Congreso Empresarial 3: Solo es un hasta luego
Despedidas. El relato lo subí sin corregir hace 2 días así que lo vuelvo a subir (RESUBIDO)
A la mañana siguiente, me desperté temprano con sensaciones extrañas y placenteras, cuando abrí los ojos y conseguí enfocar, vi una imagen impactante. Con la luz de la mañana entrando por la ventana e iluminándola totalmente, Ivette me cabalgaba suavemente mientras echaba la cabeza hacia atrás cerrando los ojos.
-
Buenos días, a ti también. Me gustas bastante como despertador
- dije con voz de sueño, haciendo que ella sonriera sin abrir los ojos mientras seguía cabalgándome a un ritmo muy pausado -
Buenos días papi, estabas tan mono dormido que no quería despertarte bruscamente
- dijo con la voz alterada mientras no paraba de mover su cadera, adelante y hacia atrás con ritmo cadencioso y sin abrir lo ojos para nada -
Eres mucho mejor que el que tengo en casa¿Que pasa que no tuviste bastante anoche?
- dije bromeando-
Sí, pero me he levantado, con ganas de más
-dijo soltando un pequeño gemido y cabalgando con más ímpetu ahora que sabía que estaba totalmente despierto.
El único problema, de haberme despertado en esta situación, fue que enseguida noté la necesidad de correrme, por lo que me incorporé, agarré Ivette por la cintura y de un movimiento, me puse encima para controlar la penetración, aunque en realidad lo que quería era ganar tiempo. Así que, después de varias penetraciones largas y lentas con un empujoncito profundo al final, y comprobar que, aún después de todo el sexo de la noche anterior, si seguía a ese ritmo, me correría como un mirlo, la besé con profundidad. Con todo el dolor de mi alma y ante sus protestas, se la saqué mientras empezaba a bajar besándola por su cuello, y su pecho hasta su vientre y entonces me quedé observándolo unos segundos, mientras recuperaba un poco el control.
Siempre he dicho (aunque la frase no es mía) que si al ver un coño de cerca, no te entra “hambre” y empiezas a salivar, a lo mejor no deberías comerte ese coño, porque lo vas a hacer sin verdaderas ganas. Lo cual no suele ser mi caso, no he visto casi nunca de cerca un coñito que no quisiera comerme y el de Ivette no solo quería, casi lo necesitaba aún después del atracón que me había dado la noche pasada. Unas gotas de flujo vaginal se escurrían a cámara lenta desde su vulva hasta su ano y cuando estaban por llegar, saque la lengua, los recogí y con una caricia lenta de abajo a arriba, con toda mi lengua, lamí desde el ano hasta que llegando al clítoris, endurecí la punta y en un movimiento la doblé hacia arriba rozándolo levemente, lo que produjo un pequeño espasmo en Ivette -
¡Ahhh!
- gimió -
no hace ni 4 horas, y ya echaba de menos tu lengua…
- dijo con la voz cada vez más ronca -
Y yo tu sabor
- dije como en un ronco susurro, separándome de mi “desayuno” por un segundo y volví con ganas renovadas,
- ¡
Fóllame ya, métemela!
- me pedía descontrolada, pero yo seguía impertérrito excitándola y lamiendo.
Una vez noté que mis ansias se habían calmado, retiré la lengua y comencé a penetrarla suavemente con mis dedos, mientras me incorporaba y la besaba con pasión. En mitad del beso, coloqué mi verga en la entrada de su coñito y sacando los dedos comencé a acariciar su clítoris con mi glande, mientras ella buscaba la penetración con ansiedad, cuando me ya parecía descontrolada, se la metí en un solo movimiento, mientras ella soltaba un sonido entre gemido y gruñido que hizo que la penetrara más lentamente para alargar la sensación. Cuando nuestras pelvis chocaron abrió mucho los ojos, rodeo mi espalda con sus piernas impidiéndome moverme y empezó a frotarse contra mí, mientras apretaba y soltaba mi extensión dentro de ella, con una expresión divertida, como diciendo “mando yo”. Así que la abracé, haciendo fuerza giré y la puse encima mío mientras le decía -
¿No quieres mandar? ¡Venga!
- dije dándole un azote en su espléndido trasero y así, empezó suave, moviendo las caderas sobre mí y rozándonos, parecía una amazona desnuda, pronto empezó a subir y bajar clavándose fuerte en cada movimiento, en un momento dado, la sujeté por sus muslos para que no bajara, y empecé a penetrarla desde abajo en un movimiento que le hizo tener su primer orgasmo. Después de unos segundos, volvió a cabalgarme, esta vez más fuerte, hasta que le di un azotito y le dije que se pusiera en cuatro, lo que me recordó el polvo anal de la noche anterior, pero no estaba para anales. Se la metí y empecé a bombear, cada vez más rápido, mientas la cogí de los codos y me puse a darle duro, hasta que empezó a gemir fuerte y a gritar su placer, tras la experiencia de la noche anterior, supuse que estaba a punto de correrse, así que arrecié mis acometidas, fuertemente mientras ella me pedía más
,
hasta que ambos explotamos y nos desplomamos en la cama uno sobre el otro.
Estuvimos así abrazados unos minutos, hasta que se incorporó con una sonrisa -
¡Puf! ¡Que chévere!
- dijo besándome -
Que pena que no tengamos más tiempo, pero si seguimos así llegaremos tarde a desayunar
- dijo agotada - ¡
Pues que le den al desayuno!
- le dije mientras le hacía cosquillas.
Nos despedimos con un beso y nos recordamos las promesas de la noche anterior con picardía. Cuando entré en el baño, pasé por el espejo, vi los chupetones y arañazos y sonreí recordando algunos de los momentos vividos en las últimas horas. Me arreglé todo lo rápido que me permitía el “dolorcillo de cuerpo” que tenía y bajé al salón donde estaban Raquel y Miguel con cara resplandeciente y ojeras como bolsas de la compra, vamos como yo.
-
Buenos días, bello durmiente ¿Has descansado?
- me dijo Raquel pinchándome -
¿Dónde has dejado a la princesa azul?
- insistió, pero preferí hacerme el desentendido -
Creo que lo mismo que vosotros. Ivette supongo que estará bajando a desayunar, eso me ha dicho cuando la he llamado
- dije como fingiendo que no la veía desde la noche anterior, aunque ellos la habían visto desde su habitación -
Entonces estarás descansado
- intervino Miguel en el mismo tono -
Porque yo me dormí enseguida, estaba reventado de la tarde
- dijo guiñando un ojo -
Entonces no
- le dije con cara de pillo sin añadir nada más y los tres nos partimos de risa. Pocos minutos después apareció Ivette en el salón y saludándonos a todos con sendos castos besos en las mejillas, no sé para qué, porque la noche anterior nos debió escuchar todo el hotel -
Buenos días ¿Habéis dormido bien?
- y los cuatro nos volvimos a partir de risa. Después de desayunar muy alegres todos, solo había una conferencia y la clausura. La verdad, no teníamos ganas de tragarnos un rollo que no nos interesaba a ninguno, pero como en la clausura sí tenía que estar Ivette, no nos fuimos muy lejos para charlar un rato.
A partir de ese momento, dejamos de ser dos parejas para convertirnos en cuatro amigos, pasándolo bien, charlamos, hubo bromas, pero sobre todo reímos y después de la clausura que fue un tostón, nos fuimos a comer. Cuando salíamos del hotel vimos a Leopold y Alexis, Ivette nos los presentó y se vinieron a comer, hablaban español con fuerte acento francés, pero usaban, muy bien, algunas expresiones coloquiales.
Comimos estupendamente en un restaurante a unas calles del hotel y alargamos la tarde hasta que pudimos, mi tren salía tarde porque era nocturno (única combinación que encontré ese día y que me dejaría a las tres de la mañana en mi localidad de destino) así que me preocupé poco de la hora. Leopold, Alexis e Ivette llevaban un rollo muy divertido, se trataban con cariño y mucha naturalidad entre los tres y no tardamos el resto en hacer piña, pero lo mejor fue el rato de confidencias sexuales, en el que apenas pudimos meter baza los demás, ya que tenían tantas y tan variadas experiencias que las nuestras, como el día anterior las mías, eran “peccata minuta”, bueno salvo las experiencias en el balcón, pero nadie habló de ellas. Entre otras, volví a oír la experiencia del “trio” con Ivette y Miguel no podía cerrar la boca del asombro, al final Raquel le tuvo que pegar un pellizco para que se controlara, entre las risas disimuladas de los demás.
La despedida, no fue triste, debíamos vernos en cuatro meses para la boda de Raquel así que después de abrazos y besos, intercambios de teléfonos y correos electrónicos, nos despedimos.
Yo volvía en tren, y era un viaje pesado, así que, cuando llevábamos un tiempo en camino y viendo que estaba bastante solo, empecé a repasar algunas notas de las conferencias, pero después de un rato, me dí cuenta de que no podía concentrarme, me vino a la cabeza el viernes, cuando ví a estos en el vestíbulo del hotel. En ese momento, ni me imaginaba que podía pasar, todo lo que luego pasó. Ivette había sido una grata sorpresa y no solo por el sexo, pero y aunque nos tratamos como pareja por una noche, no sentíamos, el uno por el otro, más allá de una gran afinidad y mucho deseo, me apetecía volver a verla en la boda.
Uff, la boda, acompañado por Olga claro, en cuanto vea la complicidad que tenemos me la va a liar... No quise pensar más en ella porque me cabreaba, es cierto que acababa de ponerle los cuernos y debería estar arrepentido y tal, pero en ese preciso momento, no me sentía de esa forma, así que preferí abstraerme, mirando por la ventanilla y viendo pasar el paisaje, luego recordé como mis amigos, me habían levantado el ánimo el viernes y la excitante escena del balcón, el momento en que conocí a Ivette y lo mal que me lo hizo pasar el sábado hasta que me rendí, lo que me sacó algo más que una sonrisa, la brutal paja en el baño y la historia de
Alexis y Leopold
, las copas, las risas y el polvo en el balcón pero sobre todo recordé lo que pasó cuando la noche anterior, dejamos la terraza y nos quedamos solos.
Ivette me había cogido la delantera y caminaba con pasos felinos hasta la cama, dándome la espalda, mientras yo cerraba el balcón y las cortinas, dejó caer mi camisa y por fin pude ver su maravilloso culo, en todo si esplendor. No contenta con eso, se subió a la cama a gatas mientras me miraba con cara de deseo. No hacía ni 5 minutos que habíamos terminado, pero esa visión hizo que mi miembro despertara -
¿Me vas a culear, papi?
- me dijo con voz melosa, yo no había oído esa expresión en mi vida, pero imaginé que era que la follara en cuatro(ya, era un pardillo) así que -
Claro, te voy a dejar hecha polvo
- dije de broma como haciéndome el muy macho y con las mismas me acerqué y empecé a comerle el coñito desde atrás. Tenía un precioso coñito rosita y brillante por la excitación que contrastaba con su piel morena, de labios abultados, pero poco prominentes, con un clítoris grandecito pero que sobresalía poco de su capuchón, aun estando muy excitada. Usando tanto sus flujos como mi semen y mi saliva junto a mi lengua y mis dedos me apliqué a fondo. Como os dije siempre me ha gustado recrearme en el cunnilingus y ahora no iba a ser diferente, me apliqué en serio, empecé a lamer la parte de fuera para ir avanzando hacia los labios menores, cuando llegue a estos, los besé, pero no fue un besito, imité un beso en la boca, así mis labios rozaban sus labios y su clítoris, mientras mi lengua se introducía en su interior suavemente, un temblor me indicó que iba bien, introduje suavemente, primero un dedo y luego dos en su interior, mientras con movimientos muy rápidos de mi lengua y solo rozando lamía su clítoris, ella dio un respingo y - ¡
Joder! que len...lengua ¿ Cómo pue.. puedes moverla tan... tan… rapidooooooooooooo!
- y se volvió a correr.
Seguí lamiendo alrededor tan a gusto y cuando ella soltó -
te estas olvidando de mi culito
- me extrañó, porque en todo momento no había dejado de acariciarlo, pero supuse que lo que quería era lengua, no me lo pensé, así que alargando un lametazo desde su coñito, llegue a su arrugadito agujero y me puse a jugar con él, si su reacción, al comerle el conejito fue estupenda, cuando me dediqué a su culo, ya fue exagerada. Me dediqué a explorar su ano con mi lengua y mis dedos, me fijaba en sus gemidos y gestos para intentar darle más placer hasta que me soltó -
¡Quiero tu polla dentro de mi culo ya!
- La verdad es que no tenía mucha experiencia en ello, solo lo había hecho una vez antes. No voy a mentir, me puse un poco nervioso, así que le pedí, un poco avergonzado, que me guiase, pero como respuesta, me cogió y poniéndome en su entrada trasera comenzó a penetrarse ella sola, mientras me pedía que empujase.
- ¡
Que gorda la siento! ¡Que gorda!
- decía mientras mi glande conquistaba su entrada trasera, pronto noté que podía profundizar más así que empujé suavemente, pensando en no hacerle daño, pero ella, en plena lujuria dijo -
¡Si miedo, métemela hasta el fondo! ¡ROMPEME!
- gritó a pleno pulmón y le obedecí, de un solo empujón le alojé todo dentro de su culito hasta golpear su coñito con mis testículos, me quedé quieto un momento y empecé a moverme mientras ella me pedía que le destrozase el culo, que la hiciera mía, que dejase mi marca de macho en ella. Esa pasión me hizo crecerme y arrecié en mis embestidas, mi tensión iba en aumento junto con nuestros movimientos que se acompasaban en una danza de lujuria y desenfreno, cada vez más salvaje, hasta que no pude más y avisándola, me vacié en su intestino de forma brutal mientras ella alcanzaba un orgasmo apoteósico.
El resto de la noche lo dedicamos a conocer nuestros cuerpos mejor, le sorprendió que reconociese que no había probado mucho el anal, porque se había encontrado con mucho fantasma que no sabía y se las daba. También se empeñó en hacer un experto de mi en esas lides, me hizo prometer que tendríamos más encuentros para “entrenar”. Volvimos a follar, pero ya de manera tranquila y placentera antes de quedarnos dormidos.
Cuando volví de mi ensoñación portaba una erección difícilmente disimulable y que no había pasado desapercibida. Me di cuenta de que, en los asientos al otro lado del pasillo, una señora y su marido que debían de haber subido en una estación cercana, charlaban en voz baja mientras ella miraba disimuladamente mi paquete, hasta que se dio cuenta que la había visto y giró su cabeza un poco colorada. Pero en breves minutos anunciaron mi estación por lo que me preparé, aunque al ir a dirigirme a la salida me despedí con unas buenas noches y una sonrisa que me fue correspondida.
Ya en mi piso, pensé en si todo lo pasado implicaba algo en mi relación con Olga, de pronto veía el mundo de otra forma, ya venía viéndolo distinto desde que salí de mi pueblo, pero creo que conocer otras personas de otros ambientes y con dispares puntos de vista, me hicieron ver que había vivido toda mi vida en una jaula y que tenía que salir, pero por otro lado estaba Olga, aunque sabía que ya no estaba enamorado de ella, sí que le tenía un gran cariño y no quería hacerle daño. Aunque al final es inevitable.
También, pensé en Miguel y Raquel, creía realmente que se estaban metiendo en un lío gordo que les iba a estallar en las manos y los iba a hacer desgraciados.
Pero me equivoqué… en parte
Espero que os haya gustado y lamento los errores. Me ha salido más corto de lo que esperaba, así que lo mismo junto los tres en un solo relato. Probablemente siga con un capítulo o dos dedicados a la boda de Raquel.