sabía qué) con alguien

así.

Entramos un su piso y sin decir ni una palabra me puso la mano sobre mi

polla para comprobar su estado, acercó su boca a la mía y me metió la lengua en ella mientras hacía que mi polla, hasta ese momento a media asta, reaccionara como suele hacer. Puse las manos sobre sus nalgas apretando contra mi y

comprobé con agrado que había algo duro por allí también. Luego me dijo que le siguiera y entramos en el dormitorio. Se empezó a desnudar y yo hice lo mismo.

Dejé mi mochila en el suelo y fui dejando la ropa encima de ella de espaldas a él.

Me estaba acabando de quitar los bóxers cuando se acercó por detrás y me abrazó poniendo un brazo sobre mi pecho y una mano encima de mi hinchada

polla. Sentí una sensación nueva y agradable al notar el contacto de todo mi cuerpo contra el suyo y una hermosa y dura polla apretada contra la raja de mis nalgas.

Entonces me besó el cuello y me hizo girar la cabeza volviendo a besarme con su larga lengua dentro de mi boca. Ese inicio me encantó pues no sé por qué,

inconscientemente, yo había pensado que sería alguien pasivo que probablemente

me la mamaria, me haría una paja y nada más. Que descargaría, vamos. Su abrazo

me estaba haciendo sentir eso que hace que un polvo sea mucho más intenso y que se disfrute más de él: hacía que me sintiera deseado, para mi uno de los factores que influyen de manera primordial en un buen polvo y que no se acostumbra a sentir en este tipo de relaciones, ya que precisamente, por regla general, lo que uno busca es descargar mediante una mamada, una paja o follando, pero pocas veces sintiendo que uno es deseado más allá de eso. Su abrazo y sus besos me estaban

haciendo sentir esa sensación. Y todavía no había empezado lo bueno.

Se arrodilló delante de mi y se metió mi polla en su boca de golpe y entera

hasta el fondo quedándose un momento así sin moverse y haciendo presión sobre

ella con los labios. Luego, sin dejar de hacer esa presión sobre mi tronco con los

labios y succionando retiró la cabeza muy lentamente hasta llegar a la punta.

Entonces dejó de aprisionar mi polla con sus labios y volvió a bajar la cabeza

tragándosela de nuevo. Así, muy lentamente, como disfrutando de cada milímetro de ella me empezó a hacer una de las mamadas más deliciosas que me han hecho en mi vida.  Generalmente acostumbramos a decir que lo último que hemos hecho o lo que estamos haciendo es lo mejor de lo mejor y especialmente, el último polvo siempre es el mejor, pero lo mío no es exagerar. Disfruto follando y siendo follado, me encanta el sexo y en algunas ocasiones ha sido más placentero que en otras. He disfrutado de distintos tipos de sexo, tengo una colección de fotos de las pollas que me he

tragado (de aquellas personas que han accedido a que les haga fotos) pero aún así, nunca he dicho que fuera el mejor polvo o la polla más hermosa con la que he jugado. En este caso concreto sí puedo decir que aquel mocetón, que era por lo menos veinte años más joven que yo con un cuerpo de atleta delgado pero fuerte, me estaba haciendo una de las mejores mamadas que me han hecho en mi vida. Yo tenía los ojos cerrados sintiendo como mi polla entraba y salía muy lentamente de aquella boca que me pareció como un coño lubricado al máximo, pero la presión de los labios sobre ella y la succión que aplicaba al retirar la cabeza hacía que

fuese muchísimo más deliciosa que cualquier vagina por muy ejercitados que estén sus músculos.

Abrí los ojos y le miré para asegurarme de que era un tío el que me la estaba chupando y él estaba mirando mi cara gozando de la cara de placer ( o de idiota) que yo tenía en ese momento. Casi perdí el equilibrio al ver como sus labios mojados se deslizaban hacia atrás dejando al descubierto una polla empapada y cada vez más hinchada.

El lo notó y levantándose se estiró encima de la cama alargando el brazo

indicándome que le acercara la polla a la boca. Hasta entonces yo no había visto lo

que llevaba entre las piernas y aunque lo había notado por detrás y había sentido el

contacto de una polla nada desdeñable, mientras él estaba arrodillado chupando no lo había podido ver tampoco. Delante de mis ojos había una de las pollas más apetecibles que he tenido a mano (repito, es lo que pensé en aquel momento y lo sigo pensando. No lo digo

para aumentar la intensidad del relato) y a boca. Era algo más larga y bastante más

rolliza que la mía, pero así como la mía tiene un glande mucho más grueso que el

tronco y que parece un champiñón, la suya era gruesa en la base e iba perdiendo grosor hasta la punta. Parecía un proyectil. Un misil, más bien.

Debido al peso estaba acostada sobre su vientre y la punta de ese proyectil apuntaba a su ombligo.

Me acerqué y me puse cerca de su cara. Estiró mi polla hacia su boca, sigui con la mamada que había interrumpido y de la que yo estaba disfrutando tanto

mientras yo seguía hipnotizado por aquel cacho de carne que con unos pequeños espasmos intentaba levantarse, pero volvía a caer sobre su vientre. Me incline hacia delante y apoyando mis manos por el otro lado de su cabeza empecé yo a follarle la boca al mismo ritmo que él había marcado y por

los sonidos sordos que salían de ella comprobé que le gustaba que lo hiciera.

Al poco no pude resistirme más y me incorporé agarrando su polla y

rodeándola con la mano apretando un poco para comprobar su consistencia. Si, como es sabido, la musculatura se endurece con el ejercicio, aquella polla había hecho mucho ejercicio, ya que estaba dura como el tronco de un árbol, pero al mismo tiempo mullida y suave por encima. Ideal para que entre bien! Como es evidente, no pude resistir más e intentando no salir de su boca me acerqué, le di unos lametones y comencé a chuparla yo también.

Le pasé la mano por su pecho buscando los pezones, pero eran tan minúsculos que casi no podía pillarlos.

Entonces paré un momento y le dije que me gustaría mucho filmarme mientras le

mamaba la polla. Soy algo morboso y me gusta ver los clips y las fotos de lo que

puedo filmar, si la ocasión y la compañía lo permite. Me contestó lo que quería oir,

que mientras no saliera su cara filmara lo que quisiera. Me levanté, puse la cámara

en marcha sobre una silla y seguimos con el 69 que había interrumpido. Yo

intentaba hacerlo como él; lentamente y hasta el fondo y lo conseguí unas cuantas

veces, pero la punta de aquel misil hacía contacto con mi laringe y tenía que

retroceder enseguida porque me atragantaba.

Aún así, no sé si disfruté más de la mamada que yo le hacía o de la que él me

estaba haciendo. Normalmente siempre he disfrutado cuando he estado follando

con un hombre o una mujer, pero siempre ha habido algún tipo de reserva la

primera vez. Tanteo, qué le gusta, cómo entra… no sé. Por eso siempre digo que si hay una segunda, acostumbra a ser mejor Quiero decir que la entrega no acaba de ser total Pero en esa ocasión, no tenía esos reparos. Le habría dejado el cuerpo cubierto de saliva por todas partes. Me aparté un momento y con la cámara en la mano me filmé a mi mismo metiendo y sacando aquel delicioso polo caliente de mi boca. Al mirarlo más tarde sentí una sensación muy morbosa, pero también extraña. No me

parecía que la boca que estaba chupando aquella polla fuera la mía. También me

sorprendió escuchar los jadeos y susurros que salían de mi boca cuando la

deocupaba, pues en ese momento ni me había dado cuenta de que lo hiciera. La

situación me llevaba por completo.

Cuando quise cambiar, me estiré a su lado y nos volvimos a enzarzar en un

intercambio de lenguas y salivas cada vez más frenéticas pasándonos las manos

por todo el cuerpo, bajando hacia abajo hasta llegar al gran premio. No perdí la

oportunidad y filmé también nuestras manos jugando con nuestros respectivos apéndices. Yo golpeaba la suya con la mía y agarraba las dos juntas

masturbándolas al mismo tiempo.

En ese momento pensé en decirle que se pusiera a cuatro patas para chuparle todo

por detrás, pero se me adelantó sugiriendo que le follara y a mi me daba lo mismo con tal de seguir disfrutando de aquel momento. Le dije que se pusiera como más le gustara y me dijo que me tumbara boca arriba. Al principio no quería entrar, pero después de algunos intentos acabó sentándose encima y me cabalgó suavemente.

Como a mi, le gustaba sentir el placer físico del contacto y no correrse enseguida.

Seguimos así un buen rato. Él paraba a veces apretando hacia abajo para sentirla

más y yo le ayudaba apretando también hacia arriba. Nos quedábamos así un poco hasta que no podíamos más y seguía con ese balanceo mientras me besaba la boca, el cuello y los hombros.

Un buen rato estuvimos así los dos sin corrernos (siempre me ha costado con mi polla enfundada en un condón) hasta que me entraron ganas de nuevo de sentir como me la mamaba y le dije que lo hiciera. Sin dudarlo descabalgó, se puso entre mis piernas y seguí comprobando que era cierto lo que aquel mocetón me hacía sentir con su boca y su lengua. Apoyé la cabeza sobre una almohada doblada para poder ver su cara mientras mi polla entraba y salía de su boca lentamente y,

claro, filmé el momento tapándole la cara con una mano.

Entre todo habíamos estado ya bastante rato, pero a mi no me importaba, hasta que me dijo que le follara más. Se tumbo boca abajo abriendo las piernas, yo puse la cámara en marcha sobre el cojín en un ángulo que no se vieran las cabezas, me puse otro condón y me tumbé encima de él. Esta vez se la metí enseguida y le follé también poco a poco. El quería más lengua y giraba la cabeza al máximo sacando la suya para que yo le diera mi saliva. Yo le apretaba todo lo que podía y puse las piernas por fuera de las suyas apretando aún más mi polla. La presión de su ano y sus glúteos me provocaban un placer que me hacía sentir como si fuera la primera vez que yo enculaba a un hombre. Me subía una especie de corriente eléctrica desde el glande hasta el vientre que provocó que me entraran ganas de correrme y se lo dije: Estoy a punto de correrme. Me contestó animándome a que

lo hiciera y descargué. Vaya si descargué!

Toda la tensión que había ido acumulando con la sesión anterior me salió disparada dentro de él, quien solamente gemía en voz baja. Paré después de darle unos empujones más y cuando me recuperé salí poco a poco pensando como estaría el condón de lleno. La sorpresa fue que el condón se había roto (supongo que en uno de los embistes que le había dado) y había eyaculado dentro de él. El

gusto aquel que sentía era porque a mi glande no lo cubría el látex del condón. A pelo! Me lo había follado a pelo! Y había disfrutado como un camello cuando bebe. Se giró y le chupé los labios y la lengua agarrando su polla que seguía igual y le pregunté si quería correrse él. Me miró a los ojos y me contestó que no, que se reservaba para la siguiente visita que yo le iba a hacer. Mi sonrisa confirmó su invitación.

Mañana no puedo. ¿qué tal pasado mañana?

A la misma hora. Ya sabes el piso. Te estaré esperando.

Y sí, nos hemos vuelto a encontrar dos veces más y le he follado a pelo y aunque sigue siendo un polvo fantástico, la situación inesperada de la primera vez hizo que fuera uno de los mejores y más placenteros.