Conmigo 1, historia de cornudo infidelidad y trios

De cómo ayudé a mi exnovia a encontrar la verdadera tendencia sexual de su novio. El novio de mi exnovia me pide que me quede para follarmela.

Los personajes de esta historia de mi pasado, somos dos parejas. Por una parte, mi ex-novia Mónica y su novio actual Alfredo, y por otra parte, mi prometida Eva y yo, Miguel. Aunque mi prometida Eva conoce toda la historia, y es casi tan liberal como yo, sin embargo no participa demasiado de mis juegos, aunque estoy seguro que no le importará que exagere un poco su participación para esta narración.

Hace unos años, antes de casarme con mi actual mujer, mi novia ardiente y dominante me abandonó, al no soportar que yo le contara que le había puesto los cuernos. Seguramente porque fueron varias veces, más de dos y más de cinco. Yo soy así, no voy a negar que me apetece follarme a quien se me ponga a tiro, la monogamia no está en mis genes. Y tampoco puedo convivir con la mentira, así que nunca he ocultado si me he visto con otras chicas. Lo cual no quiere decir que vaya a dedicar mi vida y mi amor a la mujer que amo, y con la que me voy a casar a finales de verano. Al fin y al cabo, la vida es mucho más que el sexo. O eso dicen.

El inicio de esta historia se remonta dos años atrás, Mónica y Alfredo se conocían desde hacía unos tres meses. Mónica me pedía consejo para activar un poco la vida sexual con su nuevo novio.

– joder, que cuando está conmigo, ¡no se le levanta! - me dijo Mónica-, y eso que ya sabes lo insinuante y dedicada que puedo ser.

– Va a ser que le asustas al pobrecillo, con esa cara de tonto que tiene, no se qué hace un pivón como tu con ese pardillo -le contesté.

– Que si, que si, que ya me has dicho que no es para mi, que yo necesito caña, y este tío es un blando, ya me lo has dicho muchas veces. ¿Me vas a ayudar o no?

Ella me había pedido que si podía ayudar a su nuevo novio a tratarla en la cama, y yo le propuse hacer un trío, para que viera cómo se follaba. Desde luego, se lo había propuesto en broma, yo estaba saliendo con una nueva chica de la que estaba muy enamorado, y no quería volver a enredarme sentimentalmente con mi ex Mónica. Pero ella si que se lo tomó como una idea para activar su vida sexual con Alfredo, que le interesaba por motivos digamos, monetarios. Mónica quería lo que se suele decir, un braguetazo.

La idea era poner en práctica un plan algo rocambolesco ahora que lo veo desde el futuro, pero en su día resultó efectivo.

Aquel viernes, Alfredo la fue a recoger a casa, como de costumbre, ya que Mónica no conducía. Fueron a un cine de un centro comercial cercano, a eso de las nueve de la noche. Yo llegué al aparcamiento del cine a eso de las diez y media, desinflé una rueda del flamante deportivo de Alfredo. Luego me metí en mi coche, y me puse a esperar pacientemente. Media hora despues, aparecieron los dos entrando en el aparcamiento. Mónica y Alfredo se metieron en el coche, y se empezaron a ir. Pero al sonido de la rueda desinflada se detuvieron en la calle de salida del aparcamiento. "Vamos allá" me dije disponiendome a cumplir mi papel en aquella comedia.

Cuando me acerqué al coche, además de Mónica y Alfredo, había un par de mirones diciendole:

– joder, tío, que putada, fijo que han sido las chapas esas de los desagües. Pues te va a tocar cambiarla! -dijo uno de los mirones.

– Qué mala suerte! - dijo Mónica- con las ganas que tenía de llegar a casa contigo...

– Yo no he cambiado una rueda en mi vida – dijo Alfredo viniendosele el mundo encima.

Y en esas estaban cuando aparecí en escena.

– Hombre, Mónica, qué tal -la saludé.

– ¡Miguel!, que casualidad, -mintió ella.

– Si, he venido al cine con, unos amigos. ¿Alfredo era, no? -dije tendiendole la mano a Alfredo.

– Hola, Miguel, que tal. Pues ya ves, que hemos pinchado.

– Deja el coche en esa plaza, y así no estorbas, que la gente necesita ir saliendo -dije enseñandole la cola de coches que se estaba formando.

– Ehm... vale, si, buena idea -balbuceó Alfredo.

Apartó el coche, mientras yo me quedaba fuera con Mónica.

– seguimos adelante, no? -le dije

– si, si... llevo caliente toda la película, pensando en todo esto -dijo Mónica nerviosa.

– ¿Seguro que tu casa está libre?, no quiero que tu madre nos pille, que sorprendentemente me tiene en buena consideración -dije dandole un cachete en el culo.

– Si, mi hermano no vuelve hasta mañana por la tarde, y mamá sigue en Suiza (su madre trabajaba para una farmacéutica, y viajaba mucho).

– ¿Y si le da por empeñarse en cambiar la rueda aquí? -le pregunté por ese cabo suelto.

– ¿este? Ni de coña, es un hijo de papá, fijo que llama a la grua.

Alfredo salió del coche, y se fue al maletero, con la intención de cambiar la rueda.

– ¿pero qué haces?, -le dijo Mónica.

– Ehm, voy a cambiar la rueda -dijo Alfredo dubitativo.

– Dejalo, que Miguel se ha ofredido a acercarnos, y ya mañana la cambias que te ayuda mi hermano. Además, así tienes excusa para quedarte a dormir en casa... - le susurró acercandose a su oido.

Alfredo sonrió, y cerrando el coche, me agradeció el detalle. Nos montamos en mi coche y salimos del parking dirección al chalé de mi ex.

Llegamos y me dijo Mónica que porqué no me quedaba a cenar con ellos. Alfredo puso mala cara, pero Mónica le dijo que luego se lo compensaría.

– joder, que calor! Me he dejado la calefacción a toda leche! -exclamó Mónica al entrar en el chalet.

Entramos, y efectivamente, hacía bastante calor, a pesar de ser casi invierno. Mónica subió las escaleras, diciendo que iba a cambiarse, y que fuéramos poniendo la mesa.

Alfredo obediente, se puso a ponerla, mientras yo me abría una cerveza como si fuera mi casa.

– Joder, la de años que estado yo en esta casa... - dije queriendo decirle en realidad "la de veces que me he follado a tu novia".

– Si, Mónica habla mucho de ti.

– Si? y qué te dice? -le pregunté con falsa curiosidad. Y es que Mónica y yo hemos seguido hablando desde que cortamos, incluso con más naturalidad, ya que nos hemos sentido más libres y con menos cosas que ocultarnos.

– No se, cosas...

– Supongo que no muchas cosas, porque básicamente nuestra relación era sexual. -dije tirandole una buena bomba.

Seguro que eso le hizo darse cuenta de sus carencias, y se quedó callado un rato. Mónica bajó con un pantalon de chandal y una camiseta de tirantes.

– ya estoy aquí, -dijo con voz alegre. - qué bien tener a mis dos niños aquí.

– Bueno, que yo soy tu ex-niño, ya me libré de ti! -bromeé sin evitar mirarla dándole un repaso visual.

– Ya ¡más quisieras volver a ser mío! -dijo como si se hubiera olvidado de su novio.

– Ejem, la mesa ya está -dijo el pobre de Alfredo, que no se enteraba de nada.

– Venga, pues a calentar la carne -dijo Mónica, y metió un taper en el micro.

La cena transcurrió bastante normal, como de amigos. Hablando de esto y lo otro, de la empresa de su papá, de su coche con ruedas deportivas de tantísimos euros, y demás tonterías. Mientras tanto, yo solo pensaba en el cuerpo de mi ex, y ella pensaba en que si esto no funcionaba con Alfredo, le dejaba. Que el sexo era demasiado importante para ella como para estar con un tío tan poco ardiente.

Nos fuimos al salón, a tomar el café, yo sentado en uno de los sofás y ellos en el otro. Empezamos a bromear

– Así que te pasas el día en el gimnasio, -me dijo Mónica- así que por fin has salido del armario! Jajaja!

– Que si, que más quisieras tu que hubiera tenido este cuerpo cuando salías conmigo -respondí.

– Pues Alfredo está más bueno que tu, así que he progresado. Mira enseñale -le dijo a Alfredo, indicandole que se levantara la camisa.

El pobre, obediente, se levantó la camisa enseñando unos abdominales que más querría tener yo.

– ya pero yo la tengo más larga -dije levantando las cejas.

– Pues eso tampoco! Jajaja! -rió Mónica mientras colocaba su mano en la pierna de Alfredo, subiendo hacia su paquete.

Alfredo se dejaba hacer, un poco asustado por la situación.

– venga ponte duro cari... -le susurraba Mónica al oido, lamiendole la oreja.

– Pe-pero... ahora? -balbuceó Alfredo, queriendo salir de ahí, y lamentandose por no haber cambiado la rueda en el parking.

– Anda, dejale, aquí conmigo no va a poder empalmarse -dije divertido por la situación.

– Que si se pone, que si... verdad cari? -ronroneó Mónica acariciandole con más ganas.

– Que no es momento Mónica, hombre... -dijo Alfredo sin mucho entusiasmo.

A lo que Mónica respondió sentandose en sus piernas, de cara hacia el, y quitandose la camiseta de tirantes. Se quedó desnuda de cintura para arriba, dandome la espalda, y poniendole las tetas a un palmo de las narices de su novio Alfredo. Este se quedó sin saber qué decir, y evidentemente no había ni un atisbo de erección entre sus piernas. Por mucho que Mónica se aplicó a acariciar, besar, frotarse contra el... Hasta que desesperada, se levantó, y con un suspiro de decepción, se tiró a mi lado en mi sofá.

– no hay manera – bufó Mónica.

– Hombre, es que la situación no es la más apropiada -dije defendiendo a Alfredo, que se había quedado solo en su sofá.

– Si es que es siempre así, y cuando se pone duro, en un momento se vuelve a desinflar.

– Eh, que estoy aquí! -protestó Alfredo.

Nos quedamos todos en silencio un momento, hasta que Mónica señalando mi erección dijo:

-pues Miguel si que se empalma.

-es que estas muy buena, Mónica. Tu siempre me la vas a poner dura, aunque tengamos cada uno nuestras familias -dije poniendo mi brazo alrededor de mi cuello, y acercandola hasta rodear su pecho con mi mano.

A Alfredo se le pusieron los ojos como platos, así que quité mi mano de la suavidad del pecho de su novia Mónica.

-perdona Alfredo, no se si ha sido la costumbre, o la confianza que tenemos después de años siendo novios -me disculpé con media sonrisa.

Entonces Mónica volvió al sofá de su novio Alfredo, y se puso de rodillas entre sus piernas, tocandole el bulto.

-¿y esto? ¿Te has puesto cachondo viendo como me tocaban las tetas?

Alfredo, colorado como un tomate no respondió, pero cuando Mónica le tocó la bragueta, fue evidente.

– n nno... esto ha sido por lo de antes -tartamudeó Alfredo

– ¿ves? ¡Ya se le vuelve a desinflar! -protestó mi exnovia

entonces me levanté, y poniendome de rodillas detras de ella, volví a cogerle los pechos, pero esta vez con un magreo como es debido.

Los dos mirábamos hacia la bragueta de Alfredo, y él miraba mis manos sobre los pechos de su novia. Y su bulto empezó de nuevo a crecer, queriendo salir de la prisión de sus calzoncillos.

– Jajaja! -rió Mónica

– pffff, tío... no jodas... -le dije a Alfredo, que miró hacia otro sitio sin saber qué decir ante la evidencia de que le ponía cachondo que tocasen a su novia.

Nos volvimos a sentar frente a el, en el sofá. Mónica seguía vestida sólo con los pantalones deportivos, y cuando Alfredo se fue a cerrar los vaqueros, le dijo:

– No, espera, tengo una idea -y empezó a deslizar una mano por mi pierna, subiendo hasta mi bragueta.

Iba subiendo despacio, mirando a los ojos a Alfredo, y a su bulto, que iba creciendo a medida que Mónica se iba acercando a mi paquete. Me dijo que me pusiera en pie, y me bajó los pantalones, metiendo su mano por la abertura de los boxer y agarrandome la polla.

– mirale, ¡Lo que le pone es que me lo haga con otros! -dijo entre sorprendida y divertida.

Mirandole a los ojos, empezó a mordisquear mi polla. Y en ese momento, Alfredo se terminó de bajar los pantalones, y se acercó a nosotros.

Yo me aparté instintivamente, pero no venía a pegarme, sino que desnudó a Mónica y la tiró contra el sofá.

– estoy harto de tus desprecios, te voy a dejar el coño como una boca de metro! -dijo sin mucha convicción mientras le quitaba el tanga a mi exnovia.

– Así me gusta, fóllame, fóllame! -exclamaba Mónica que por fin sentía algo de fuego en su novio Alfredo.

Pero este ni siquiera llegó a penetrarla, su polla perdió consistencia, y no pudo continuar. Abatido se dejó caer en el sofá, y abrazado a Mónica empezó a gimotear.

– no te preocupes, mi amor, no pasa nada, veras cómo solucionamos todo esto... -dijo Mónica intentando animarle, mientras con su mano jugueteaba con su pene flaccido.

– Chicos, mejor os dejo solos, ¿De acuerdo? -les dije mientras me abrochaba el cinturón, y me iba a la cocina a recoger un poco los restos de la cena, dejandolos hablar entre ellos.

No tardé nada en recoger la cena, pero no sabía si irme o quedarme. Les oía hablar en susurros, pero no podía escuchar lo que decían. Al cabo de unos minutos, pasé por el salón, ellos estaban sentados en el sofá, frente a frente. Mónica seguía desnuda, pero Alfredo se había vuelto a abrochar el vaquero. Entré y les dije:

– me voy a marchar, creo que aquí sobro.

– No, Miguel, quédate porfavor. Vamos a solucionar esto -dijo Mónica- aunque no se muy bien cómo, parece que a Alfredo le viene bien que estés.

– ¿Cómo es eso?, queréis que hagamos un trío o qué? Dije retomando el plan original de la noche.

Hubo un momento de silencio, hasta que Mónica le dijo a Alfredo:

– venga, ¡que se lo digas!

Hubo otro silencio, en el que esperé sin saber muy bien qué me iban a decir.,

– es que... eehm... que creo que estaría bien, si -dijo Alfredo muy bajito.

– El qué, un trío? -pregunté para que quedara bien claro que era idea suya.

– Si... eehm.. eso es, que podríamos. Si quieres claro... -dijo avergonzado.

– Lo que quiere decir es que le apetece ver cómo me follas -dijo Mónica exasperada con la timidez de su novio.

Alfredo bajó la cabeza al aclararse lo que habían estado decidiendo mientras yo estaba en la cocina.

– ¿cómo? -volví a preguntar, descubriendo mi lado sádico

– Ya lo has oido, ¿no te apetece o qué? -dijo Alfredo recuperando un poquito de orgullo.

– Vale, vale, todo claro. Te apetece compartir a tu novia conmigo, todo un detalle amigo. -dije mientras me sentaba de nuevo en el sofá frente a ellos dos. - ¿Y cómo lo hacemos ahora?

Mónica empezó a besarse con su novio Alfredo, mientras yo les observaba. Alfredo tocaba torpemente el cuerpo de mi exnovia, que estaba totalmente desnuda. Yo enseguida me puse con la polla a reventar, y me acerqué a ellos, poniéndome de pié a su lado. Mónica acariciaba el paquete de su novio, y le abrió los vaqueros, pero aquello estaba flojo. Sin decir nada, dejo de besarse con su novio, y se volvió hacia mi bragueta, que quedaba a la altura de su cara.

Con rapidez me desabrochó el cinturón, y abrió mis tejanos, liberando mi polla de su encierro. Con sus manos suaves la acarició desde los huevos hasta la punta, y sin esperar más, se la metió en la boca iniciando una caliente mamada. Yo miré a Alfredo, que apartando la vista de la acción, me devolvió la mirada con una expresión de sumisión a su destino.

Agarré suavemente la cabeza de su novia, y me puse a follarle la boca con suavidad. Alfredo volvía a acariciarle las tetas. Se sacó su polla, sin apartar la mirada de los labios de su novia que seguían tragándose mi rabo. Mónica abrió los ojos, y se dio cuenta de que el plan estaba resultando, y que por fin había descubierto cómo excitar a su novio.

– Te gusta? -le preguntó haciendo una pausa en la mamada que me estaba haciendo.

– El qué? -dijo, demostrando ausencia de perspicacia.

– Que si te gusta ver cómo le follo la boca a tu novia - le dije ayudandole a entender.

– S-si, me gusta.

– Vete diciendonoslo mientras sigo comiendole el rabo a Miguél -dijo mi exnovia volviendo a engullir mi polla.

– mm... me gusta ver cómo le comes la polla - empezó a decir sin mucha inventiva- me gusta que disfrutes chupandosela.

Mientras tanto, se pajeaba como un mono, con una expresión desencajada, bastante patética. Y con un gemido empezó a correrse poco más que una gotita de semen que empezó a resbalar por el tronco de su polla.

– se ha corrido – le dije a Mónica

– joder, ¿ya?

– Lo...lo siento – se disculpó Alfredo.

– Pues ¡follame tú! -me dijo su novia agarrandome de la polla y dirigiendola a su coño.

Apartó a Alfredo con un empujón, y se tendió sobre el sofá, donde empezamos a follar duro, como nos gustaba hacer cuando eramos novios. Mientras Alfredo sentado en el suelo observaba en silencio como me follaba a su novia. Le di la vuelta y se la metí por el culo, tal y como sólo permitía cuando estaba excitada a tope.

– si, reviéntame el culo cabrón!

– El cabrón es tu novio -dije mirando a Alfredo que volvía a tener la polla medio tiesa.

– Si, siii, dame fuerte, destrózame, ¡como echaba de menos tu polla!, -exclamó, sin darse cuenta de que Alfredo podía resentirse por el comentario.

– Pues llámame siempre que la necesites, y te la meteré como a ti te gusta, y ahora dime, ¿dónde la quieres?

Cuando eramos novios, siempre le preguntaba dónde quería mi corrida, e independientemente de lo que me respondiera, siempre me corría en su cara o en sus tetas.

– correte sobre el cabrón, ¡llénale su cara con tu semen! - dijo dejándonos estupefactos a los dos.

Y yo que estaba a punto de correrme, se la saqué del culo y me corrí en su espalda. No fue una corrida ridícula como la de Alfredo, fueron tres o cuatro potentes chorros que salieron disparados hacia la espalda de mi exnovia.

Hubo un momento de silencio mientras yo me recuperaba del orgasmo, Mónica se daba cuenta de la barbaridad que acaba de ocurrir, y de la burrada que había dicho al pedirme que me corriera sobre su novio. Mientras Alfredo, seguía sentado en el suelo, mirando los restos de semen que iban goteando de mi rabo. No se si miraba con admiración, o imaginando que en realidad me hubiera corrido contra su cara.

Me tiré en el sofá que estaba libre, con las piernas abiertas y mi rabo enrojecido colgando semierecto. Mónica seguia con la cabeza hundida en los cojines del sofá, y el culo irritado en pompa, expuesto, como deseando que volvieran a meterle una buena polla, y Alfredo mirando al suelo, aceptando los hechos que acababan de ocurrir.

Al poco rato, Mónica se sentó en el suelo junto a su novio Alfredo, y se puso a pajearle con la cabeza apoyada en su hombro.

– ¿Te ha gustado ver cómo me follan, mi amor? - le decía mimosa

– Me alegro de que lo hayas disfrutado – le respondió Alfredo.

– ¿Te importa si le pido que se quede con nosotros?

– Haz lo que quieras, todo esto es nuevo para mi – respondió Alfredo dejándose arrastrar a la depravación a la que más adelante llegaríamos.

– Pídeselo tu, me hace ilusión -ronroneó mimosa.

Y entonces Alfredo, entregando las llaves de su destino, me pidió:

– Miguel, ¿Te importaría quedarte esta noche con nosotros, y follarte otra vez a mi novia, porfavor?

Esta historia continúa, este es sólo el principio de una historia de depravación. Si alguien quiere comentarme algo, os responderé a la dirección paraquetediviertas arroba gmail punto com.