Conmigo 3, historia de cornudo infidelidad y trios

Historia de infidelidad, cornudo o tríos. Vuelvo a casa donde me espera mi novia Eva.

Tercera parte

conmigo 3

Conmigo 3, historia de cornudo infidelidad y trios

Me fui a casa con la satisfacción de haberme corrido dos veces, y una de ella en la mismísima boca del novio de Mónica. Desde luego, había quedado claro que Mónica llevaba los pantalones en esa relación.

Al llegar, ya muy tarde, me encontré a Eva, mi novia, dormida en el sofá con la tele puesta. Me tiré en el sillón con cuidado de no hacer mucho ruido. Tenía que pensar cómo le decía a mi novia que me había estado cepillando a mi ex, y que encima había tenido un episodio medio gay con su novio. Digo medio gay, porque yo había sido una mera victima de la ocurrencia de mi exnovia Mónica.

Mientras pensaba en las posibles formas de decir algo tan duro, mi vista se posaba en el cuerpo de mi novia Eva, en sus curvas, sus redondos pechos marcandose bajo la camiseta de tirantes que usaba para dormir. Sin darme cuenta, dejé de pensar en formas de decir "cariño me he follado a mi exnovia y me he corrido en la boca de un tío". Me fijé en los pantaloncitos de fina tela blanca, en la redondez de sus tetas, su respiración profunda y su cara angelical... y poco a poco mi rabo empezó a hincharse.

Me saqué la polla y me la estuve acariciando un rato, suavemente, preparandola para una tercera follada. Durante un par de minutos estuve masajeandome, masturbandome suavemente, sosteniendo mis huevos con una mano, y acariciandome el tronco venoso con la otra. Me di cuenta de que mi novia Eva se había despertado, y me miraba con una sonrisa maliciosa. Me detuve, parando mi suave masturbación, pero ella me invitó a continuar.

– Sigue, por favor, me gusta ver cómo lo haces – me dijo aún somnolienta.

Con una sonrisa, comencé de nuevo a darme placer, subiendo y bajando mi prepucio con infinita lentitud. Al poco tiempo, Eva empezó a acariciarse entre las piernas, sus dedos asomaban entre sus muslos, frotándose por encima de su ropa de cama. Ella en el sofá, y yo en el sillón, masturbándonos en silencio.

Cuando vi que mi novia Eva metía su mano bajo su pantalón, me levanté y se los bajé un poco, lo suficiente para descubrir su coñito, y permitirme acercar mi polla y con ella ayudarla a masturbarse. Ella cogía mi rabo, y frotaba el capullo entre sus labios menores, y su clítoris. Aprovechando la lubricación natural de nuestros fluidos, la penetré de una sola y decidida embestida, arrancandole un gemido profundo y prolongado. La dejé dentro de su cueva, y ella seguía trabajando su coño en busca de su primer orgasmo, el cual no tardó en llegar. Yo empecé a moverme dentro y fuera de su sexo, con fuerza y velocidad, mientras ella hacía lo mismo con su mano, mordiendose el labio y transformando su cara en una mueca que intentaba contener el placer sexual que estallaba entre sus piernas. Continué follándola sin piedad, con la ventaja que me daba el haberme corrido ya dos veces en las últimas horas. No supe identificar cuantos orgasmos arranqué de su cuerpo, porque hasta que me corrí, mi novia Eva no cesaba de gemir y contener grititos.

Tras mi débil corrida en sus entrañas, me separé de ella, y la besé tiernamente en labios, diciendole:

– vamos a la cama, es bastante tarde.

– Mmmm... ha sido muy bueno, tendrás que volver a pajearte antes de hacerlo la próxima vez, así aguantas mucho más – me dijo sin saber que la razón de haber durado tanto, había sido la fiesta en casa de mi exnovia Mónica.

Estuve lo más callado posible, y dormí de un tirón sin preocuparme por lo sucedido. Siempre duermo a pierna suelta, no entiendo porqué la gente se come la olla en vez de dormir. Ya pensaría mañana en cómo le contaba que me había tirado a mi exnovia delante del cornudo de Alfredo.

A la mañana siguiente, mi novia Eva me había preparado el desayuno, y me despertaba en la cama con un tierno beso en los labios. Era fin de semana, y teníamos pensado quedarnos en casa haciendo el vago aprovechando que los vecinos, la mayoría gente mayor, tenían a toda máquina la calefacción central de la casa en la que vivíamos. Nos apetecía estar en ropa interior mientras en la calle empezaba a nevar.

Yo me acordé del cornudo de Alfredo, que hoy por la mañana tenía que ir a cambiar la rueda que yo le había desinflado. Se me escapó una sonrisa llena de maldad y algo de pena por el infeliz. En ese instante, recibí un mensaje de mi ex, Mónica, que decía: "lo de ayer increíble. Alfredo se ha ido sin avisarme. este no vuelve. gracias de todas formas. Xxx".

Mi novia Eva escuchó el mensaje, y aproveché para contarle que me había cepillado a mi exnovia. No le di detalles, porque aunque somos bastante liberales, tampoco quería hacerle mucho daño.

– Joder, Miguel, lo que más me molesta es que hayas estado planeandolo, y no te hayas molestado en contarmelo, me siento mucho más engañada – me dijo en cierto momento de la discusión que tuvimos.

– Surgió así, pero no te rayes, que la próxima vez te lo cuento todo antes.

– Lo que querría es que no vuelva a haber próximas veces – dijo enfurruñada y casi en un susurro.

La abracé y estuvimos en silencio, como otras veces que nos habíamos confesado experiencias fuera de la pareja. Ese día no hubo sexo entre nosotros, estuvimos jugando a la videoconsola, y viendo películas.

Lo que ocurrió el domingo lo cuento en la próxima entrega.

Si alguien quiere comentarme algo, os responderé a la dirección paraquetediviertas arroba gmail punto com.