Conmigo 4, historia de cornudo infidelidad y trios

Continuación de conmigo 3 historia de cornudo infidelidad y trios. Todo empieza a enloquecer. Mi novia Eva entra completamente en el juego, y yo descubro que no voy a tener el papel que creía en esta historia.

Cuarta parte.

Conmigo 4.

Conmigo 4, historia de cornudo infidelidad y trios

El domingo por la mañana, me despertó mi novia Eva, comiéndome la polla, aprovechando la erección matutina. Al parecer ya se le había pasado la decepción por sus nuevos cuernos, y había decidido llevarlos con naturalidad. Y es que la verdad, es que el tema de la fidelidad tampoco es para tanto.

Mientras me la comía, sacándola por la bragueta de mis boxers, no me miraba ni me decía nada. Era como si solo le interesara esa parte de mi cuerpo.

– Miguel, cuentame los detalles del viernes por la noche – me dijo tras sacarse mi rabo de la boca el tiempo estrictamente necesario para pronunciar esa frase.

– ¿Estas segura?

– Y se todo lo explicito que puedas – me respondió, y volvió a comérmela de nuevo.

Así estuve contandole cómo habíamos planeado todo, y cómo habían transcurrido los hechos. A medida que la acción de mi narración iba pasando por los puntos más calientes, yo me deleitaba en los detalles, en la descripción de los hechos, las sensaciones, las emociones y el morbo de la situación. Se quedó bastante sorprendida del final, cuando Mónica obligó a su cornudo novio a recibir mi semen en su boca.

– ¿y se lo tragó? - me preguntó con los ojos como platos.

– Me parece que no, se levantó y se fue al servicio, supongo que lo escupiría.

– Vaya pedazo de gilipollas, ese Alfredo. ¿Y esta bueno? - me preguntó Eva.

– Pues no está mal, se debe cuidar – respondí.

– Pues me lo quiero tirar.

Había esperado a decir eso último al momento previo a mi corrida. Así que mientras soltaba chorros de semen en la boca de mi novia Eva, no pude evitar imaginarla en la cama con el cornudo de Alfredo.

Eva me pajeaba y me chupaba, succionando toda la leche que pudo sacar de mi rabo. Y antes de darme cuenta, se montó en mi cara, con su coño en mi boca, y con sus piernas sujetando mis brazos. Me la podría haber quitado de encima sin dificultad, pero le seguí el juego. Al fin y al cabo, tenía todo el derecho a vengarse de mis cuernos. Además del castigo de obligarme a comerle el coño, después de haberme corrido, en esos instantes en los que no me apetecen esas cosas.

Se estuvo frotando contra mi cara, agarrandose al cabecero de la cama, hasta que se corrió. Me dejó la cara llena de sus jugos, y con una recuperada erección.

– Hoy prepara tu el desayuno, yo te espero aquí – dijo mi novia Eva, tumbandose bocarriba en la cama.

Mientras preparaba el desayuno, pensé en cómo de ciertas serían las palabras de mi novia, cuando había dicho "pues me lo quiero tirar", refiriendose a Alfredo, el novio cornudo de mi ex. Y en si sería capaz de organizar algo para lograrlo. Sinceramente no le di demasiada credibilidad al asunto. Volví al dormitorio, y desayunamos desnudos en la cama, mientras fuera volvía a nevar. Nos quedamos desnudos, piel con piel, y mientras Eva jugueteaba con su mano sobre mi polla morcillona, le escribí un mensaje a mi ex Mónica: "Se lo he contado a Eva, dice que como justa venganza quiere tirarse a tu novio Alfredo, jajaja". No se porqué puse las carcajadas al final, ya que no me hacía ni puta gracia esa posibilidad. No había pasado ni cinco minutos, cuando recibo la respuesta del móvil de Mónica: "veniros a comer. Alfredo está aquí con el rabo entre las piernas"

Le enseñé el mensaje a Mónica, y se quedó pensativa. Planteandose si le merecía la pena darme esa lección.

– Joder, y ¿qué me pongo? - dijo de pronto, dejándome de una pieza.

– ¿De verdad quieres ir?

– Te vas a enterar cabrón – me dijo, y con una sonrisa de oreja a oreja, me besó en la mejilla.

Llegamos algo tarde, como hacia las tres de la tarde, hambrientos y nerviosos. Efectivamente, el coche del cornudo de Alfredo estaba aparcado en la puerta. Llamamos a la campana, y nos recibió Mónica, vestida con uno de sus pantalones de chandal, y una camiseta que yo le había regalado, con una foto nuestra estampada. Mónica había elegido esa camiseta, cruel hacia los sentimientos de su novio y de mi Eva. Le dio dos besos a Eva, le dijo lo guapa que estaba, y a mi me besó en la boca, dedicandole a Eva, una sonrisa triunfadora de oreja a oreja. Pasamos dentro, y presentamos a Eva y Alfredo.

Durante la comida, no hablamos prácticamente de nada, la situación era muy tensa. Dos exnovios, y sus parejas cornudas, comiendo en la misma mesa. Al llegar al postre, Mónica le dijo a su novio Alfredo:

– preparanos el café, cornudo mío.

– ¡Voy contigo! - dijo mi novia Eva, y salió nerviosa hacia la cocina.

Nos quedamos Mónica y yo, mirandonos sorprendidos por la acción de Eva. Yo un poco más nervioso, porque me daba la sensación de que mi novia Eva pretendía realmente tirarse a Alfredo. Mientras esperabamos el café, pudimos hablar de lo sucedido el viernes, y de las reacciones de ambos cornudos, intercambiando opiniones. Por mi parte, me sentía algo dolido de haber hecho daño a Eva. Mi exnovia Mónica, sin embargo, se sentía perfectamente feliz de haber encontrado la forma de excitar a su novio Alfredo. Al parecer, simplemente con decirle a su novio Alfredo que le apetecía volver a follar conmigo, era suficiente para provocarle una erección. O por lo menos, así había sido al recibir el mensaje que les había enviado aquella mañana.

Cuando volvieron de la cocina, mi novia Eva y Alfredo, se les notaba que habían estado tramando algo. Alfredo evitaba mirarme, y Eva estaba demasiado nerviosa, inquieta.

– Así que, ¿Le has contado a Eva los detalles de lo que pasó el viernes? - dijo mi ex Mónica en voz alta.

– Si, me lo ha contado todo, con todo detalle – respondió Eva, mirando a Alfredo indicandole que sabía el detalle de que había recibido mi corrida en su boca.

Estuvimos en silencio mientras nos servíamos el café, hasta que Eva volvió a hablar:

– Le he dicho a Miguel que lo justo sería que yo también me follara a tu novio, Mónica, supongo que entenderás que debo mantener un cierto equilibrio en la relación.

– De eso nada, que tu novio sea un cabrón no quiere decir que yo lo vaya a ser también – respondió Mónica con firmeza – en todas partes hay niveles, querida.

Eva se quedó callada, su timidez le impedía hacer frente al desparpajo de mi ex. Mónica era toda una mujer, dominante e inteligente.

– Y hablando de niveles, Alfredo, quiero que vayas preparandote unos cojines en el suelo del dormitorio, vamos a dormir una siesta, y creo que no vamos a caber más que tres en la cama – dijo Mónica con un tono de superioridad mientras daba vueltas a su café – así que tu dormirás en el suelo.

– ¿Ahora?, ¿me puedo terminar el café?

– Los perritos no toman café, además, así dormirás mejor, y no nos molestarás.

El pobre imbécil se levantó de la mesa con la mirada baja, y se fue hacia el dormitorio a prepararlo para que mi novia y yo nos acostáramos con su querida Mónica.

–

Nos quedamos de sobremesa, hablando de lo impotente que era Alfredo, y de lo poco hombre que era al dejarse dominar así, hasta que volvió Alfredo:

– Está todo preparado, he colocado la estufa grande, para que estemos más cómodos.

– Para que estemos nosotros, no tu – le dijo Mónica.

– Para que estéis más cómodos – corrigió el cornudo de Alfredo.

– Háblanos de usted – volvió a indicarle Mónica, divirtiéndose mucho con la situación.

– Está todo preparado para que disfruten de la siesta.

– Así me gusta cornudo mío.

Y nos levantamos camino del dormitorio, bastante sorprendidos con lo dominado que estaba el idiota de Alfredo, teniendo en cuenta el poco tiempo que había transcurrido desde su iniciación en su papel de cornudo consentido. Llegamos al dormitorio, y la estufa de gas estaba caldeando el ambiente a toda marcha. El cornudo se había preparado unos cojines del sofá junto a la cama, y había bajado las persianas para que hubiera poca luz.

Mónica se tumbó en la cama, y le dijo a su novio que le quitara las botas.

– y luego a mis invitados – añadió.

– que gusto, yo quiero uno así – dijo mi novia Eva.

– Me parece que tu eres más del estilo de Alfredo, y que te va la sumisión, pero eso ya lo descubriremos – dijo Mónica levantando una ceja.

A medida que Alfredo nos iba descalzando, nos tumbábamos en la cama, primero Mónica, luego yo, y por último mi novia Eva. Estábamos bastante apretados en la cama, conmigo entre las dos chicas. Y nos dispusimos a dormir, mientras el cornudo ocupaba su lugar junto a la cama.

Al cabo de unos minutos, el calor se empezaba a hacer un poco molesto. El cornudo estaba bastante más cerca de la estufa, así que lo tenía que estar pasando bastante mal. Al pasar unos minutos más, escuché que se quitaba el suéter. Mónica también lo debió escuchar, y le dijo:

– pobre perrito, tendrás calor... Desnúdate.

– No es necesario, estoy bien así.

– Que te desnudes. Del todo.

No hubo más discusión, y escuché cómo se estaba quitando la ropa. Mi novia Eva, que estaba al borde de la cama, por el lado del cornudo, se le quedó mirando mientras se desnudaba.

– está excitándose – nos dijo con un tono divertido.

– Si, es un pervertido – dijo Mónica.

Pasaron unos minutos, y no parecía que ninguno quisiéramos dormir, además, el calor se estaba haciendo bastante insoportable, en contraste con el frío del exterior.

– ¡Qué calor! - dijo por fin Mónica – Alfredo, desnúdame a mi también, que no aguanto más.

Alfredo se entregaba por segunda vez a los deseos pervertidos de su novia Mónica, y desnudo ante dos desconocidos, con el rabo a reventar de excitación, empezó a desnudar a mi exnovia Mónica. Eva no perdía detalle de la situación, contemplando cómo el cornudo iba desnudando la piel de mi exnovia. Mi polla también estaba engordando por momentos, y más cuando Mónica empezó a tocarme el paquete, frotandolo por encima de mis tejanos. Eva no se atrevió a interrumpirla, y eso le dio aún más poder a Mónica, nuestra anfitriona. Una vez que el cornudo hubo desnudado todo su cuerpo, a excepción de su tanga, Mónica le dijo:

– Ahora desnuda también a Miguel, que con los pantalones está sufriendo. ¿No ves que su rabo está sufriendo ahí tan apretado? A ver si prestas más atención a nuestros invitados.

– S-si, perdone usted – dijo empezando a desabrochar mi cinturón, con cierta torpeza.

– Eva, ayúdale, haz el favor – dijo Mónica poniendo a prueba a mi novia con una primera orden.

Entonces Eva, mi novia, ayudó a Alfredo en la tarea de quitarme los pantalones, y liberar mi erección. Nada más salir mi rabo, mi novia empezó a acariciarmelo.

– Espera, Eva, termina de desnudar a Miguel, y después será tu turno – la interrumpió Mónica.

– Hazlo, desnúdate tu también – le dije con la mirada.

Entre el cornudo de Alfredo y yo, desnudamos completamente a mi novia Eva. La única que permanecía con un tanga, era Mónica, quien daba las ordenes en esa tarde de juegos sexuales.

Volvimos a tumbarnos en la cama, y el cornudo de Alfredo se sentó en los cojines del suelo. Entonces Mónica y Eva se dedicaron a acariciar mi cuerpo, mientras Mónica me rascaba con sus largas uñas, Eva masajeaba suavemente la polla, en una lentísima masturbación, subiendo y bajando mi prepucio, lamiendo y mordiendo mi cuello.

– Tu también Alfredo, debes dar placer a nuestro invitado – dijo Mónica a su novio, ordenándole que agasajara a su corneador.

Cerré mis ojos, y empecé a sentir en mi piel tres pares de manos, al principio identificaba las manos de cada uno de ellos, pero al cabo de unos segundos, ya no sabía quien me acariciaba, quien me masturbaba, o quien lamía mis pezones.

– vamos, ahora es turno de nuestra invitada – dijo Mónica.

Eva se recostó en la cama, y cerró los ojos. Yo me levanté para ponerme de rodillas, al otro lado de la cama, donde estaban los cojines, permitiendo así que Mónica quedara al lado de mi Eva. Por su parte, Alfredo se aproximaba a su cuerpo desde los pies de la cama, acercándose entre las piernas de mi novia. Me sorprendieron los celos al ver cómo tantas manos acariciaban el cuerpo de mi novia Eva, la tocaban con deseo, amasaban sus pechos, acariciaban su coño, introduciendo los dedos entre sus labios húmedos, pellizcaban suavemente sus pezones, y cuando Mónica lo consideró oportuno, cogió la cabeza de su cornudo novio, y le hizo comerle el coño a mi novia. Yo me separé un instante, contemplando como mi novia Eva se retorcía de placer, moviendo sus caderas agradeciendo el trabajo oral que le estaba regalando Alfredo. Miré a Mónica, quien me guiñó un ojo con una sonrisa muy pícara en la boca. Ella me había abandonado hacía por aquel entonces unos tres años, por ponerle los cuernos bien puestos y en repetidas ocasiones, y ahora estábamos dos parejas en la misma habitación, desnudos, excitados, y jugando con el morbo y el sexo.

Mi novia Eva gemía con su coño en la boca de Alfredo, y mi exnovia Mónica y yo, nos fundimos en un beso, entrelazando nuestras lenguas como años atrás. Me cogió la cabeza, y colocó mi boca en una de sus tetas, haciéndome chuparsela, sobre la cara de mi novia Eva. Eva, al verlo, me agarró la polla, y tiró de ella para ponersela en su boca. Yo me coloqué de rodillas junto a su cabeza, permitiendo que me pudiera comer la polla con comodidad, mientras a ella le seguían comiendo el coño. Con la otra mano, Eva empezó a acariciar y frotar el coño de nuestra anfitriona.

Mónica colocó sus manos sobre mi espalda, y la de su novio. Y erguida desde su posición elevada, por encima de los cuerpos sudorosos, nos dijo con tono solemne, casi ceremonial:

– Vosotros tres, ahora sois mis esclavos, obedecedme, y yo os haré gozar como nunca imaginásteis.

Nosotros escuchamos, y nadie dijo nada, solo continuamos en la espiral de lujuria, entregándonos al placer sexual en el agobiante calor de esa habitación.

Mi novia Eva, dejó de comerse mi rabo, y aprisionó la cabeza de Alfredo, apretando la boca de este contra su sexo, convulsionandose en su primer orgasmo.

– correte en su cara – me dijo Mónica, y añadió – obedéceme esclavo mío...

– ¿en la de Eva? - pregunté

– No, en la del cornudo.

Y pajeándome con decisión, me aproximé a la cara de Alfredo, que seguía dando placer oral a mi novia Eva.

– Vamos, córrete. Córrete en su cara, llénasela de semen – me apuró Mónica, nuestra anfitriona.

Y empecé a soltar abundantes chorros de semen, que salían disparados contra el pelo y la cara del pobre Alfredo, y el coño de mi novia Eva.

– y ahora, los tres me vais a dar placer a mi – dijo Mónica recostandose como una diva en la cama de su cuarto.

Eva liberó la cabeza de Alfredo, y se volvió hacia Mónica, lamiendo los pechos de su nueva Ama. Alfredo cambió el coño de Eva por el de su novia, debía estar agotado de tanto chupar, pero por lo menos esta vez sería el sexo de su novia el que masturbaría con su lengua. Yo en cambio, agotado por la corrida, me quedé unos segundos agachado junto a la cama, recuperando la energía que pierdo tras cada eyaculación.

– ¡Miguel! ¿A qué coño esperas? - me gritó Mónica.

– Espera un momento, que me recupere – le contesté. Y ahora estaba a punto de descubrir que hablar así, de tu a tu, a Mónica había sido un error.

Mónica se incorporó, y le dijo a sus otros dos esclavos:

– Vosotros dos: sujetarle.

Alfredo se levantó y me cogió de un brazo, mientras Eva, con una sonrisa malvada hizo lo mismo con mi otro brazo. Por supuesto me podía soltar, pero no lo hice por no romper la fantasía a la que estábamos jugando.

– Ya voy, ya voy – le dije a Mónica, siguiendo el juego.

– Es tarde esclavo, vais a aprender que mis órdenes no pueden esperar a que a ti te apetezca cumplirlas. Ponte de rodillas.

Obedecí con una sonrisa en la cara, pero me la borró de un bofetón. Antes de poder protestar, me cogió del pelo y me echó la cabeza hacia atrás.

– Aaay -protesté, abriendo la boca, y en ese instante Mónica escupió en mi boca. Algo que hacía tiempo ya había hecho, alguna vez que habíamos jugado a amos y esclavos, pero esta vez, me pareció muy humillante que lo hiciera delante de mi novia y del cornudo de su novio. Me di cuenta de que hasta ahora había gozado de una posición de privilegio en el juego, casi al nivel de Mónica. Pero de pronto, había caído al nivel de los demás. Sólo Mónica quedaba encima de nosotros tres, esclavos suyos.

– Y ahora, obedecerás todo cuanto te diga. Túmbate en el suelo.

Me tumbé boca arriba, y me colocó su coño en la boca, sentada sobre mi cara. Hizo que Eva se sentara sobre mi polla flaccida, sin metersela, y las dos empezaron a frotar sus sexos contra mi boca y contra mi polla. Sentí una mezcla de placer y dolor, infringido por los coños de ellas dos. Alfredo permanecía a un lado, observando en silencio. El semen de mi corrida resbalaba por su frente y su mejilla, y colgaba desde su pelo. No hizo nada para limpiarselo. Estaba totalmente dominado, no había dicho una palabra en todo el rato, y había aceptado su posición sumisa a la perfección. Era obvio que había nacido para obedecer a los deseos sexuales de personas más dominantes.

La tortura continuó mucho tiempo, hasta que mi exnovia se corrió en mi boca, arañando con sus uñas la piel de mi pecho. Después, se quedó quieta, observando como mi novia Eva seguía frotando su sexo contra el mío, enrojecido y erecto de nuevo.

– Es suficiente – dijo Mónica, - ahora dormiremos.

Ella se acostó desnuda en su cama, con mi novia Eva acariciando suavemente su cuerpo. Los dos chicos, nos quedamos en el suelo, sin tocarnos. Tardamos mucho tiempo en dormirnos, pero nadie se atrevió a romper el silencio.

Si alguien quiere comentarme algo, os responderé a la dirección paraquetediviertas arroba gmail punto com.