Congreso

Un médico acude a un congreso con su esposa, que aprovecha su tiempo haciendo compras y...

Me llamo Pedro, tengo cerca de 40 años y estoy casado desde hace diez con Maite una mujer encantadora de 30 años, guapísima y además inteligente. Soy médico y cada cierto tiempo tengo que ir a congresos de mi especialidad para reciclarme y tomar contacto con otros compañeros, comentar algunos casos difíciles o simplemente tomarle el pulso a la especialidad; generalmente voy solo y algunas veces aprovecho para junto con mis compañeros "echar una canita al aire" generalmente bastante inocentemente, aunque podría contar algunas cosas que... El relato que nos ocupa también tiene relación con el ultimo congreso al que asistí. Ella insistió mucho en acompañarme, mucho más que otras veces, cosa rara en ella, diciéndome que no me molestaría y que se manejaría sola en la ciudad, y no tuve más remedio que dejarla venir conmigo pues el congreso era en Galicia y esa tierra desde siempre le gustaba desde que éramos novios.

No obstante, ella me comentó que estaría todo el día por la ciudad y que no interferiría en las actividades del congreso, por lo que pensé que no todo estaba perdido.

Nos desplazamos en avión hasta allí. Durante el viaje ella se mostró alegre y animada, comentando las tiendas que podría visitar etc... El tiempo allí era muy bueno, aunque ya era otoño y cuando caía el sol un abrigo no se echaba de menos.

Al día siguiente me despedí con un beso de mi mujer y me fui temprano hasta el lugar donde se realizaba el congreso. Sabía que ella se despertaría tarde y desayunaría en el hotel, pues le gustan mucho los bufetes de los hoteles. Yo le había comentado que llegaría tarde y que no me esperara despierta, a lo que ella respondió que no me preocupara, mientras me guiñaba un ojo.

Pasé todo el día en el congreso y por la noche, tras llamar por el móvil a mi mujer y encontrarme con su buzón de voz, decidí quedarme con un grupo de gente en un restaurante de postín, (invitados por un laboratorio claro). Después estuvimos en un local de copas cerca de la comandancia de marina. Allí conocimos a unas bastante jovencitas, y tras invitarlas a unas copas nos sentamos juntos. Eran bastante guapas, pero insustanciales, bueno tampoco queríamos unas ganadoras de premio Nobel y marchosillas sí parecían. Pero tras pasar un buen rato con ellas nos acabaron dando calabazas, con lo que nos dejaron con un palmo de narices. Y así acabó nuestro primer día en el congreso. Cuando llegué de madrugada a la habitación del hotel, me la encontré llena de bolsas de ropa y cajas. Buena compra ha hecho Maite, tres días más así y nos arruina- pensé yo mientras me metía en la cama y me apretaba contra ella, ella me sintió y se pegó a mí, yo estaba muy excitado tras mi frustrada salida vespertina, pero también algo cansado. Así que me quedé dormido.

Por la mañana me despertó ella al descorrer las cortinas. Estaba probándose todos los vestidos que se había comprado y sobre todo un abrigo de pieles despampanante que ella lucía con mucha gracia, aunque cuando se lo quitó dejo entrever un conjunto de ropa interior de color marfil que quitaba el hipo. Estaba muy guapa. No os he comentado cómo es físicamente: rubia, mide 1.70, delgada pero con muchas curvas, unas tetas firmes y amplias, una cinturita fina y unas caderas...

Enseguida me acerqué a ella y empezamos a besarnos pero ella me apartó diciéndome:

-Tranquilo Pedro, ya habrá tiempo para todo, pero vas a llegar tarde a tu congreso y no quiero que sea por mi culpa.- Yo me resistí lo que pude pero al final nos vestimos rápido y desayunamos en el hotel.

Cuando llegué al congreso ya estaba reunido todo el grupito de amigos que nos habíamos conocido la noche anterior. Estaban: Antonio de Madrid, Jorge de Barcelona, Lucas de Gijón y yo. Al acabar por la tarde, nos reunimos en un local para tomar algo y allí nos reunimos con Paco, un compañero de Antonio. Pronto nos pusimos a hablar de nuestro tema favorito Las Mujeres. Estábamos todos un tanto cabreados por las niñas del día anterior. Todos menos Paco, que sonriéndose nos contó lo que le había pasado la noche anterior.

Yo en estos congresos no creo en el ligue ocasional, primero tienes que encontrar a alguien, luego te gastas dinero en ella, cenas, regalos, etc. y al final te dejan con la puerta en las narices. Yo prefiero ir sobre seguro- expuso con seriedad.- prefiero quedar con alguien profesional que sepa de que va esto y con la que no halla malentendidos.

Nosotros nos sorprendimos mucho y pusimos muchas objeciones.- Con una profesional no es lo mismo .- exclamó Antonio. -Yo tampoco podría hacerlo así.- añadió Jorge.

-Os equivocáis todos .-respondió Paco.- El tema está en dar con alguien que no sea exactamente una profesional, sino alguien amateur, alguien a que le guste ese tipo de situaciones. Vamos que le guste follar con gente interesante, gente que no conocería de otro modo. Es una manera para ellas de salir de su rutina, y de paso- añadió pícaramente- de sacarse un extra.

-Yo conozco.- continuó Paco.-a una buena amiga que se dedica a contactar a mujeres casadas amateurs con hombres que las puedan entender. Es muy fácil. -añadió. Te mandan a casa a una mujer a la que le va a resultar igual de excitante que a ti. El problema, añadió sonriendo.- es que son muy caras.

Continuamos durante un rato dándole vueltas a ese asunto, hasta que Paco levantándose nos dijo:

-Bueno chicos, me tengo que ir, ahí veo a la mujer con la que con toda seguridad voy a estar esta noche. -dijo guiñándonos un ojo, y todos comprendimos que se refería a una espectacular morenaza que estaba sentada en la barra, de espaldas a nosotros muy al fondo del local. Estuvieron hablando un rato y se fueron muy acaramelados.

Nosotros también nos fuimos yendo uno tras otro, y al final volví pronto a la habitación del hotel. Maite todavía no había llegado, me desvestí y me asomé a la terraza a ver el paisaje de la Ría.

Me distrajeron enseguida unos ruidos que venían de la habitación de al lado. Debo confesar que soy algo voyeur, así que me sedujo la idea de espiar a los ocupantes de la otra habitación. La cosa no era difícil porque todas las terrazas eran corridas y sólo las separaba una mampara que era fácilmente practicable.

Sintiéndome como un ladrón pero muy excitado, salté la mampara y me asomé a la ventana del otro cuarto. Aparecía velada por un visillo, pero al estar muy iluminado su interior se llegaba a apreciar parcialmente lo que ocurría dentro.

Me di cuenta en seguida por la voz del hombre que era la habitación de Paco; no me extrañó pues en estos congresos hace la reserva de habitaciones de todos los congresistas la misma agencia y suelen reservar plantas enteras.

Me dispuse a espiar a la bella morenaza que se iba a beneficiar esa noche, poniéndome cómodo en el suelo de la terraza. Ellos tenían las luces bien encendidas, estaban desnudos, ella dándome la espalda y el sentado en el borde de la cama. Ella le estaba haciendo una mamada y por lo que veía se lo estaban pasando muy bien.

Después de un rato pude entrever a través del visillo como él la cogió de la mano y la puso a cuatro patas sobre la moqueta. Se notaba que lo estaba pasando muy bien y estaba muy excitada. Me embargó un sentimiento de envidia, pero por otro lado estaba tan excitado que no podía moverme, fascinado con la situación.. Decidí seguir mirando, mientras me desabrochaba la bragueta del pantalón y comenzaba a hacerme una lenta paja. Mi polla salió como un resorte de su prisión y comencé a bombear mientras veía lo que pasaba dentro:

Él se había situado ya detrás de ella, colocando la punta de su rabo pegada a su coño, --por cierto tenía un miembro de primera división.. Ella gimió y arqueó la espalda exponiendo su grupa al miembro que la presionaba. Él separó los labios de su entrada y poco a poco fue entrando dentro de ella hasta que aplastó su culo con la pelvis. Empezaron a moverse poco a poco mientras ella gemía más y más. No podía dar crédito a mi buena suerte como voyeur. ¡Ver, más bien entrever esos momentos íntimos de pasión delante de mis narices! Y lo mejor de todo es que gracias a esto la paja que me estaba haciendo era de las más intensas que había tenido desde hacía mucho.

Ellos mientras tanto seguían follando cada vez más fuerte; él sacaba su polla casi por completo para volversela a introducir hasta el final. Con los empujones ella se había ido echando para adelante y ahora su cabeza descansaba enterrada bajo un almohadón sobre la moqueta, mirando hacia el otro lado. No había duda de que se lo estaba pasando muy bien; los huevos del intruso golpeaban de lleno rítmicamente su sexo, que se entreveía entre empujón y empujón completamente mojado.

De repente noté que ella se acercaba hasta un orgasmo brutal que la hizo susurrar con una voz congestionada - ¡Clávamela más.... por favor! , cosa que él hizo sin hacerse de rogar

Vi cómo él se inclinaba hacia delante y le agarraba las dos tetas que hasta ese momento se habían bamboleado libremente, y empezaba a correrse dentro de ella mientras sus huevos se bamboleaban rítmicamente, de tanta fuerza que hacía él para meterse dentro de ella.

Ella también se estaba corriendo, gemía sonoramente y se dejaba llevar por los empujones de él. Tenía las manos crispadas y el rostro tapado por el almohadón, sólo se apreciaban sus labios color carmín, fruncidos en un mohín como un pececito que lucha por respirar al ser atrapado en un anzuelo. En ese momento mi semen comenzó a brotar en oleadas, salpicando el cristal de la habitación. Yo me retiré enseguida, rogando que Maite no estuviera en la habitación y no tuviera que explicarle nada. Volví sobre mis pasos y entré en nuestra habitación, Maite aún no había vuelto, confirmé aliviado. Y me dispuse a darme una ducha y acostarme.

Me desperté a oscuras cuando noté que Maite se metía en la cama y se arrimaba a mí. Yo después de la paja que me había hecho estaba bastante calmado, pero ella comenzó a pegarse a mí y cogiendo mi mano la acercó a su sexo. Estaba caliente y muy muy húmedo. Empezamos a besarnos apasionadamente a oscuras mientras ella se sentaba a horcajadas sobre mí y me susurraba al oido:- Cariño, me gustaría probar un juego nuevo, ¿me dejas?.

Yo que era el que casi siempre sugería este tipo de acciones me sorprendí un poco, pero la ocasión no era para desperdiciarla. Estaba tan sensual que no pude decirle que no.

Enseguida me ató las manos al cabecero con unos pañuelos y me cubrió los ojos con un antifaz de los que se usan para dormir. En seguida encendió las luces para verme ella a mí sin ser vista. Ya habíamos jugado a ese juego en varias ocasiones, pero hasta ahora había sido ella la atada. Me dispuse a dejarme llevar y me relajé.

-Cariño, -Me susurró. Esta vez va a ser especial, confía en mí. Me dijo. Y comenzó a meterse mi polla en la boca. Así estuvo un buen rato hasta que estuvo a punto de estallar. Luego situó la punta de mi miembro en la entrada de su coño y se dejó caer entrando hasta la raíz. Estaba muy húmeda, más que otras veces, -pensé con orgullo cuando comenzó a follarme lentamente mientras yo gemía de placer.

-Estas buenísima cariño. Le dije. Podrías pedirme lo que quisieras, estoy pasándomelo tan bien que no podría negarme.

Ella sonrió enigmáticamente y comenzó a moverse más rápido mientras decía: - Pedro, es hora que sepas que estoy algo cansada de la vida que llevo y que he decidido cambiarla.

Yo me sonreí para mi mismo. Si mi mujer se proponía algo, no había nada que hacer.

-He decidido que quiero follar con otros hombres. La sorpresa me impidió contestar nada apropiado mientras ella seguía hablando.

  • Entiéndeme no es que no te quiera, pero me casé contigo muy joven y no tuve casi ninguna experiencia previa a ti. Es sólo que me apetece hacerlo y creo que podría incluso llegar a mejorar nuestra relación. Me aseguró la taimada mientras culeaba con fuerza y me hacía sentir tan bien...

    • -Al principio pensaba que sólo podría follar con alguien al que conociera y quisiera, pero la idea del sexo por el sexo cada vez me atrae más. Sobre todo, me dijo culeando a un ritmo frenético en cuanto pienso en la de veces que tú lo has hecho con esas niñitas que conoces en los congresos.
    • Me sobresalté algo asustado, aunque ya sospechaba que ella algo sabía, pero ella me fue calmando con golpes arteros de pelvis sobre mí, hasta dejarme excitado y a su merced. Yo me empezaba a poner cachondo con la idea de compartir a mi mujer. La verdad es que era una fantasía que yo había tenido en muchas ocasiones y que nunca le había comentado. Dejé pues que siguiera con su discurso...
    • -La verdad es que todo este asunto es muy excitante. Ya te darás cuenta de hasta qué punto, afirmó convencida mientras me quitaba el antifaz y las ataduras, y me guiñaba un ojo.
    • Seguí moviéndome a su ritmo mientras mis ojos se acomodaban a la luz. Noté enseguida algo diferente en ella,¿qué podría ser? me dije.
    • Un pensamiento se me apareció claro como un relámpago. -¡El pelo!. ¡Te has teñido el pelo!.- afirmé mientras una luminosa idea iba perfilándose en mi mente y las piezas empezaban a encajar. ¡Esa mujer que me estaba follando era la misma que yo había espiado poco tiempo atrás en la ventana!. -Ya notaba yo algo conocido en ella, pero su pelo me había despistado. ¡Era la misma que estaba a cuatro patas, gimiendo como hacía tiempo que no gemía conmigo!. ¡La misma que después me había ensartado a mí!. Claro, ya notaba yo que estaba muy húmeda.. Era el miembro de Paco, más ancho y largo que el mío, que había aclimatado a su medida la vagina de mi encantadora esposa, haciéndola gemir y gozar claramente en el proceso, y dejando su esperma como huella de su hazaña. Era la leche de Paco que la había inundado, lubrificándola para que yo luego la penetrara fácilmente y sin ningún preliminar.
    • La verdad es que mi mujer se vengaba como nadie, pensé con algo de orgullo y un mucho de aceptación a la superioridad de esta dama, mientras ella seguía cabalgándome.
    • Curiosamente me sentí muy excitado, como si se hubiera roto alguna atadura que tuviéramos desde hace años y que impidiera el hecho de una comunicación más íntima, una relación sin mentiras y en la que pudiéramos expresarnos libremente. Maite se dio cuenta por mi mirada de todo ello, en el fondo era lo que ella pretendía, y nos fundimos en un beso muy tierno y húmedo.
    • Me puse rápidamente sobre ella y seguí follándola cada vez más excitado hasta que nos corrimos casi al unísono.
    • Ya abrazados desnudos me contó sus andanzas:
    • Continuará
  • Doc Love